DE JUEGOS DE ARTIFICIO Y REALIDADES ABERRANTES Alberto J. Plá En esta ponencia queremos referirnos a algunos de los problemas que surgen de la literatura actual en el campo de las ciencias sociales, y que tienen que ver con cuestiones que se refieren en su conjunto a lo que podríamos señalar como: ¿qué es lo que está pasando en la sociedad contemporánea?. Bombardeada con palabras nuevas a cada momento, que sin base seria o con una solamente difusa, tratan de sustituir conceptos arraigados desde hace mucho y que han sido una conquista teórica y metodológica en su momento, aunque esta maniobra se hace sin asumir que así se lo esta haciendo. Reflexiones sobre el capitalismo como sistema y el capital como instrumento, por ejemplo, han sido dejados de lado y sustituídos por expresiones que hablan de globalizaciones o de mundializaciones y en donde surge como primera cuestión pensar si: ¿“otro mundo es posible“? La ideología de la dominación también usa esta expresión que en sí misma puede tener varios sentidos: ¿otro mundo? Aquí lo que se quiere dar a entender es que otro mundo es posible dentro del sistema capitalista; no como se interpretaba anteriormente, como otro mundo de características nocapitalistas, es decir del socialismo. Todo esto implica tomar posiciones fuertes y la llamada globalización y el predominio de las ideologías mass-mediáticas, a veces se contraponen con el concepto de mundialización. El capital transnacionalizado y la discusión del papel del Estado, en estas condiciones, no es ninguna novedad desde la época del imperialismo . Las implicancias para América Latina en el período actual son muy fuertes ya que, si la Modernidad (progreso- desarrollo rectilíneo- aceptación del orden vigente) como ideología de la burguesía triunfante desde el siglo XIX no puede pensar la economía ni la sociedad fuera del mercado, la Posmodernidad se desentiende de la Historia y para ellos discutir el futuro es inoperante. Pero la Modernidad pasó de ser una ideología de una burguesía pos-revolución industrial, a convertirse en la ideología del imperialismo. Y hago énfasis en que la menciono como “ideología” y no como otra cosa, por ejemplo, como metodología. Las trampas del lenguaje en el campo de las ciencias sociales se convierten en maniobras ideológicas. Y allí aparece la aberración de la mayoría de lo que se denomina ‘las izquierdas’ entrando en un juego de discusión que es un callejón sin salida. Hasta se inventa la existencia definida de una cierta centro-izquierda, que no es ni izquierda (como el ejemplo de la “tercera vía”) ni es tampoco centrista; sino que hasta aparece como la ejecutora de las políticas de ajuste neoliberal de la burguesía transnacional en aquellos países donde tiene el poder, o sea donde ganó elecciones (ostensiblemente países europeos cuyo ejemplo más aberrante es el laborismo inglés, pero también en países dependientes como algunos latinoamericanos). En relación a los Juegos de Artificio, me refiero al lenguaje, los mass-media, el mercado (anónimo pero que tiene nombres y apellidos), el dinero y el capital, el estado desregulador que regula, la mentira y el engaño usados sistemáticamente para suplantar a la verdad que se evidencia hasta en los números de las estadísticas y que es sólo una maniobra para sobrevivir transitoriamente, etc. En relación a las Realidades Aberrantes, me refiero a la manipulación de la Ciencia, de la Tecnología, a la saturación del Capital, a la desocupación inherente al sistema (aunque se la quiera presentar a veces como un “mal” novedoso) y que revierte en peligro para el mismo, a las contradicciones insolubles del capitalismo de cualquier forma que se lo llame, ya sea estado neoliberal o estado de bienestar, etc. Las reflexiones que siguen abarcan algunos de estos problemas. -1Empecemos refiriéndonos a la “globalización”. Se trata de una de esas palabras que necesitan toda una explicación, para saber de qué se está hablando. Señalemos algunas formas de entenderla que muestran lo aleatorio de su utilización. La “globalización puede ser entendida, por lo menos de las siguientes maneras : 1.- como sinónimo de mercado mundial; 2.- como transnacionalización del capital; 3.- como que las comunicaciones reemplazan a la producción; 4.- como que las finanzas reemplazan a la producción; 5.- como otra forma de decir “superimperialismo”; 6.- como otra forma de decir economía-mundo; 7.- como una nueva ideología que lo abarca todo; 8.- como una inevitable “cultura” de la cual no hay escapatoria; Y así podríamos seguir haciendo más extensa la enumeración. Pero cualquiera sea la manera de utilizar el término, y a pesar de ciertas teorizaciones que pretenden darle un contenido metodológico en sustitución de un marxismo al que dan por muerto (o podríamos generalizar diciendo de un socialismo al que dan muerto), lo primero que surge es que en ningún caso se piensa “por fuera” del sistema capitalista, sino como una modalidad de su funcionamiento ( ¡para eso ellos son pragmáticos! ). Entonces, las observaciones o críticas a algunas de esas modalidades o formas de funcionamiento, dejan intocables los elementos esenciales del Sistema Capitalista como una totalidad. El objetivo está así alcanzado y la discusión se descentró: no se trata de argumentar en favor o en contra del sistema del Capital, y menos aun en contraponer la contradicción Capital/ Trabajo como el elemento del que hay que partir. Hasta los pensadores burgueses de décadas anteriores se ubicaban en esta ultima contradicción para defender al Capital, pero ahora es un lugar común que se dé por supuesta la perennidad