Título de la Ponencia: Y bisexuales… Asociación: COGAM Representante que defiende la ponencia: Esperanza Montero Esta es la frase que solemos emplear las personas bisexuales en alto, en Facebook, en discursos, ponencias, reuniones de cualquier tipo, cuando alguien se olvida de nosotr@s. Y lamentablemente es una coletilla que debemos seguir empleando en nuestro día a día. Por ello titula esta ponencia, porque tod@s habréis escuchado en boca de cualquiera de nosotr@s esta expresión. Los bisexuales pese a haber estado en el movimiento LGTB desde el comienzo (el primer orgullo que se celebró en Nueva York, lo organizó Brenda Howardt que era una activista bisexual), hemos estados altamente invisibilizados y asimilados en el movimiento homosexual y transexual, quizá porque no hemos sabido construir o comunicar efectivamente nuestro propio discurso. Parece que es hace muy poquito que nos hemos unido al movimiento, pero realmente hemos estado trabajando en el activismo LGTB muchas veces siendo identificad@s como gays y lesbianas. Bisexualidad, según el manifiesto de las Primeras Jornadas sobre Bisexualidad organizadas por Arcópoli y COGAM, es la potencialidad de sentir atracción romántica, afectiva y/o sexual por personas de más de un género y/o sexo, no necesariamente en el mismo momento, de la misma manera ni al mismo nivel. Isabel Portero señala que existe una: Potencialidad: capacidad INNATA para sentir atracción romántica, afectiva y/o sexual. Orientación: desarrollo de la potencialidad A LO LARGO DE LA VIDA. Identificación: la manera en que un@ se muestra ante los demás. Me pongo como ejemplo para que se comprenda. Soy bisexual, me identifiqué inicialmente como heterosexual, posteriormente como lesbiana y finalmente como bisexual. Existen numerosos ejemplos de personas bisexuales que se identifican socialmente como heterosexuales, de mujeres bisexuales que políticamente se identifican como lesbianas e incluso algunos ejemplos de personas que se identifican como bisexuales y no lo son. Identificarse con una orientación es un derecho individual en el que nadie debe interferir, forma parte de un proceso vital en el que se puede cambiar de opinión libremente. Nuestro trabajo no es poner etiquetas a nadie sino dar la información suficiente para que cada un@ conozca todas las orientaciones y nunca trate de vivir una vida al servicio de su identificación. Sino que la identificación, la etiqueta, refleje la realidad de lo que esa persona desee mostrar al mundo. Los problemas con los que lidiamos los grupos bisexuales son las falsas creencias asociadas a una orientación no heterosexual y que a tod@s les sonarán conocidos porque son mitos aplicables a las realidades no heterosexuales: se dice que somos enferm@s, promiscu@s e infieles. Pero además de esto, por la ruptura con la norma binarista de la sociedad, se plantean otra serie de dificultades. Se mezclan conceptos que nada tienen que ver con una orientación, como el tipo de relaciones que podemos mantener (si somos monógam@s o no), el tipo de prácticas que realizamos (convencionales o no) o el grado de fidelidad hacia nuestras parejas. Todos estos aspectos dependen de las individualidades, no de la orientación afectivo/sexual de esas individualidades. Por ese mismo motivo, en el grupo de Bisexuales de COGAM hemos tomado la decisión política a corto plazo de no ligarnos bajo ningún concepto a actividades en las cuales se nos pueda relacionar con promiscuidad, con relaciones abiertas o de poliamoría o con prácticas sexuales no convencionales. Si alguna persona de nuestro grupo acude a esos eventos lo hace como persona individual y remarca siempre que estos conceptos no están vinculados a la bisexualidad, ya que no queremos colaborar a esa mezcla errónea entre orientaciones, prácticas sexuales y tipos de relación. Hemos escuchado en numerosos talleres con población LGTB que nosotr@s somos traidores a la homosexualidad. Que somos inmadur@s. Que la bisexualidad es un mero tránsito entre una orientación y otra. La realidad es que la bisexualidad es una orientación afectivo/sexual en sí misma, madura y con entidad propia. Que no depende de la circunstancia de con quién mantenemos hoy una relación o de quiénes estamos enamorados, sino de la capacidad que solamente cada un@ de nosotr@s conoce. Que no se cuantifica en porcentajes de mayor o menor bisexualidad, o en fórmulas matemáticas exactas. Por tanto, estratégicamente nos encontramos ante un problema de visibilidad, ocasionado además de por las dinámicas de opresión social, por un desconocimiento absoluto de qué es ser bisexual y qué implica. La mayor parte de la población no LGTB conoce qué es ser gay o lesbiana, ya menor parte qué es ser transexual y desde luego para muy poc@s les queda claro qué es ser bisexual tal y cómo lo hemos definido anteriormente. Muchas personas, incluso dentro nuestra comunidad, dudan de la existencia de la bisexualidad. Ello deriva muchas veces en endodiscriminación de l@s bisexuales dentro de la comunidad LGTB, en la cual podemos sufrir violencia, exclusión, asimilación, estigmatización o marginalización. Es muy difícil inferir la orientación bisexual de alguien. Si algun@ de nosotr@s ve a una mujer besando a otra mujer por la calle asume automáticamente que es lesbiana. Sólo podría identificarla como bisexual si conociese la historia romántica, afectiva y/o sexual de dicha persona (pudiese conocer sus emociones, sus fantasías, sus deseos, sus