Movimiento Relativo

Anuncio
MOVIMIENTO RELATIVO
Materia: Física
Autor: Bartolo Luque Serrano
EXTENSO
Guión:
1. Sistemas de referencia inerciales
2. Principio de inercia y principio de relatividad
3. Transformaciones galileanas
3.1 Composición de velocidades e invariancia de las leyes de la
dinámica y de conservación.
4. Sistemas de referencia no inerciales y fuerzas ficticias
4.1 La fuerza de Coriolis
1. Sistemas de referencia inerciales
El gran matemático H. Poincaré propuso el siguiente experimento mental:
si todo lo que compone el universo se hiciera 1000 veces más grande,
¿seríamos capaces de descubrir el cambio? Puesto que el tamaño de los
objetos es una propiedad relativa, la respuesta es negativa. Existen muchas
propiedades relativas: arriba y abajo al hablar de la superficie del globo
terráqueo o los conceptos de derecha e izquierda, por ejemplo. ¿Qué
podemos decir respecto al movimiento? ¿Es absoluto?
<Fig. 1 Sistema de referencia >
Para medir las magnitudes básicas de la cinemática, espacio y tiempo, y
derivar magnitudes como la velocidad o la aceleración de cuerpos bajo
observación, necesitamos un sistema de referencia. El sistema de referencia
más común consiste en un sistema de coordenadas cartesiano en el espacio.
Por conveniencia el observador asociado al sistema de referencia se sitúa
en el origen de coordenadas O. Así un sistema de referencia consiste en un
espacio vectorial de tres dimensiones (en el caso de nuestro espacio
euclídeo corriente) formado por tres vectores independientes. Indicaremos
los vectores en negrita. La base más habitual es la ortonormal, formada por
los vectores i = (1,0,0), j = (0,1,0) y k = (0,0,1). En este espacio podemos
definir al vector posición r de una partícula P, como el vector trazado desde
el origen O hasta la posición que ocupa dicha partícula P. Observe el lector
que el concepto de partícula P es el equivalente al de punto matemático. En
general, sustituiremos un cuerpo de masa m por un punto matemático de
masa m situado en el centro de masas del cuerpo bajo observación. Es
decir, obviaremos los movimientos intrínsecos de un cuerpo, materia de
estudio por ejemplo en el sólido rígido. Indicaremos las derivadas de una
variable o un vector colocando un punto sobre las mismas. Dos puntos
indicarán segunda derivada. La derivada del vector posición respecto al
tiempo nos proporciona el vector velocidad v = r . Y a su vez la derivada
del vector velocidad respecto al tiempo nos conduce al vector aceleración
a =v =r.
La caracterización de un sistema de referencia siempre es relativa a otro.
Así podemos decir que un sistema de referencia, respecto a otro tomado
como fijo, está en reposo (como por ejemplo un cuadro respecto a una
pared), moviéndose con velocidad constante (un coche a velocidad
constante respecto a la carretera por la que circula) o con una aceleración
(la Tierra en su órbita alrededor del Sol que sufre aceleración normal). Un
sistema de referencia inercial, de Galileo o galileano, es un sistema de
referencia sin aceleración, con una velocidad nula o constante. El estudio
de tales sistema de referencia es la base de la mecánica clásica y condujo a
la relatividad especial cuando se aplicó a la óptica y el electromagnetismo.
Cuando la velocidad no es constante, el sistema de referencia es acelerado,
nos referimos a estos sistemas de referencia como no inerciales. Su estudio
condujo a la teoría general de la relatividad.