del sistema capitalista como tal. Fukuyama ya no es una excepción, sino el común del “pensamiento único”, que paradójicamente también se hace sentir en sectores de la denominada izquierda. ¡Por fin la Historia ha llegado a su culminación! El sistema capitalista llegó hace siglos y es para quedarse. Lo demás esta fuera de discusión. Negar la Historia es propio del pensamiento posmoderno, pero lo de “global” trasciende toda superficialidad. Y en la llamada izquierda, cualquier esfuerzo por encontrar una interpretación compatible con el sistema es la manera de manifestarse en la actualidad. Ya se trate del pensamiento “reformista” llevado a su máxima compatibilización con el régimen del Capital, o directamente aceptando el llamado “posibilismo”, sin ahorrarse los suculentos beneficios que ofrece el sistema a quienes así se comporten. Y para ser reiterativo, pero no al extremo, diré que el propio Marx (1) ya habló en su obra máxima, sobre el Capital como globalidad. Esto está desarrollado en función de la definición del Modo de Producción Capitalista. Allí Marx sostiene que el Capital es una totalidad, ya que combina no sólo el “desarrollo de las fuerzas productivas “ (es decir la ciencia aplicada o tecnología) sino también las “relaciones sociales de producción” (es decir a las clases sociales y en general al Trabajo). Gran diferencia con el uso que se hace de la palabra global en la actualidad. Lo global del Capital en Marx se entiende, porque no sólo incorpora las fuerzas productivas sino el Trabajo, como trabajo abstracto. Pero entonces estamos discutiendo al Capital, al Sistema, a sus contradicciones, y todas las consecuencias sociales y culturales que de allí se derivan. Dejar de lado este problema es el desvío que el sistema impone para no pensar al sistema mismo, sino a una coyuntura, cualquiera sea ésta. Mas aún, y si queremos enfocar el tema de otra manera, dice Marx en el “Manifiesto Comunista” (obviamente muy conocido, precisamente por su carácter general de manifiesto político): ”la necesidad de la comercialización cada vez más amplia de sus productos impulsó a la burguesía a recorrer todo el globo terráqueo.” ... ”Con la explotación del mercado mundial la burguesía les ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países.” ¿Acaso este concepto no es el mismo que el significado de la mundialización del capital? La única novedad que podríamos añadir actualmente es que las nuevas tecnologías han devorado a la vieja modernidad, y esto implica que las palabras ya no quieren decir lo mismo que antes, pues hoy la burguesía se considera más moderna todavía que en el pasado; cuando en realidad ha pasado a otra fase cultural expresada mejor por los posmodernos con su pensamiento anti-histórico. Desde finales del siglo XIX, a esa expansión mundial del Capital, que hasta entonces se concentró especialmente en inversiones en empréstitos, en comercio y en algunos transportes (en especial en el caso latinoamericano), se agregó el llamado “capital financiero”, es decir lo que se denominó “imperialismo”. Y esa mundialización, impuesta a la fuerza, ya sea de las armas o del manejo de las finanzas, hizo que la inversión se hiciera también masivamente en los aparatos productivos de los países dependientes. Es obvio que en un siglo hubo muchos matices y cambios en las modalidades, pero en esencia siguió predominando el imperialismo en la relación internacional; esto implicó la necesidad de que alguna potencia o pequeño grupo de potencias metropolitanas ejercieran la hegemonía. Discutir esa hegemonía es ya otro problema en sí mismo, aparte del que queremos enfatizar aquí. La mundialización actual es una especie de unificación impuesta por la fuerza de esas hegemonías, que se expresan en el capital transnacionalizado, de cualquier manera que se lo considere. Para dar un ejemplo, simplemente digamos que más del 80% de la renta bruta mundial es acaparada por menos del 20% de las clases dominantes, y también que de los cerca de 6500 millones de habitantes del planeta, más de la mitad están desocupados o hambrientos (en Argentina hay más de 12 millones por debajo del nivel de subsistencia). Mientras tanto, la especulación financiera diaria equivale a las reservas de todos los bancos centrales del mundo. Esto tiene un significado estructural inherente al sistema, o a su deformación que sustituye trabajo y producción por especulación. Pero la maniobra ideológica es que con la palabra multifacética de “mundialización”, se quieren sustituir o superar las antiguas nociones de imperialismo. Imperialismo que tiene su manera de comportarse, del desarrollo desigual y combinado, del crecimiento extensivo o intensivo, de la fuerza de trabajo diferenciada por regiones, y todo ello en función de una necesidad de recomposición del Capital, que implica más concentración y más centralización. Aparte de las consecuencias de las privatizaciones onerosas a precio de remate, la desregulación del capital con el mercado libre, la descolocación del aparato productivo, el llamado neo-liberalismo, y todo ello a pesar de que el resultado final sea que los capitales terminen siendo ociosos. En la actualidad existen cerca de 2 millones de millones de dolares repartidos entre los bancos (oficiales y privados) y en manos de los grupos dominantes (el Grupo de los 7 por ejemplo) que no tienen donde invertirse. Y esta es una contradicción básica del sistema como tal, ya que si no se invierten, quedan acumulados como dinero (financiero en este caso), pero no sirven para la reproducción del capital, excepto por la especulación financiera en sí