UNIDADE 5. RENÉ DESCARTES ACTIVIDADES E TEXTOS 1. Investiga as datas de nacemento e morte e os lugares en que naceron e viviron os seguintes personaxes e sitúaos nun mapa: René Descartes, Galileo Galilei, Baruch Spinoza, John Locke, David Hume, Isaac Newton, Immanuel Kant. 2. Contrapón nunha táboa as posturas filosóficas do racionalismo e o empirismo (pp. 170-173 do libro de texto). Sitúa cada un dos pensadores da actividade anterior no bando racionalista ou empirista. 3. DESCARTES 1: a) Debuxa a árbore do saber que describe o texto e define de que se ocupa cada unha das súas partes. b) ¿Qué disciplina debe ser previa a tódalas demais? c) ¿A que campo se aplica esa disciplina dun modo “fácil e simple”? d) ¿Cando se obtén “a principal utilidade da filosofía”? 4. Define “intuición” e “deducción” según DESCARTES 2. ¿Acerca de cal desas actividades trata DESCARTES 3? Razoa a resposta. 5. Identifica cada un dos pasos do método proposto por DESCARTES 3. ¿En cales deses momentos se practica a intuición e en cales a deducción? 6. Fai unha composición sobre “A dúbida metódica e a primeira verdade: o cogito” a partir do texto DESCARTES 5 e os apartados do libro “A dúbida e a primeira verdade” (pp. 188-190) e “As ideas” (pp.190-192). 7. ¿Qué son eu, según DESCARTES 7? Escribe unha definición o máis rigorosa posible. 8. Le DESCARTES 8 e clasifica as seguintes entidades dicindo se son substancia, atributo, modo ou accidente: a) Substancia corpórea, mundo, mesa, extensión, mesa cadrada, mesa verde. b) Pensamento, imaxinación, sentimento, eu, sensación de frío. 9. Comenta o texto DESCARTES 9. Consulta as pp. 191-193 do libro. Indica no teu comentario quen deu unha proba similar acerca da existencia de Deus. 10. Consulta as fotocopias sobre Galileo e o “principio de inercia” nun libro de física: a) Coicide con algunha das regras do movemento que dá DESCARTES 11? Razoa a resposta. b) ¿Qué teoría está atacando cando critica ós “filósofos” e a súa definición de movemento? ¿Por qué o sabes? c) ¿Coinciden as posturas de Descartes e Galileo en relación co coñecemento científico da natureza? ¿Qué instrumento utilizan ambos para acadar ese coñecemento? d) ¿A cal das catro causas da física aristotélica recurre Descartes na súa explicación do movemento? e) Busca nun diccionario “mecanicismo” e “determinismo”. ¿Comparte Descartes esas posturas? Razoa a resposta. f) Identifica que características da nova cosmovisión moderna (fotocopia “O método científico”) aparecen en DESCARTES 11. 12. Según DESCARTES 12 a) ¿Qué modos do entendemento hai? ¿E da vontade? b) ¿A cal deses modos pertencen as “paixóns”? (Consulta páx. 199) 13. DESCARTES 13 e 14 tratan sobre a moral. Repasa tamén a actividade 12 e resposta: a) ¿De onde nacen os erros, da vontade ou do entendemento? Razoa a resposta. b) ¿Por qué podemos afirmar que Descartes é un intelectualista moral? c) ¿Por qué é Deus liberdade é indiferencia pero no home non? Razoa a reposta e pon un exemplo. 14. Describe coas túas palabras as tres regras da “moral provisional” que expón DESCARTES 15. ¿Qué significa “provisional”? 15. Le HUME1: a) ¿Estaría de acordo Descartes co que di Hume sobre o noso coñecemento das cousas externas? Razoa a resposta. b) ¿Mantívose Descartes nese escepticismo que menciona Hume ou saiu del? Se é así ¿cómo o fixo? c) ¿Podemos coñecer o mundo externo? Dá a túa opinión. 16. Comenta o texto de Immanuel Kant. Investiga quen foi e razoa, a partir do texto, por que a súa postura é unha síntese de racionalismo e empirismo. TEXTOS DE RENÉ DESCARTES (1596-1650) E OUTROS FILÓSOFOS MODERNOS DESCARTES 1 [A razón é única e tamén o saber, que se organiza como unha árbore na que a raíz son os fundamentos e a aplicación son os froitos] “Quisiera explicar aquí el orden que me parece que hay que seguir para instruirse. En primer lugar, un hombre que no tiene todavía más que el conocimiento vulgar e imperfecto que se puede adquirir por los cuatro medios antes explicados, debe ante todo tratar de formarse una moral que pueda bastar para reglar las acciones de su vida para que ésta no padezca dilación y porque debemos sobretodo tratar de vivir bien. Después de esto también debe estudiar la lógica: no la de la escuela, pues ella no es, hablando propiamente, más que una dialéctica que enseña los medios de hacer entender a otro las cosas que sabemos o incluso de decir también sin juicio muchas palabras respecto de las que no sabemos, y así corrompe el buen sentido antes que lo