(Traducción no oficial) S.Ex. Mons. Peter STASIUK C.Ss.R

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NUEVAS REALIDADES – NUEVA EVANGELIZACIÓN
(Traducción no oficial)
S.Ex. Mons. Peter STASIUK C.Ss.R.
Promotor Episcopal del Apostolado del Mar en Australia
No hay duda de que en la última década el mundo marítimo ha cambiado mucho.
Los barcos son más grandes, las tripulaciones cada vez menos numerosas, la
situación económica más difícil, las escalas más breves, los actos de piratería han
originado importantes problemas, los miembros de las tripulaciones pertenecen a
etnias diversas, han aparecido mejores medios de comunicación, etc.
Escalas de los marineros en puerto
Parece que los marineros tengan cada vez menos posibilidades de bajar a tierra
durante las escalas en puerto. Esto supone una implicación importante para nuestros
centros Stella Maris y para nuestros capellanes. Los servicios que estos centros estaba
acostumbrados a ofrecer ya no pueden ofrecerse a los marítimos del modo que se
debería. Por lo tanto, quienes visitan los barcos, y, en particular, los capellanes a
bordo y en los puertos, son más importantes que nunca.
Esto crea un problema para la diócesis dado el número cada vez más escaso de
sacerdotes y religiosas que pueden ser dedicados al trabajo en el puerto. Aunque si
los laicos desarrollan un servicio heroico, hay que tener en cuenta la administración
de los sacramentos y la evangelización, que son dos de las principales razones en el
origen de la presencia de la Iglesia en el puerto.
Aunque si el papel del sacerdote es el de administrar los sacramentos, los que
visitan el barco también tienen la responsabilidad de ofrecer una atención pastoral.
Estos dos servicios van de la mano, de modo que el uno no puede existir sin la otra.
La evangelización nos llama a ser el rostro de Cristo para todos los marineros y los
trabajadores portuarios. Por lo tanto, los visitadores de las naves necesitan de un
director espiritual para alcanzar estos objetivos.
Personalmente, creo que el capellán debe ocupar un lugar más importante en los
esfuerzos de nuestro Apostolado del Mar. Pensemos que, de hecho, alrededor del
50% de los marineros que están a bordo de una nave en un momento dado, no bajan
a tierra cuando el barco está en puerto.
Países de origen
Examinemos ahora el mundo marítimo desde el punto de vista de las nuevas
realidades de los países de origen de los marinos. No sé el número exacto de
marineros presentes en este momento preciso, pero creo que serán alrededor de un
millón y medio. El mayor número todavía proviene de Filipinas, pero la nueva
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realidad está representada por cerca de 200.000 marineros provenientes de Rusia y
Ucrania, que, por sí misma, proporciona más de 80.000. Estadísticas recientes indican
que los marineros católicos y ortodoxos representan alrededor del 60% de todos los
marinos. Estas cifras nos llevan a revisar nuestra forma de considerar el Apostolado
del Mar.
Marineros provenientes de Europa del Este
En Odessa, y en otras buenas escuelas de Ucrania, cada año más de 8.000 cadetes
estudian en la academia para convertirse en marineros y más de 1.000 se gradúan
cada año. Es por esta razón por la que hay tantos oficiales ucranianos en las naves.
Esto tiene enormes implicaciones para la Iglesia, que debe estudiar y analizar la
cultura, la fe y la sociedad de Europa del Este. Por supuesto, cada grupo étnico es
diferente, pero para comprender plenamente la mentalidad de Europa del Este hay
que estudiarla.
La primera impresión evidente es que el cristianismo de rito oriental es diferente
de la Iglesia (latina) occidental. El calendario eclesial es diferente, la comida es
distinta, e incluso el modo en el que consideran la nave es diverso. Para algunos
marineros, la nave es únicamente un lugar de trabajo, mientras que una mentalidad
eslava la considera también como un hogar. De hecho, cuando te subes a bordo,
visitas a los marineros en su domicilio temporal. Debemos aplicar las mismas normas
de visita que aplicarías visitándolos en su lugar de residencia en el país de origen.
Podemos responder a las necesidades religiosas sólo si entendemos los hechos.
Los europeos del este son un pueblo conservador en el ámbito religioso. Les encanta
ver a sus sacerdotes con vestiduras sacerdotales (con sotana) y, por supuesto, que se
presentan como miembros del clero. Ya que los europeos del este tienen la costumbre
de rezar ante los iconos, es muy importante llevarlos a una iglesia de rito oriental,
donde hayan iconos e iconostasio y un lugar para poder encender una vela y
encontrar tiempo para una oración en silencio. Los centros que cuentan con
autobuses para acompañar a los marineros, les harían un gran favor si pudiesen
organizar, de vez en cuando, una visita a una iglesia de rito oriental.
Las Iglesias católicas de rito oriental en el mundo deben empezar a considerar su
responsabilidad de enviar capellanes a los centros Stella Maris con el fin de satisfacer
las necesidades espirituales de los marineros provenientes de sus países de origen.
Nuevas prerrogativas para el personal de los centros Stella Maris
Por supuesto, puede ocurrir que no haya una Iglesia católica de rito oriental cerca
de cada puerto, pero probablemente habrá católicos de este rito (ucranianos). En mi
opinión sería oportuno que cada Stella Maris busque voluntarios que puedan visitar a
los marineros, hablar con ellos en su idioma y organizar eventos religiosos y
culturales, sobre todo con motivo de las fiestas más importantes del año litúrgico. En
los centros debe haber periódicos y otros materiales para satisfacer sus necesidades.