misma. Y mientras tanto no hay capitales para invertir en los países dependientes o en empresas medianas o chicas, lo que sigue acelerando la crisis mundial, por el temor del capital que, como se afirmó hace mucho y desde un punto de vista general, es cobarde. O sea, busca especialmente ganancias “garantizadas” y no precisamente “de riesgo”. A ello habría que añadir lo fabuloso de los negociados, la corrupción y los robos en donde son cómplices los estados, las burguesías nacionales y los capitales transnacionales. -2La nueva fórmula mágica que se quiso imponer con el llamado ajuste neoliberal es que vamos hacia “un capitalismo sin trabajo más un capitalismo sin impuestos” (2). Esto es una contradicción básica, e imposible de cumplir en los límites del sistema del capital. Porque si bien el capitalismo destruye al trabajo (no hay más que verificar la desocupación y la subocupación en el mundo y la tendencia a su agravamiento), todo tiene un límite ya que del trabajo humano surge la extracción de plusvalía y sin ella no hay posibilidad de recomposición capitalista. La abolición del trabajo es una reivindicación socialista, basada en la alienación inherente a lo que se define como “trabajo”, ya sea en una sociedad esclavista o en una capitalista, y lo que implica su desaparición incluye también la desaparición de la relación Capital/Trabajo, esencial y fundacional del sistema históricamente considerado. En resumen, insisto, el problema central no es el de una nueva y supuesta globalización indefinida, sino el del tiempo de trabajo. La globalización (o mundialización, o transnacionalización del capital) es un problema cuantitativo, el del tiempo de trabajo es un problema cualitativo, derivado de la teoría del valor-trabajo. Y hace a la esencia de las relaciones humanas. Podría incluso decir que tiene que ver con la justicia y la injusticia sociales, si estas expresiones no fueran tan aleatorias. Como “globalización“ y “modernidad” se corresponden en el juego de palabras que el lenguaje generaliza para cualquier uso y abuso, entonces viene a cuento citar a Philippe Aries cuando sostiene que “la Modernidad puede y debe ser olvidada “ en beneficio de un enfoque que “ privilegie a la vez el cambio y la diferencia“(3). La palabra globalización ha dado lugar a inventar nuevas palabras que de una u otra manera configuran el panorama de lo ridículo: por ejemplo hablar de los “globalifóbicos” para referirse a quienes no creen en la globalización, o “globaloney” para hacer referencia a una especie de “tontería global”, y así sucesivamente. Lo global da para todo, incluso para el ridículo, aunque en el fondo sigue conectado a lo que entendemos por imperialismo, mundialización del capital o transcapitalización . Honestamente preferimos seguir utilizando un lenguaje que signifique mejor precisión conceptual. Asimismo, es evidente que la llamada globalización produce un efecto complementario con el aumento de lo local, o sea lo marginal, y que mantiene características tradicionales en los barrios, pueblos, etc., que incluso se manifiestan en una reanimación del trabajo artesanal por compensación a la desocupación. Ello ha dado lugar a inventar otra palabra: “glocal”, que sería la combinación de lo global y de lo local. La glocalización respondería a las consecuencias de los procesos de “segregación, separación y marginación social progresiva“(4). O sea que lo que “aparece como globalización para algunos, es localización para otros”. Pero, esto no deja de ser una actitud para soslayar lo fundamental, que da “por supuesta” la globalización misma. Y por fin, la mundialización está ligada a la democracia (aun a la democracia formal). Esto implica otro debate sobre esta mundialización a la que le es indiferente el régimen político existente en un país. En Argentina lo que empezó en la dictadura militar con Martínez de Hoz, siguió como proyecto y plan económico-político con los gobiernos democráticos posteriores. El plan de ajuste es el plan del capital mundializado y se impone por sobre las superestructuras de todo orden: políticas, culturales, ideológicas. Así fue con el imperialismo y así es con la mundialización o como se la quiera designar. Y las consecuencias van en varias direcciones, pues lo particular y lo universal están presentes en todo pensamiento, aunque no se los mencione taxativamente. Toda situación es particular (coyuntural), y allí hay que apoyarse para transformar la debilidad en fuerza. Pero no hay, o no es completo, un verdadero pensamiento sin la presencia de lo universal que es en definitiva pasar de lo particular a lo general. La modernidad así lo entendió y lo ha usado de diversas formas. Los socialistas, alternativos al sistema del capital, hacen lo mismo, solamente que en la dirección contraria. Si la mundialización es una especie de “unificación” impuesta, la respuesta no puede ser otra que la tradicional concepción internacionalista, acervo indiscutible de los socialismos alternativos. Toda esta situación de crisis constante del sistema, modifica la relación espacio-tiempo, que se desajusta y facilita la manipulación, aunque también puede profundizar su propia crisis. Por eso dice Bauman: “... con la implosión del tiempo de las comunicaciones y la reducción del instante a magnitud cero...