Una mujer con la banda presidencial dejó de ser una... fue inaugurada en 1990 con la elección de Violeta Chamorro...

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América Latina: Cuando gobierna una mujer
Lunes, 11 de Marzo de 2013 13:05
Una mujer con la banda presidencial dejó de ser una sorpresa en América Latina. La novedad
fue inaugurada en 1990 con la elección de Violeta Chamorro como presidenta de Nicaragua y,
hasta el año pasado, nueve mujeres alcanzaron ese puesto en la región.
Por CLAM 
Pero más allá del impacto simbólico que pueden provocar las imágenes de presidentas
luciendo este tradicional emblema de poder político, cabe preguntarse si su elección ha sido
suficiente para transformar el sistema patriarcal que restringe los espacios de participación a
las mujeres y grupos minoritarios.
En un contexto de escasa credibilidad en la clase política, de corrupción y deterioro de la
confianza ciudadana en las instituciones públicas, las mujeres pueden representar una
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alternativa de renovación democrática. Cristina Fernández cursa su segundo mandato
presidencial en Argentina. En marzo se sabrá si la ex presidenta de Chile y ahora directora
ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, volverá a ser candidata presidencial. Hoy
lidera las encuestas de popularidad pese a no vivir en el país.
En este grupo también se encuentra Dilma Rouseff, la primera mujer que llegó a ser presidenta
del Brasil en 2011. La mandataria mantiene un 78% de aprobación y ha superado a Luiz Inácio
Lula da Silva, su predecesor, en los sondeos para las presidenciales de 2014.
Para las tres, su carrera política y defensa de los derechos humanos influyeron en el
desempeño de su presidencia. Como mujeres de izquierda compartieron el ideario de la
inclusión social y no sorprende que sus nombres aparecieran en la lista de las 150 mujeres
más valientes del mundo publicada por la revista Newsweek el año pasado.
Sí, una mujer puede
Teresa Valdés, Coordinadora del Observatorio de Género y Equidad y editora del libro Género
en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet afirma que "estos liderazgos aumentan las
posibilidades de desarrollo de las mujeres, al modificar los modelos de rol para niños y
niñas. Sus conducciones como presidentas tienen un efecto demostrativo y anima a
otras mujeres a quebrar con el estereotipo de la división sexual".
El demógrafo José Eustáquio Diniz Alves, profesor de la Escuela Nacional de Ciencias
Estadísticas (ENCE / IBGE) y coautor del libro Mulheres nas eleições 2010, relata que en el
caso de la victoria de Dilma el mensaje para la gente de Brasil y del mundo fue claro: "Sí, una
mujer puede"
e indica que las jóvenes de las nuevas generaciones se darán cuenta de que los espacios de
poder no son sólo para hombres. La llegada de Dilma al Palácio do Planalto significa
"una inclusión real de género, marcando una ruptura con el estilo "club de hombres"
que caracterizó la galería de los dirigentes máximos de la República"
, agrega. Para el demógrafo, la elección de una presidenta significa también una manera de
reconocer la importancia de la mujer en la sociedad, porque representan
"más del 50% de la población y del electorado brasileño, tienen en promedio un mayor
nivel educativo que los hombres, viven más tiempo, constituyen la mayoría de la
población económicamente activa con más de 11 años de estudio [...] y trabajan más
horas por día al sumar el trabajo remunerado y las tareas del hogar no remuneradas".
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El cambio cultural producido con respecto a la participación de las mujeres se refleja en tres
consultas a líderes de opinión realizadas por la División de Asuntos de Género de la CEPAL
que se tradujo en el documento El Estado frente a la autonomía de las mujeres. El texto afirma
que los últimos 17 años han sido importantes para las mujeres de la región en materia de
participación política y acceso a cargos de toma de decisiones: "La participación de las
mujeres en las legislaturas ha aumentado en casi todos los países de la región, lo que se
debe en gran medida a la acción afirmativa —en este caso, en particular, de las leyes de
cuotas"
. Asimismo, la mayor
parte de los consultados y consultadas piensa que el ascenso de las mujeres ha contribuido a
mejorar la representatividad del sistema democrático.
