La polémica aprovechada por parlamentarios que nunca han querido la... ciudadana, puede constituir una oportunidad para una reflexión más seria...

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¿Una democracia sin sociedad civil?
Lunes, 07 de Julio de 2008 10:20
La polémica aprovechada por parlamentarios que nunca han querido la participación
ciudadana, puede constituir una oportunidad para una reflexión más seria en torno a la
¿Una dem
democracia que queremos, a cómo la construimos colectivamente.
La polémica, aprovechada por parlamentarios que nunca han querido la participación, pu
Por Teresa Valdés E., ex presidenta del Consejo (provisorio) del Fondo para el Desarrollo de la
Sociedad Civil y actual Coordinadora del Observatorio de Género y Equidad
Publicada en La Nación 27/06/2008
La sociedad civil chilena es un actor históricamente incomprendido y poco relevado desde el
punto de vista de su gran aporte al desarrollo y a una convivencia democrática e inclusiva. No
obstante, como bien lo revela el Estudio Comparativo del Sector Sin Fines de Lucro, publicado
en 2006 y realizado por un equipo encabezado por Ignacio Irarrázaval y como parte de una
iniciativa mundial impulsada por la Universidad John Hopkins, no sólo se trata de un actor
indispensable en el avance de la democracia, la innovación social y el diseño y la ejecución de
las políticas públicas pertinentes, sino que es un sector relevante en términos económicos.
El sector no lucrativo chileno emplea de manera remunerada y voluntaria a más de 303 mil
personas en Jornada Completa Equivalente (JCE), lo que representa 4,9% de la población
económicamente activa. El solo empleo remunerado representa 2,6% de la población
económicamente activa. En otras palabras, la sociedad civil chilena emplea más de tres veces
el personal del sector minero (1,3%) o dos tercios del empleo de la construcción (8,1%).
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Sin embargo, a pesar de su importancia política, social y económica, las políticas públicas que
apuntan a su fomento y fortalecimiento son escasas y acotadas e incluso muchas veces se
cuestiona la necesidad de la inversión pública para el desarrollo del sector. Recién en 2000, se
impulsó desde el Gobierno de la época el desarrollo de una política pública en esta materia, en
cuyo diseño participaron representantes de diversas organizaciones de la heterogénea
sociedad civil.
Entre una de las medidas dispuestas, en septiembre de 2002 se constituyó el Consejo
Provisorio del Fondo para el Desarrollo de la Sociedad Civil, que ha tenido la misión de
"contribuir al desarrollo de Organizaciones de la Sociedad Civil como un actor social
diverso, innovador y responsable para el pleno ejercicio de la democracia, la participación
ciudadana, la creación de condiciones para la asociatividad y el enriquecimiento del tejido
social y el mejoramiento de la calidad de vida de la población en su conjunto".
La tarea principal del organismo ha sido desarrollar una institucionalidad para el apoyo a las
organizaciones de la sociedad civil a partir de concursos de proyectos. El consejo (provisorio),
formado mayoritariamente por representantes de organizaciones de la sociedad civil de
distintos ámbitos políticos y sociales, que aportan su tiempo y sus capacidades de forma
gratuita y voluntaria, ha constituido una experiencia única en la historia nacional, fruto del
trabajo colaborativo entre la sociedad civil en toda su diversidad y los organismos estatales en
la perspectiva de construir una mejor democracia sobre la base de los principios de autonomía,
equidad, participación y transparencia.
El consejo ha aportado a construir procedimientos, instalar mecanismos de rendición de
cuentas y transparencia para que miles de organizaciones puedan acceder a información
relevante, mediante una plataforma virtual (www.portalciudadano.cl) puedan postular a los
concursos, conocer las actas del consejo, los informes de gestión y los resultados de los
concursos realizados.
El fondo ha entregado entre 2003 y 2007 más de 3 mil 650 millones de pesos mediante siete
concursos que favorecieron a mil 152 proyectos que reunieron a varios miles de organizaciones
de todo tipo a lo largo y ancho del país. Se trata de proyectos definidos por las propias
organizaciones y no como parte de programas sociales de institución alguna.
Como parte de su desarrollo y contando con el respaldo de la aprobación unánime del proyecto
de ley de asociacionismo y participación ciudadana en la gestión pública en la Cámara de
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Diputados, durante 2007 se formaron consejos del fondo en trece regiones y un nuevo consejo
nacional, estableciendo una cuota de recursos para cada región, otras para la modalidad
interregional y nacional. Cada consejo cuenta con una secretaría ejecutiva y la evaluación de
cada concurso se realiza por una organización que se adjudica este proceso mediante una
licitación pública. Un seguimiento riguroso de esta experiencia no puede sino celebrar los
resultados alcanzados.
A lo largo de estos años ha ganado un reconocimiento progresivo entre las organizaciones
sociales, las instituciones públicas y también organismos internacionales. Es así como un
estudio encargado por la secretaría ejecutiva del fondo da cuenta de la importancia y utilidad
de esta iniciativa para el desarrollo y el fortalecimiento de la sociedad civil. Se encuentran en
este documento múltiples testimonios de cómo el apoyo logrado a través del fondo vino a
consolidar las organizaciones, ampliar sus redes de contacto, fortalecer sus capacidades de
gestión, así como difundir su quehacer y aporte a su reconocimiento por parte de otros actores.
Es por ello que resultan incomprensibles las acusaciones lanzadas por una revista local acerca
de manejos oscuros en su quehacer. Sobre la base de información parcial y añeja, y la
malinterpretación de buenas prácticas de control y monitoreo interno, propias de todo fondo
concursable con recursos públicos, referida a un número insignificante de casos en un universo
que supera el millar, se desprestigia un esfuerzo de la mayor seriedad de los actores sociales
convencidos de que no se puede entender la democracia sin ciudadanía, que no alcanzaremos
como país una democracia y un desarrollo de verdad sustentable, sin una sociedad civil
vigorosa y activa, organizada en diferentes modos y sectores, con amplia participación de
todos los sectores en los asuntos públicos.
¿Cuál es la apuesta detrás de tales acusaciones? ¿Destruir el tejido social que se ha
reconstruido con tanto esfuerzo estos últimos años? ¿Desprestigiar sus liderazgos? ¿Crear el
espejismo que es posible la democracia sin una sociedad civil fuerte? La polémica desatada,
aprovechada por parlamentarios que nunca han querido la participación ciudadana, puede
constituir una oportunidad para una reflexión más seria en torno a la democracia que
queremos, a cómo la construimos colectivamente.
Mi invitación es a conocer la experiencia del Fondo para el Desarrollo de la Sociedad Civil, a
leer los debates que registran sus actas, a conocer las opiniones de quienes han participado en
él o realizado actividades con su apoyo.
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