“ los indicadores de espacio y tiempo pierden importancia. Así, cuando las distancias pierden su significado (con la supuesta aldea global), lo mismo sucede con las localidades (es decir con lo local). Y el fenómeno es más complejo que lo que puede reflejar una simple estadística sobre deudas, inversiones o desocupación. Aunque aquella realidad más amplia está basada en estas otras realidades tangibles. Basarse en la tecnología para defender la globalización, muestra ya la debilidad de un pensamiento que pretende ser, no sólo universal sino tener inmortalidad. La tecnología, lo mismo que el saber, van perdiendo su valor en la medida que se generalizan y se llega entonces a un punto de saturación. Esta es una tendencia general que se va cumpliendo inexorablemente. Dentro de una cierta tecnología llega un momento en que casi no se puede seguir avanzando, y entonces se necesitan nuevas técnicas que la suplanten. El mundo de hoy es un mosaico que muestra esta realidad a cada momento. En cuanto al saber, el desarrollo no es ni puede ser rectilíneo e infinito, sino que avanza tanto lentamente como a saltos, pero llega un momento en que es necesario ubicarse en otro punto de vista. Las contradicciones actuales del capitalismo nos obligan a ubicarnos en ese otro punto de vista, y hasta ahora no hay otra alternativa que el socialismo. Y esto es así porque si el capital es signo de ”progreso” frente a lo que se denomina “atraso”, siempre se justificará cualquier genocidio. Ejemplos sobran en la historia contemporánea. -3Veamos como se mide la mundialización o la transnacionalización, según se prefiera usar un término u otro. Según la ONU (para el Comercio y el Desarrollo) se hace según tres items: - comparando los activos en el extranjero con los activos totales de la empresa; - comparando las ventas en el exterior con las ventas totales de la empresa; - comparando la relación en el empleo de la empresa en el ámbito local con el empleo en el exterior. Asi, afirman, la ponderación de esos índices da el grado de “transnacionalidad”. Pero el problema es que las empresas multinacionales se caracterizan por sus inversiones fuera de su país de origen. Empresas como Ford o General Motors dividen sus inversiones casi por mitades, y la empresa que tendría el mayor índice de transnacionalidad sería Nestlé. Empresa con sede en Suiza y que tiene en el extranjero: el 87 % de sus activos, el 98 % de sus ventas, y el 97 % de sus trabajadores. Esta transnacionalidad nos dice poco ademas de lo que generalmente podemos imaginar como proceso de mundialización de una manera conceptual. Y si lo mencionamos es para relativizar las informaciones estadísticas o numéricas que a veces encubren otras situaciones, especialmente situaciones sociales por cuanto lo que nos interesa es el ser humano. La pregunta es cómo viven y qué grado de desarrollo tienen esos trabajadores de los países en donde están invertidos los capitales. Por ejemplo, cuál es el nivel de vida (no simplemente el monto del salario) de los trabajadores de Taiwan, de Thailandia o de Tanzania o de tantos otros países del llamado “tercer mundo”. Los beneficios marginales de los capitales allí invertidos son denigrantes y el índice de explotación elevadísimo, por no mencionar a los trabajadores cautivos (en condiciones de verdadera esclavitud o de servidumbre, según los casos), por no mencionar en trabajo de los niños, ya que en ese tercer mundo de cada cinco niños hay dos o tres que trabajan, pero por cierto no con los salarios de los mayores. En América Latina el 58% de los niños menores de 5 años y el 57% de los de 6 a 12 años, son pobres. Más aun, 17 millones de niños menores de 14 años trabajan , y sólo 1 de cada 3 va a la escuela secundaria. Y ese es el capitalismo de hoy. El de las altas y sofisticadas tecnologías, el que maneja miles o millones de millones de dólaresa nivel mundial, mientras casi las dos terceras partes de la humanidad está sumida en la desocupación o por debajo del nivel de subsistencia, según la UNESCO. Mientras tanto nos encontramos que en China, hace ya más de dos años que el Congreso del Partido Comunista aceptó la existencia de la propiedad privada (que ya era, por otra parte, un hecho) y este año 2001, otro Congreso acaba de aprobar la aceptación de la afiliación al partido de los empresarios capitalistas. Todo un ejemplo de la manera en que cambian los tiempos, aunque las palabras se mantengan y sigan hablando (hablando solamente...) de socialismo o de comunismo. Allí las empresas privadas (de capitales extranjeros) ya ocupaban hace un par de años más de 32 millones de personas y la cantidad de empresas privadas asciende a la cifra de 10 millones. Mientras tanto, y para completar el cuadro de lo que significa “trabajar” en algunos casos, quisiera mencionar la situación en Bolivia, y especialmente en relación al trabajo de las mujeres. De los más de 8 millones de habitantes de Bolivia , el 10% viven de la minería que representa el 40% de las exportaciones. Pero los trabajadores están como en la época de la colonia. Veamos: 1.- trabajan en turnos de 24 horas en galerías oscuras y húmedas, 2.- la temperatura allí llega a los 35° centigrados, 3.- más de 5000 mujeres parten rocas en las zonas de minas y muchas lo hacen con sus hijos (las mujeres no pueden entrar en los socavones por la creencia del Tío, que es un espíritu protector de la mina que se enojará si entra una mujer), 4.