aumenta, sino la que enseña a conducir bien su razón para descubrir las verdades que ignoramos; y como depende mucho del uso, es bueno que se ejercite mucho tiempo en practicar las reglas respecto de las cuestiones fáciles y simples como son las de las matemáticas. Después, cuando se ha adquirido cierto hábito para encontrar la verdad en estas cuestiones, debe comenzar seriamente a aplicarse a la verdadera filosofía, cuya primera parte es la metafísica, que contiene los principios del conocimiento, entre los cuales está la explicación de los principales atributos de Dios, de la inmaterialidad de nuestras almas y de todas las nociones claras y simples que hay en nosotros. La segunda es la física, en la cual, después de haber encontrado los verdaderos principios de las cosas materiales, se examina en general cómo está compuesto todo el universo, después en particular cuál es la naturaleza de esta tierra y de todos los cuerpos que se encuentran más comúnmente en torno a ella, como el aire, el agua, el fuego, el imán y otros minerales. Después de lo cuál es necesario también examinar en particular la naturaleza de las plantas, la de los animales, y sobre todo la del hombre, para que seamos después capaces de encontrar las demás ciencias que le son útiles. Así toda la filosofía es como un árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física y las ramas que salen de este tronco son todas las demás ciencias, que se reducen a tres principales, a saber, la medicina, la mecánica y la moral, entiendo la más alta y perfecta moral que, presuponiendo un entero conocimiento de las demás ciencias, es el último grado de la sabiduría. Ahora bien, como los frutos no se recogen de las raíces ni del tronco de los árboles, sino sólo de las extremidades de sus ramas, así la principal utilidad de la filosofía depende de aquellas de sus partes que no podemos aprender sino en último término.” (DESCARTES, Los principios de la filosofía, Prefacio). DESCARTES 2 [O coñecemento pode adquirirse con dúas actividades da mente: a intuición e a deducción] “A partir de este momento puede ser ya dudoso por qué además de la intuición, hemos añadido aquí otro modo de conocer, el que tiene lugar por deducción: por la cual entendemos, todo aquello que se sigue necesariamente de otras cosas conocidas con certeza. Pero hubo de hacerse así porque muchas cosas se conocen con certeza, aunque ellas mismas no sean evidentes, tan sólo con que sean deducidas a partir de principios verdaderos mediante un movimiento continuo e ininterrumpido del pensamiento que intuye claramente cada cosa en particular: no de otro modo sabemos que el último eslabón de una larga cadena está enlazado con el primero, aunque no contemplemos con uno y el mismo golpe de vista todos los intermedios, de los que depende aquella concatenación, con tal de que los hayamos recorrido con los ojos sucesivamente y recordemos que están unidos desde el primero hasta el último cada uno a su inmediato. Así pues, distinguimos aquí la intuición de la mente de la deducción, en que ésta es concebida como un movimiento o sucesión, pero no ocurre de igual modo con aquélla; y además, porque para ésta no es necesaria una evidencia actual, como para la intuición, sino que más bien recibe en cierto modo de la memoria su certeza.” (DESCARTES, Reglas para la dirección del espíritu, III). DESCARTES 3 [A deducción máis segura é aquela que mostra como o complexo se constrúe a partir do simple] “Para distinguir las cosas más simples de las complicadas e investigarlas con orden, conviene, en cada serie de cosas en que hemos deducido directamente algunas verdades de otras, observar cuál es la más simple y cómo todas las demás están más o menos o igualmente alejadas de ella. Aunque esta regla no parece enseñar nada realmente nuevo, contiene sin embargo el principal secreto del método, y no hay ninguna más útil en todo este tratado: pues enseña que todas las cosas pueden ser dispuestas en ciertas series, no sin duda en cuanto se refieren a ningún género del ente, como las dividieron los filósofos conforme a sus categorías, sino en cuanto pueden conocerse unas a partir de otras, de modo que cuantas veces se presente alguna dificultad, inmediatamente podamos advertir si sería útil examinar algunas otras primero, y cuáles y en qué orden.” (DESCARTES, Reglas para la dirección del espíritu, VI). DESCARTES 4 [O método para adquirir novos coñecementos consta de catro pasos: evidencia, análise, síntese e