El errático rumbo del Movimiento Social por la Paz

Anuncio
1
El errático rumbo del
Movimiento Social por la Paz1
Jorge Giraldo
Darío Acevedo
El comunicado a la opinión pública emitido por la Asamblea por
la Paz el pasado 17 de enero en
después
con
leves
Bogotá (refrendado 4 días
modificaciones
por
otras
organizaciones
civiles y sociales) amerita una evaluación crítica en razón de
una serie de consideraciones que en nuestro modo de ver están
afectadas
por
equívocos
y
por
prejuicios
que
se
daban
por
superados en relación con la guerra y la paz. Conviene recordar
que la Asamblea Permanente por la Paz es uno de los organismos
más
importantes
adelante)
en
organizaciones
del
Movimiento
cuanto
agrupa
sociales
de
Social
en
su
diversa
por
la
seno
Paz
una
procedencia
(MSP
serie
civil,
en
de
entre
otras, aquellas que lideraron el Mandato Ciudadano por la Paz
que
permitió
colombianos
el
a
abrumador
favor
de
plebiscito
de
la
por
paz
y
diez
millones
de
la
apertura
de
negociaciones en un marco de respeto por la población civil.
En la actual coyuntura de crisis de las conversaciones (superada
con el cronograma acordado el 20 de enero) esta organización y
otras
más,
optaron
por
una
lánguida
posición
supuestamente
mediadora al exigir por igual a las partes que volvieran a la
mesa de negociación y que no rompieran el proceso dando por
terminada la zona de distensión, en vez de haber reconocido que
quien tenía en sus manos la suerte del mismo en este caso eran
las FARC y no el gobierno. Tal postura, revela un equilibrismo
malabarista que afecta este movimiento desde hace buen rato,
prácticamente
desde
el
inicio
de
la
nueva
ronda
de
conversaciones del mandato Pastrana. En efecto, en estos tres
años el MSP no ha jalonado iniciativas de importancia ni dentro
ni fuera de la mesa de diálogos, se ha dedicado en cambio a
hacer crítica fundamentalmente
1
Medellín, enero 23 de 2002.
antigobiernista y su discurso se
2
parece cada vez más al de uno de sus componentes: el del los
comunistas colombianos y el del periódico Voz.
El comunicado al que nos referimos es una prueba elocuente del
marasmo
y
la
confusión
en
que
han
caído
organizaciones
democráticas que se han dejado arrastrar al terreno de la acción
propia
de
movimientos
políticos
cuyo
propósito
es
la
confrontación con el Estado y con el gobierno.
El primero y el segundo punto del texto presentan por separado
asuntos que están estrechamente ligados. ¿Cómo no pensar por
ejemplo que la definitiva y eficaz intervención del grupo de
países amigos y de Naciones Unidas cuando nadie daba un rábano
por el futuro de las conversaciones se debe no sólo a su buena
voluntad sino a un nuevo contexto internacional derivado de los
acontecimientos
del
11-S
y
de
la
lucha
mundial
contra
el
terrorismo? Pero es claro que presentar las cosas de esa manera
tenía por fin justificar el segundo párrafo del punto 2 en el
cual
se
pretende
contrastar
y
oponer
la
actitud
de
estos
mediadores con la posición del gobierno estadounidense al que
acusan de favorecer la salida militarista, adoptando una postura
antiimperialista per-se, muy propia de cierta intelectualidad de
izquierda latinoamericana que frente a la coyuntura del atentado
del 11-S a USA asumió que ese era un buen merecido, y que en lo
concerniente al proceso de paz en Colombia lleva a sus epígonos
a distorsionar la posición del gobierno americano que es una
posición de Estado y que ha declarado estar a favor de una
salida negociada. Hay que estar muy obnubilado para no entender
que al gobierno americano le conviene la resolución política de
nuestra crisis. Siempre ha expresado respaldo incondicional a lo
que decida el gobierno Pastrana.
Ese prejuicio antiimperialista que se esgrime por principio para
todo
lo
que
provenga
del
país
del
norte
funciona
como
una
extensión de la actitud antigobiernista que afecta buena parte
de los pronunciamientos de la mayoría de componentes del MSP.