- los miembros de una Cooperativa minera ganan entre 150 y 200 pesos bolivianos (26 a 35 dolares) por 6 dias de trabajo por semana. Atraso cultivado por los dueños de las minas y el estado boliviano, que así justifican las medidas represivas, y por otra parte bajan las estadísticas de desocupados. Esta explotación ha sido ya tradicional y no hubo gobierno que se dedicara a ponerle fin, ni siquiera aquellos de los nacionalistas en los años cincuenta. A esto habría que añadir la represión como sistema, y nada más elocuente que la tendencia que lleva a que el modelo del panóptico que denuncia Foucault sea un arma eficiente. Ese modelo que implica el aislamiento y la segregación del ser humano, no es que se aplique en los países dependientes. Por supuesto hay acercamientos a esta situación, pero las tecnologías de avanzada permiten que se encuentre en las metrópolis como Estados Unidos. En este modelo de represión, los presos son encerrados y mantenidos sin contacto con el exterior de ninguna naturaleza. Bauman cita el ejemplo de la cárcel de Pelican Bay en Los Angeles, totalmente automatizada, con celdas sin ventanas y carceleros que no están a la vista, y dice que es tal su aislamiento “que si no fuera porque comen y defecan uno confundiría sus celdas con ataúdes”. Por el otro lado el carcelero también sufre ese aislamiento mientras está de guardia: “encerrados en garitas de control de vidrio, y que se comunican con los presos por medio de parlantes”. Este es el mundo que construye el capitalismo, ya que como se dice “para muestra basta un botón”. Y aquí hay varios que golpean la conciencia, aun de aquellos que pueden ser considerados moderados. -4La crisis produce malestar individual y social, y la modernidad agotó sus respuestas con la manipulación de la tecnología, del mercado y de la democracia. Una democracia que se define simplemente por la existencia de la formalidad electoral y que en realidad en todos sus otros aspectos, se puede decir que no existe una verdadera democracia tal cual ha sido definida; sino que la democracia realmente existente es lo mismo que un socialismo verdaderamente socialista, es decir “verdaderamente existente, real”. Ninguna de las dos ha tenido realidad real, sino manifestaciones que se refieren fundamentalmente a la ideología, pero no a la realidad. Entonces el posmodernismo termina de completar la obra cultural: ¡Braudillard sosteniendo que en la relación hombre-máquina, las máquinas ya han ganado la partida! Ya no se trata de superar al modernismo tradicional, sino de suplantarlo. De esta manera el posmodernismo pulveriza el espacio público y la participación, y el compromiso se traduce en metáforas que muy pocos entienden (es el lenguaje para los iniciados en el nuevo lenguaje). Ya Georges Balandier escribió : “... el mal de la democracia es la anestesia catódica que embrutece a la opinión pública”. La interacción mediática comunicacional arrincona al ser humano al reducirlo al espacio del los “medios” masivos (TV, Internet, etc.) y al fomentar el desinterés por lo público. Si esta es una tendencia, su culminación es un imposible. Pero de esta manera, la primera maniobra es la desinformación de lo sustancial, sustituído por lo trivial. Lo peregrino de este objetivo se muestra en que la realidad real se impone para su conocimiento (manifestaciones desde Seattle a Génova, movilización de millones de personas que cuestionan al sistema en todo el mundo, etc.). Pero ya no se trata de hacer simplemente un diagnóstico. Hay realidades que muestran el nuevo mundo en que estamos viviendo, con sus aberraciones e hipocresías por parte de las clases dominantes. Por ejemplo: - China desaceleró su crecimiento que durante diez años fue del 10% anual, y ello está directamente asociado a lo ya mencionado en cuanto a la introducción de la empresa privada, de manera masiva en ese país. - En Moscú ahora hay Bolsa de Valores, y en sólo dos meses del año 2000, perdió el 40% de su valor y la tasa de interés trepó hasta el 28 %. - En Rusia las mafias (el crimen organizado) controlan directamente el 40% de la economía. Hay unas 1300 organizaciones criminales que controlan 48.000 empresas comerciales, 1500 empresas de otros tipos y 800 bancos. - Los beneficios del comercio de la droga son de unos 500.000 millones de dólares al año, y la mitad de este negocio se hace en los Estados Unidos. Una Comisión del Congreso de ese país, concluyó que más del 90% de las sustancias químicas utilizadas para hacer droga (crack o cocaína) provenía de los Estados Unidos. No obstante, la DEA y el gobierno norteamericano llevan adelante una campaña “intervencionista“ como el Plan Colombia; o su presencia en Bolivia, que lo único que hace es justificar su ocupación militar. Más aún, allí donde interviene la DEA, aumenta la producción de la droga (todo sea en beneficio del mercado aunque ese mercado sea el propio estadounidense, en primer lugar). - Los capitales que se mueven son fabulosos: a) Exxon compró a Mobil de los Estados Unidos y pagó 81.000 millones de dolares (tiene así el 26% del mercado de naftas de ese país). En el mundo estas compañías tienen inversiones por 280.000 millones de dolares. Otro ejemplo: una sóla consultoría internacional, la Arthur Andersen, tuvo en 1999 un ingreso de 16,3 mil millones de dolares, de los cuales 7,3 mil millones de dolares fueron de América Latina. Y a todo ello va unido el despido de cientos de miles de trabajadores de esas compañías. -El Banco Société Géneral de Francia en un año (1997) ganó como utilidades netas 1.000 millones de dolares. -En Estados Unidos la diferencia de ingresos de un obrero a un empresario fue en 1980 en la relación de 1 a 42 veces, pero en 1999 pasó de 1 a 149 veces. - En el FMI hay 182 países, pero deciden 5 que tienen el 45% de los votos (Estados Unidos, ella sóla tiene el 17% de los votos) y 23 países africanos tienen el 1 % de los votos. -Igual relación existe en el Banco Mundial. - La OMC funciona en secreto y las resoluciones se toman por “consenso”, donde la hegemonía prima. Y pasanado a la Argetina, sólo para decir que no es