2. Principio de inercia y principio de relatividad
Galileo postuló el principio de inercia, que posteriormente Newton recogió
como su primera ley: un cuerpo no sometido a ninguna fuerza está en
reposo o se mueve con velocidad constante. Implícitamente, Galileo estaba
suponiendo que el enunciado es solamente cierto si el sistema de
referencia, desde el que observamos el cuerpo, se encuentra en reposo o a
velocidad constante, es decir, es inercial. De la siguiente manera dialogada
lo explica Galileo por boca de Salviati en su obra “Discursos y
demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencia relativas a la
mecánica y los movimientos locales" (Leiden, 1638):
<Fig. 2 Galileo Galilei>
"SALVIATI: Encerraos con algún amigo en la mayor estancia que esté
bajo la cubierta de algún gran navío, y conseguid que haya moscas,
mariposas y otros animales voladores semejantes; procuraos también un
gran vaso de agua con peces dentro; colgad también algún recipiente que
vaya vertiendo gota a gota el agua que contiene en otro vaso de boca
estrecha, colocado debajo; con la nave quieta observaréis cuidadosamente
cómo dichos animalitos vuelan con igual velocidad hacia todas partes de
la estancia; a los peces se les verá nadar indiferentemente en todas
direcciones; las gotas que caen entrarán todas en el vaso colocado debajo;
y si vos arrojáis alguna cosa a vuestro amigo, no necesitaréis más fuerza
para lanzarla hacia una u otra parte, siempre que las distancias sean
iguales; y si saltáis, como se dice, a pies juntillas, saltaréis iguales
distancias en todas las direcciones. Observad atentamente todas estas
cosas, de forma que no haya ninguna duda de que deba suceder así
mientras el navío está quieto y haced mover la nave con la velocidad que
queráis; si el movimiento es uniforme y no fluctuante de acá para allá, vos
no reconoceréis la más mínima mutación en todos los efectos mencionados
y por ninguno de ellos podréis averiguar si la nave se mueve o está quieta;
vos al saltar sobre el entablado atravesaréis el mismo espacio que antes y,
aunque la nave se mueva a gran velocidad, no daréis un mayor salto hacia
la popa que hacia la proa, aunque durante el tiempo que estáis en el aire el
entablado que está a vuestros pies se deslice hacia la parte contraria a
vuestro salto; y si lanzáis alguna cosa a vuestro compañero, no
necesitaréis tirarla con mayor fuerza para alcanzarle cuando él está a
proa y vos a popa, que si ambos estáis situados en el sentido contrario; las
gotas seguirán cayendo como antes en el vaso inferior, sin que una sola
caiga hacia popa, pese a que mientras la gota recorre un espacio en el
aire, la nave recorre muchos palmos; los peces en el agua no nadarán con
más fuerza hacia la parte delantera del vaso que hacia la trasera, sino que
con igual facilidad se dirigirán hacia el cebo situado en cualquier parte
del vaso; y finalmente las mariposas y las moscas continuarán sus vuelos
indiferentemente en todas las direcciones y nunca sucederá que se junten
en la parte de popa como si estuvieran cansadas de seguir el curso veloz
de la nave, al haberse separado de ella durante largo tiempo,
manteniéndose en el aire; y si encendéis algunos granos de incienso, se
hará un poco de humo y se le verá ascender hacia arriba y mantenerse
como una nubecilla, moviéndose indiferentemente hacia todas partes.
Y la razón de todas estas concordancias de efectos es el hecho de que el
movimiento de la nave es común a todas las cosas contenidas en ella,
incluido el aire, que por eso dije que se hiciera bajo cubierta, pues si se
hiciese al aire libre, y sin seguir el curso de la nave, se verían algunas
diferencias más o menos notables en algunos de los efectos mencionados:
no hay duda de que el humo se quedaría atrás como el mismo aire;
igualmente las moscas y mariposas, impedidas por el aire, no podrían
seguir el movimiento de la nave al separarse de ella una cierta distancia;
mas si se mantuvieran próximas a la nave, debido a su superficie irregular,
capaz de arrastrar la parte del aire más próxima, éstas seguirán a la nave
sin dificultad ni fatiga, que por semejante razón vemos a veces en las
diligencias cómo las moscas inoportunas y los tábanos siguen a los
caballos, revoloteando por una u otra parte de sus cuerpos; pero la
diferencia en las gotas que caen sería escasísima, y en cuanto a los saltos y
a los proyectiles que se lanzan del todo imperceptible.
