Enfermedades ocasionadas por la radiación

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Enfermedad por radiación
Enfermedad causada por la exposición del organismo o de una parte de éste a dosis altas de radiación
ionizante (radiación que altera los átomos sobre los que incide). Los síntomas aparecen por lo general debido
a la exposición intensa a una radiación externa, como la producida por los rayos X o los rayos gamma, pero
también pueden originarse por la absorción interna de materiales radiactivos (como el radiocesio) o por ambas
causas.
La enfermedad por radiación se caracteriza por una sensación súbita de anorexia (pérdida de apetito) o
náuseas a las que sigue, en un periodo de tiempo corto, vómitos y, en ocasiones, diarrea. La enfermedad
progresa apareciendo síntomas por lesiones más graves debido a la afectación de otros tejidos, como la
médula ósea, que provoca una disminución progresiva del número de células sanguíneas, lo que conduce a un
aumento de la susceptibilidad del organismo a las infecciones. Las dosis elevadas de radiación pueden
producir también esterilidad permanente como consecuencia de la lesión de los órganos reproductores,
lesiones graves en otros órganos, e incluso la muerte con o sin tratamiento médico. También pueden existir
otros síntomas dependiendo de la dosis, de la frecuencia de exposición, y del área del organismo sometida a la
radiación. Éstos pueden consistir, a corto plazo, en caída del cabello, quemaduras cutáneas o hemorragias, y, a
largo plazo, en un aumento del riesgo de desarrollar cáncer.
Enfermedad por radiación aguda
En una exposición aguda (durante segundos, minutos, horas) se puede producir la muerte. El efecto biológico
principal es la lesión celular, cuya intensidad depende del tipo de tejido afectado. Las células pluripotenciales
de recubrimiento del sistema gastrointestinal, que son muy sensibles, en particular las del estómago e intestino
delgado, liberan serotonina (5−hidroxitriptamina, 5HT3) en el torrente sanguíneo. Esta sustancia estimula el
centro del vómito localizado en el cerebro y otros receptores para la 5HT3 presentes en otras partes del
organismo. Se acompaña de un aumento de la motilidad intestinal (movimiento) que puede estar producido
por la acción de las sales biliares sobre la mucosa lesionada. Estos síntomas pueden variar dependiendo de la
susceptibilidad individual y de que en la mayoría de las situaciones no controladas la dosis de radiación
recibida por las diferentes personas afectadas no es la misma. En la radioterapia, en la que las exposiciones
son controladas y repartidas en varias sesiones para permitir que los tejidos normales sensibles se recuperen,
las náuseas y vómitos se presentan de manera habitual sólo cuando se realiza una irradiación corporal total a
dosis elevadas, por ejemplo, tras la extirpación (extracción quirúrgica) de la médula ósea para un trasplante
ulterior de médula ósea. Es normal la administración de fármacos antieméticos, como el ondansetrón, el cual
contrarresta los efectos de la 5HT3, reduciendo estos efectos colaterales de la radioterapia. Todos estos
efectos pueden aumentar en intensidad por la lesión debida a la radiación de otras líneas celulares, en especial
las de la médula ósea.
El gray (Gy) es la unidad de dosis absorbida, cuando la energía por unidad de masa aplicada a la materia por
la radiación ionizante es de 1 julio por kilogramo. La unidad que se utilizaba antes, el rad, es equivalente a
10−2 Gy. Con dosis superiores a 1 Gy se produce una reducción significativa del número de células
sanguíneas como consecuencia de la disminución de la médula ósea, lo que conduce a un aumento de la
susceptibilidad a las infecciones, la presencia de hemorragias y anemia. En las zonas en las que existe una
exposición directa intensa o una contaminación superficial con materiales radiactivos, pueden aparecer
quemaduras cutáneas, lo que incrementa la pérdida de líquidos corporales y el riesgo de infección. A veces,
los síntomas agudos aparecen de forma simultánea y se conocen como síndrome de radiación aguda. Las
lesiones combinadas tienen un pronóstico peor, lo que se debe tener en cuenta para el tratamiento médico.
Una dosis aguda de aproximadamente 4 Gy producirá la muerte de manera probable en el 50% de las personas
en un periodo de 60 días si no reciben tratamiento médico. Las dosis superiores a 10 Gy pueden producir la
muerte de manera más temprana, incluso con tratamiento médico. Dosis similares recibidas durante un
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periodo de tiempo más prolongado (días, semanas) pueden producir diferentes síntomas, pero la muerte es
menos probable, ya que las células y los tejidos tienen tiempo para reparar las lesiones.