una excepción: - Las AFJP se quedan con el 34 % de los aportes jubilatorios, a modo de intereses. - Las principales cien (100) compañías juntas ganaron 3.700 millones de dólares en 1997; pero de ellas las diez (10) más importantes absorvieron casi 3.300 millones de dólares, aumentando sus ganancias que en 1996 fueron “solamente” de 2.600 millones de dólares. La pregunta es simple: ¿todo esto significa que estamos globalizados?, como se afirma livianamente. O se trata del mismo funcionamiento imperialista, solo que a un nivel cuantitativo super elevado, al máximo de la resistencia de los pueblos. Aquí se podría decir aquello de que quien siembra lluvias terminará por recoger tempestades. Ya los nubarrones están en el horizonte. Hacer es siempre rehacer o deshacer, y las tareas pendientes pareciera que se acercan a un salto cualitativo, donde se ponen en entredicho no solamente algunas políticas, sino que al analizar sus orígenes, es el sistema el que es cuestionado. Entonces se mezclan las manifestaciones de protestas por problemas concretos con reivindicaciones estructurales más profundas, o sea anticapitalistas. El ejemplo de las movilizaciones contra la OMC, el G-7 y el imperialismo (de Seattlle a Génova) lo muestra claramente. -5Y ahora queremos mencionar críticamente, aunque de manera muy sintética algunos temas de moda: qué está pasando con el Estado (Estado-Nación); el planteo alternativo del Imperio ligado a la cuestión del imperialismo; el sobre-estado y la supuesta superación del marxismo de Marx (Toni Negri planteando la necesidad de “reinventar al marxismo” (5)). Haremos pocas referencias, tanto como para señalar el problema. Ya se ha planteado varias veces en los últimos años, lo que afirma Inmmanuel Wallerstein uniendo dos conceptos que son complementarios. Por un lado, su afirmación más general de que “el mundo moderno está llegando a una situación de crisis sistémica, si es que ya no lo está” (6). Segundo planteo: “El desorden social llega a ser normal en las zonas centrales...¿Hacia dónde saldremos? Porque del caos viene el nuevo orden”. Es evidente que el “caos”, o lo que se ha denominado la “entropía“ del sistema, es congénita al mismo. Esa entropía es un desorden que podríamos decir que es lo normal del sistema: él mismo nunca consigue la armonía y la estabilidad y ello es congénito al sistema. No obstante, afirmar que ahora se está llegando a una crisis novedosa de tipo sistémica, ya apunta a lo que venimos sosteniendo, y nos sirve como un punto de partida común en el campo de las ciencias sociales. La segunda alusión viene a colación del planteo de Omahe sobre el estado-nación. Dice: “los estados-nación ya no tienen que desempeñar el papel de creadores del mercado”, con lo que nos está diciendo que esos estados-nación han perdido su razón de ser. En efecto, “en términos de economía mundial los estados-nación han pasado a ser poco mas que figurantes” (7). Esto se refiere a algo que ya es común en el pensamiento social y económico contemporáneo: la economía no tiene fronteras en la actualidad, con la transnacionalización del capital . Y dice más Omahe, para reforzar sus conclusiones en el sentido de que las estadísticas oficiales son poco fiables, “las cifras son simplemente inexactas“. Con lo que tiene razón nuevamente, pero son casi de las únicas que disponemos y hay que utilizarlas críticamente. Pero todo esto nos está llevando a plantearnos cuáles son las alternativas que surgen de este “fin del sistema”. Y las alternativas (tomadas de diversos autores) nos llevan resumidamente a tres opciones: 1) la autodestrucción del sistema, que es progresiva y se cumple de acuerdo a la lógica de las contradicciones del capital; 2) estallido brutal, por la explosión de la burbuja financiera, o por la rebelión social generalizada; 3) recomposición del sistema por falta de revolución social, a un costo social también brutal. La otra alternativa y que es complementaria de esta última es, por ejemplo, que el capital decida extenderse a continentes como Africa, con la idea de convertirlo en una nueva América Latina, ya incontrolable desde varios puntos de vista (crisis constantes, nivel de desarrollo del capitalismo por zonas que hacen bajar la tasa de ganancia, inestabilidad acentuada, posible descontrol de la entropía “normal”, saturación de las contradicciones, etc.). Y con respecto al Estado (que se cruza con lo que estamos planteando), recordemos la posición de Jacques Bidet que habla de un “sobre-estado”, se trataría de algo inédito y si bien nos dice que aparece en una forma “infinitesimal”, ese SOBRE-ESTADO sería ni más ni menos que las Naciones Unidas (la ONU). Si bien menciona las características generales del funcionamiento del sistema a nivel mundial (transnacionalización, formas extremas de desocupación y explotación, etc.). Transcribamos lo esencial referido a este concepto: “El ‘sobre-estado’ no es ni un ‘super’ ni un ‘supra’. En su esencia emerge con la guerra del Golfo contra Irak y se inicia con el ultimátum de Naciones Unidas, no sustituye a los ya existentes.