SAGREDO: Estas observaciones, pese a que no se me ha ocurrido
hacerlas expresamente mientras navegaba, sin embargo estoy más que
seguro de que sucederían tal como las habéis referido; y para confirmarlo
recuerdo que muchas veces, estando en mi camarote, he tenido que
preguntar si la nave se movía o estaba quieta y alguna vez, llevado por mi
fantasía, he creído que se movía en una dirección mientras su movimiento
era el contrario."
De las palabras de Salviati se desprende lo que hoy llamamos principio de
relatividad galileano: las leyes de la física son las mismas para
observadores en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme. La física ha
establecido así una hipótesis fundamental alrededor de este hecho, la
hipótesis de invariancia galileana. Dice que las leyes básicas de la física
son idénticas en todos los sistemas de referencia que se mueven con
movimiento uniforme, es decir velocidad constante, unos con respecto a
otros. Las leyes de la física son idénticas para todos los observadores en
sistemas inerciales. Una forma más peregrina de enunciarlo es la siguiente:
no existe experimento alguno para que un observador confinado en una
caja cerrada decida si se encuentra en estado estacionario o con un
movimiento uniforme. Galileo lo expuso magistralmente con moscas,
peces, gotas y saltos.
3. Transformaciones galileanas.
De hecho, el principio de relatividad galileano implica que el concepto de
velocidad absoluta carece de sentido. Medimos la velocidad a partir de un
sistema de referencia inercial, y cualquier sistema es tan bueno como otro.
¿Qué se desprende de esta hipótesis? Dos observadores que se mueven con
distintas velocidades, pero sin aceleración relativa, observen las mismas
leyes físicas. Si los observadores presencian el choque de dos partículas,
debido a que las velocidades observadas por ambos serán distintas, el
suceso será descrito de forma diferente por ambos. Sin embargo, tanto las
leyes de la dinámica como los principios de conservación se mantendrán
para ambos observadores.
<Fig. 3 Transformación de Galileo>
¿Cómo podemos pasar de la descripción de un observador a la de otro? A
través de las transformaciones de Galileo. Supongamos dos observadores
en movimiento rectilíneo uniforme uno con respecto al otro. Tomaremos al
primer observador como fijo en O con sistema de referencia (x,y,z) y al
segundo en O’ con sistema de referencia (x’,y’,z’) que se mueve con
velocidad constante v respecto a O. Por sencillez tomaremos en tiempo t=0
a O y O’ en la misma posición, y la dirección de desplazamiento sobre el
eje x. Esto no implica ninguna pérdida de generalidad. Si el observador O
mira un punto de coordenadas (x,y,z) entonces el observador O’ verá dicho
punto con coordenadas:
x'= x-vt
y'= y
z'= z
Estas sencillas ecuaciones esconden una aparentemente pequeña dificultad.
¿Qué ocurre con los tiempos? ¿Miden los mismos tiempos ambos
observadores? Newton zanja el problema estableciendo que: "El tiempo
matemático, verdadero, absoluto, transcurre en sí y por su propia
naturaleza de modo uniforme sin estar referido a ningún otro objeto
externo". Es decir, se supone que:
t'= t
La medida de tiempos en nuestro sistema de referencia inercial se podría
conseguir situando relojes sincronizados a lo largo de todo el espacio
reticulado. Tres siglos después, A. Einstein al pensar sobre la luz
reinterpreta esta aparente hipótesis de sentido común para llegar a la teoría
especial de la relatividad, donde las transformaciones que se aplican son las
de Lorentz. Y dónde el tiempo de medida depende del observador,
contrariamente a lo que nos dice la intuición. Las cuatro ecuaciones
enunciadas, tres para las coordenadas espaciales y una para el tiempo,
forman lo que se conoce como transformaciones de Galileo o galileanas.