La experiencia obtenida tras las explosiones de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, y tras otros
accidentes con fuentes radiactivas, pruebas con armas nucleares y plantas que emplean energía nuclear, ha
permitido obtener conclusiones importantes. En la actualidad se pueden calcular el tiempo que transcurre
desde la exposición hasta la aparición de los síntomas, el porcentaje de población afectada y la duración de la
enfermedad por radiación. Sin embargo, en la mayoría de los casos resulta extremadamente complicado
calcular la dosis de radiación con precisión.
Las cifras que se aportan a continuación son orientativas en el caso de los adultos. Puede aparecer anorexia en
el 5% de las personas expuestas a 0,4 Gy y en el 95% si la dosis recibida es de 3 Gy; náuseas en el 5% con
0,5 Gy y en el 95% con 4,5 Gy; vómitos en el 5% con 0,6 Gy y 100% con 7 Gy, y diarrea en el 5% con dosis
de 1 Gy y por encima del 20% con 8 Gy. Si el tiempo transcurrido entre la exposición y la aparición de
cualquiera de los síntomas mencionados es inferior a una hora, es probable que la dosis recibida sea superior a
3 Gy; si es superior a 3 horas, menos de 1 Gy, y si es superior a 24 horas, es probable que la dosis haya sido
inferior a 0,6 Gy. Estas referencias generales pueden ser útiles para el personal sanitario a la hora de hacer la
selección de los pacientes (priorizar el tratamiento según el grado de afectación) antes de poder llevar a cabo
estimaciones más precisas.
Los efectos de una prueba de explosión termonuclear realizada por Estados Unidos en las islas Marshall en
1954, afectaron a la población local, que recibió una dosis corporal total estimada de 1,75 Gy. No se
produjeron fallecimientos, pero aparecieron alteraciones de diferente intensidad, con enfermedad de inicio
temprano y diarrea en cerca del 10% de la población y un descenso del número de células sanguíneas. La
contaminación superficial del organismo por el accidente originó quemaduras y ulceraciones cutáneas en el
20% de los afectados.
En el desastre nuclear de la planta de Chernobil en Ucrania en 1986, un total de 203 personas afectadas por el
accidente presentaron una enfermedad aguda por radiación. En el grupo con mayor exposición (6 a 16 Gy) el
primer síntoma fueron los vómitos, que aparecieron entre 15 y 30 minutos después de la exposición, seguidos
de una diarrea intensa. Este grupo, que incluía bomberos, también se vio afectado de forma aguda por la
inhalación de materiales radiactivos y sustancias tóxicas, así como por otras lesiones convencionales. A pesar
de un tratamiento intensivo en centros especializados, 20 de los 22 componentes de este grupo fallecieron.
También contribuyeron a estas muertes los efectos de la radiación sobre la médula ósea y las quemaduras por
la radiación externa por contaminación con isótopos radiactivos que emiten radiación beta. Al disminuir la
dosis, los signos y síntomas eran menos graves. En las personas que habían recibido dosis entre 1 y 2 Gy los
vómitos aparecieron más tarde y, aunque algunas personas también presentaron contaminación cutánea,
ninguna de ellas falleció.
Enfermedad por radiación crónica
En los casos de exposición crónica (medida en días, semanas o meses) a la radiación, los síntomas suelen ser
menos llamativos. Un hallazgo habitual es la sensación de malestar general, con síntomas similares a la gripe,
fiebre y, en ocasiones, diarrea y vómitos. Es muy difícil diagnosticar estos casos que se han producido por
exposición inadvertida a una fuente de radiación industrial o a un equipo de tratamiento médico, en ocasiones
obtenido o manipulado de manera ilegal. En un caso ocurrido en Estonia, donde la fuente de radiación se
había trasladado a una casa, el diagnóstico de exposición a la radiación se realizó después de que un miembro
anciano de la familia falleció y otros comenzaron a presentar malestar general.