enumeración] “Y como la multitud de leyes sirve a menudo de disculpa a los vicios, siendo un Estado mucho mejor regido cuando hay pocas, pero muy estrictamente observadas, así también, en lugar del gran número de preceptos que encierra la lógica, creí que me bastarían los cuatro siguientes, siempre que tomara la firme y constante resolución de no dejar de observarlos ni una sola vez. Consistía el primero en no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención y no comprender, en mis juicios, nada más que lo que se presentase a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda. El segundo, en dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas partes como fuese posible y en cuantas requiriese su mejor solución. El tercero, en conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden aún entre aquellos que no se preceden naturalmente unos a otros. Y el último, en hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuviera seguro de no omitir nada. [...] Por no haber circunscrito este método a ninguna materia particular, me prometí aplicarlo a las dificultades de las demás ciencias con tanta utilidad como había hecho a las del álgebra.” (DESCARTES, Discurso del método, II). DESCARTES 5 [A dúbida metódica serve para atopar a primeira certeza: cogito ergo sum. O criterio de certeza é a claridade e distinción] “Pero, deseando yo en esta ocasión tan sólo buscar la verdad, pensé que debía hacer todo lo contrario y rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda, para ver si, después de hecho esto, no me quedaba en mis creencias algo que fuera enteramente indudable. Así, puesto que los sentidos nos engañan a veces, quise suponer que no hay cosa alguna que sea tal como ellos nos la hacen imaginar. Y como hay hombres que se equivocan al razonar, aun acerca de las más sencillas cuestiones de geometría, y cometen paralogismos, juzgué que estaba yo tan expuesto a errar como cualquier otro y rechacé como falsos todos los razonamientos que antes había tomado por demostraciones. Finalmente, considerando que los mismos pensamientos que tenemos estando despiertos pueden también ocurrírsenos cuando dormimos, sin que en tal caso sea ninguno verdadero, resolví fingir que todas las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más ciertas que las ilusiones de mis sueños. Pero advertí en seguida que aún queriendo pensar, de este modo, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y al advertir que esta verdad –pienso, luego soy- era tan firme y segura que las suposiciones más extravagantes de los escépticos no eran capaces de conmoverla, juzgué que podía aceptarla sin escrúpulos como el primer principio de la filosofía que buscaba.[...] Después de esto consideré, en general, lo que se requiere para que una proposición sea verdadera y cierta; pues ya que acababa de encontrar una que sabía que lo era, pensé que debía saber también en qué consistía esa certeza. Y habiendo notado que en la proposición pienso, luego soy, no hay nada que me asegure que digo la verdad, sino que veo muy claramente que para pensar es preciso ser, juzgué que podía admitir como regla general que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas, pero que sólo hay alguna dificultad en advertir cuáles son las que concebimos distintamente.” (DESCARTES, Discurso del método, IV). DESCARTES 6 [As ideas son representacións das cousas: terán tanta realidade obxectiva canta realidade formal teñan as cousas] “Por realidad objetiva de una idea, entiendo el ser o la entidad de la cosa representada por la idea, en cuanto esa entidad está en la idea; y en el mismo sentido puede hablarse de una perfección objetiva, un artificio objetivo, etc. Pues todo cuanto concebimos que está en los objetos de las ideas, está también objetivamente, o por representación, en las ideas mismas. De las mismas cosas, se dice que están formalmente en los objetos de las ideas, cuando están en ellos tal como las concebimos nosotros; y se dice que están eminentemente, cuando no están de ese modo, pero son tan grandes que pueden suplir ese defecto con su existencia.” (DESCARTES, Meditaciones metafísicas, Respuestas a las segundas objeciones). DESCARTES 7 [Eu son unha substancia que pensa, e o pensamento pode concebirse clara e distintamente con independencia do corpo] “Al examinar después atentamente lo que yo era y ver que podía fingir que no tenía cuerpo alguno y que no había mundo ni lugar alguno en el que no me encontrase, pero que no