Lo que nos dice el principio de relatividad galileano es que las leyes físicas
son invariantes bajo estas transformaciones. Hoy sabemos que las
transformaciones de Galileo son buenas aproximaciones para pequeñas
velocidades en comparación con las de la luz. Las transformaciones
compatibles con la relatividad especial son las transformaciones de
Lorentz:
x'=
x-vt
,
v2
1- 2
c
y'= y,
z'= z,
v
t- 2 x
t'= c
.
v2
1- 2
c
Donde c es la velocidad de la luz. Observe el lector como, si v c , es decir
si la velocidad de desplazamiento relativo entre sistemas de referencia es
muy inferior a la velocidad de la luz c, entonces podemos despreciar los
términos: v 2 /c 2 y v/c 2 tomándolos como nulos. Así las transformaciones de
Lorentz se convierten en las transformaciones de Galileo.
3.1 Composición de velocidades e invariancia de las leyes de la
dinámica y de conservación.
Derivando las ecuaciones de la transformación de Galileo con respecto al
tiempo obtendremos la transformación para las velocidades:
x'= x-v
y'= y
z'= z
Estas ecuaciones no son ni más ni menos que las responsables de nuestra
forma estándar de sumar o restar velocidades relativas. Supongamos que
nos encontramos en el interior de un tren que circula a 80 km/h. Nos
levantamos y nos dirigimos a un paso de 5 km/h al vagón bar que se sitúa
en sentido opuesto al movimiento del tren. Visto por un observador
externo, nos estaremos moviendo a velocidad 80-5=75 km/h. ¿Puede
interretar el lector este pequeño cálculo a partir de las ecuaciones
anteriores?
Derivando de nuevo con respecto al tiempo las ecuaciones anteriores nos
encontramos con que las aceleraciones vistas por uno y otro observador son
idénticas:
x'= x
y'= y
z'= z
ya que la velocidad entre los sistemas de referencia es constante. Así una
partícula vista desde ambos sistemas sufre la misma fuerza:
F'= m a '= m a= F
Siendo F’, a’ y F, a las fuerzas y aceleraciones en notación vectorial
observadas por O’ y O respectivamente. Todos los observadores en
movimiento rectilíneo y uniforme observan las mismas fuerzas,
independientemente de ese movimiento relativo entre los sistemas de
referencia. De modo que las leyes de la dinámica en las que intervienen las
fuerzas son invariantes bajo una transformación de Galileo
¿Qué ocurre con los teoremas clásicos de conservación? Tanto la
conservación de la masa, como la energía como la cantidad de movimiento
se siguen cumpliendo, son invariantes. Sea un choque entre dos partículas.
En una colisión siempre se conserva la cantidad de movimiento p = m v
(donde m es la masa y v la velocidad de la partícula). Podemos expresar
esta conservación por la ecuación:
(p1+ p 2 )a = (p1+ p 2 )d
donde los subíndices a y d indican antes y después del choque
respectivamente, y los subíndices 1 y 2 hacen referencia a las partículas.
Supongamos que esta es la conclusión de un observador en un sistema de
referencia “fijo”. ¿Qué observará alguien que se encuentre en un sistema
inercial a velocidad v respecto al “fijo”? Sin duda no observará la misma
cantidad de movimiento. Para él las partículas poseerán velocidades
distintas. Pero la ley de conservación permanecerá invariante, seguirá
cumpliéndose. Rescribamos la ecuación de conservación haciendo
explícitas las velocidades:
(m1 v1+ m 2 v 2 )a = (m1 v1+ m 2 v 2 )d
Sea ahora un sistema de referencia que se mueve con velocidad v respecto
al anterior. De acuerdo a la transformaciones de Galileo, tendremos:
(m1 (v '1 + v)+ m 2 (v '2 + v))a = (m1 (v '1 + v)+ m 2 (v '2 + v))d
Puesto que m1 v+ m 2 v poseen, obviamente, el mismo valor antes y después
del choque, podemos cancelarlos a ambos lados de la ecuación. Y nos
queda:
(m1 v '1 + m 2 v '2 )a = (m1 v '1 + m 2 v '2 )d
mostrando la invarianza del principio de conservación de la cantidad de
movimiento. En el segundo sistema la cantidad de movimiento se conserva,
aunque su valor no coincida con el primero.
