Poner el horizonte la Asamblea Constituyente es clave, puesto que... debe ser reformada en aspectos sustantivos. 

Anuncio
Asamblea Constituyente, representación y crisis institucional
Jueves, 06 de Septiembre de 2012 18:05
Poner el horizonte la Asamblea Constituyente es clave, puesto que la institucionalidad actual
debe ser reformada en aspectos sustantivos. Por Gonzalo de la Maza, Director del Programa Ciudadanía y Gestión Pública.
Daniel Flores entra el ruedo en El Mostrador con una buena provocación: "La gente no está
cansada del circo (político) sino de los payasos (partidos)".
Afirma que la crisis no está en las instituciones, tanto políticas como económicas, sino en los
representantes: los señores políticos. Propone una interesante secuencia para salir de ella: fin
del binominal, con la consecuencia del surgimiento de nuevos representantes, lo que haría
posible la Asamblea Constituyente que se requiere. El artículo replica, por adelantado, las
opiniones de Escalona, Jorge Correa, Genaro Arriagada, Patricio Navia y otros, que descartan
de plano esta propuesta constituyente, por impracticable en las actuales circunstancias.
Cuando un dirigente político dice que no es posible, está diciendo que no quiere hacerlo. Bien
por esa precisión de Flores. Sin embargo, en la argumentación desliza afirmaciones sin
exponer su fundamento.
Por una parte, las encuestas no dicen que "la gente" está de acuerdo con las instituciones y
su funcionamiento y que el problema se reduce a los parlamentarios (las encuestas nunca
describen a la gente, sólo a opiniones de mayorías o minorías, esas son licencias de
columnista). Hace tiempo ya que se visualizan tendencias crecientes a la desconfianza en la
mayor parte de las instituciones democráticas, así como también en las empresas de servicios,
las multitiendas y otros. Es cierto que los partidos y el Congreso ocupan los últimos lugares,
pero muchas otras instituciones no salen tampoco muy bien paradas.
1/3
Asamblea Constituyente, representación y crisis institucional
Jueves, 06 de Septiembre de 2012 18:05
En el Barómetro Regional que aplicamos el año pasado en regiones del sur, la confianza
mayoritaria sólo la conquistaban las universidades (en Los Ríos), los medios de
comunicación y las organizaciones sociales. Así, ni representantes ni instituciones
concitan hoy el respaldo popular. ¿La culpa la tiene la falta de representatividad? Es muy
probable y eso se ataca poniendo fin al binominal. Buen punto, aunque no suficiente. También
hay que modificar el financiamiento de los partidos y la regulación de las donaciones, rediseñar
los distritos electorales fijando un sistema automático para actualizarlo con cada censo de
población, cambiar el sistema de reemplazo de parlamentarios, entre otras medidas.
Y en relación a la economía, el "mercado" y la ideología del "esfuerzo individual" para salir
adelante, la verdad es que la sociedad chilena está profundamente dividida.
Por ejemplo el Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2012 muestra que existe una
buena mitad de los chilenos y chilenas que está conforme con la sociedad en que vive.
La mayoría de ellos está insatisfecho con su propia vida, pero aún así piensa que
depende de ellos mejorar su situación. La otra mitad piensa justo lo contrario, pues
considera que la sociedad está patas para arriba y que urgen las reformas que no se han
hecho. Curiosamente la mayoría de esas personas están satisfechas con su vida y sin
embargo igualmente considera que se requieren cambios.
Esta mitad es la que protesta, donde se juntan los desencantados con los desesperados. Son
además los que movilizan esta discusión. Los otros, satisfechos o aspiracionales, hace tiempo
que están instalados en el escenario político y mediático. El asunto es que ahora se sabe que
no son la totalidad y si se rasca un poco tampoco son la mayoría.
Pero hay más. La opinión ciudadana expresada en encuestas no es el único elemento para
juzgar si una institucionalidad está "sana", eso sería sobrevalorar un instrumento de medición.
Los abusos de La Polar existieron mucho antes que estallara el escándalo del fraude de sus
ejecutivos. La opinión crítica de las personas surgió después de las denuncias públicas y los
juicios. Seguramente antes de ello la conformidad con las multitiendas y los sistemas de crédito
era mucho mayor que ahora y los críticos eran minoría. ¿Es que La Polar estaba más "sana"?
¿O es que ahora la opinión pública está más informada y desconfiada del poder de los
gobiernos corporativos y las empresas relacionadas?
Claro que en el plano de la opinión ciudadana actual no tenemos un cuadro de "desplome del
modelo"
como
aventura Alberto Mayol, ni menos todavía la "situación prerrevolucionaria" que profetiza Gabriel
Salazar, abandonando la historiografía que tan bien practica. Lo que tenemos de nuevo es una
parte importante de la sociedad movilizada, sobre la base de asuntos que casi todo el mundo
comparte: la educación pública como factor de movilidad social y construcción de ciudadanía,
la defensa del medioambiente a pesar que perjudique a las empresas (ojo: sobre un 80% de
acuerdo entre adherentes a Tohá y a Zalaquett en Santiago, según El Mercurio 2.09.12), la
2/3
Asamblea Constituyente, representación y crisis institucional
Jueves, 06 de Septiembre de 2012 18:05
necesidad de regulaciones frente a los abusos, que esos mismos casi todos saben que son
pan de cada día.
Lo otro nuevo es que esa movilización no cuenta con una conducción política, ni siquiera con
una orientación política, en el sentido de construcción de una respuesta, más reformista o más
revolucionaria, más gradualista o más radical, que permita augurar transformaciones efectivas
—sobre la base de lo ganado, como dice Flores— a breve plazo. Y si tenemos vendedores de
ilusiones y de futuras frustraciones, claro que eso no es nuevo. Son por una parte los que
apuestan a la vuelta de Bachelet sin construir una nueva mayoría social y política. Y, por
cierto, los que prometen el cielo de la autogestión y el reino de la "autorrepresentación
de la sociedad civil", como si con eso reemplazaran el nuevo proyecto que debe contar
con fuerzas políticas que lo avalen y lo impongan.
Por último, poner el horizonte la Asamblea Constituyente es clave, puesto que la
institucionalidad actual debe ser reformada en aspectos sustantivos. Sugiero mirar
sobre todo las Leyes Orgánicas Constitucionales, esos 17 cuerpos legales que nadie
negoció durante la transición y que encarnan la herencia más querida de la dictadura. Y
no hay que irse a Suiza a buscar referentes, basta llegar hasta Colombia en 1991. Una
Constitución que surgió de una Constituyente, después de decenios de pacto de
gobernabilidad entre los dos partidos tradicionales llamado el Frente Nacional.
Un pacto aún más perfecto que el chileno, pues suponía alternancia en el poder, no había para
que pelearse. El pacto, que había tenido un origen noble —dejar atrás la violencia— se había
vuelto ilegítimo y no representativo. ¿Le suena? Como dice Zizek, había quedado como el
coyote cuando persigue al correcaminos y se le acaba la carretera. No se da cuenta que está
pataleando en el aire hasta que mira para abajo y percibe el vacío.
En Colombia, aunque "las instituciones funcionaban" —igual que en Chile—, ya estaban
pataleando en el aire. La presión ciudadana y la voluntad política que de ella derivó
lograron el cambio. Aquí también debe ocurrir así. Bien por Daniel Flores que avanza en
una estrategia para pensar en lo que debemos pensar. Vamos que se puede.
3/3
Descargar