podía fingir por ello que yo no fuese, sino al contrario, por lo mismo que pensaba en dudar de la verdad de las otras cosas se seguía muy cierta y evidentemente que yo era, mientras que, con sólo dejar de pensar, aunque todo lo demás que hubiese imaginado hubiera sido verdad, no tenía ya razón alguna para creer que yo fuese, conocí por ello que yo era una substancia cuya total esencia o naturaleza es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno ni depende de ninguna cosa material. De manera que este yo, es decir, el alma por la cual soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta es más fácil de conocer que él, y aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es.” (DESCARTES, Discurso del método, IV). DESCARTES 8 [Alma, mundo e Deus son as tres substancias. Cada unha ten o seu atributo esencial e só as dúas primeiras teñen distintos modos de darse ese atributo] “En cada substancia hay un atributo principal, como el pensamiento, en la mente, la extensión, en el cuerpo. La substancia se reconoce, ciertamente, por cualquier atributo; pero, sin embargo, una propiedad principal de cada substancia constituye su naturaleza y esencia, y a ella se refieren todas las demás. Por ejemplo, la extensión en largo, ancho y profundidad constituye la naturaleza de la substancia corpórea, y el pensamiento constituye la naturaleza de la substancia pensante. Pues todo lo que puede atribuirse a un cuerpo presupone la extensión, y es tan sólo cierto modo de la cosa extensa, así como también todo lo que hallamos en la mente son sólo diversos modos de pensar. Así, por ejemplo, sólo puede entenderse la figura en una cosa extensa, el movimiento en el espacio extenso, la imaginación o el sentimiento o la voluntad en la cosa pensante. Pero la extensión, por el contrario, puede entenderse sin la figura o el movimiento y el pensamiento sin la imaginación o el sentimiento, y así en los demás casos, de modo que sea manifiesto a cualquiera que atienda a ello. [...] Y por eso decimos que en Dios no hay propiamente modos o cualidades, sino tan sólo atributos, porque no se debe concebir en El ninguna variación.” (DESCARTES, Los principios de la filosofía, I, 52-53). DESCARTES 9 [As ideas difiren na súa realidade obxectiva. Como as cousas son a causa da realidade das ideas e eu teño a idea de Deus, Deus existe] “Pues bien, de esas ideas, unas me parecen nacidas conmigo, otras extrañas y venidas de fuera, y otras hechas e inventadas por mí mismo. Mas se me ofrece aún otra vía para averiguar si, entre las cosas cuyas ideas tengo en mí hay algunas que existen fuera de mí. Es a saber: si tales ideas se toman sólo en cuanto que son ciertas maneras de pensar, no reconozco entre ellas diferencias o desigualdad alguna, y todas parecen proceder de mí de un mismo modo; pero, al considerarlas como imágenes que representan unas una cosa y otras otra, entonces es evidente que son muy distintas unas de otras. En efecto, las que me representan substancias son sin duda algo más, y contienen (por así decirlo) más realidad objetiva, es decir, participan por representación de más grados de ser o perfección, que aquellas que me representan sólo modos o accidentes. Y más aún: la idea por la que concibo un Dios supremo, eterno, infinito, inmutable, omnisciente y creador universal de todas las cosas que están fuera de él, esa idea –digo- ciertamente tiene en sí más realidad objetiva que las que me representan substancias finitas. Ahora bien, es cosa manifiesta, en virtud de la luz natural, que debe haber por lo menos tanta realidad en la causa eficiente y total como en su efecto: pues ¿de dónde puede sacar el efecto su realidad, si no es de la causa? ¿Y cómo podría esa causa comunicársela, si no la tuviera ella misma? [...] Y aunque pueda ocurrir que de una idea nazca otra idea, ese proceso no puede ser infinito, sino que hay que llegar finalmente a una idea primera, cuya causa sea como un arquetipo, en el que esté formal y efectivamente contenida toda la realidad o perfección que en esa idea está sólo de modo objetivo o por representación. De manera que la luz natural me hace saber con certeza que las ideas son en mí como cuadros o imágenes, que pueden con facilidad ser copias defectuosas de las cosas, pero que en ningún caso pueden contener nada mayor o más perfecto que éstas.” (DESCARTES, Meditaciones metafísicas, III). DESCARTES 10 [Concibo o finito e imperfecto a partir do infinito e perfecto, o cal é unha proba da existencia