En los últimos 20 años se han multiplicado las Constituciones... humanos de las mujeres e incorporan catálogos de derechos de...

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Una Nueva Constitución para las mujeres
Martes, 07 de Enero de 2014 18:10
En los últimos 20 años se han multiplicado las Constituciones que reconocen los derechos
humanos de las mujeres e incorporan catálogos de derechos de acuerdo con los avances
jurídicos, sociales y culturales. Por Teresa Valdés, Coordinadora del Observartorio de Género y Equidad
*Columna publicada en El Mostrador
Desde hace meses se viene debatiendo en torno a la urgencia –o no-de contar con una nueva
Constitución, que tenga plena legitimidad de origen, que sea elaborada con amplia
participación, que reemplace la que hoy día nos rige, heredada de Pinochet y Jaime Guzmán.
Esta propuesta ya formó parte de los programas de gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle,
Jorge Arrate y Marco Enríquez-Ominami en 2009, sin que se haya avanzado bajo el gobierno
de derecha.
El mecanismo -Asamblea Constituyente u otro- ha centralizado el debate, provocando, la sola
idea de Asamblea Constituyente, el pánico en muchos políticos. Tanto que poco se ha debatido
en torno a los contenidos que debería incluir. Sin embargo, Eduardo Frei Montalva, ya en
agosto de 1980, había propuesto ese camino para contar con una Constitución democrática,
contando con la aclamación de muchos de los temerosos de hoy.
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Al abordar el debate sustantivo, de contenidos, sin duda las mujeres somos las más
interesadas en cambiar la Constitución. La que nos rige, no sólo adolece de legitimidad de
origen, define un rol subsidiario al Estado frente al mercado, no reconoce derechos sociales y
reconoce y garantiza precariamente otros, privilegia la propiedad privada y el lucro por sobre la
función social de la actividad económica y los recursos naturales, etc., sino que consagra y
reproduce un orden patriarcal que subordina y disciplina a las mujeres para los intereses de
terceros y no reconoce aquellos derechos humanos comprometidos por el Estado de Chile en
diversas Convenciones, pactos internacionales y Protocolos del Sistema de Naciones Unidas y
de la Organización de Estados Americanos (OEA). Redactada y concebida en masculino, todas
las instituciones que construye nos hacen sino favorecer una división sexual del trabajo que
niega la autonomía y la libertad de las mujeres para desarrollar sus proyectos de vida.
En los últimos 20 años se han multiplicado las Constituciones que reconocen los
derechos humanos de las mujeres e incorporan catálogos de derechos de acuerdo con
los avances jurídicos, sociales y culturales. Varios países lo han hecho a través de
Asambleas Constituyentes que han incorporado la participación de mujeres "constituyentes"
que, acompañadas por organizaciones y movimientos sociales, así como de expertas
nacionales e internacionales, han logrado traducir al lenguaje constitucional esos derechos.
Estos van más allá de la igualdad jurídica, comprometiendo la acción del Estado para generar
condiciones que permitan la igualdad efectiva, particularmente mediante medidas a favor de los
grupos discriminados o marginados.
A esto aspiramos las organizaciones feministas, no sólo a participar en la elaboración de la
nueva Constitución, sino a incorporar derechos que aseguren la autonomía política, económica
y física de las mujeres, con un lenguaje inclusivo, que reconozca expresamente la laicidad del
Estado, la libertad de conciencia y la libertad de culto, en que el reconocimiento de la objeción
de conciencia no pueda utilizarse para impedir el ejercicio de derechos de terceros reconocidos
por la Constitución o las leyes.
En lo específico, queremos que la Nueva Constitución reconozca de modo explícito el "principio
de igualdad material y efectiva", que consagre los mismos derechos, libertades y oportunidades
a todas las personas, sin discriminación en razón de nacimiento, edad, sexo, género, etnia,
origen social, idioma; religión, filiación política, posición económica, orientación sexual,
identidad de género; estado de salud, discapacidad, o diferencia de cualquier otra índole; que
ninguna persona pueda ser perjudicada ni favorecida a causa de estas condiciones. Al mismo
tiempo, que establezca la responsabilidad de los poderes públicos en promover las condiciones
para que la libertad y la igualdad de los individuos, en particular de aquellas personas
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pertenecientes a grupos discriminados o desaventajados, sean reales y efectivas.
