Es hora de renovar la política en serio, de romper... prácticas oligárquicas instaladas por la derecha del brazo de la...

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Una democracia en deuda con las mujeres
Lunes, 09 de Marzo de 2009 13:28
Es hora de renovar la política en serio, de romper con el elitismo, el machismo y las
prácticas oligárquicas instaladas por la derecha del brazo de la dictadura militar. Llegó
el momento de poner fin a las exclusiones no sólo de sectores políticos.
Por Teresa Valdés, Observatorio de Género y Equidad
Columna publicada 21/03/2009
Diario El Mostrador
Columna publicada 09/03/2009
Dairio La Nación
Es hora de renovar la política en serio, de romper con el elitismo, el machismo y
las prácticas oligárquicas instaladas por la derecha del brazo de la dictadura
militar. Llegó el momento de poner fin a las exclusiones no sólo de sectores
políticos.
Lo hemos señalado en reiteradas oportunidades: resulta impresentable que tras
60 años con derechos políticos plenos, las chilenas sólo ocupemos 13% de los
cargos en el Parlamento y que desde 1953 hayamos avanzado apenas de una a
dos senadoras. Mientras nuestra sociedad se moderniza en lo económico y
cultural, y cuando no es posible entender el desarrollo que hemos alcanzado
como país -que tanto orgullo nos da por los índices que podemos mostrar a nivel
internacional- sin reconocer el aporte de las mujeres, nuestra institucionalidad
política se queda atrás, lejos de las democracias que decimos admirar. Países
como Francia, Suecia y Gran Bretaña cuentan con leyes que sancionan la
discriminación desde los años 70 y tanto en Francia como en España la paridad
es obligatoria, no sólo en los poderes del Estado, sino también en las empresas
públicas y privadas.
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Son muy importantes los avances alcanzados en otras materias y no ha sido en
vano contar con una mujer en la Presidencia de la República; la prioridad que ha
dado su Gobierno a la reducción de las desigualdades en las oportunidades para
las mujeres, en especial a las más pobres, así lo revela. Sobre cuatro mil salas
cuna permiten a madres adolescentes continuar sus estudios y a cientos de
trabajadoras postular a mejores empleos o tener hijos aunque trabajen. La
reforma previsional de 2008 reconoce el aporte de las mujeres en todas sus
condiciones de vida: solteras, casadas, separadas o viudas, con o sin hijos, con o
sin trayectoria laboral. Todas tienen derecho a una vejez con reconocimiento y
dignidad. El Plan Auge ha puesto fin a la obligación de "parir con
dolor" y la violencia hacia las mujeres es -por ley- un delito que debe ser
castigado.
El impulso de políticas para alcanzar equidad de género en todos los organismos
públicos, con un consejo de ministros por la igualdad de oportunidades, metas
ministeriales específicas y mejoramientos en la gestión pública sensibles a las
desigualdades de género, junto a una agenda de género para el período, son
clara expresión del compromiso del Gobierno con una sociedad más justa para
las mujeres. El aumento decidido de la proporción de mujeres en cargos de
responsabilidad política y técnica ha hecho visibles las capacidades y aportes
que la sociedad se pierde cuando las excluye.
Sin embargo, no podemos decir lo mismo cuando miramos al Poder Legislativo.
Ni la Cámara de Diputados ni el Senado reflejan la sociedad que somos:
integrada por mujeres y hombres -ellas, algo más de 50%-, con sobre 45% de las
mujeres en edad de trabajar que participan en el mercado laboral, en que el
promedio de años de estudio de esa fuerza de trabajo femenina supera el de los
varones, en que las familias pobres y de sectores medios salen adelante gracias
al aporte y contribución de las mujeres.
El Congreso se ha quedado atrás, estancado en una idea de democracia del siglo
pasado. Ha sido incapaz de discutir y aprobar tres mociones que buscaban
mejorar la proporcionalidad de las candidaturas en las listas y tampoco ha
discutido la propuesta gubernamental que busca la representación equilibrada de
mujeres y hombres en las elecciones. Pendiente está poner fin a las
discriminaciones salariales y contar con una ley marco de derechos sexuales y
reproductivos que reconozca la maternidad voluntaria.
Es hora de renovar la política en serio, de romper con el elitismo, el machismo y
las prácticas oligárquicas instaladas por la derecha del brazo de la dictadura
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militar. Llegó el momento de poner fin a las exclusiones no sólo de sectores
políticos relevantes, sino muy especialmente de las mujeres, en todas sus
condiciones sociales, de edad, etnia o liderazgo político y social. A los partidos
les toca ser artífices de la democracia que nos merecemos, una democracia
inclusiva y participativa, que reconoce que "si la mujer no está, la
democracia no va", como lo hemos voceado desde hace más de dos
décadas.
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