de Deus] “Y, por consiguiente, hay que concluir necesariamente, según lo antedicho, que Dios existe. Pues, aunque yo tenga la idea de substancia en virtud de ser yo una substancia, no podría tener la idea de una substancia infinita, siendo yo finito, si no la hubiera puesto en mí una substancia que verdaderamente fuese infinita. Y no debo juzgar que yo no concibo el infinito por medio de una verdadera idea, sino por medio de una mera negación de lo finito (así como concibo el reposo y la oscuridad por medio de la negación del movimiento y la luz): pues, al contrario, veo manifiestamente que hay más realidad en la substancia infinita que en la finita y, por ende, que, en cierto modo, tengo antes en mí la noción de lo infinito que la de lo finito: antes la de Dios que la de mí mismo. Pues ¿cómo podría yo saber que dudo y que deseo, es decir, que algo me falta y que no soy perfecto, si no hubiese en mí la idea de un ser más perfecto, por comparación con el cual advierto la imperfección de mi naturaleza?” (DESCARTES, Meditaciones metafísicas, III). DESCARTES 11 [Deus creou o mundo, imprimiulle movemento e este mantense constante por leis mecánicas] “Para entenderlo mejor recordad que, entre las cualidades de la materia, hemos supuesto que sus partes habían tenido distintos movimientos desde su creación, y además que chocaban entre sí por todos lados sin que existiera vacío alguno entre sí. De donde se sigue necesariamente que, desde entonces, al comenzar a moverse, han comenzado también a cambiar y a diversificar sus movimientos por el choque entre unas y otras, de modo que si bien Dios las conserva del mismo modo que las ha creado, no las conserva en el mismo estado: actuando Dios siempre igual y produciendo consecuentemente siempre el mismo efecto en esencia, hay, como por accidente, muchas diferencias en este efecto. Es fácil creer que Dios –quien, como todo el mundo sabe, es inmutable- actúa siempre del mismo modo. Pero, sin extenderme más en estas consideraciones metafísicas, introduciré aquí dos o tres reglas principales mediante las cuales es necesario pensar que Dios hace actuar la naturaleza en este nuevo mundo, reglas que bastarán para hacernos conocer las restantes. La primera es: cada parte de la materia en particular permanece siempre en un mismo estado mientras el encuentro con otras no le obliga a cambiarlo: en otras palabras, si tiene un cierto tamaño, no disminuirá a menos que otras partes la dividan; si es redonda o cuadrada, no cambiará esta figura sin que las otras la fuercen; si está quieta en cierto lugar, no saldrá de allí si otras no la echan; y si ha empezado a moverse, continuará siempre con la misma fuerza hasta que otras la detengan o la disminuyan. [...] Los filósofos sostienen que la naturaleza de su movimiento es poco conocida y, para hacerla inteligible de algún modo, no han sabido explicarla más claramente que en estos términos: Motus est actus entis in potentia, prout in potentia est, términos que son para mí tan oscuros que me veo obligado a dejarlos en su lengua, pues soy incapaz de interpretarlos. (Y, en efecto, las palabras el movimiento es el acto de un ser en potencia, en tanto que está en potencia no son más claras porque estén en francés.) Por el contrario, la naturaleza del movimiento del que hablo es tan fácil que los mismos geómetras –quienes, entre todos los hombres, más se han dedicado a concebir distintamente las cosas que consideran- la han juzgado más simple y más inteligible que la naturaleza de sus superficies y líneas: así, han explicado la linea por el movimiento de un punto y la superficie por el de una linea. [...] Supongo como regla segunda: cuando un cuerpo impele otro, no puede darle ningún movimiento si él no pierde simultáneamente igual cantidad del suyo, ni restarle si el suyo no aumenta en igual cantidad. Esta regla junto con la precedente concuerda con todas las experiencias en las que vemos que un cuerpo empieza o cesa de moverse porque ha sido impelido o detenido por otro.. Habiendo supuesto la regla precedente, estamos exentos de la dificultad de los doctos cuando quieren dar razón de que una piedra continúe moviéndose por algún tiempo tras haber dejado la mano de quien la ha lanzado: pues a nosotros debería preguntársenos mejor, ¿por qué no sigue moviéndose siempre? Y la razón es fácil de dar: ¿quién hay que pueda negar que el aire en que se mueve la piedra le opone resistencia? (DESCARTES, El mundo. Tratado de la luz, VII, 