La derecha chilena acaba de ganar las elecciones presidenciales, la... recuperara la democracia en 1990.

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El sentido de "ni un paso atrás"
Lunes, 25 de Enero de 2010 09:13
La derecha chilena acaba de ganar las elecciones presidenciales, la quinta desde que se
recuperara la democracia en 1990.
Por María de los Ángeles Fernández. Directora Ejecutiva
Fundación Chile 21
Columna publicada 22/01/2010
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El sentido de "ni un paso atrás"
Lunes, 25 de Enero de 2010 09:13
La derecha chilena acaba de ganar las elecciones presidenciales, la quinta desde que
se recuperara la democracia en 1990. No faltan los que afirman que, dados los
consensos políticos existentes en Chile en materia económica y la amplia tradición de
cooperación política, resulta indistinto quién gobierne. Aunque se acepte que ello
pudiera ser cierto, existe un sector que resultará perdedor con este resultado y ésas
somos las mujeres. A pesar de ello, buena parte de la población femenina no lo entendió
así. Las mujeres votaron menos por Frei que por Piñera, tanto en primera como en
segunda vuelta. Habrá debates acerca de si las chilenas experimentaron una regresión
hacia el voto conservador, tendencia que se había manifestado desde que se recuperara
la democracia hasta que, con Bachelet como candidata, hubo un cambio.
No deja de resultar irónico que Eduardo Frei, el candidato del oficialismo, ya no pudiera
capitalizar en primera vuelta no sólo el hecho de que la primera mujer que llega a la
presidencia del país procediese de su propio sector, sino que los avances experimentados en
materia de género en la historia política reciente de Chile se deben a la gestión de la
Concertación. Antes de 1990, nacían en Chile tres tipos de hijos (naturales, legítimos e
ilegítimos), se pagaba la asignación familiar al padre, las mujeres trabajadoras estaban
imposibilitadas de amamantar a sus hijos, las trabajadoras de casa particular carecían de fuero
maternal, la participación laboral femenina alcanzaba al 31 por ciento, se exigía el test de
embarazo para postularse a un empleo, el acoso sexual parecía como algo obvio, la violencia
familiar era invisible, el embarazo limitaba tanto el trabajo como la continuidad de los estudios,
no existía un sistema de protección preferencial e integral para la primera infancia, la ley de
matrimonio civil no contemplaba el divorcio y se utilizaba el fraude de las nulidades y así suma
y sigue. La mirada femenina comenzó a estar presente en las políticas públicas desde 1990 a
la fecha, no antes. Es cierto que podría haberse andado más rápido, pero también es cierto
que, antes de recuperar la democracia, lo que existía era un páramo sombrío para las mujeres.
Michelle Bachelet supone un antes y un después en materia de equidad de género, no tanto
quizá por la producción legislativa de su gobierno, sino por haberle dado estatura de Estado a
estos temas a través de su discurso, por haber reivindicado la experiencia femenina a través de
su liderazgo y haber nombrado gabinetes paritarios. Quizá las mujeres de la Concertación
acuñaron el término “ni un paso atrás” para la actual campaña pensando en el retroceso
posible que experimentarían en el Ejecutivo, al asumir un varón, puesto que no es una medida
ni obligatoria ni vinculante. A ello se suma que no existe en Chile una ley de cuotas, lo que lo
convierte en una anomalía en la región. Sin embargo, frente a una derecha cuya visión de la
situación de las mujeres en la sociedad se establece en base al orden de género tradicional y
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su adscripción a las funciones de esposa y madre únicamente, la consigna cobra un sentido
dramático. Junto con un evidente retroceso, es probable que debamos asistir al regreso de un
discurso paternalista y condescendiente en estos temas, así como a un freno a las
reivindicaciones de reconocimiento y autonomía de las mujeres.
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