UNIVERSIDAD DEL VALLE ESCUELA DE CIENCIAS DEL LENGUAJE

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UNIVERSIDAD DEL VALLE
ESCUELA DE CIENCIAS DEL LENGUAJE
ESPECIALIZACIÓN EN ENSEÑANZA DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA
SEMINARIO DE MONOGRAFIA
Profesora: Gloria Rincón Bonilla
Reseña del texto:
De la consigna al enigma (o cómo ganar espacio)
de “Graciela Montes”
Por: Angélica Viviana López
El texto que se va a reseñar corresponde a la ponencia que realizó la escritora
argentina Graciela Montes, en junio de 1999 en el Congreso de Lectura del
I.B.B.Y. en Uruguay, Montevideo y que luego es publicado en Educación y
Biblioteca, en mayo de 2000 (Madrid, Año 12, No. 112). En este texto, la autora
tiene como objeto hacer una crítica a la homogeneidad de las personas, la cual
se construye a través de la educación por la consigna de los maestros y de la
influencia de la cultura, transmitida por los medios de comunicación masivos
como la televisión.
Graciela Montes es licenciada en lenguas y literaturas modernas de la
universidad de Buenos Aires, ha tenido una gran trayectoria en la literatura
infantil y juvenil, como escritora, traductora, editora y directora de la colección
infantil “Los cuentos del Chimbitil” fue nominada por Argentina al premio
internacional Hans Chiristiam Andersen en 1996, 1998 y 2000. Es autora de
más de 50 libros de ficción para niños.
Montes, afirma en el texto que las personas presentan dos tipos de
sensaciones o experiencias. Una que ella la llama celda, en la que las
personas funcionan, se automatizan con las normas sociales, se limitan a
cumplir o a llevar a cabo tareas, dejan de lado los sueños y se olvidan de
quienes son ellas en realidad. La otra experiencia es nominada como el
espacio ganado, en la cual, las personas se sienten plenas y felices porque
logran ser ellas mismas al no permitir que la rutina los encasille.
Por medio, de las siguientes reflexiones Graciela, sustenta el punto de partida
para que las personas conozcan como ganar espacio y no se sientan
encarceladas. Empieza afirmando, que el espacio debe ser conquistado o
construido personalmente, por eso, éste se relaciona con la historia de cada
persona, sus experiencias y el modo de asumirlas, y con las formas de decisión
y de riesgo. Establece una comparación con el espacio de una frontera que no
se rinde, que se construye y se defiende de manera permanente.
Además la autora dice que aunque cada persona tiene que construir su espacio
por sí misma, la sociedad muchas veces ofrece o niega la posibilidad de
hacerlo, ya que los espacios son asuntos de poder o no poder, y al tiempo son
individuales – privados, y públicos.
Otra cuestión que Montes, señala en el texto, es la vecindad entre espacio,
pensamiento y búsqueda de conocimiento. Y dice que el arte, es un medio que
permite llevar la construcción del espacio, y que el arte y el conocimiento se
ayudan, se necesitan, en la tarea humana por excelencia que dura toda la vida.
Para la construcción de la tarea se requiere hacer uso de las herramientas que
se van conquistando día a día por eso, la infancia tiene un gran peso en este
proceso.
Luego la autora manifiesta que si uno quisiera educar para el desenvolvimiento
humano, debería facilitar y estimular este “desenvolvimiento del espacio
propio”, y aclara que educar así no es fácil porque se busca el desarrollo
humano, a través de encontrar el enigma y lo compara con la educación para el
funcionamiento que recurre a la consigna, a los mandatos. Las características
del maestro que promueve la construcción del espacio, son permanecer
sensible al enigma, ser menos asertivo y estar más atento a los indicios para lo
cual, requiere ser prudente para esperar el momento, y ser más audaz para
acompañar los impulsos de construcción de sus discípulos.