37-41) DESCARTES 12 [Analizándome como substancia pensante descubro os distintos modos do entendemento e a vontade] “Cerraré ahora los ojos, me taparé los oídos, suspenderé mis sentidos; hasta borraré de mi pensamiento toda imagen de las cosas corpóreas, o, al menos, como eso es casi imposible, las reputaré vanas y falsas; de este modo, en coloquio sólo conmigo y examinando mis adentros, procuraré ir conociéndome mejor y hacerme más familiar a mí propio. Soy una cosa que piensa, es decir, que duda, afirma, niega, conoce unas pocas cosas, ignora otras muchas, ama, odia, quiere, no quiere, y que también imagina y siente, pues, como he observado más arriba, aunque lo que siento e imagino acaso no sea nada fuera de mí y en sí mismo, con todo estoy seguro de que esos modos de pensar se hayan en mí, sin duda. Y con lo poco que acabo de decir, creo haber enumerado todo lo que sé de cierto, o, al menos, todo lo que he advertido saber hasta aquí.” (DESCARTES, Meditaciones metafísicas, III). DESCARTES 13 [Cometo erros porque posúo un entendemento finito e unha vontade infinita] “Por todo ello, reconozco que no son causa de mis errores, ni el poder de querer por sí mismo, que he recibido de Dios y es amplísimo y perfectísimo en su género, ni tampoco el poder de entender, pues como lo concibo todo mediante esta potencia que Dios me ha dado para entender, sin duda todo cuanto concibo lo concibo rectamente, y no es posible que en esto me engañe. ¿De dónde nacen, pues, mis errores? Sólo de esto: que, siendo la voluntad más amplia que el entendimiento, no la contengo dentro de los mismos límites que éste, sino que la extiendo también a las cosas que no entiendo, y, siendo indiferente a éstas, se extravía con facilidad, y escoge el mal en vez del bien, o lo falso en vez de lo verdadero. Y ello hace que me engañe y peque. Y dicha indiferencia no se aplica sólo a las cosas de las que el entendimiento no tiene conocimiento alguno, sino, en general, a todas aquellas que no concibe con perfecta claridad, en el momento en que la voluntad delibera; pues, por probables que sean las conjeturas que me inclinan a juzgar acerca de algo, basta ese solo conocimiento que tengo, según el cual son conjeturas, y no razones ciertas e indudables, para darme ocasión de juzgar lo contrario. Esto lo he experimentado suficientemente en los días pasados, cuando he considerado falso todo lo que antes tenía por verdadero, en virtud sólo de haber notado que podía dudarse de algún modo de ello.” (DESCARTES, Meditaciones metafísicas, V). DESCARTES 14 [En Deus coinciden vontade e entendemento: todo o que quere é bo e viceversa. O ser humano é máis libre canto mellor coñece] “4. No hay idea alguna que represente el bien o la verdad, lo que ha de creerse, lo que debe hacerse, o lo que debe omitirse, de la cual pueda pensarse que ha sido objeto del entendimiento divino antes de que su voluntad determinase constituirla tal y como es. Y no hablo aquí de prioridad en el tiempo: digo que es imposible que tal idea haya precedido a la determinación de la voluntad divina con prioridad de orden, o de naturaleza, o de razón raciocinada (como se la llama en la Escuela), de tal manera que dicha idea del bien haya inclinado a Dios a elegir una cosa más bien que otra. Por ejemplo: Dios no ha querido crear el mundo en el tiempo por haber visto que eso era mejor que crearlo desde toda la eternidad, ni ha querido que los tres ángulos de un triángulo valgan dos rectos, por haber sabido que no podía ser de otro modo, etc. Al contrario: pues que ha querido crear el mundo en el tiempo, por eso es ello mejor que el haberlo creado desde toda la eternidad; y por cuanto ha querido que los tres ángulos de un triángulo fuesen necesariamente iguales a dos rectos, es ahora cierto que eso es así y no puede ser de otro modo; y lo mismo sucede con las demás cosas. Y ello no impide que pueda decirse que los méritos de los santos son la causa de su eterna bienaventuranza: pues no son causa en el sentido de que determinen a Dios a querer algo, sino que son causa de un efecto, del que Dios ha querido desde toda la eternidad que fuesen causa. Y así la completa indiferencia de Dios es una gran prueba de su omnipotencia. Mas no ocurre lo mismo en el hombre. En efecto: éste encuentra ya establecida por Dios la naturaleza de la bondad y la verdad, y su voluntad es tal que sólo se inclina naturalmente hacia lo bueno; siendo así, es evidente que abraza tanto más voluntariamente, y por