4. Sistemas de referencia no inerciales y fuerzas ficiticias
Con la publicación de los Principia Mathematica de Isaac Newton la física
dispuso de las leyes básicas del movimiento. Newton postuló sus famosas
tres leyes:
 Primera ley de Newton: un cuerpo permanece en estado de reposo o
velocidad constante si sobre él no actúa ninguna fuerza externa. De
modo que a = 0 cuando F = 0.
 Segunda ley de Newton: la fuerza total ejercida sobre un cuerpo es
igual al producto de su masa por su aceleración. Así F = m a.
 Tercera ley de Newton: siempre que dos cuerpos interactúan, la
fuerza F12 que ejerce el primer cuerpo en el segundo es igual y
opuesta al la fuerza F21 que el segundo ejerce en el primero. Esto es:
F12 = F21.
Las leyes de Newton son invariantes para los sistemas inerciales. De hecho
la definición es circular: un sistema de referencia será inercial si cumple las
leyes de Newton. Pero, ¿qué ocurre para sistemas de referencia no
inerciales? Sencillamente las leyes de Newton no rigen. Veamos un
ejemplo. Imagínese el lector un tren acelerando en arrancada, con
aceleración a. En el interior de uno de los vagones los viajeros sufren un
desplazamiento en sentido contrario con aceleración –a. Cada viajero siente
una fuerza F = -ma, siendo m su masa. Desde el sistema de referencia del
vagón, observamos una fuerza que no es debida a la atracción gravitatoria u
otro tipo de interacción entre cuerpos. No hay fuerzas “reales” y sin
embargo existe aceleración, la segunda ley no se cumple. Concluimos que
esta fuerza proviene de la no inercialidad de nuestro sistema de referencia.
Y denominamos a esta fuerza ficticia. Desde el punto de vista de un
observador situado en el exterior, la situación está clara. El tren acelera con
aceleración a, y los viajeros tienden inicialmente a mantenerse en su
posición inicial.
<Fig. 4 Centrifugadora>
Un sistema no inercial clásico nos lo proporciona un sistema de referencia
en rotación. Expliquemos como funciona una centrifugadora para
introducirnos en los detalles del sistema. Consideremos una molécula
suspendida en un líquido que llena un cilindro de radio R que gira
alrededor de su eje vertical de simetría, nuestra centrifugadora.
Supongamos la molécula se encuentra a distancia de 10 cm del eje de
rotación y que la centrifugadora gira a 1000 revoluciones por segundo. La
velocidad angular en ese punto será: · radianes/s y la
velocidad lineal por tanto: v = r  10· 6104 cm/s. La aceleración en ese
punto del tambor de la centrifugadora será a = 2r  4108 cm/s2. La
aceleración debida a la gravedad es de 980 cm/s 2. Eso quiere decir que la
relación entre ambas aceleraciones es: a/g  4108 / 103 = 4106. De modo
que la aceleración sufrida por el punto material del tambor es unas 400.000
veces superior a la gravedad. Esa fuerza está dirigida hacia el centro, se
denomina centrípeta. El tambor mantiene su estructura mediante las
tensiones del material. ¿Pero qué ocurre con la molécula? No está sujeta de
manera alguna, será arrastrada hacia el exterior por una fuerza centrífuga
(que huye del centro) de 400.000 veces su peso. Distintas moléculas de
distintos pesos serán empujadas a distintas aceleraciones. De modo que la
centrifugadora separa moléculas. Esta es la visión desde un sistema de
referencia inercial. La fuerza centrífuga es una fuerza ficticia debida al giro
de la centrifugadora. Si nosotros fuéramos la molécula y nuestro sistema de
referencia fuera la propia centrifugadora, observaríamos como una fuerza
nos expele sin encontrar interacción alguna que pudiera explicarla.