También, Graciela, afirma que una de las estrategias que se pueden emplear
para construir el espacio ganado, es el juego, ya que es por naturaleza, una
exploración del enigma, porque constantemente nutre al imaginario, al permitir
la diversidad y la heterogeneidad de la fantasía de cada persona. En cambio,
los imaginarios prestados, que provienen de la televisión son homologados por
el mercado que los invade y no les permite se desarrolle su capacidad
constructora.
Al final del texto, la autora propone que se reinstale el enigma y la diversidad
en la educación frente a la consigna y la homologación como único modelo de
ganar espacio.
Estoy de acuerdo con Montes, en que los maestros tendemos a homogenizar
el conocimiento pero lo hacemos con el objetivo de unificar los conceptos entre
los estudiantes y de facilitar la comprensión de la construcción del
conocimiento compartido en el aula, al hablar todos los participantes con un
lenguaje común. Sin embargo, difiero con la autora en la concepción que ella
maneja de consigna como mandato o fórmula rígida. Para mí la consigna del
maestro, es el interrogante, que tiene como finalidad inquietar a los
estudiantes, servir de guía o de orientación para construir el conocimiento, no
es rígida, siempre esta cambiando y acomodándose a la situación porque tiene
en cuenta la individualidad de cada sujeto y su historia familiar. Por el
contrario, de lo que la autora afirma, la consigna reconoce el valor que tiene en
el aula la diversidad cultural de sus estudiantes y el gran aporte que este hecho
le brinda al proceso de enseñanza y aprendizaje, al permitir la constrastación
de ideas, el compartir de experiencias y la construcción colectiva de nuevos
conocimientos a partir de las vivenciad de cada estudiante.
La consigna de la que Graciela habla en su artículo, la relaciono con la utilizada
para ayudar a los estudiantes a modificar su comportamiento, en la cual es
claro el poder del adulto para contener a aquellos sujetos que lo requieren
mediante la palabra o mandato, pues el objeto de la consigna en este momento
es brindar parámetros o referencia sobre unas actitudes que son socialmente
aceptadas como normas de comportamiento para facilitar la convivencia
armónica entre los sujetos que comparten un mismo espacio.
Reconozco también al igual que la autora que el juego es una de las
herramientas más eficaces para llevar a cabo la propuesta en el aula, ya que
los estudiantes logran mostrarse en esencia, por no tener el temor de ser
evaluados y manifiestan su imaginario. Pero el juego no es totalmente libre,
tiene un objetivo claro por lo tanto, es planeado por la docente con anterioridad
y lo vincula al plan de trabajo que estén realizando para facilitar que los
estudiantes descubran el sentido de lo que están haciendo.
En mis prácticas pedagógicas he podido comprobar, así mismo como lo
plantea Montes, que la televisión influye en gran parte en el comportamiento y
en la construcción del conocimiento de los estudiantes ya que adoptan el
lenguaje que este les promueve como modelo, en el que se privilegia la
inmediatez de la imagen y se reconocen otros valores sociales. Pero, lo más
triste es pensar que la educación ha tenido que valerse de estos imaginarios
prestados para poder seducir nuevamente el interés de los estudiantes, por eso
no es raro encontrar textos literarios, en los que los personajes y sus historias
son los protagonistas de la serie de televisión más vista en el momento.
Después de leer el artículo concluyo que el enigma del que Graciela habla es la
misma consigna a la que yo me refiero, pues ambas buscan despertar la
curiosidad, el interés en los estudiantes con el propósito de construyan el
conocimiento a partir de sus saberes previos y del disfrute por lo que hacen. A
éste proceso Montes le llama ganar espacio, el cual debe ser construido
personalmente y depende exclusivamente del sujeto, como lo es para mí el
aprendizaje ya que cada uno lo construye de acuerdo a lo que signifique de la
experiencia compartida consigo mismo o en interacción con otros en un lugar
determinado. Ahora surge en mí la inquietud por descubrir la manera de
clasificar la gran variedad de consignas que el docente emplea en el aula, en
qué difieren, se complementan o se parecen, cómo las utiliza y sí es consciente
al hacerlo.
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