2012-02-16-CondecoracionEmbajadorBolivia

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CONDECORACIÓN AL EMBAJADOR DE LA
REPÚBLICA PLURINACIONAL DE BOLIVIA
Quito, 16 de febrero de 2012
Queridas amigas, queridos amigos:
Las luces de nuestra primera independencia se
prendieron en La Paz, con la Junta Tuitiva y
nuestro 10 de Agosto de 1809… La Junta
Tuitiva de los Derechos de los Pueblos, que en
su Proclama, dice: “Ya es tiempo, de
levantar el estandarte de la libertad en
estas desgraciadas colonias, adquiridas
sin el menor título y conservadas con la
mayor injusticia y tiranía”. Miren qué
palabras más iluminadas, qué palabras más
anticipadas al tiempo, y, con mucha lástima
habría que decir, qué palabras tan pertinentes
el día de hoy, cuando todavía tenemos
colonias en nuestra América.
Tupac Katari, como representante de los
Yungas, estaba a la cabeza. En Quito, Eugenio
Espejo,
nuestro
Precursor,
levantaba
llamaradas con su pensamiento libertario;
todas las voces anunciaban que amanecía en
la mitad de la noche colonial.
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En las luchas de emancipación los caminos de
Bolivia y Ecuador se llenaron de esperanzas,
de
grandes
hombres
y
mujeres,
de
enamorados de la libertad, que cabalgaban
entre nuestras naciones enarbolando la
dignidad como una bandera desplegada hacia
el futuro; se abrían camino logrando victorias,
cambiando el destino del mundo, forjando
Nuestra América. Se ha llegado a decir que
Bolivia nació a la vida republicana como fruto
de un acto de amor entre Simón Bolívar y
Manuela Sáenz Aizpuru; muchos documentos
señalan que la Coronela convenció al
Libertador de que fundaran juntos una nueva
nación “en la cual se plasme los mejores
esfuerzos de democracia y libertad”. Querían
que la naciente república sea un nexo entre
ambos, “algo parecido a una hija que lleve el
nombre de su padre”. El Libertador aprobó la
idea de crear la nueva nación y le solicitó a
Manuela acompañarlo en esta causa. Y así “La
Libertadora” llega a La Paz para consolidar a
Bolivia como República, presidida por el
Mariscal Antonio José de Sucre.
Dos grandes Coronelas, tienen nuestros
pueblos, Manuelita Sáenz, quiteña, luchadora
incansable, apoyo y refugio del Libertador, y
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Juana Azurduy, boliviana, flor del Alto Perú,
guerrera audaz, peleadora en nombre de su
gente, comandante de amazonas, defensora
de los pueblos ancestrales, ejemplo de
dignidad y de bravura.
Juana de América y Manuela de Bolívar, ya
sabían desde entonces que si no cambiaban
los poderes que desangraban nuestro suelo…
Y esa es la revolución: el cambio en la
relación de poderes, cambio rápido,
radical, drástico. Ya lo sabían Juana y
Manuela y sabían que sin ello la independencia
no se alcanzaría.
Juana Azurduy con dolor, con valentía de
mujer de armas, le escribió a nuestra
Manuelita: “no puedo ocultarle mi tristeza
cuando compruebo como los chapetones
contra los que guerreamos en la revolución,
hoy forman parte de la compañía de nuestro
padre Bolívar”. Y la amarga traición que
sufrieron Sucre y Bolívar, la manera en la que
quedó trunco el proceso independentista,
como lo veían esos grandes líderes, confirma
que los poderes económicos, políticos y
sociales subyacentes fueron los victoriosos, en
realidad, para explotar nuestra riqueza,
nuestro suelo, nuestra sangre y nuestra vida.
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Por supuesto que los cambios se dieron, pero
no beneficiaron a los más humildes, las
estructuras de poder no necesariamente
cambiaron. Aquí tenemos una gran lección
para los procesos que vive nuestra América,
para los procesos de Bolivia, de Ecuador.
Hemos aprendido de nuestra historia, nunca
más permitiremos en América que la avaricia
construya su opulencia con la riqueza nuestra,
mientras el pueblo dueño de esos recursos, se
desangra.
En realidad los destinos de Ecuador y de
Bolivia están hermanados. Nos unen tantas
cosas, tantos sentimientos, tantas querencias,
que no alcanzaríamos a enumerarlas todas,
así que baste decir que nos une nuestro
pasado, pero sobre todo nuestro futuro, el
cual lo estamos labrando con la unidad de la
Patria Grande.
