En Colombia, las organizaciones de mujeres y feministas demandaron por... despenalización del aborto. LAICIA fue una estrategia de incidencia de...

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Colombia: comunicar despenalizar aborto
Lunes, 26 de Agosto de 2013 13:39
En Colombia, las organizaciones de mujeres y feministas demandaron por casi tres décadas la
despenalización del aborto. LAICIA fue una estrategia de incidencia de alto impacto que buscó
la interrupción legal del embarazo por la vía jurídica ante la Corte Constitucional. Lo lograron.
Actualmente, en Colombia está permitido el aborto bajo ciertas causales. Por Mónica Maureira, periodista
Una niña de once años embarazada por los abusos sexuales de su padrastro, fue la primera
mujer (niña) en acceder a la interrupción voluntaria del embarazo una vez que entró en
vigencia (2006) la decisión judicial de la Corte Constitucional de Colombia que permitió el
acceso al aborto legal, pero parcial. Parcial, porque permitió la interrupción del embarazo bajo
las mismas condiciones que hoy se demandan en Chile: que el embarazo constituya un peligro
para la vida y salud de la mujer; que graves malformaciones del feto hagan inviable su vida
extrauterina y que el embarazo sea producto de una conducta sexual abusiva, no consentida,
como un incesto, o inseminación o transferencia errónea o no autorizada de un óvulo
fecundando. Belén es una niña chilena, tiene once años y también está embarazada por las
reiteradas violaciones de su padrastro. Pero en Chile, no hay ley. El país está rezagado.
Para llegar a ese punto en Colombia, pasaron casi tres décadas de demandas lideradas por las
organizaciones de mujeres y feministas, a las que se sumaron las solicitudes de la academia
vía investigaciones y otras acciones al amparo del desarrollo internacional de los Derechos
Humanos. Ese periodo albergó también las propuestas parlamentarias y del ministerio público
tendientes a modificar el Código Penal para despenalizar el aborto en determinados casos; la
consolidación de grupos de trabajo de expertos y expertas y el Colectivo por la Autonomía
Sexual y Reproductiva, que con el tiempo pasaría a constituirse en la Mesa por la Vida y la
Salud de las Mujeres (La Mesa).
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En su conjunto, emitían una declaración alarmante y era que mantener la penalización total del
aborto en Colombia se constituía en un atentado a los Derechos Humanos de las mujeres a
razón de más de 400 mil abortos clandestinos y que de acuerdo con el informe del Instituto
Guttmacher para ese país cerca de 130 mil mujeres sufren complicaciones derivadas de
interrupciones de embarazos inseguras. De estas, 90 mil requieren atención médica por esta
razón.
Entrado el nuevo siglo, diversas reparticiones públicas sostenían que el aborto era un atentado
a la igualdad en el acceso a la salud; un golpe a la integridad de las mujeres. En definitiva, un
tema de justicia social. La Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing +5, 1995) y su plataforma
de seguimiento, también fueron un precedente: a los 189 gobiernos participantes (Chile, uno de
ellos) se les pidió revisar sus normativas sobre aborto, insistiendo en que su práctica debía ser
atendida como prioridad humanitaria.
ALIANZAS PARA LAICIA
En 2004, la Mesa de "expertos y expertas", de organizaciones y personas dedicadas al análisis
y seguimiento de la problemática, se unieron al movimiento de mujeres y feministas, instalando
con más fuerza el debate del aborto en el terreno de lo público. Dado que la vía legislativa no
había funcionado, ese año la organización Women's Link WorldWilde optó por iniciar una
estrategia de alto impacto ante la Corte Constitucional para liberalizar el aborto llamada
LAICIA, Litigio de Alto Impacto en Colombia: la inconstitucionalidad del aborto. Esa iniciativa
fue la consolidación de una estrategia de alianzas, de redes de alianzas, que fortalecieron la
demanda ante la Corte. Cada postura frente a la interrupción voluntaria del embarazo tuvo su
espacio. Se respetó cada opinión. Cada una jugó un papel en LAICIA. Pero todas bogaron para
convertir la despenalización del aborto en una realidad por la vía jurídica.
Paralela a la estrategia jurídica se diseñó una de comunicaciones que tradujo el debate sobre
aborto como un tema de salud pública, equidad de género y justicia social. El trabajo en
comunicaciones tuvo la misión de generar una nueva percepción en la sociedad civil frente al
tema, generó una discusión permanente y modificó los prejuicios instalados en Colombia.
Había que maximizar el valor simbólico de la demanda: una ciudadanía completa detrás de la
interrupción voluntaria del embarazo, representando una diversidad de sectores. Para seguir
con LAICIA hubo que sintonizar agendas, sellar compromisos y afinar los flujos
comunicacionales.
La politóloga colombiana Ana María Ruiz lideró esta estrategia comunicativa y reconoce que
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después de LAICIA ha seguido de cerca los distintos procesos y debates que se han librado en
América Latina para despenalizar el aborto. En la actualidad, está asesorando el debate a favor
en Ecuador y mirando de cerca lo que sucede en Chile, a raíz del caso de Belén.
