Restituir atractivo a la Vida Consagrada

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INSTITUTO HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA
Fundado por san Juan Bosco
y por María Dominica Mazzarello
N. 862
Restituir atractivo a la Vida Consagrada
El mes pasado se me preguntó varias veces por el motivo del retraso en el envío de la
carta circular.
He querido esperar a la conclusión del Congreso sobre la Vida Consagrada (23-27 de
noviembre) para compartir con vosotras, queridas hermanas, al menos en parte, la
experiencia de este acontecimiento.
Lo hago con fecha 8 de diciembre, en el 150º aniversario de la proclamación del
dogma de la Inmaculada, confiando a María el camino de la Vida Consagrada (VC)
surgido del discernimiento de 847 participantes en el Congreso, provenientes de 130
países.
Sé que algunas de vosotras han colaborado en la preparación del encuentro mundial
interviniendo en el forum abierto en el sitio vidimusdominum, que os había indicado en
la circular del mes de mayo pasado. Muchas me han expresado la alegría de seguir en
directo el desarrollo del Congreso tomando de la misma fuente los textos de las
intervenciones en una de las cuatro lenguas oficiales. Agradecemos esta posibilidad a
sor Caterina Cangià, que ha coordinado la comunicación desde el principio hasta el fin.
El Congreso se ha concluido con estas palabras del Presidente de la USG, hermano
Álvaro Rodríguez: “Desde lo cotidiano, vivido con el estilo y el espíritu del Evangelio,
podemos restituir su atractivo a la Vida Consagrada”. Un programa confiado a todas
nosotras, que anima a articular y vivir con alegría la espiritualidad de lo cotidiano.
Una extraordinaria experiencia de comunión.
Es imposible condensar en pocas páginas la riqueza de esta experiencia, a la que han
sido invitadas nueve FMA. No dejaré de referirme a ella en lo sucesivo. Lo pide la
actuación de la deliberación del CGXXI que obliga a “implicar al Instituto en un proceso
vital de renovación, en el contexto del estudio sobre la vida religiosa, en la Iglesia
hoy” (n.40).
La nota que ahora resuena en el corazón es la de agradecimiento a Dios y a los
participantes, en particular a los que han hecho posible tal acontecimiento.
El Congreso que tenía como finalidad reconocer la acción del Espíritu en la VC de hoy,
discernir y articular lo que Dios nos dice, estimularnos recíprocamente para actuar
juntas con renovada pasión por Cristo y por la humanidad, ha podido contar con
idóneos y simpáticos facilitadores que han acompañado a la asamblea en las tres
etapas previstas: decir qué es lo nuevo, discernir dónde conduce y cómo abrir nuevos
caminos.
El encuentro de tantos hombres y mujeres de vida consagrada, citados para dialogar,
reflexionar y proyectar en el presente y el futuro de su vida y misión en la Iglesia y en
el mundo, ha sido un hecho sin precedentes.
La prioridad que se ha dado al aspecto existencial de la VC en los diversos contextos
socioculturales y eclesiales ha facilitado la manifestación del sentir profundo de los
participantes. El reconocimiento del don recibido ha acrecentado la esperanza,
alimentando la responsabilidad y la alegría de responder juntos.
Os invito a conocer los contenidos presentados y discutidos durante el
Congreso leyendo los textos originales de las intervenciones y las síntesis de
los cinco grupos continentales y de los quince grupos temáticos, ya disponibles
en el sitio vidimusdominum. Haced de ellos objeto de reflexión personal, de
diálogo y de confrontación en comunidad y en los encuentros entre religiosas y
religiosos.
Encontraréis muchas cosas en consonancia con el camino que el Instituto está
haciendo. Esta constatación nos apremia a vivir con gozosa resolución lo que
manifestamos, refuerza la disponibilidad para acoger las sorpresas de Dios, acrecienta
la certeza, de que la historia de la humanidad está en manos de Dios, permite
reconocer con confianza nuestras debilidades y lanzarnos a la creatividad sugerida por
la apertura a la novedad del Espíritu.
Como destacaba una de las relatoras, Sandra Schneiders, la VC es una metáfora
global, fundamentada en el Evangelio, que cambia por dentro el mundo en que está
presente, cualquiera que pueda ser su futuro. Por esto hemos hablado de la VC en el
futuro, más que del futuro.
Mediante la profesión religiosa, con compromiso público nosotras hacemos una
propuesta alternativa a los criterios mundanos respecto al uso de los bienes materiales,
a las relaciones entre personas, al poder. Estamos llamadas a re-articular nuestra
propuesta en las situaciones en que vivimos, donde dominan otros criterios, para
continuar siendo testigos del Reino de Dios que está ya entre nosotros.
Generamos así un mundo alternativo, no sólo un modo diverso de vivir. Testimoniamos
la belleza de una vida que se rige por la economía del don, por el amor sin
condiciones, por la escucha-obediencia de la voluntad de Dios en cada circunstancia.