prácticas) o si ella se identificase como bisexual de alguna manera. Por tanto, las personas bisexuales solo somos visibles cuando nos identificamos como tales. Carecemos de una subcultura propia y de referentes. Tanto gays como lesbianas poseen múltiples subculturas, grupos, libros, revistas, películas… Nosotr@s no. Incluso se adoptan referentes que podrían ser bisexuales como referentes gays o lésbicos por la misma razón que he nombrado antes, cuando algún personaje muestra atracción hacia personas de su mismo sexo se acaba convirtiendo en referente homosexual obviando la bisexualidad como una orientación válida. La falta de visibilidad, de referentes y la presión social ha obligado a elegir en muchas ocasiones a personas bisexuales entre la heterosexualidad y la homosexualidad. Niega tanto nuestra realidad la presión heteronormativa de la sociedad como la presión homonormativa que ha permanecido durante muchos años en la comunidad LGT. Os pongo ejemplos de nuestros problemas de visibilidad y de generación de referentes de la población bisexual: La comunidad LGTB ha logrado el derecho al matrimonio, que públicamente se ha convertido en matrimonio homosexual. El matrimonio entre personas del mismo sexo no necesariamente implica que los contrayentes sean homosexuales. Si empleamos la palabra homosexual asociada a matrimonio obviamos algunas realidades. Son numerosos los ejemplos de vídeos denominados como lésbicos o gays simplemente porque muestran a dos personas del mismo sexo en una relación afectivo/sexual. O de las campañas, incluso proLGT, en la que se obvia la realidad bisexual. Por ejemplo, la caravana de palomos cojos que enviaba un conocido programa de televisión con el lema de “caravana homosexual”. Yo también soy una paloma coja pero no estoy incluida en esa caravana. Es labor de tod@s visibilizar todas las realidades y velar por la inclusión de todas las letras. No es una cuestión de corrección política, sino una muestra de respeto hacia las siglas LGTB. El 17 de mayo es conocido como día de la homofobia, bifobia y transfobia, pero en múltiples ocasiones en nuestra comunicación externa entendemos que la bifobia está comprendida en la homofobia y no es cierto. La bifobia, según Eliason, es el miedo, la discriminación o el odio hacia personas bisexuales. Es un concepto diferente al de homofobia, puesto que incluye estereotipos diferentes y hay personas no homófonas pero sí bífobas. La bifobia se expresa consciente o inconscientemente omitiendo la existencia de la bisexualidad, identificándola con conductas que no tienen nada que ver con nosotr@s y dudando de la madurez afectivo/sexual de las personas bisexuales. Si confundimos homofobia con bifobia, o si incluimos bifobia como parte de la homofobia, estamos invisibilizando problemas específicos de l@s bisexuales. Tanto la homofobia, la heterofobia, como la bifobia nos afectan a las personas bisexuales. Por ejemplo, si beso a una mujer en público puedo ser victima de homofobia, si beso a un hombre en un bar de ambiente, de heterofobia, si me niegan mi identidad como persona bisexual soy víctima de bifobia. Homofobia y bifobia son fobias de índole estructural mientras que la heterofobia pasa en situaciones muy puntuales. Es importante que cuando se añada la B en organizaciones LGTB, se haga también con una campaña de acercamiento y sensibilización a nuestra realidad, que se cambie la estructura de dichas organizaciones adaptándola a un nuevo grupo, que siempre ha estado ahí, pero sin voz propia, y que permita a tod@s las componentes de la organización entender la realidad afectivo sexual de las personas bisexuales, nuestra subjetividad y como nos afecta específicamente la opresión estructural que emana de la sociedad Todos estos ejemplos, sumados a muchos otros que involuntariamente prestan muchas asociaciones, la prensa, ponentes en conferencias LGTB, discursos de políticos, perpetúan un problema muy importante para nosotr@s. Si no se nos nombra, no existimos en el discurso político. Si no se nos suma al discurso, no somos una letra con la misma entidad que las demás. Si no se habla de que estuvimos ahí, no generamos referentes para nadie y en cambio desmotivamos a muchos activistas que sí estuvieron allí y que se sienten ninguneados cada vez que se les olvida, aunque sea de manera involuntaria. Si asumimos que la realidad de parejas del mismo sexo es exclusivamente gay o lésbica estamos desplazando orientaciones que existen, que pertenecen a nuestra lucha como activistas y ante las cuales tenemos una responsabilidad. También hay bisexuales en relaciones con personas heterosexuales, y estas personas como personas bisexuales tienen el mismo derecho a participar en nuestra familia LGTB, si así lo desean. Si queremos permanecer juntas, las cuatro, cinco o el número de letras que seamos en un futuro tenemos que prestar especial cuidado a las realidades más vulnerables. Hoy es la B, mañana puede ser la Q, la I, pero formamos parte de una misma familia activista, con los mismos fines, pero para alcanzarlos tenemos que ser capaces de entender la realidad y los problemas específicos de tod@s nosotr@s. Mark Twain decía “La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta, es la misma que entre el rayo y la luciérnaga”. Usemos las palabras adecuadas que nos sirvan a tod@s sin obviar realidades, no confundamos rayos con luciérnagas. Estamos en el mismo barco y sólo junt@s lograremos alcanzar nuestros objetivos.