¿Qué similitudes hay entre el contexto político de Colombia 2004 y el de Chile 2013?
Hay similitudes porque el aborto estaba penalizado totalmente en ambos países. Pero lo cierto
es que la situación es muy distinta. La diferencia entre Colombia y Chile está dada por las
comunicaciones y cómo se ha instalado el tema en la agenda política y mediática. En el 2004,
en Colombia no se hablaba de aborto, el tema no estaba en la agenda. Aparecían
informaciones en la prensa y las noticias abordaban las perspectivas puramente religiosas o
judiciales. Las informaciones aparecían en la crónica roja. El tema no se debatía, no estaba en
discusión. Esto ya no sucede en ningún país de la región ahora, la ola de liberación de los
países o por el contrario, el endurecimiento de las posturas frente al aborto, están en el día a
día. El tema sin duda está en agenda, en este momento Chile ya lleva unos años en la
discusión, en el análisis de las dificultades. Están en un contexto políticamente más favorable,
pero mediáticamente más complicado.
¿Más complicado? Te refieres a los intereses que hay en juego en los medios de
comunicación.
Los medios trabajan con blancos y negros, y en la medida que el primer mandatario
(Presidente Piñera) o sus ministros aboguen por mantener la penalización del aborto, hace que
quienes defiendan la apertura, la liberalización de la legislación, tengan que estar mucho más
preparadas para enfrentar ese escenario mediático, para instalar sus argumentos en debate
público. De entrada, ya no pueden instalar el tema, porque el tema ya está puesto en la opinión
pública. Supone una exigencia mayor, organizarse, estar muy claras en la estrategia a
adelantar y en qué herramientas la acompañarán.
El caso de Belén salió de un momento otro, en la prensa, no estaba dentro de una
estrategia.
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Si ya eres fuente para los medios en el tema, eres la oposición del presidente. El medio tiene
que buscar tu reacción, que es lo correcto, pero si no hay claridad en lo que vas a decir, en tu
estrategia, pierdes la batalla dentro de la guerra, porque te cogen 'fuera de base'. El manejo de
las agendas es clave, tienen que mirar a los que están hablando, escuchar lo que están
diciendo, para moverse estratégicamente. No se trata de hablar mucho sino de hablar en el
lugar donde hay que hablar y hablar para quienes necesitan escuchar.
Al parecer en temas como la despenalización del aborto siempre hay agendas paralelas
¿Cómo se desentrampa el discurso?
Tiene que ver con una coyuntura política, la voz de Colombia en el 2004 era de un presidente
de derecha con alta aprobación pública, que calificaba a cualquier defensor de derechos
humanos como terrorista, públicamente. Tuvimos una primera decisión estratégica no vamos a
entrar peleando. Más que una buena pelea, queríamos un buen triunfo. Trabajamos también
con una herramienta de pensamiento estratégico que, arbitrariamente, le llamamos el punto
verde. Cuál es realmente el eje de un tema (el punto verde), no es lo que quiero decir de él
(aborto), ni relatar todo lo que se ha trabajado en torno a él. La esencia al hablar de aborto no
es la legislación, la esencia del problema del aborto radica en la mujer, toca su cuerpo, afecta
su organismo, desde la cabeza a los pies. Es un problema de salud, eso es innegable. Muchos
estudios así lo ratifican. Pero también es un problema de equidad, de justicia social. Una mujer
que quiere abortar lo hará con lo que tenga a mano. Si las circunstancias no lo permiten, lo
hará poniendo en riesgo altísimo su salud. Y si cuenta con condiciones favorables, lo hará sin
complicaciones. El problema de salud va profundamente ligado al de justicia social.
"Un ejercicio. Si se paran frente al arzobispo y le dicen las mujeres tenemos derecho a
decidir sobre nuestros cuerpos, el arzobispo les dirán: ustedes no lo tienen porque
llevan otra vida. Y hasta ahí llegó la discusión, esa discusión no tiene cómo resolverse.
Si le dicen a esa misma persona, acá hay una cantidad de mujeres que se están
muriendo por abortos inseguros. Las cifras en la realidad así lo indican... Ahí la
discusión se abre..."
Pero la trampa se mantiene, en Chile las autoridades insisten que las cifras que se manejan no
son reales y que no hay dilemas éticos cuando un embarazo pone en riesgo la vida de la mujer
embarazada.
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Si ese fuera el escenario, el sistema de salud en Chile sería el mejor de Latinoamérica. Y no lo
es. En ese escenario, se está hablando sobre una realidad que no es cierta. Lo que se está
diciendo no es real. Habría que preguntarle a las autoridades de salud por los datos que
manejan en materia de interrupción de embarazo, cuáles son los costos en morbimortalidad
materna. Hay que estar en permanente capacidad de rebatir ese tipo de argumentos.
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