La riqueza de la experiencia de comunión, en la reflexión y en la esperanza, ha sido
puesta de relieve por muchas intervenciones. Somos conscientes de la prioridad del
compromiso de promover en la Iglesia la espiritualidad de comunión y de la
significatividad de potenciar la colaboración intercongregacional. Está en marcha un
interesante cambio del modo de valorar la identidad propia de cada familia religiosa;
de la concepción de la identidad que distingue a la de la identidad que comunica y crea
comunión.
Es un cambio de acento en el conjunto de la vida consagrada. Como destacaba un
congresista “mientras que antes nuestra identidad era vista como elemento que nos
distinguía unos de identidad era vista como elemento que nos distinguía unos de
otros, ahora so
mos conscientes de que la identidad es un factor fuerte que crea comunión entre
nosotros”.
En esta óptica, antes que presentaros los muchos puntos de convergencia entre el
camino esbozado por el Congreso y el que estamos haciendo como FMA, os propongo
considerar la estructura y algunos contenidos de la Declaración final, redactada por un
grupo de ocho participantes y presentada a la asamblea. La saco de los apuntes
personales porque en el momento en que escribo no está todavía disponible en la
redacción oficial. El título: Lo que el Espíritu dice hoy a la Vida Consagrada es como un
grito de esperanza que surge de la niebla de la duda sobre el futuro de la VC. Es una
llamada a la escucha, a la conversión. A la radicalidad del seguimiento de Jesús; es la
celebración de una renovada alianza expresada por la secuencia de los pasos bíblicos
escogidos para destacar el camino, articulado en tres etapas.
Sed y agua, heridas y curación: ésta es nuestra situación
Nuestra situación actual es leída a la luz de la palabra del Apocalipsis: “Sé donde
vives... Conozco tu tribulación y tu pobreza” (2, 13-9).
Los dos iconos del Congreso, la Samaritana (Jn 4, 4-43) y el Samaritano (lc 10, 29-37),
son como un espejo que refleja nuestra situación de sed y heridas, de agua viva y
curación.
- Somos parte de la humanidad sedienta de bienestar, de amor, de trascendencia;
a menudo herida, insegura, hambrienta, violentada a causa del egoísmo
acaparador, de la concentración del poder, por un perverso sistema económico.
Nosotros mismos podemos reconocernos, a veces, en el rostro del sacerdote o del
levita de la parábola del samaritano o de la esposa prostituida en alianzas de
conveniencia, de la parábola de la samaritana.
Vivimos un cambio de época con grandes desafíos y al mismo tiempo
acontecimientos que sorprenden positivamente.
Leemos y comprendemos este tiempo con el criterio evangélico, ofrecido por los
dos iconos, que evidencia la sed de sentido, el dolor de la humanidad, la pasión por
Jesús mediador de nuestra alianza con Dios, la compasión que va al encuentro de
los dolores y de las necesidades de la humanidad. Tal criterio ayuda a descubrir la
ambigüedad, los límites, la precariedad, el mal presente en el mundo y en nosotros
mismos; pero también nos hace reconocer que pasión y compasión son energías
del Espíritu que dan sentido a nuestra misión, animan nuestra
espiritualidad y dan calidad a nuestra vida comunitaria.
- Somos parte de la Iglesia, pueblo de Dios, casa y escuela de comunión y
observamos el deseo de una nueva etapa de mutuas relaciones, caracterizada por
la fraternidad, la confianza y familiaridad con los Pastores, entre nosotros y con
otros grupos y movimientos eclesiales. Estamos convencidos de que los diversos
carismas y ministerios eclesiales son un don recíproco y que en el intercambio de
dones el Cuerpo de Cristo recupera todo su vigor. Acogemos a las hermanas y a los
hermanos laicos que quieren compartir la misma espiritualidad y nos abrimos al
intercambio de los dones en el diálogo ecuménico e interreligioso.
Vemos signos claros de novedad: el deseo de nacer de nuevo y la invocación al
Espíritu para que esto se realice (refundación): el atractivo de Jesús y de su
Evangelio (alianza); la centralidad de la lectio divina para rezar la Palabra de Dios a
partir de la vida y de la historia (obediencia); la misión que reaviva la fantasía de la
caridad; la búsqueda de comunión en comunidad donde se viven relaciones
profundas, incluso, abiertas a la vida eclesial y social; la espiritualidad de la vida
cotidiana que abarca todas las expresiones de la vida humana y nos acompaña en
lo que vivimos y hacemos, haciéndonos testigos de trascendencia en el mundo.
Tras las huellas de la samaritana y del samaritano: seguimiento y
conocimiento
El seguimiento y el conocimiento están fortalecidos por la Palabra que despierta el
ardor del corazón: “Si conocieras el don de Dios... (Jn 4,10), “Mira que estoy a la
puerta y llamo” (Ap 3, 20).