3
En el punto 4 del comunicado es donde se observa con más nitidez
cómo el discurso de los comunistas ha sido copiado: se habla del
conflicto
social
y
armado
cosa
que
representa
al
menos
dos
grandes problemas: en primer lugar se coloca a la insurgencia
como expresión y representante de lo social (cuando la realidad
nos muestra todo lo contrario: el rechazo), en segundo lugar se
pretende hacer depender la paz de la solución de los graves
males
estructurales
del
país,
lo
que
en
lenguaje
traducido
quiere decir paz para las calendas griegas. De paso se omite un
precepto
fundamental
democrático:
que
las
de
cualquier
reformas
sociedad
sociales
y
y
régimen
políticas
deben
tramitarse desde la acción política institucional a no ser que
se quiera jugar o apostar a la vía revolucionaria.
Si la paz es entendida como se dice en el último párrafo de este
punto
entonces
tendríamos
que
esperar
a
la
realización
del
paraíso comunista. Tal maximalismo es una nueva concesión al
discurso
revolucionario
y
un
distanciamiento
de
la
opción
reformista y de lo que podría ser ideal: un movimiento social
por la paz civilista que tome serias distancias con el entorno
político-ideológico
de
las
posiciones
de
los
contendientes
armados.
En el punto 6 al clamar por el respeto a la población civil no
sólo se equiparan las exigencias a las dos partes desconociendo
que es la insurgencia (y el paramilitarismo) quienes se están
ensañando en mayor medida contra la población civil, sino que
pone en manos del gobierno la responsabilidad por la suerte de
los defensores y activistas de DD.HH. y de paz cuando es claro
que
dicha
responsabilidad
también
compete
a
los
actores
irregulares de la guerra. Es grave, muy grave que no se diga una
sola palabra sobre el secuestro masivo e individual como método
de lucha, los ataques inmisericordes a pueblos campesinos y
otros desafueros de los insurgentes.
El punto 7 en el que se reclama al Ejército sujeción al poder
civil
carece
de
todo
sentido,
si
alguien
ha
acatado
las
4
difíciles decisiones gubernamentales en materia de despeje y
proceso de paz ha sido el Ejército nacional, huelga reconocerlo
a pesar de sus desafiantes declaraciones que muchas veces se dan
en el fragor de los combates y en el marco de la desconfianza y
rivalidad existente.
En el punto 8 en vez de reclamarse al gobierno su silencio
frente a las palabras de Castaño, cosa a la que él no estaba
obligado en ese momento, debió enfocarse por el lado de la
propuesta de tregua lanzada por las Auc a la guerrilla, pues si
se actúa con criterio de representar a lo civil como lo pretende
el MSP entonces debería entenderse que la paz sólo es factible y
deseable si todos los actores del conflicto se comprometen a tal
fin. ¿Puede haber paz con un tigre suelto? ¿No es más realista
que los civiles aboguemos por una tregua multilateral? ¿O será
que se piensa que la tregua bilateral Gobierno-Farc ha de ser la
plataforma
para
una
guerra
contra
aquellas?
Es
decir,
simplificar la guerra en vez de buscar la paz general?
Otros puntos que
merecen la crítica: pretender unificar los
procesos de diálogo entre el gobierno y las dos guerrillas más
importantes,
tal
deseo
se
inscribe
en
esa
política
voluntarista, confusa e irreal que inspira al MSP. La propuesta
de que la sociedad civil entendida como MSP y en particular por
las ONG más fuertes dentro de él tengan un papel más activo en
la
mesa
de
negociación
improcedente
pues
representatividad?
resistencia
espontáneos
cómo
¿Acaso
civil
de
a
la
pobladores
es
una
medir
aspiración
su
representan
guerra
para
grado
lo
que
los
más
son
cuales
desmedida
o
nivel
novedoso
los
no
e
de
de
la
movimientos
hay
una
sola
palabra de estímulo? Acaso representan a los desplazados? No se
desconocen sus buenos oficios, pero de ahí a reclamarse como una
de las partes en el conflicto hay buen trecho. O será que se
asumen como fuerza por fuera de la institucionalidad? Por fuera
de
Estado
confusión
e
insurgencia?