Mucho hemos aprendido de la historia
boliviana, muchos eventos heroicos de
rebelión y dignidad nos han unido, pero
también muchas huellas tristes de olvido y
subdesarrollo
nos
identificaban
y
nos
identifican entre los países más pobres del
continente siendo, paradójicamente, naciones
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con abundantes recursos naturales y tierra
apta para la producción, manos trabajadoras,
manos sacrificadas, manos constantes.
También tenemos los mismos enemigos: el
hambre, la inequidad, la injusticia; tenemos
los mismos sectores económicos enquistados
por siglos en nuestro cuerpo social medrando
de la sangre de los más pobres; tenemos los
mismos poderes fácticos actuando desde las
entrañas de nuestras economías y políticas,
desde los medios de comunicación; son los
mismos que conspiraron en contra de
nuestros procesos primero independentistas,
luego
liberales
y
hoy
profundamente
revolucionarios y democráticos; son los
mismos que mal quisieron a Juana Azurduy,
Manuela Sáenz, Simón Bolívar; los mismos
que destrozaron a Tupac Amaru; los mismos
que estuvieron detrás de las balas que
asesinaron al “Abel de América” en Berruecos,
al Mariscal Antonio José de Sucre, primer
presidente de Bolivia; son los mismos que
encendieron la Hoguera Bárbara en donde
inmolaron al general Eloy Alfaro Delgado,
comandante de hombres libres de mi Patria;
son los mismos que dispararon en La Higuera
en contra de Ernesto “Che”. Son los mismos
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poderes los responsables de estos crímenes,
pálidas sombras son ellos, amparadas por la
impunidad y el poder del dinero; manchados
con sangre inocente están, con sangre
valerosa de los mejores hijos de América.
Ahora, los gobiernos de Bolivia y de Ecuador
se estrechan las manos, no solamente en
sentido figurado, compartiendo pasados, sino
construyendo
futuros,
reconociendo
los
derechos de la naturaleza -que en Ecuador
incluso es sujeto de derechos constitucionales,
reconociendo
que
la
humanidad
tiene
derechos que van más allá del capital,
derecho al Buen Vivir, derecho a Vivir Mejor.
Nuestras ciudades capitales, Sucre y Quito,
son ciudades hermanas desde siempre, pero
ostentan este título formal desde el 2007.
Debemos fortalecer esta fraternidad, pues el
gran trabajo de construir el verdadero
mestizaje cultural de nuestros pueblos todavía
está por hacerse.
El comercio justo que impulsamos, las
relaciones
fraternas,
respetuosas;
los
festivales artísticos bolivianos que hemos
tenido la suerte de presenciar en estos años
nos han llenado de alegría. Hemos aprendido
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muchísimo de Bolivia, de su impresionante
integración de los pueblos ancestrales, de la
transformación de sus Fuerzas Armadas
desfilando junto con las comparsas de
nuestros pueblos andinos, del llano, de la
amazonía boliviana; ese huipala boliviano,
recordando el crisol que es nuestra América,
todos los colores que llevamos en nuestras
pieles en América Latina. Hemos aprendido
mucho en estos años cosas que nos han
llenado de alegría, pues nuestras culturas
diversas son el espejo multicultural y
megadiverso de nuestra bella Latinoamérica.
Y no debemos olvidar que incluso el fútbol nos
une, sobre todo en la defensa del juego de
altura, con la posición de que se juega en
todas partes, protegiendo la democratización
del deporte por encima de los enormes
intereses económicos, que manejan este
sueño de nuestros pueblos como si fuera una
simple mercancía.
Con gran pesar, queridas amigas y amigos,
despedimos hoy a un amigo, a un hermano, a
un embajador de paz, que ha sabido
representar a su gobierno y a su pueblo con
pasión, acercando los destinos de nuestras
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naciones, que viven en estos momentos un
proceso único, que ya es leyenda.
Reconocemos las luchas que por siglos han
llevado adelante los pueblos ancestrales, los
combates por la dignidad que han liderado los
mineros, los trabajadores, los artesanos, la
gente humilde, los postergados, humillados y
ofendidos que, ahora, en esta nueva época,
irrepetible y única, avanzan por toda América
Latina enarbolando la espada de Bolívar por la
consecución de nuestra Segunda y definitiva
independencia.