<Animación de Tierra girando y orbitando alrededor
del Sol>
Visto esto, ¿es nuestra Tierra un sistema de referencia inercial?
Evidentemente no. Nuestra Tierra gira alrededor de su eje provocando la
sucesión de días y noches. Y gira además alrededor del Sol, entre otros
movimientos. Luego cuerpos situados en ella sufren diversas aceleraciones
centrífugas. Un cuerpo situado en el ecuador se encuentra a una distancia
de RT  6,4108 cm perpendicular al eje de la Tierra. Puesto que la Tierra
gira una vez por día, es decir cada 8,6104 s, la velocidad angular es
 s-1. Así el cuerpo sufre una aceleración
centrífuga dada por: a = v2 RT  3,4 cm/s2. En las proximidades del polo
Norte o Sur esta aceleración es sin duda menor, puesto que el radio de
giro, la distancia al eje de rotación, es menor. Esto, unido a la forma
elipsoidal, no perfectamente esférica de la Tierra, hace que la gravedad
varíe sobre la superficie terrestre. Por ejemplo, su valor en el polo norte es
de 983,245 cm/s2 , mientras que en París es de 980,94 cm/s2. El famoso
experimento del péndulo de Focault es sencillamente una demostración de
que la Tierra no es un sistema de referencia inercial porque gira alrededor
de un eje.
Si la Tierra no nos sirve como sistema de referencia inercial y el Sol, que
gira alrededor del centro de la galaxia, tampoco, ¿qué podemos utilizar
como sistema de referencia inercial? Es un convenio considerar a las
estrellas como un sistema de referencia inercial patrón. Se suele denominar
estrellas fijas aunque estrictamente no lo sean. A la práctica es suficiente
corregir la aceleración que sufre la Tierra por efectos de su propia rotación
y órbita alrededor del Sol para considerar la superficie de nuestro planeta
como un sistema inercial.
4.1 La fuerza de Coriolis
Imaginemos un tiovivo girando a una velocidad angular constante . Un
padre observa, desde una cabina central inmóvil situada en el centro del
tiovivo, como su hijo se divierte sentado en el típico coche de bomberos. El
padre es un observador en un sistema de referencia inercial en dos
dimensiones de coordenadas (x,y). El hijo está en rotación visto desde el
sistema de referencia inercial. Su sistema de observación es por tanto no
inercial y designaremos sus coordenadas como (x’, y’). Las
transformaciones de coordenadas entre el sistema de referencia inercial y el
no inercial serán:
x  x ' cos  t - y ' sen  t ,
y  x ' sen  t  y ' cos  t .
<Fig. 5 Sistema de referencia no inercial>
Derivando respecto al tiempo resultan las relaciones entre las componentes
de la velocidad:
x  x ' cos  t -  x ' sen  t - y ' sen  t -  y ' cos  t,
y  x ' sen  t   x ' cos  t  y ' cos  t -  y ' sen  t .
Supongamos que el hijo tiene una canica en su mano. Para él la canica está
en reposo desde su sistema de referencia, es decir x’ = 0 e y’ = 0. Para el
padre basta sustituir en la transformación de velocidades anterior, para
comprobar con que velocidad se mueven su hijo y su canica:
x = -  x' sen  t -  y' cos  t,
y =  x' cos  t -  y' sen  t .
Sencillamente ve a la canica girando a velocidad constante. Las
componentes en general de la aceleración se hallan derivando de nuevo con
respecto al tiempo las velocidades:
x  x ' cos wt - 2wx ' sen wt - w 2 x ' cos wt
- y ' sen wt - 2wy ' cos wt  w 2 y ' sen wt,
y  x ' sen wt  2wx ' cos wt - w 2 x ' sen wt
 y ' cos wt - 2wy ' sen wt - w 2 y ' cos wt.