También queremos un reconocimiento constitucional de la "igualdad y no
discriminación de género", es decir, que consagre la igualdad entre mujeres y hombres,
tanto en su dimensión formal ante la ley, como en su dimensión sustancial, como señala
la Convención de NNUU sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW), y que comprometa medidas de promoción de la igualdad.
Asimismo, queremos que establezca la participación política como derecho fundamental, que
garantice los derechos políticos de las mujeres, en igualdad de condiciones: el derecho a ser
elegidas y a ocupar cargos de elección popular, la nominación en las instancias de dirección y
decisión de los poderes públicos, en los partidos políticos y en la representación del país en
instancias internacionales, introduciendo criterios de paridad de representación de ambos
sexos. Para ello deberá establecer el financiamiento público de la actividad política,
entendiendo la desigualdad de acceso a los recursos económicos como una de las principales
barreras de entrada que enfrentan las mujeres para ejercer su ciudadanía, en particular el
derecho a ser elegidas
En el ámbito de la educación, queremos que se consagre constitucionalmente el carácter laico,
no sexista e integrador de la educación pública, la que debe promover la igualdad y no
discriminación.
Queremos el reconocimiento constitucional del derecho a igual remuneración entre
mujeres y hombres por igual trabajo realizado, del trabajo doméstico no remunerado y
de las tareas de cuidado como una labor productiva que aporta a la riqueza y bienestar
social del país, aporte que deberá incluso incluirse en las cuentas públicas.
Para modificar la división sexual del trabajo, queremos que la Constitución reconozca el
derecho a la corresponsabilidad en las obligaciones familiares y comprometa la acción del
Estado para avanzar en la corresponsabilidad y reciprocidad de hombres y mujeres en el
trabajo doméstico y en las obligaciones familiares. Deberá reconocer la función social de la
reproducción humana y el interés público que reviste.
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Queremos, asimismo, que reconozca el derecho de todas las personas a constituir familia y
que las relaciones familiares se basen en la igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el
esfuerzo común y el respeto recíproco entre sus integrantes. Junto con ello, aspiramos al
reconocimiento del derecho al cuidado de toda persona, desde su nacimiento hasta su muerte,
un derecho universal que conlleva la obligación de cuidarse y cuidar, frente al cual el Estado se
obligue a proveer los medios para poder cuidar y garantizar que este cuidado sea realizado en
condiciones de igualdad para mujeres y hombres.
Queremos que se reconozca el derecho a la seguridad social y que las políticas reconozcan las
desigualdades estructurales de género en el mercado laboral y sus consecuencias para las
mujeres. Asimismo, el derecho a la protección social a las personas que tengan a su cargo el
trabajo familiar no remunerado en el hogar.
Queremos que la Constitución reconozca el derecho a la salud y el deber del Estado de dar
atención preferente al acceso, protección y promoción de este derecho mediante políticas
públicas con enfoque de género, que atiendan la salud integral de las mujeres, niñas y
adolescentes, y especial consideración a las zonas aisladas, rurales y a los pueblos indígenas.
Al mismo tiempo, queremos que reconozca los derechos sexuales y reproductivos, el derecho
de todas las personas a la intimidad, a la identidad sexual, la elección de la pareja, la
orientación sexual y la ausencia de actividad sexual coercitiva, así como a decidir libre y
responsablemente el número y espaciamiento de sus hijos e hijas, de vivir una sexualidad
sana, sin riesgos para la salud, y de tener la información, educación y medios para hacerlo.
Que ninguna mujer sea forzada a la maternidad.
La nueva Constitución debe garantizar el derecho a la integridad personal, el derecho de
hombres y mujeres a una vida libre de violencia -física, psicológica, moral y sexualtanto en el ámbito público como privado. Para ello el Estado deberá adoptar todas las
medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar toda forma de violencia de género, en
especial la ejercida contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes. Idénticas medidas deberá
adoptar contra la violencia, la esclavitud, la explotación sexual y la trata de personas.
Finalmente, aspiramos a la garantía del derecho de acceso a la justicia y protección de los
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derechos humanos y que el Estado establezca los mecanismos que permitan asegurar estos
derechos, así como la igualdad real de mujeres y hombres.
Queremos refundar nuestro país, construir un nuevo pacto social, igualitario, democrático,
participativo, incluyente, no discriminatorio, que valore la diversidad, que permita la libertad y
autonomía de los sujetos, junto con la justicia social y el respeto irrestricto a los derechos
humanos de todas y todos.
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