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Todos los marineros sienten nostalgia por su país y cualquier cosa que pueda hacer
que se sientan como en casa es un elemento importante en la obra de evangelización.
Todos los centros deben tener capellanes y voluntarios que reflejen la composición
étnica de los marineros que llegan a puerto. Sería bueno encontrar filipinos, rusos,
ucranianos, indios, chinos de lugar y voluntarios de los diversos grupos étnicos que
componen la población marítima mundial.
La Iglesia católica es una Iglesia universal. Los numerosos grupos étnicos
representan lo que nosotros somos como comunidad cristiana y es nuestra
responsabilidad representar nuestra familia eclesial en toda su diversidad.
Espiritualidad de nuestra visita a bordo
En la vida de todo marinero hay un elemento de la superstición y magia. Incluso
aquellos que dicen no ser creyentes, rezan cuando el buque está presa de la tormenta
y de los fuertes vientos.
El conocimiento de Dios y la oración son elementos necesarios de nuestra
presencia a bordo. Esto no significa que tenemos ofrecer nuestro mensaje
directamente. Una de las cualidades más importantes de un capellán no es lo que
dice, sino la manera en que testimonia quien es. Los capellanes deben observar,
escuchar, conocer y rezar. Los marineros se abren a las personas en quien confían.
Por esta razón, los capellanes y voluntarios veteranos son importantes, ya que los
marineros aprenden a conocerlos, a confiar en ellos y a amarlos. Ellos se convierten
así en testigos más eficaces.
Mezcla étnica en las naves
Uno de los principales problemas actuales es la tendencia de algunos armadores a
mezclar grupos étnicos en los buques, con el fin de crear una tensión natural a bordo.
Cuando el trabajo y las ganancias son las principales razones por las que se contrata
una tripulación, crear un eventual ambiente familiar entre el personal no es
ciertamente una prioridad importante para los armadores. Un visitador de barcos
necesita una formación adecuada con el fin de suavizar situaciones difíciles.
Debemos reconocer siempre la importancia de un visitador que posea la formación y
la experiencia necesarias para ofrecer consejos. A veces, la Iglesia tiene la
responsabilidad de identificar posibles prácticas contrarias a los derechos humanos
fundamentales y por lo tanto ayudar a resolver estos problemas.
Los marineros ejercen una de las profesiones más peligrosas del mundo. Son
trabajadores móviles y son muy vulnerables a abusos, explotación, maltratos e
injusticias. Los visitadores de la nave deben saber cómo ayudarles en cada situación.
Hay organizaciones que pueden y deben ayudar cuando estos casos son
identificados y comunicados. Los capellanes no deben, sin embargo, considerarse
agentes de policía, pero al mismo tiempo no pueden dejar que estos incidentes pasan
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desapercibidos. Deben ser adoptados y acompañados procedimientos apropiados
con el fin de mejorar la vida de todos los que trabajan en el mar.
Piratería
Es un problema nuevo y muy importante. Todos conocemos el problema de los
piratas somalíes, pero el Golfo de Guinea, en el otro lado de África, se está
convirtiendo en una nueva “zona caliente”. Se registran cientos de ataques cada año
y, en la actualidad, probablemente cientos de marineros están apresados. Los
marineros abandonados son con frecuencia objeto de tratos crueles, inhumanos y
humillantes. Sería inaceptable que en la actualidad estos actos se perpetraran sin que
la Iglesia hiciera oír su voz en protesta y utilizase sus medios diplomáticos para
aliviar este sufrimiento.
No sólo la nave sino también el mismo puerto
Nuestros esfuerzos evangelizadores debe tener en cuenta también el mismo
puerto y no sólo los marineros. Muy a menudo, la única ocasión que tienen los
trabajadores portuarios de conocer a alguien de la Iglesia es en el lugar de trabajo.
Están los guardias de seguridad, los operadores de grúas, los camioneros, el personal
portuario y todas las demás personas que allí trabajan. Un sacerdote con sotana no
puede y no conseguirá hablar con todos, pero su presencia visible es ya un
testimonio en sí mismo. También el puerto es un lugar de trabajo peligroso. Por ello,
la presencia visible de Dios en el puerto puede tranquilizar a muchas personas, pues
ven la presencia de Cristo entre ellos
El reto para nuestra Iglesia es asegurar que un sacerdote esté asignado al trabajo
con los marineros y con los trabajadores portuarios, bien porque eso forme parte de
su comunidad parroquial, bien porque su única responsabilidad sea la pastoral de la
gente de mar.
Conclusión
Es evidente que el papel del capellán a bordo o de puerto es una tarea muy difícil
en un mundo que evoluciona rápidamente. Nadie puede desempeñar este trabajo sin
tener una base espiritual sólida a través de la oración y los sacramentos. Nuestros
colaboradores deben ser personas centradas en Cristo que den testimonio de lo que
hay en su alma.
Al iniciar esta semana de trabajo en Roma, deseo que podamos llenarnos de una
renovada energía que nos permita de nuevo dedicarnos a llevar a Cristo a aquellos a
quienes servimos.
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