Un aspecto destacado por Valdés es que queda demostrada la capacidad de las mujeres para
representar a la sociedad en conjunto, descartando la idea de que "las mujeres
representamos a las mujeres"
. Por eso, enfatiza la experta,
"la paridad es tan subversiva. Hoy sí es posible y se hace más evidente la tensión con el
mundo de la elite masculina donde, obviamente, las mujeres pasan a ser una
competencia con la que hay que luchar"
, subraya. No obstante estos logros, especialistas en el tema como la cientista política María de
los Ángeles Fernández Ramil, Directora Ejecutiva de Fundación Chile 21, y coautora del
documento Presidentas latinoamericanas e igualdad de género: un camino sinuoso advierte
respecto a la importancia de ponderar el impacto real de la llegada de las mujeres al Poder
Ejecutivo. En este sentido, subraya que
"esto no siempre se expresa en avances sustantivos en la transformación de
instituciones políticas que permitan mejorar la calidad de la democracia en sus
sociedades".
Campañas presidenciales y agendas pro género
Pese a que existe un relativo acuerdo respecto a que la elección de Michelle Bachelet abrió
camino a otras mujeres para lograr el mismo cargo en sus países, ni Cristina ni Dilma utilizaron
la 'agenda de género' como un elemento distintivo en sus campañas presidenciales, y los tres
gobiernos tuvieron distintos resultados en materias de derechos sexuales y reproductivos e
implementación de legislaciones favorables a la equidad de género.
En 2005, el discurso político de Bachelet tenía una perspectiva de género definida que, pese al
riesgo que implicaba para conseguir votos masculinos, logró suscitar la solidaridad de sus
pares para ser elegida presidenta sin por ello restar al electorado masculino. Como apunta
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Fernández Ramil, su triunfo en segunda vuelta logró 286.000 votos femeninos por sobre los
masculinos, así como quebrar la tendencia de mayor voto masculino para la Concertación
(Coalición de Partidos por la Democracia) en cinco puntos porcentuales.
Bachelet inauguró su gobierno con un gabinete paritario, que es algo inédito no sólo en Chile,
sino también en el resto de América Latina. Así demostró que era posible otra forma de
representar el poder político. Pero la paridad duró poco tiempo. Pese a sus intentos por
promulgar una Ley de Cuotas en 2007, y modificar el sistema binominal, no pudo concretar las
reformas legales.
Durante su gestión destacó el rol activo del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), una
institución de larga tradición que ha servido de modelo a otros países y es reconocida por sus
políticas pro género desde 2001. Su gobierno, según Valdés y Fernández Ramil, fue "el que
mostró más compromiso con la promoción de políticas públicas con perspectiva de
género".
Ambas autoras destacan además otros cambios significativos para las mujeres como el
tratamiento de la violencia doméstica –que pasó a ser reconocida como un acto de
discriminación–, y la valoración del trabajo reproductivo que introdujo en la reforma previsional.
Un hito que marcó su mandato está relacionado con la polémica generada por el Tribunal
Constitucional que prohibió la distribución de la píldora del día después en los consultorios
médicos del país. La movilización de las organizaciones sociales y la activa demanda de la
presidenta lograron revertir esta decisión. Ese triunfo contrasta hoy con la deuda que aún
mantiene Chile al no ratificar el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, CEDAW. En los últimos años, el país ha
descendido 41 puestos en el ranking de igualdad de género del Foro Económico Mundial y el
actual gobierno de derecha no ha validado el último Plan de Igualdad de Oportunidades entre
mujeres y hombres ni ha propuesto otro instrumento que desarrolle una estrategia de inclusión
de la igualdad de género en las políticas.
Por su parte, las elecciones brasileñas de 2010 fueron calificadas como las "más femeninas"
de su historia con 1.335 mujeres candidatas a diputadas federales (22%), 3.500 a diputadas
estaduales (23%), 36 al Senado (13%) y 18 a los gobiernos estaduales (11%). De 9 candidatos
presidenciales, dos fueron mujeres.
Con su elección, Dilma Rousseff marcó un hito, sumándose a las celebraciones del 80
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aniversario del sufragio femenino en Brasil. A diferencia de Bachelet, su agenda política no dio
especial importancia a la equidad de género, ni su victoria fue vista como un logro del
movimiento feminista. Así lo revela Mulheres nas eleições 2010, volumen que busca ser fuente
de referencia para el análisis de las desigualdades de género en la política brasileña.