“ (8). Y afirma: “... consiste en que la ONU se arrogó una vez el privilegio último por el cual se define al estado: el monopolio de la violencia legítima”. La agresión a Yugoslavia podría abonar su tesis, pero el autor se olvida de la anterior guerra de Corea y más peligrosamente se olvida que esas Naciones Unidas, son las fuerzas unidas del Capital, y que quién ejerce la hegemonía, manipula sus decisiones. Estados Unidos fue siempre el factotum detrás de las decisiones más importantes (desde el punto de vista de la violencia ejercida) que condicionaba la acción de esas Naciones Unidas. Y esto no fue ni más ni menos que actuar en representación del imperialismo. El no mencionar al imperialismo, se condice con las esperanzas puestas en esta organización, ya que de manera inocente o superficial habla de “transformar a la ONU”; que por lo que sabemos de Bidet defiende la alternativa comunista, aunque las reflexiones mencionadas vienen a mostrar adecuadamente algunas contradicciones, así como algunos de los problemas planteados a posteriori por otros marxistas. La ONU es la representación de los Estados y esos Estados son capitalistas, y no se le puede pedir acciones contrarias a esos intereses, siendo las controversias circunstanciales, marginales. Y nos llegó el turno de ocuparnos de algunas posiciones de Toni Negri. Empezando por el hecho de que acepta el concepto de globalización. Dice en la Entrevista mencionada: “El estado-nación no es ya el sujeto del desarrollo mundial capitalista. El mercado global es una realidad, en la cual las naciones van a diluírse”. Aquí dos acotaciones: la primera es que acepta la globalización ya mencionada y la segunda es que los estados no estuvieron nunca por encima de los estados capitalistas, sino que el estado es el estado del capital y actúa como tal. Pero para Negri ¿que vendrá después del estadonación? Y nos responde: “el comercio internacional es dominado por... los acuerdos entre las empresas “. ¡Vaya novedad! ¡Esto sucede desde que existieron los monopolios, los trusts y los cartels! Y esto último es lo que se denominó imperialismo, lo que Negri niega que siga existiendo, para afirmar que ahora lo ha sustituido el IMPERIO. Lo que no podemos negarle es una afirmación general de principios con la cual acordamos, aunque no estemos de acuerdo con su argumentación: “Nuestra apuesta comunista es hoy a favor del trabajo contra la explotación. Mi comunismo es la vida contra la explotación”. Seré breve y corro el peligro de ser un tanto esquemático al no explicar cada cosa que voy a señalar. Negri y Hardt dicen en “Empire” (10) al definir el “Imperio”: “En contraste con el imperialismo, el Imperio no establece ningún centro de poder territorial y no se apoya en barreras fijas o fronteras. Es un aparato de gobierno descentrado y desterritorializado que progresivamente incorpora a todo el reino global dentro de sus abiertas y expansivas fronteras“. desterritorializado? Segunda cuestión, Primera cuestión: ¿tiene fronteras o es que vale como objeción a una obra que pretende ser fundante: ¿hay un reino global? Y sigue: “Es una autoridad que gobierna el proceso de globalización y del nuevo orden mundial hegemonizado por Estados Unidos “. Primera cuestión: si habla de globalización se ubica dentro del sistema. Segunda cuestión: ahora aparece la hegemonía norteamericana por encima o determinando ese “orden global”. Por supuesto rechaza la supervivencia de esos Estados nacionales, y sostiene que ningún estado puede ser considerado hoy como imperialista. “El imperialismo está acabado”. Primera objeción: ni la hegemonía militar ni la económica de Estados Unidos está cuestionada, y ahora se combina con la transnacionalización del capital que no es sinónimo de la desaparición del Estado. Segunda cuestión: hay un trecho muy grande entre afirmar que los estados y los capitales hoy funcionan de manera distinta a como lo hacían hace un siglo, lo que ya es un lugar común; con dar por liquidado el imperialismo. La originalidad es dar por finalizado el ciclo imperialista, pero las buenas intenciones no anulan las realidades concretas. Detrás de estas argumentaciones está la intención de revisar a Marx y llegar a la conclusión (derivada de una cierta identificación entre marxismo y stalinismo, a los cuales rechaza de igual manera) de que el materialismo histórico no sólo no sirve en la actualidad, sino que siempre estuvo equivocado. Los argumentos en este sentido han sido abundantes, pero utilizar la noción de imperialismo para decir que lo que existe es el IMPERIO, ya es un poco exagerado. Además peca de una visión absolutamente ahistórica, ya que los Imperios han existido desde antiguo (Grecia clásica tenía un Imperio, los romanos lo tuvieron, lo mismo los estados feudales y siempre los distinguió esa expansión territorial y de conquista), pero lo que distinguió al imperialismo fue la inversión del capital que se llamó financiero (y que podríamos llamar distinto si es cuestión de palabras), pero que se basó en las inversiones de capital, no sólo especulativo sino productivo, en las zonas dependientes. Ya ahí existió una transnacionalización, aunque de menor medida que la actual. El problema es TODAVIA, de índole cuantitativa, ya que la contradicción esencial entre Capital y Trabajo sigue estando en la base estructural que no ha sido modificada; sino en todo caso, alterada para un funcionamiento acorde con las nuevas formas de concentración y reproducción del capital. Y en una Entrevista en “Le Monde Diplomatique” de enero de 2001, nos dice Negri (11): “el Imperio no es norteamericano”...”No, el Imperio es simplemente capitalista: es el orden del capital colectivo”. Entonces se refiere al “Imperio del capital colectivo” que establece un orden más totalitario... “El Imperio integra en sus propias dinámicas la construcción de un espacio público mundial”. Pareciera que se tratara de una discusión de palabras , si se debe decir imperio o imperialismo por ejemplo. Pero veamos simplificadamente los problemas que surgen de todo esto: - el Imperio no tiene “base territorial”, pero tiene “fronteras”; - el Imperio representa