Volviendo a la canica, el hijo no observa aceleración alguna en ella. Sin
embargo el padre observa:
x  - w 2 x ' cos wt  w 2 y ' sen wt  - w 2 x ,
y  - w 2 x ' sen wt - w 2 y ' cos wt  - w 2 y.
Las ecuaciones son farragosas pero sencillas. En el caso de tres
dimensiones, y después de algunos cálculos tediosos, se puede escribir en
forma vectorial la aceleración para el sistema inercial:
a= a '+ 2w× v'+ w× (w× r')
con  indicando producto vectorial, y donde a es la aceleración en el
sistema inercial, a’, v’ y r’ son la aceleración, velocidad y posición
medidas en el sistema en rotación, 2  v’ es la llamada aceleración de
Coriolis y   (  r’) es la aceleración centrípeta. A la luz de la ecuación
anterior, ¿cuáles son las fuerzas ficticias para la rotación uniforme ( = 0).
Si suponemos una masa m tendremos:
F' = -2m w× v ' m w× (w× r ')
Donde -2m   v’ es la llamada fuerza de Coriolis y - m  (  r’).
Observemos que la fuerza centrífuga está siempre presente en un sistema
en rotación. Sin embargo, la fuerza de Coriolis hace presencia sólo si la
masa observada posee una velocidad no nula v’ desde el sistema de
rotación. Después de ver estas ecuaciones no es de extrañar que las fuerzas
ficticias produzcan resultados difíciles de intuir. El término de Coriolis
recibe este nombre en honor al matemático francés Gustave Gaspard
Coriolis (1792-1843). Debido a la rotación de nuestro globo los
movimientos en el hemisferio Norte sufren desviaciones en sentido
antihorario. Así, en el hemisferio Norte, toda partícula moviéndose de
Norte a Sur se desvía hacia el Oeste y toda partícula moviéndose de Sur a
Norte se desvía hacia el Este. Así en el hemisferio Norte la fuerza de
Coriolis desvía los movimientos hacia la derecha de sus sentidos. En el Sur,
ocurre lo contrario y los movimientos sufren desplazamientos a la izquierda
de los sentidos de sus direcciones. El efecto Coriolis se hace ostensible en
nuestro planeta en el movimiento de grandes masas de fluidos. Un ejemplo
son los vientos. El viento se genera por la existencia de diferencias de
presión entre distintas áreas contiguas. Las masas de aire sufren
desplazamientos de las zonas de mayor presión (anticiclones) a las de
menor (borrascas). El movimiento del aire sufre por supuesto el efecto
Coriolis. De hecho es la base de la ley de Buys-Ballot que dice que un
observador colocado de cara al viento tendrá las bajas presiones a su
derecha y las altas a su izquierda en el hemisferio Norte y al contrario en el
Sur. Así por ejemplo, los vientos alisios del hemisferio Norte, en vez de
soplar del Norte, como aparentemente podría esperarse, soplan con sentido
Noreste al ser desviados en su camino hacia el ecuador terrestre. En las
depresiones el viento tiende a desplazarse hacia el centro donde se acumula
y asciende verticalmente. En los anticiclones ocurre lo contrario, el viento
tiende a dirigirse del centro al exterior con un movimiento descendente. Así
las masas de nubes tienden a arremolinarse por efecto del viento en sentido
antihorario en el Norte y horario en el Sur. El efecto es minúsculo para
sistemas de menor tamaño, pero aún así, su persistencia provoca que las
vías del ferrocarril se desgasten más de un lado que del otro o que las
orillas de los grandes ríos estén excavadas más profundamente en una lado
que en otro, dependiendo del hemisferio.
<Fig. 6 Huracán>
Descargar