En tanto heredera del abrumadoramente masculino electorado de Lula, Dilma evitó el sesgo
feminista, señala la publicación. "Incluso con dos mujeres compitiendo por la Presidencia
de la República [se refiere a la candidata del Partido Verde], el debate de las cuestiones
de género no fue parte de la campaña principal, y la agenda feminista estaba mucho
menos presente"
. Una de las pocas ocasiones en que Dilma
opinó sobre temas relacionados fue en una entrevista en la que afirmó que el aborto es
"una cuestión de salud pública"
y que en Brasil muchas mujeres mueren por abortar en condiciones de ilegalidad. Sus
declaraciones generaron tal polémica que decidió cambiarlas ante la presión de católicos y de
iglesias evangelistas.
Una vez en el poder, Dilma anunció que para la formación del nuevo gobierno tendría un
gabinete integrado por 30% de mujeres, emulando el gabinete paritario de Bachelet, aunque
manteniéndose lejos del mismo. Pero su voluntad no fue suficiente. La presión de los líderes
del partido redujo el espacio potencial de las mujeres. De los 37 ministros del gobierno de
Rousseff, nueve eran mujeres (24% de todo el gabinete). Para acabar con la exclusión de las
mujeres en posiciones de poder, la comisión de reforma política del Senado aprobó la adopción
de cuotas para las mujeres en las elecciones, lo que fue visto como un importante logro. No
obstante, para María de los Ángeles Fernández Ramil ese trata de "una ley de cuotas
ineficaz, al punto de tener uno de los índices de representación femenina más bajos de
la región".
Hoy el país
tiene la incómoda posición 140 en el ranking mundial de representación femenina en las
Cámaras de Diputados. A esto se suma que la Secretaría Especial de Políticas para las
Mujeres de Brasil, dedicada a la planificación de las políticas de género,
"ha visto mermada su acción por la falta de ejecución presupuestaria"
, afirma.
Para la investigadora chilena, Rousseff muestra compromiso con los temas de igualdad de
género y parece decidida a corregir la actual ineficacia de la ley de cuotas mediante reformas
políticas y también nombrando mujeres en el llamado "núcleo duro del poder", esto es, en el
círculo de ministras más cercanas al Planalto y en cargos ejecutivos, como el de presidencia de
Petrobras, la estatal brasileña de petroleo y gas, cuya elegida fue la ingeniera química Maria
das Graças Foster.
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Así como ocurrió cuando era candidata, Dilma también ha sido criticada por su silencio
respecto al aborto, lo que, según el movimiento de mujeres, quedó claro después del
lanzamiento del programa Red Cigüeña –plan del gobierno presentado en mayo de 2011 para
atender la salud materno infantil– y de la aprobación de la Medida Provisional 557, al finalizar
ese año. La MP, retirada por la presidenta luego de ser duramente criticada, proponía conceder
el subsidio de transporte contemplado por la Red Cigüeña a embarazadas registradas y
obligaba a cualquier institución que realizase procedimientos prenatales y de asistencia al parto
a reportar datos al Sistema de Acompañamiento del Programa de Humanización en el Prenatal
y Nacimiento. Las feministas alegaron que, si en los años 1990 el movimiento de mujeres logró
que la ONU abandonase la concepción materno infantil para adoptar la de los derechos
reproductivos, el modelo de la Red Cigüeña retomaba esa noción del pasado, y la MP 557
implicaba un retroceso al controlar a la gestante. Pese a que el gobierno había garantizado que
el objetivo era cualificar el acompañamiento en la atención a las mujeres, la posibilidad de
divulgación de los nombres preocupó a feministas, por dar margen a la persecución de mujeres
que optasen por interrumpir su embarazo. La medida fue vista como una clara reacción de
sectores conservadores y fundamentalistas, acatada por el gobierno.