Efectos biológicos de la radiación
Consecuencias de la acción de una radiación ionizante sobre los tejidos de los organismos vivos. La radiación
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transfiere energía a las moléculas de las células de estos tejidos. Como resultado de esta interacción las
funciones de las células pueden deteriorarse de forma temporal o permanente y ocasionar incluso la muerte de
las mismas. La gravedad de la lesión depende del tipo de radiación, de la dosis absorbida, de la velocidad de
absorción y de la sensibilidad del tejido frente a la radiación. Los efectos de la radiación son los mismos, tanto
si ésta procede del exterior, como si procede de un material radiactivo situado en el interior del cuerpo.
Los efectos biológicos de una misma dosis de radiación varían de forma considerable según el tiempo de
exposición. Los efectos que aparecen tras una irradiación rápida se deben a la muerte de las células y pueden
hacerse visibles pasadas horas, días o semanas. Una exposición prolongada se tolera mejor y es más fácil de
reparar, aunque la dosis radiactiva sea elevada. No obstante, si la cantidad es suficiente para causar trastornos
graves, la recuperación será lenta e incluso imposible. La irradiación en pequeña cantidad, aunque no mate a
las células, puede producir alteraciones a largo plazo.
Trastornos graves
Dosis altas de radiación sobre todo el cuerpo, producen lesiones características. La radiación absorbida se
mide en grays (1 gray equivale a 1 julio de energía absorbido por kilogramo de material; su símbolo es Gy).
Una cantidad de radiación superior a 40 Gy produce un deterioro severo en el sistema vascular humano, que
desemboca en edema cerebral, trastornos neurológicos y coma profundo. El individuo muere en las 48 horas
siguientes. Cuando el organismo absorbe entre 10 y 40 Gy de radiación, los trastornos vasculares son menos
serios, pero se produce la pérdida de fluidos y electrolitos que pasan a los espacios intercelulares y al tracto
gastrointestinal. El individuo muere en los diez días siguientes a consecuencia del desequilibrio osmótico, del
deterioro de la médula ósea y de la infección terminal. Si la cantidad absorbida oscila entre 1,5 y 10 Gy, se
destruye la médula ósea provocando infección y hemorragia. La persona puede morir cuatro o cinco semanas
después de la exposición. Los efectos de estas radiaciones poco intensas, son los que pueden tratarse de forma
eficaz. La mitad de las personas que han recibido una radiación de 3 a 3,25 Gy y que no hayan recibido
tratamiento, pierden la médula ósea.
La irradiación de zonas concretas del cuerpo (radiaciones accidentales) produce daños locales en los tejidos.
Se lesionan los vasos sanguíneos de las zonas expuestas alterando las funciones de los órganos. Cantidades
más elevadas, desembocan en necrosis (zonas de tejido muerto) y gangrena.
No es probable que una irradiación interna, cause trastornos graves sino más bien algunos fenómenos
retardados, que dependerán del órgano en cuestión y de su vida media, de las características de la radiación y
del comportamiento bioquímico de la fuente de radiación. El tejido irradiado puede degenerar o destruirse e
incluso desarrollar un cáncer.
Efectos retardados
Las consecuencias menos graves de una radiación ionizante se manifiestan en muchos órganos, en concreto en
la médula ósea, riñones, pulmones y el cristalino de los ojos, debido al deterioro de los vasos sanguíneos.
Como consecuencias secundarias aparecen cambios degenerativos y funciones alteradas. No obstante, el
efecto retardado más importante comparándolo con personas no irradiadas, es el aumento de la incidencia de
casos de cáncer y leucemia. El aumento estadístico de leucemia y cáncer de tiroides, pulmón y mama, es
significativo en poblaciones expuestas a cantidades de radiación relativamente altas (más de 1 Gy). En
animales de experimentación se ha observado una reducción del tiempo de vida, aún no se ha demostrado en
seres humanos.
Radiación no ionizante
La frecuencia de radiación de redes o tendidos eléctricos, radares, canales o redes de comunicación y hornos
de microondas, no es ionizante. Durante mucho tiempo se ha creído que este tipo de radiación era perjudicial
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sólo en cantidad elevada, y que producía quemaduras, cataratas, esterilidad temporal, etc. Con la proliferación
de este tipo de mecanismos, comienzan a ser materia de investigación científica las posibles consecuencias de
una exposición prolongada a pequeñas cantidades de radiaciones no ionizantes. Aunque se han observado
algunas consecuencias biológicas poco importantes, se desconoce por el momento qué repercusión tienen
sobre la salud.
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