consiguiente tanto más libremente, el bien y la verdad, cuanto con mayor evidencia los conoce; y nunca es indiferente, salvo cuando ignora lo que es mejor o más cierto, o, al menos, cuando ello no se le aparece tan claro como para no admitir duda alguna. Y así, la indiferencia que conviene a la libertad del hombre es muy diversa de la que conviene a la libertad de Dios.” (DESCARTES, Meditaciones metafísicas, Respuestas a las sextas objeciones). DESCARTES 15 [A virtude que leva á felicidade consiste en non levar a vontade alén do que coñece o entendemento. Regras da moral provisional] “Ahora bien, me parece que cada uno puede procurarse contento de sí mismo y sin esperar nada de otra parte sólo en la medida en que observe tres cosas con las que se relacionan las tres reglas de moral que he puesto en el Discurso del método. La primera es que cada uno trate de servirse siempre, lo mejor que pueda, de su espíritu, para conocer lo que debe hacer o no en todas las circunstancias de la vida. La segunda, que cada uno tenga la firme y constante resolución de ejecutar todo lo que la razón le aconseje sin que las pasiones o los apetitos lo aparten de ello; y creo que la firmeza de esta resolución es lo que debe tomarse como virtud, aunque no conozco a nadie que lo haya explicado así alguna vez, sino que la han dividido en muchas especies, a las que han puesto diversos nombre a causa de los diversos objetos a los que se extiende. La tercera, que mientras cada cual se conduce así, tanto como puede, según la razón, considere que todos los bienes que no posee están absolutamente fuera de su poder tanto unos como otros, y que de este modo se acostumbre a no desearlos, pues sólo el deseo, el pesar o el arrepentimiento son capaces de impedirnos estar contentos; pero si siempre hacemos todo lo que nos dicta nuestra razón, nunca tendremos motivo de arrepentirnos aunque los hechos nos hagan ver después que nos equivocamos, puesto que no habría sido por culpa nuestra.” (DESCARTES, Carta a Elisabeth, 4-VIII-1645). HUME 1 [Só coñecemos percepcións, polo tanto non sabemos se se corresponden con algo real] Es una cuestión de hecho la de si las percepciones de los sentidos pueden ser producidas por objetos externos que se asemejan a ellas. ¿Cómo puede resolverse esta cuestión? Por experiencia, desde luego, como todas las demás cuestiones de semejante naturaleza. Pero, en este punto, la experiencia es y ha de ser totalmente silenciosa. La mente nunca tiene nada presente, sino las percepciones, y no puede alcanzar experiencia alguna de su conexión con los objetos. La suposición de semejante conexión, por tanto, carece de fundamento en el razonamiento. [...] Esta es una cuestión, por tanto, en la que los escépticos más filosóficos y profundos siempre triunfarán cuando intenten introducir la duda universal en todos los temas de conocimiento e investigación humana." (HUME, Investigación sobre el conocimiento humano, 12, I, 152-153). HUME 2 [Non podo afirmar que exista unha substancia pensante pois non teño unha percepción dela] “Pero, todavía más: ¿en qué tendrían que convertirse todas nuestras percepciones particulares, de seguir esa hipótesis? Todas ellas son diferentes, distinguibles y separables entre sí, y pueden ser consideradas por separado y existir por separado: no necesitan de cosa alguna que las sostenga en su existencia. ¿De qué manera pertenecerían entonces al yo, y cómo estarían conectadas con él? En lo que a mi respecta, siempre que penetro más íntimamente en lo que llamo mí mismo tropiezo en todo momento con una u otra percepción particular, sea de calor o frío, de luz o sombra, de amor u odio, de dolor o placer. Nunca puedo atraparme a mí mismo en ningún caso sin una percepción, y nunca puedo observar otra cosa que la percepción. Cuando mis percepciones son suprimidas durante algún tiempo: en un sueño profundo, por ejemplo, durante todo ese tiempo no me doy cuenta de mí mismo, y puede decirse que verdaderamente no existo. Y si todas mis percepciones fueran suprimidas por la mente y ya no pudiera pensar, sentir, ver, amar u odiar tras la descomposición de mi cuerpo, mi yo resultaría completamente aniquilado, de modo que no puedo concebir qué más haga falta para convertirme en una perfecta nada.” (HUME, Tratado de la naturaleza humana, Editora Nacional, I, p. 398). HUME 3 [Se podemos concebir que a orde non necesite do pensamento, podemos concebir que o mundo non fose creado por Deus] “-[...] Y no es menos inteligible