Dilma también es acusada de tener poco compromiso con el movimiento LGBT, especialmente
después de ordenar la suspensión del kit Escuela sin homofobia. El material había sido
aprobado por el Ministerio de Educación (MEC) como instrumento pedagógico para abordar el
tema de la diversidad sexual en las aulas, pero luego de presiones de políticos aliados
vinculados a sectores conservadores, la presidenta acabó por vetar la política del MEC. Dos
años después del veto presidencial, organizaciones de defensa de los derechos LGBT aún
exigen explicaciones de la presidenta.
En Argentina María Eva Duarte de Perón es una figura indiscutida de identificación para las
mujeres en la política y más particularmente para las peronistas. Cristina Fernández no es la
excepción. En 2007 fue la primera mujer elegida presidenta, pero la segunda en ejercerlo (en
1974 María Estela Martínez de Perón, entonces vice, asumió la presidencia por el fallecimiento
del presidente Juan Domingo Perón). En 2011 Cristina fue reelegida.
Durante su primera campaña se apoyó en su condición de esposa del mandatario saliente,
Néstor Kirchner, lo que suscitó dudas respecto a su voz y voto propios. Había quien en el
movimiento feminista argentino dudara de la capacidad de la candidata para desarrollar un
programa de igualdad de oportunidades. No obstante, Dora Barrancos, directora del Instituto
Interdisciplinario de Estudios de Género, señala que "ella ha contribuido al poder del marido, tal
vez más que lo recíproco. Ella se debe en gran medida a una construcción propia, tiene un
largo recorrido militante, no es una personalidad débil y mucho menos sujetada. Pero por otra
parte, su carencia de subjetividad feminista, el escaso interés por los derechos femeninos,
ciertas formas de su actuación, revelan ángulos francamente no innovadores".
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Durante su gobierno, el Congreso aprobó dos leyes que marcaron un hito y pusieron a
Argentina a la cabeza en materia de derechos civiles. La primera fue la Ley de Matrimonio
Igualitario, que reconoció a parejas del mismo sexo iguales derechos que un matrimonio
convencional, y la otra, la Ley de Identidad de Género que permite cambiar el sexo que figura
en el documento de identidad de forma gratuita y sin necesidad de orden judicial, intervención
médica o peritaje alguno. Ambas se suman a una ley de protección integral para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, aprobada en 2009.
Argentina también lidera en la región en lo relativo a la Ley de Cuotas. Fue el primer país que
las instauró, llegando hoy al 40% de mujeres del total de parlamentarios. Conocida como Ley
de Cupo Femenino, la norma establece una serie de modificaciones a la legislación electoral.
En el primer año de gobierno de Cristina Fernández, en 2008, se creó la comisión especial del
Senado Banca de la Mujer que, entre otras cosas, tiene la facultad y atribución de incluir la
dimensión de género en la elaboración y sanción de los proyectos legislativos. Según datos del
International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA), en América Latina estas
normas son una realidad: 11 de 19 países cuentan con leyes de este tipo y Argentina está a la
cabeza.
Con esta ley hubo avances en el acceso de mujeres a cargos electivos, pero, según afirma
Fernández Ramil en su publicación, "a pesar de los avances en temas como las cuotas en las
listas partidarias, ha sido más difícil avanzar en una institucionalidad sólida de género debido al
rol jugado por la propia Presidencia". La cientista política explica que "aunque hay menos
restricciones para que puedan introducir leyes, incluso en temas controversiales, [el] escaso
poder [de las mujeres] en el liderazgo de instituciones en el Congreso hace que carezcan de
mayor influencia". A ello se suma, continúa la experta, el hecho de que las políticas públicas de
género han estado marcadas por la discontinuidad, la falta de financiamiento y la ambigüedad
en la definición de "equidad".
En lo que sí coinciden la mayoría de las organizaciones feministas es en que una de las
grandes deudas del gobierno de Cristina Fernández es el tratamiento efectivo del aborto legal.
El Parlamento rechazó el proyecto de ley de Interrupción Legal del Embarazo. En el caso de
Dilma Rousseff, este distanciamiento no se da apenas en relación al aborto, sino que su
presidencia también se ha curvado ante sectores conservadores en sus políticas de diversidad
sexual y derechos humanos; sin contar el profundo recorte en el financiamiento de
organizaciones civiles que durante décadas sustentaron políticas de equidad y reconocimiento
–otro motivo de reclamo por parte de movimientos sociales.
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