entre
lo
que
Sí
es
es
la
así
entonces
acción
civil,
es
la
clara
su
política
reformista y lo que es la revolucionaria. Los reformistas nos
5
ubicamos en el Estado y sus imperfecciones e injusticias las
abocamos desde la acción política cívica y legal. Por ello no es
dable que a la mesa concurran ni el llamado MSP, ni los partidos
institucionales, ni los sindicatos
en calidad de
partes. No
estamos confrontando militarmente al Estado ni lo defendemos con
las armas. La participación de estas y de otras organizaciones
en el proceso de paz tiene un canal o instrumento sobre el cual
si
hay
que
exigirle
claridad
y
compromiso
al
gobierno:
el
Consejo Nacional de Paz (que a propósito figura invitado para el
15 de febrero a la mesa de diálogo, para ser escuchado) pedir
más presencia en El Caguán es ayudar a enredar más la pita y
pretender ser lo que no se es.
Se podría alegar como pretexto que este es un movimiento en el
que
convergen
ideológicas.
siempre
distintas
Ello
tengan
no
que
fuerzas
políticas
justifica
ser
que
dictadas
las
en
y
diversas
posiciones
líneas
públicas
consonancia
con
las
posiciones más izquierdistas. Sin embargo, lo que se advierte es
que
cada
vez
se
parece
más
a
un
frente
político
que
a
un
movimiento cívico plural. Quizá todo esto tenga que ver con la
creciente absorción del Movimiento Social por la Paz por parte
de aquellas posiciones, lo cual no le permite diferenciar entre
el discurso revolucionario y el discurso civil reformista. El
primero,
agenciado
por
fuerzas
insurgentes
y
algunas
organizaciones políticas de su entorno. El reformista parte de
considerar
que
lo
acertado
es
buscar
la
solución
de
los
problemas nacionales desde la acción política y civil de corte
institucional y que lo social debe ser agenciado y tramitado
desde
las
reformismo
organizaciones
no
le
sociales
juega
desinstitucionalización
del
a
la
y
civiles.
Por
deslegitimación
Estado.
Renuncia
y
ello,
ni
a
critica
el
la
sin
ambages los procedimientos violentos como medios para alcanzar
metas políticas, considera agotada la vía de las armas. En esa
dirección, una política reformista no puede sentarse a mirar
impávidamente el curso de las conversaciones de paz, haciendo
llamados genéricos a las partes por igual, sino que debe asumir
una política activa de forjar la paz en el marco de un acuerdo
6
político amplio y sin condicionar su desarrollo a la superación
de añejas, imperfectas e injustas estructuras socio-económicas.
(No olvidemos la
lección inteligente de los viejos partidos
comunistas que después del derrumbe del Muro de Berlín y de la
caída de la Unión Soviética abrazaron sin miramientos el ideal
democrático, muchos se alinearon con la socialdemocracia, sin
meandros ni penas ni vergüenzas. Sólo aquí, en nuestra querida
Colombia,
los
guerrillas
se
comunistas
tornaron
se
más
hicieron
radicales
más
y
comunistas,
la
vieja
las
izquierda
democrática que escribió bellas páginas en la década del 80 del
S.XX se está dejando arrastrar en contravía del espíritu de la
democracia y del espíritu de la socialdemocracia al entregar sus
banderas a quienes sueñan todavía con la revolución.)
Como miembros del PSD y como tal del movimiento democrático
pensamos que es necesario iniciar un serio proceso de reflexión
y
reconsideración
tanto
en
la
acción
política
como
en
los
frentes civiles donde tenemos presencia e influencia, acerca de
la política de alianzas en el seno del MSP, pues en temas tan
delicados como la guerra, la paz, los DD.HH., el DIH y las
conversaciones de paz es preciso deslindar campos con aquellas
fuerzas y organizaciones que sostienen puntos de vista opuestos
al espíritu de paz y a la opción civil y reformista. Ello no
quiere decir, en modo alguno, que estemos por el aislamiento o
que
nos
encerremos
establezcamos
con
en
el
claridad
castillo
de
aquellos
los
“puros”
asuntos,
sino
propuestas
que
y
pronunciamientos sobre los cuales podemos entrar en alianzas y
pactos con fuerzas de diversa índole y en cuáles no debemos
dejarnos arrastrar como vagón de
cola afectando
civilista e independiente que debe tener el MSP.
Darío Acevedo C.
Medellín, enero 23 de 2002
Jorge Giraldo R.
el carácter
Descargar