un capital colectivo ( ¿o será transnacional? porque que el capital no ha sido nunca unívoco es algo ya muy viejo); - el Imperio construye un “espacio mundial propio” (¿no hacía eso también el imperialismo?); - el imperialismo está “acabado” (pero si en vez de atenernos a palabras, vemos cómo funciona el estado metropolitano y como se manejan las inversiones y los controles internacionales, lo que hay son nuevas formas institucionales como el FMI, o el Banco Mundial, o la OMC o el grupo de los 7 ); - el estado nacional ha “desaparecido” (que cumpla otras funciones combinando sus viejas características como capitalista real y capitalista ideal no implica su desaparición); - pero también nos dice que el estado es una autoridad que gobierna la globalización (aquí nuevamente la globalización pasa a ser la protagonista de un drama social que de hecho, por omisión, ha sustituido a la contradicción capital-trabajo). En realidad no hay nueva conceptualización, aparte del rechazo a Marx y al marxismo en sus mejores exponentes, para girar en una especie de vacío teórico y político. Recalquemos entonces ese juego de palabras que señalamos: - el imperialismo siempre trascendió sus fronteras e invirtió en el mundo; - el estado nacional está en crisis, pero los estados siguen existiendo y a veces cumplen un desatacado papel; - la hegemonía cambia según las coyunturas desde hace siglo y medio, pero perdura, y para ello basta señalar que acepta la existencia de una hegemonía norteamericana; - el capital se integra y se concentra, pero no es “colectivo”, por el contrario el trabajo es y puede ser colectivo (y para traer a colación a Marx digamos que mencionaba como característica de la transición al socialismo “la cooperación del trabajo”). ¿Cómo unir ambas afirmaciones como pretende Negri? Y pasemos a otro autor. Me refiero a Leo Panitch que habla del “nuevo” estado imperial pero ello lo une para mencionar también al “nuevo” imperialismo (12). Aunque en su análisis parte, contradictoriamente, de aceptar la existencia de la globalización que es “inevitable” y hace un elogio a Poulantzas que no compartimos si no se hacen otras salvedades, es interesante señalar que Poulantzas en 1970 ya criticaba “la internacionalización y el estado nación”, a lo cual Panitch identifica abusivamente con esta globalización. Y si lo traemos como mención es porque si bien Poulantzas escribió en 1970 y no habla de globalización, Panitch pareciera que en el 2000 busca compatibilizar un lenguaje que no es compatible. Las desigualdades consecuencias crecientes en el orden mundial traen como una de sus las migraciones masivas. Pero cuando sucede eso no emigran solamente personas (que a su vez pueden crear nuevos problemas), sino que emigran en verdad “puestos de trabajo”. No se trata de un problema de países ricos y pobres solamente, sino que en los países dependientes se produce una sangría de trabajo producto de una inseguridad endémica y ello ya está inscripto en el problema social de nuestra época. La movilidad social aparece en todas direcciones y el fenómeno del desarraigo se multiplica. En resumen: Globalización-Imperio, una alternativa que se acomoda a esta etapa de transnacionalización del capital y que sustituye a la contradicción Imperialismo-Países Dependientes, o más sustancialmente a la contradicción Capital-Trabajo. Con ello se nos ubica en la discusión dentro de los propios límites del Capital. Desde un punto de vista cultural lo que se impone es la individualización y el conformismo posibilista (aún desde el punto de vista teórico). La alternativa es el socialismo y que no se disimulen las contradicciones inherentes al sistema, que así quedaría al margen de la discusión. No obstante siempre existen (y cada vez más) sectores que, trascendiendo las palabras, están construyendo paso a paso una realidad que objetivamente es un rechazo y una impugnación a este sistema genocida. Que el capitalismo es dinámico y que por lo tanto cambia constantemente, no anula ni su contradicción esencial ni las consecuencias en la coyuntura actual. Y decimos enfáticamente que la contradicción no es entre globalizantes y globalizados, sino entre imperialismo y dependencia, entre ricos y pobres, entre Capital y Trabajo. Rosario, julio de 2001.- ++++++++++++++++++++++++ Referencias 1.- Ver especialmente mis trabajos “La enfermedad incurable del sistema: de la crisis al ajuste y del ajuste a la crisis” (CEHO,1997); y ”Aporte para una discusión históricometodológica: la Historia, el Capital y el Estado en el siglo XX”. Reimpresión en América Latina: mundialización y crisis, Homo Sapiens, Rosario, 2001. 2.- Beck, Ulrich. Qué es la globalización, Paidós, Barcelona, 1998. 3.- Aries, Philippe.Certidumbres e incertidumbres en la historia, Ed. Norma, 1997. 4.- Bauman, Zygman. La globalización, FCE, México, 1999. 5.- Negri, Antonio. Entrevista por Internet del 22 de julio de 2001. 6.- Wallerstein, Immanuel. El futuro de la civilización capitalista, Icaria, Barcelona, 1999. 7.- Omahe, Kenichi. El fin del Estado-nación, Ed. A.Bello, Chile, 1999. 8.- Bidet, Jacques. “Demain sur l´Etat: metasystemique concernant une nouvelle forme politique mondiale”. En Actuel Marx, París, n° 10, 1991. 9.- Negri, Toni. Entrevista por Internet, 22 de julio de 2001. “El G-8 es una caricatura.La globalización exige la participación de todos.” 10.- Negri, A. y Hardt, M. Empire, Harvard University Press, 2000. 11.- Negri, Toni. Entrevista en Le Monde Diplomatique, ed. en español, enero de 2001. 12.- Panitch, Leo. “El nuevo estado Imperial”, New Left Review en español, n° 3, julioagosto 2000.