ESCRITURAS RELATIVAS AL MINISTERIO FEMENINO Consideren los siguientes versículos colectivamente e imaginen la manera en que Catherine Booth los interpretaría en pro del ministerio de las mujeres. Vean los comentarios adicionales anexados a cada sesión. Hechos 2:17-18 1 Corintios 11:4-7 1 Corintios 14:33-35 1 Timoteo 2:12-14 Gálatas 3:28 “A juzgar por los benditos resultados de lo que casi invariablemente ha seguido a la ministración de las mujeres en la causa de Cristo, tememos que el gran día del juicio encontraremos que el error y la injustificable aplicación de ese pasaje: ‘Que sus mujeres permanezcan en silencio en la iglesia’, resultó en más pérdida para la Iglesia, mal para el mundo y deshonra a Dios que cualquier otro de los errores ya referidos”. Catherine Booth Nuestra Herencia. Sesión III. Hoja suelta. 1 Comentario acerca de Hechos 2:17-18 Pedro habla en el día de Pentecostés en Jerusalén. Y cita a Joel 2:28, 29. Ese día se reconoce como el del nacimiento de la Iglesia Cristiana y del advenimiento del Espíritu Santo. El Santo Espíritu, que otorga los dones espirituales, cayó sobre todos aquellos que estaban presentes… pero no solo sobre los hombres, por lo que podemos concluir que los dones espirituales son concedidos tanto a hombres como a mujeres. Catherine Booth, en su folleto (página 10), afirma: “Dios ha prometido en estos últimos días que derramará su Espíritu sobre toda carne, y que las hijas tanto como los hijos de la humanidad, profetizarían”. Y Pedro afirma con mayor énfasis, respecto al derramamiento del Espíritu en ese día de Pentecostés que: “Esto es lo hablado por el profeta Joel…” Palabras más explícitas y aplicación profética más precisa que esta no ocurre dentro del resto del Nuevo Testamento. Los comentaristas afirman: “Si las mujeres tienen el don de profecía, no deben usarlo en público”. Pero Dios dice a través de su profeta Joel, que lo emplearan en el mismo sentido en que los hijos lo usan. Cuando el dictado de los hombres se opone categóricamente a la declaración expresa de “la palabra profética más segura”, no estamos planteando defensa ante su pobre rechazo. Los Padres de la Iglesia tardaron para aceptar el hecho de que, entre los primeros creyentes, la predicación no se asignaba a los hombres, sino que Dios —conforme a su promesa en el día de Pentecostés— derramaría su Espíritu Santo sobre los creyentes: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos; y que ellos deberían profetizar, como en efecto lo hicieron. La profecía hablada no consistía en anunciar acontecimientos por anticipado sino en la predicación de la salvación en Cristo a través del mundo. Para ese propósito, a Dios le agradó usar tanto a hombres como a mujeres”. Nuestra Herencia. Sesión III. Hoja suelta. 2 Comentario acerca de 1 Corintios 11:4-7 Este pasaje trata con la adoración adecuada. Los hombres deberían orar y profetizar con sus cabezas descubiertas. Las mujeres, por su parte, deberían hacerlo con sus cabezas cubiertas. Estos versículos hacen suponer que las mujeres pueden hacer lo que los hombres hacen, por lo que no hay allí ninguna prohibición al respecto. Lo de la cabeza cubierta es un asunto cultural. Y en tal caso, se interpretan como algo descriptivo, no preventivo. Catherine Booth, en su folleto (pp. 6-7), afirma: “El doctor A. Clark, respecto a esos versículos, declara: ‘Cualquiera que sea el significado de orar y profetizar respecto a los hombres, ¡quieren decir lo mismo en cuanto a las mujeres! De manera que, tanto algunas mujeres como ciertos hombres, podrían hablar a los demás para edificación, exhortación y consuelo. Esa clase de profecía o enseñanza fue predicha por Joel 2:28 y referida por Pedro. Y tales dones no tenían nada que ver con que se concediera a las mujeres, así como tampoco la profecía con su cumplimiento. La única diferencia destacada por el apóstol era que los hombres debían tener su cabeza descubierta… y las mujeres la suya cubierta… debido a que eso era usual entre griegos y romanos, y entre los judíos era una ley expresa que ninguna mujer debía ser vista públicamente sin velo. Eso era común en todo oriente; y ninguna mujer, excepto las prostitutas, andaba sin velo…’ ”Creemos que el punto de vista expuesto es la interpretación más justa y sensata acerca de ese pasaje. Si Pablo no reconociera aquí el hecho de que las mujeres podían orar y profetizar en las iglesias primitivas, su expresión no tendría sentido alguno; y si no reconociera el derecho de ellas a hacerlo bajo la costumbre expuesta, dejaríamos a los oponentes la tarea de deducir cualquier significado de su expresión”. Nuestra Herencia. Sesión III. Hoja suelta. 3 Comentario acerca de Gálatas 3:28 Conocida como la “Carta Magna” para los cristianos en todo el mundo, ningún versículo es más ecuánime en cuanto a raza, color, antecedentes étnicos o género. En el contexto de la Escritura completa —las realidades de todas las mujeres y hombres comunes en el Antiguo y Nuevo Testamentos, y modeladas por la vida de Cristo en sus relaciones— este versículo permanece como una expresión preventiva y no sencillamente cual descripción de una época, lugar y cultura en la historia. Catherine Booth, en su folleto (p. 17), afirma: “Si este pasaje no enseñara que los privilegios, deberes y responsabilidades del Reino de Cristo, y que las diferencias nacionales, de raza y sexo están abolidos, nos gustaría saber qué es lo que enseña y por qué fue escrito”. Nuestra Herencia. Sesión III. Hoja suelta. 4