ANTROPOLOGÍA en KANT Historia de la Filosofía 2º Bachillerato

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Historia de la Filosofía 2º Bachillerato
Profesora: Sara Guerra Escalona
ANTROPOLOGÍA en KANT
Inmanuel Kant nace en Könisberg en 1724 y muere en 1804 (Prusia). Es un pensador Ilustrado,
su filosofía pretende superar las posiciones antagónicas que se dan tanto en conocimiento como
en ética entre el racionalismo y el empirismo.
Su filosofía busca dar respuesta a tres preguntas claves: ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué debo
hacer? y ¿Qué puedo esperar? Y afirma que estas tres cuestiones se reducen a otra
fundamental: ¿qué es el hombre?
En la Crítica de la Razón pura, (obra en la que se plantea los límites del conocimiento y
la posibilidad de las ciencias) Kant establece la distinción entre noúmeno (la cosa- en- sí, es
decir, la realidad tal como es al margen de la experiencia) y fenómeno (la cosa para-mi, es
decir la realidad tal y como se le aparece al sujeto dada en la experiencia sensible). Esta
distinción, afirma Kant, es también aplicable al hombre.
Como fenómeno el hombre está sometido y se explica según las leyes matemáticofísico-biológicas de la naturaleza, como un objeto más entre los objetos del mundo físico.
Pero como noúmeno, el hombre es un ser libre, pertenece al ámbito de la razón práctica
regido por las ideas de moralidad y libertad que son objeto de un saber práctico, no teórico
Por tanto se dan en el hombre una dualidad de dimensiones: a) la dimensión
empírico- sensible (como fenómeno) y b) su dimensión ético-social (como noúmeno).
Según la primera dimensión (empírico-sensible) el hombre es un ser individual,
egoísta, cerrado sobre sí, como una cosa más entre las cosas. Desde esta posición puede
hablarse de la natural in-sociabilidad del hombre, -se puede ver la influencia de Rousseau
quien también habla de la original in-sociabilidad del hombre aunque en este autor la insociabilidad se da en un supuesto “estado de naturaleza”. Esta insociabilidad a la se refiere
Kant no debe ser entendida en un sentido peyorativo pues en su dimensión fenoménica el
hombre no puede ser valorado moralmente.
No obstante, según la segunda dimensión, la ético-social, tratada en dos obras sobre
todo: La Crítica de la razón Práctica y la Fundamentación de la Metafísica de las costumbres,
el hombre se encuentra inserto en el reino de los fines, (la persona como un fin en sí mismo,
tal como es entendida en la tercera formulación del imperativo categórico:” Obra de manera
que uses siempre la humanidad tanto en tu persona como en la de cualquier otro siempre como
un fin, nunca solo como un medio”), y de la moralidad como un ser perteneciente a una
comunidad de personas. Según esta dimensión puede hablarse de la sociabilidad del hombre.
Kant, entiende así al hombre como un ser que encierra una paradójica complejidad: una
“insociable sociabilidad” o una “sociable insociabilidad”.
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Por otra parte Kant reconoce en el hombre lo que él llama sus disposiciones originales, que
son, a saber:
a) disposición a la animalidad, en función de la cual se explica la capacidad técnica del
hombre
b) disposición a la humanidad, que explica su capacidad pragmática
c) disposición a la personalidad, que explica su capacidad moral.
Y según Kant “todas las disposiciones naturales de una criatura están destinadas a
desarrollarse de una manera completa y conforme al fin”.
Esta afirmación desemboca en la reflexión, en obras como Crítica del Juicio, La paz
perpetua o la Religión dentro de los límites de la mera razón, acerca de la historia y de la
religión, que son las piezas que cierran el sistema kantiano, pues en ellas se encierra el
secreto de la realización humana.
En efecto, Kant concibe la historia como un desarrollo progresivo aunque lento de las
disposiciones originarias del género humano en su totalidad (no como individuo sino como
especie) conforme a un fin, que será la realización del soberano bien: la organización de una
sociedad que hoy llamaríamos plenamente justa, una sociedad de ciudadanos del mundo
donde se da la mayor realización posible de libertad para el hombre, de justicia y de
paz.
Y en la religión, a la que se ha abierto camino desde la moral, la realización del
hombre, el soberano bien es la suma de virtud y felicidad. Si el hombre es un ser moral, de
buena voluntad, tiene derecho a esperar que Dios corresponda a su virtud con la felicidad.
Es esta una religión racional, coincidente con la ética, una religión natural al gusto de los
ilustrados frente a la religión revelada de los dogmas, el culto y la organización eclesiástica.
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ÉTICA en kANT
(1724-1804)
Inmanuel Kant nace en Könisberg (Prusia). Es un pensador Ilustrado, su filosofía pretende
superar las posiciones antagónicas que se dan tanto en conocimiento como en ética entre el
racionalismo y el empirismo.
Para Kant la razón posee dos funciones claramente diferenciadas, una función es la
teórica, que Kant analiza en la Crítica de la Razón Pura donde se plantea los límites del
conocimiento y la posibilidad de las ciencias; y otra es la función práctica, pues al hombre,
según Kant, además del conocimiento le interesa también el hecho moral y este es propio del
uso práctico de la razón, una razón que se plantea la segunda de las preguntas propuestas por
el autor: ¿Qué es lo que debo hacer?.
