El movimiento próvida en EE.UU. gana su primera batalla

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El movimiento provida gana su primera batalla para conseguir
ilegalizar el aborto en EE UU
La Razón
El gigantesco movimiento provida estadounidense ha ganado su primera
batalla local en su lucha por el no nacido. La organización National Right to
Life -ayudada por Human Life International- consiguió la pasada semana
que su estratégica presión local hiciera mella en Dakota del Sur, donde se
acaba de firmar una ley que prohíbe la mayor parte de los supuestos que
antes permitían abortar . Un éxito a corto plazo encaminado a conseguir
revocar la famosa sentencia Roe versus Wade (ver apoyo).
Es un desafío en toda regla que ha enfrentado el poder local con el federal
y que aún está dando sus primeros pasos, puesto que las organizaciones
abortistas perfilan ya sus apelaciones. Por primera vez en más una
década, la legalidad del aborto corre un serio peligro en EE UU.
Alentado por la nueva composición del Tribunal Supremo -que incluye a
dos magistrados conservadores elegidos por el presidente Bush-, el
movimiento provida está preparando el tablero social para una batalla
épica. La ley ha conseguido animar a los legisladores conservadores en
contra del aborto de todo el país. Así, en los últimos meses han surgido
iniciativas similares en al menos una docena de estados.
En Mississippi ya se ha prohibido la interrupción artificial del embarazo con
las excepciones de violación, incesto y riesgo para la vida de la mujer. Y
en Missouri, se acaba de proponer una ley en la línea de la de Dakota del
Sur. Además, los gobernadores del Partido Demócrata en Kansas y
Pensilvania han asignado un presupuesto de millones de dólares a las
organizaciones sociales que ofrezcan alternativas al aborto.
Opinión dividida. Muchos republicanos que se oponen al aborto, entre ellos
el presidente Bush y el senador John McCain, están a favor de establecer
excepciones. En ese sentido, coinciden con la mayoría de los ciudadanos
de EE UU.
Otro sondeo de la cadena conservadora FOX sobre el caso concreto de
Dakota del Sur muestra que el 59 por ciento se opondría a una ley como
la que acaba de aprobar este estado. Pero, según Alejandro Bermúdez,
director de ACI Prensa y experto conocedor del movimiento provida
estadounidense, «hay una significativa mayoría, en torno al 73%, que cree
que el aborto no debería ser legal en cualquier circunstancia».
Pero para algunos movimientos «prolife», convencidos de la necesidad de
revocar Roe versus Wade, no es aún el momento de plantear esta batalla
en los tribunales, sino que creen importante conseguir un apoyo social
amplio en su lucha por la vida.
Organizaciones como Focus on the Family o Priest for Life creen que
todavía no ha llegado el momento idóneo porque la causa a a favor del no
nacido aún no ha calado en una mayoría suficiente de norteamericanos.
Porque, a pesar del entusiasmo conservador, no hay ninguna garantía de
que el Supremo revoque Roe versus Wade. Pero, incluso si así fuera, no
establecería la ilegalidad del aborto en todo el ámbito nacional. Lo dejaría
a decisión de cada estado, lo cual significa que en algunos abortar sería
efectivamente ilegal, mientras que en otros -la mayoría- sí sería posible en
determinados supuestos. Hay estados como California -bastión del
progresismo liberal-, donde aunque el derecho al aborto ya está
codificado, se debatirá en noviembre una propuesta de ley para exigir que
se notifique a los padres el embarazo de sus hijas menores, y que los
médicos además tengan que informar de estas intervenciones. Pero no son
los únicos estados: otros se encuentran ya en proceso de restringirlo. El
viernes, el Senado estatal de Tennessee aprobó una propuesta para
enmendar la Constitución de forma que no garantice el derecho de una
mujer a abortar. La medida será sometida a consideración del electorado
si la Asamblea General la aprueba en dos ocasiones durante los próximos
dos años.
Y si socialmente el aborto provoca una lucha encarnizada en Estados
Unidos, políticamente el asunto es tan delicado que ni siquiera hay un
consenso tajante en el partido republicano. No todos los conservadores
están de acuerdo con que éste sea el momento adecuado para lanzarse a
la batalla legal. Como este año hay elecciones legislativas en noviembre,
lo último que quieren los candidatos es que parezca que han emprendido
una cruzada contra los votantes liberales, ahuyentando así a los
moderados. Luchas perdidas.
Mientras la batalla legal continúa, «los movimientos antivida saben que la
decisión Roe versus Wade tiene los días contados porque entienden que ni
siquiera los países más liberales de Europa son tan permisivos, sino que,
al menos, imponen condiciones formales para abortar», alega Bermúdez.
El futuro no está claro ni para unos ni para otros, pero las apelaciones de
los proabortistas contra la ley de Dakota del Sur escalarán hasta llegar a
la Corte Suprema, donde el voto de Anthony Kennedy será el que, con
toda probabilidad, decida sobre una de las sentencias más polémicas y con
más repercusión de EE UU. En cualquier caso, señala el director de ACI
Prensa, «los defensores del aborto saben que el debate sobre la vida en el
vientre materno está perdido, al igual que comprenden que el aborto
tardío es, simplemente, insostenible». Por eso, afilan sus estrategias para
la batalla en el ámbito legal, donde todavía pueden conseguir éxitos sobre
las decisiones estatales.
Aun así, concluye Alejandro Bermúdez, el movimiento provida de EE UU,
convencido fuertemente de la necesidad de revocar Roe versus Wade
(aunque difieran entre ellos por las estrategias o los tiempos), se
consuelan sabiendo que «cada ataque a esta polémica sentencia es
“sacarle una astilla” al aborto».
Es la sentencia más controvertida de la historia del Tribunal Supremo. Roe
versus Wade marcó el comienzo de un debate nacional y social que hoy
está más enconado que nunca. El caso de 1973 estableció que los estados
que prohíben el aborto están violando el derecho de privacidad de las
mujeres. Jane Roe fue el seudónimo que utilizó Norma McCorvey, la mujer
de Texas que defendió su derecho a interrumpir su embarazo, mientras
que Henry Wade fue el fiscal del Estado en su contra. Sin embargo, 15
años más tarde Mc Corvey se convertiría al cristianismo y emprendería la
lucha para declarar ilegal el aborto. Llegó a pedir incluso que se reabriera
su caso en vista del daño emocional y físico que sufren algunas mujeres
que interrumpen su embarazo.
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