Nuestros pueblos jamás se han subyugado ni
se abatirán ante las adversidades del camino;
no se subyugan, no se amedrentan y caminan
recuperando su propia voz, su propio aliento.
No buscamos cambios de nombres o apellidos,
cambios cosméticos,
buscamos cambios
profundos, históricos, cambios estructurales,
definitivos, irreversibles en las relaciones de
poder, por eso tantos enemigos, porque
finalmente se están cambiando realmente las
cosas en nuestra América; buscamos el
desarrollo
equitativo,
la
soberanía,
la
dignidad, la vida plena, buscamos también la
alegría.
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Hoy nuestros pueblos defienden su futuro y se
adueñan de su voz y de sus armas
democráticas que constituyen los votos,
construyendo el cambio, en democracia, en
paz, con dignidad y soberanía, aunque les
duela a los poderosos de siempre.
Compañero Juan Javier Zárate Rivas, al
entregarte
la
Condecoración
Orden
Nacional Honorato Vásquez, en el Grado
de "Gran Cruz", estamos abrazando a tu
pueblo hermano del nuestro por la sangre, por
la historia y, sobre todo, por el futuro.
Saludamos tu trayectoria de logros, sabemos
que te especializaste en Agronomía, en la
Universidad Mayor Real y Pontificia de San
Francisco de Chuquisaca, que posees un
diplomado en Educación Alternativa de
Jóvenes y Adultos, auspiciado por la UNED de
España, y un post grado en Tecnología de
Semillas, con el Programa Nacional de
Semillas y la Universidad Federal de Brasil.
Sabemos que tu especialidad son las semillas
y la siembra, nuestra pasión también es esa,
estamos desarrollando las semillas de un
futuro posible para nuestros pueblos, con las
manos limpias, estamos sembrando las
mejores condiciones para que estos cambios
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profundos, radicales, rápidos
jamás puedan retroceder.
y
pacíficos,
A la pregunta de ¿por qué se mantenía el
subdesarrollo en nuestros territorios? Habrá
que responder que era porque así lo imponían
a sangre y fuego nuestros opresores, los
intereses internacionales que usufructuaban
de nuestra riqueza y las oligarquías locales
que se enriquecían a costa del dolor de los
pueblos.
Algunos cuando hablo de esto me dicen que
estoy sembrando el odio, la división, como si
evidenciar el problema fuera crearlo. Yo sí
creo sinceramente que uno de los grandes
males de América Latina fueron nuestras
élites,
que
jamás
fueron
élites
modernizadoras, que no trataron de distribuir
los frutos del progreso para todas para todos,
sino que los utilizaron solamente para
diferenciarse
más,
para
excluir,
para
discriminar,
para
crear
sus
colegios
exclusivos, sus barrios exclusivos, sus clubes
exclusivos, y eso es lo que está cambiando. Ya
nuestros Estados no están dominados por
esas élites, ya no somos Estados burgueses,
son Estados populares los que estamos
construyendo.
Ya
no
somos
Estados
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aparentes, como decía Zabatela, pensador
boliviano, sino esos Estados integrales,
representando a todas y a todos.
Querido
Juan
Javier
Zárate
Rivas,
Embajador de la República Plurinacional de
Bolivia, hoy regresas a su país y se llevas un
poco del aire, del agua y de la tierra nuestra
en su corazón, un pedacito de nuestro cielo en
su mirada y el gran cariño de nuestro pueblo
de la mitad del mundo, el mismo que hacemos
extensivo para nuestros hermanos del
altiplano, de la selva, de los valles de nuestra
hermana querida, queridísima Bolivia, luz y
ejemplo de dignidad, hoy dirigida por ese
inmenso latinoamericano, el compañero Evo
Morales. Bolivia, ejemplo de combates
revolucionarios, de luchas proletarias, de
alzamientos indígenas, de procesos heroicos.
Gracias, hermano Embajador, por todo el
trabajo que hemos testificado; te pedimos, a
nombre del pueblo del Ecuador, que lleves un
gran abrazo al querido hermano-compañero
Presidente de tu patria, líder generoso, quien
es uno de los constructores incuestionables de
esta Patria Grande que nos alberga a todas, a
todos, con infinito amor, nuestra América.
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Querido Javier, en nombre de ésta, que
también es tu Patria, muchísimas gracias por
todos tus servicios. A ti y a tu familia la mejor
de las suertes en nuestra querida Bolivia.
¡Hasta la victoria siempre!
Rafael Correa Delgado
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA
REPÚBLICA DEL ECUADOR
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