ni está menos conforme con la experiencia decir que el mundo surge por vegetación, a partir de una semilla arrojada por otro mundo, que decir que surge de una razón o una actuación divina, en el sentido en el que Cleantes lo entiende. -Pero me parece –dijo Demes- que si el mundo tuviera una cualidad vegetativa y pudiera espaciar las semillas de nuevos mundos por el cosmos infinito, este poder constituiría aún un argumento adicional a favor de un designio en su autor. Porque ¿de dónde podría provenir una facultad tan admirable sino de un proyecto intencionado? ¿O cómo puede nacer el orden de una cosa que no percibe el orden que ella misma ha creado? -Sólo necesitas mirar a tu alrededor –respondió Filón- para satisfacer tu propia curiosidad con respecto a esta cuestión. Un árbol produce orden y organización en el árbol que nace de él, sin conocer este orden; lo mismo hace un animal en su progenie, un pájaro en su nido; y los ejemplos de este tipo son incluso más frecuentes en el mundo que los del orden que surge de la razón y la industria. Decir que todo este orden en los animales y vegetales procede en último término de un proyecto es pedir el principio; y este importante punto no puede ser asentado de otra forma que no sea probando a priori las dos cosas: que el orden está, por propia naturaleza, inseparablemente ligado al pensamiento y que nunca puede por sí mismo, ni como consecuencia de principios originarios desconocidos, pertenecer a la materia.” (HUME, Diálogos sobre la religión natural, VII). IMMANUEL KANT "Cuando Galileo hizo rodar sus esferas sobre un plano inclinado, con un peso que él mismo había elegido, cuando Torricellli hizo que el aire soportase un peso que él mismo sabía con anterioridad que era igual al de una columna de agua ya conocida, y más adelante, cuando Stahl transformó los metales en óxido, y éste, nuevamente en metal, quitando o agregando algo, aquello fue una luminosa revelación para todos los investigadores de la naturaleza. Éstos comprendieron que la razón sólo ve lo que ella misma produce de acuerdo con su propio designio y que, mediante los principios de sus juicios -de acuerdo con leyes inmutables- , debe presentarse ante la naturaleza y exigirle que responda a sus preguntas, y no dejarse guiar por ella como con unas riendas, por así decirlo; si así no fuese, nuestras observaciones -realizadas al azar y sin un propósito preestablecido- nunca llegarían hasta una ley necesaria, que es sin embargo lo que la razón necesita y lo que está buscando. Es necesario que la razón se presente ante la naturaleza llevando en una mano los principios -que son los únicos que hacen posible que los fenómenos concordantes posean 'valor de ley'-, y en la otra, el experimento -que ella haya imaginado según tales principios- para que la naturaleza le instruya, no como si fuese un alumno que se limite a oír todo lo que le plazca al maestro, sino como juez que obligue a los testigos a responder a las preguntas que les dirija. Por lo tanto, la física es deudora de esta revolución tan afortunada, que se llevó a cabo en su método debido únicamente a esta idea: la razón debe (sin fantasear en torno a ella) buscar en la naturaleza, en conformidad con lo que ella misma pone allí, aquello que debe aprender de la naturaleza, y de la que nada podría saber por sí misma. Así, la física pudo internarse por vez primera en el camino seguro de la ciencia, después de muchos siglos de caminar a tientas. [...] Hasta ahora se ha admitido que todos nuestros conocimientos deben regularse según los objetos; pero todos los intentos de establecer con respecto a ellos algo a priori por medio de conceptos no han logrado ningun resultado. Por lo tanto, hágase la prueba de ver si somos más afortunados en los problemas de metafísica, suponiendo la hipótesis de que los objetos deban regularse de acuerdo con nuestro conocimiento: esto concuerda mejor con la deseada posibilidad de un conocimiento a priori, que establezca algo con relación a los objetos, antes de que éstos nos sean dados. Aquí sucede lo mismo que con la primera idea de Copérnico. Al ver que no podía explicar los movimientos celestes admitiendo que todo el ejército de los astros giraba en torno al espectador, buscó una solución mejor haciendo girar al observador y dejando en cambio los astros en reposo. En metafísica podemos ahora tratar de realizar un intento semejante." (KANT, Crítica de la razón pura, Prólogo a la 2ª edición. B-XII-XIV, B-XVI-XVII )