El deseo de responder a los signos de los tiempos y de los lugares nos ha hecho
hablar de pasión. Pero no se trata de un sentimiento inicial, sino de un camino de
pasión creciente.
Jesús es el camino. Es él quien nos amó primero y se entregó a la muerte por
nosotros.
Su pasión precede a la nuestra y la suscita como respuesta. Su amor apasionado
por el Padre se ha traducido en pasión por la humanidad. Movido por la compasión
divina, Él ha asumido nuestra sed, nuestras heridas, nos ha amado sin
discriminación, hasta convertirse en nuestro buen Samaritano, el Esposo que ofrece
la copa de la nueva Alianza, su cuerpo inmolado.
Desde la cruz, Jesús atrae a todos a sí (cf Jn 12, 32-33) y nosotros hemos
experimentado su seducción.
En el camino de seguimiento, el Maestro nos atrae cada vez más, nos configura a
su imagen, nos introduce gradualmente en su misterio y en su misión, como hizo
con la Samaritana; nos enseña a transformar nuestra pasión en gestos de
compasión, como el Samaritano; nos redime de nuestras ambigüedades e
infidelidades con relación al poder, al tener, al sexo; nos aconseja interiormente a
través de su Espíritu y nos fortifica en la lucha.
La escuela del seguimiento es pues escuela de pasión y de compasión. En esta
escuela nos realizamos como personas y somos enviados por el Señor a dar fruto
abundante (cf Jn 15, 8-16).
La VC quiere ser escuela de discípulas y discípulos dispuestos a anunciar el
evangelio, con acciones y palabras, al mundo entero. No queremos adorar a los
ídolos del presente, sino ser fieles a la Alianza, aún a costa de la vida, como han
hecho tantos de nuestros hermanos y hermanas.
En la escuela de la Alianza, la samaritana y el samaritano se convierten para
nosotros en mistagogos de una contemplación comprometida y de una misericordia
contemplativa. En los dos iconos se integran armoniosamente contemplación y
acción.
“Haz lo mismo y vivirás”: hacia una nueva praxis
El seguimiento de Jesús suscita algunas actitudes llamadas, simbólicamente, siete
virtudes para hoy. Han surgido de los trabajos de grupo de los participantes en el
Congreso.
Ellas harán la vida consagrada idónea –como ha auspiciado el Papa en su Mensajepara “hacerse salvaguarda de un patrimonio de vida y de belleza capaz de aliviar
toda sed, vendar toda llaga, ser bálsamo para cada herida, colmar cada deseo de
gozo y de amor, de libertad y de paz” (n. 3).
Las actitudes que pueden dar a la vida consagrada el nuevo rostro de sacramento y
parábola del reino de Dios son: profundidad-discernimiento evangélicoautenticidad; hospitalidad y gratuidad; no violencia y mansedumbre; libertad de
espíritu; audacia y capacidad creativa; tolerancia y diálogo; sencillez-valoración de
medios pobres y pequeños.
En el Congreso se ha reflexionado también sobre las situaciones de la VC en las
diversas áreas geográficas y se han indicado pistas de acción para responder a los
diferentes desafíos.
En otro lugar se podrán profundizar y considerar sus interdependencias.
La Declaración final del Congreso concluye reconociendo que el Espíritu ha abierto
para nosotros nuevos horizontes. Él es imprevisible como el viento y no sabemos
de dónde viene y a dónde va, pero hemos escuchado el murmullo de su voz en los
signos de los tiempos y de los lugares, hemos procurado discernir con fe orante a
dónde nos conduce.
Como María y José hemos comprendido que, para seguir a Jesús, debemos vivir
abiertos a Dios y cercanos a las necesidades del prójimo: siempre disponibles al
Dios de las sorpresas, cuyos caminos no son los nuestros (cf Is 55, 8-9); debemos
volver a un estilo de vida sencillo y pobre, a apostar con decisión a favor de los
pobres y de los excluidos.
Más que en otras épocas, quizás experimentamos pobreza y limitaciones. Pero
oímos la voz del Señor: “No temas. Yo estoy contigo”. Esta certeza renueva nuestra
esperanza, fundada en la bondad y fidelidad del “Dios de la Esperanza que nos
colma de gozo y paz en nuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza
del Espíritu Santo” (Rom 15,13). Es nuestra esperanza y “la esperanza no falla”
(Rom 5,5)
Me dirijo a vosotras en el tiempo de Adviento del Año que Juan Pablo II ha
dedicado a la Eucaristía.
En el mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud del 2005 el Papa escribe:
“Los Magos encuentran a Jesús en Bêt-lehem, que significa casa del pan”.
A vosotras, a vuestras familias, a los miembros de las comunidades educativas y de
la Familia Salesiana os deseo que el pan eucarístico, verdadero cuerpo de Jesús
nacido de María en Belén, transforme la vida, convirtiéndola en signo del Dios-connosotros, del Reino de justicia y de paz que Él instauró.
Affma. Madre
Roma, 8 diciembre 2004
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