Kant, trata este tema, entre otras obras, en dos principalmente: Crítica de la Razón
Práctica y la Fundamentación de la Metafísica de las costumbres.
Como también ocurría en el conocimiento, Kant pretende fundamentar la ética de
forma universal y necesaria, y tras el análisis de las éticas de autores anteriores decide que
ninguna de ellas está fundamentada necesaria y universalmente, pues todas ellas son éticas
materiales, es decir, éticas con contenido.
Las éticas materiales establecen un fin o bien supremo que el hombre persigue (la
felicidad en Aristóteles, el placer en Epicuro, la salvación en el cristianismo…) y establecen
unas normas que nos dicen lo que hay que hacer para alcanzar ese fin (por ejemplo, en la ética
epicúrea: “si quieres una vida placentera, aléjate de la política”, en el cristianismo los
mandamientos que deben ser cumplidos, en Aristóteles, la elección del término medio…)
Kant rechaza las éticas materiales por varios motivos:
a) Porque son empíricas, es decir, a posteriori, y según Kant, de la experiencia no se
pueden extraer principios universales. Solo lo “a priori” proporciona universalidad.
b) Porque las normas o preceptos de las éticas materiales son imperativos hipotéticos, es
decir, condicionales del tipo “si quieres B haz A”, por ejemplo: si quieres salvarte ten
fe”. Según Kant, los imperativos de este tipo no pueden ser universalmente válidos,
pues no valdrían para aquel que dijera: no quiero B, en nuestro ejemplo: me da igual
salvarme.
c) También las rechaza porque son éticas heterónomas, es decir, porque las normas nos
vienen dadas desde fuera de uno mismo, desde fuera de la propia razón.
d) Por último, porque son éticas teleológicas, esto es, porque buscan un fin.
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Frente a las éticas materiales, Kant propone una ética formal, es decir, vacía de contenido
empírico, que no nos dice qué es lo que tenemos que hacer sino cómo debemos hacerlo; propone
una ética a priori, es decir, independiente de la experiencia y por tanto universal. Una ética
autónoma, donde la ley viene dada por la propia razón, frente a lo teleológico, propone una
ética deontológica , a saber, una ética cuyo ideal es el deber y no el logro de ningún fin; y que
se expresa mediante el imperativo categórico que ordena “haz A”, sin condiciones. El
imperativo categórico es por ello válido de forma absoluta y necesaria.
¿Y en qué consiste esta ética? Para Kant ni las cosas ni los actos son en sí mismos
buenos o malos, lo único que hay bueno en–sí es la buena voluntad. ¿Y cómo será un voluntad
buena?: será aquella que obre por deber, esto es, por respeto a la ley misma, no solo
conforme a deber (esto sería simplemente legalidad) sino por respeto a la ley moral
(moralidad), una ley que emana de la razón y que en el hombre se expresa mediante el
imperativo categórico.
Aunque el imperativo categórico es único Kant lo formula en cinco versiones diferentes, entre
ellas estas dos:
a) “Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne
en ley universal” *
*(Entendemos por máxima la ley subjetiva que sigue el sujeto en el momento de la acción)
b) “Obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona
de cualquier otro siempre como un fin y nunca solo como un medio”
Vemos pues, cómo no se nos dice qué cosa en concreto debemos hacer, sino cómo debemos
hacerlo: un acto será moralmente valioso si el sujeto que lo realiza lo hace porque lo considera
como absolutamente debido y entiende que el principio subjetivo (máxima) que en ese momento
dirige su acción podría convertirse en una ley universal, esto es, válida para todos; porque cree
que lo que hace es lo que en esas circunstancias todo hombre debería hacer, y no para
conseguir un fin, sino entendiendo al hombre y a su acción como un fin en sí mismo.
Ahora bien, para que la moral sea posible son necesarios tres supuestos o condiciones
necesarias, esto es, tres postulados propuestos por la razón práctica, postulados que por ser
afirmaciones metafísicas son consideradas no científicas en la Crítica de la Razón Pura
Y que aquí encuentran su lugar. Son los siguientes:
La libertad del alma: para que se de el hecho moral es absolutamente necesario que la
voluntad pueda querer o no querer la ley moral. Sin libertad no hay moralidad.
La inmortalidad del alma: puesto que en su finitud (como fenómeno) en el hombre no
se da la concordancia absoluta entre querer y deber, entre voluntad y ley moral,(no siempre se
quiere hacer lo que se debe hacer) se hace deseablemente necesaria la infinitud del
alma para que esta concordancia pueda realizarse.
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Además, en esta vida terrena el máximo bien, que para Kant es la suma de felicidad y
virtud no se da (no siempre el hombre bueno es feliz) y parece sensato esperar que el hombre
de buena voluntad sea merecedor de la felicidad, se hace pues necesaria la inmortalidad del
alma para que este sumo bien sea realizable,
La existencia de Dios: es necesaria como ser en quien sí coinciden plenamente ser y
deber ser, único ser que posee una voluntad santa. Y su existencia también es necesaria como
causa que garantiza la felicidad al alma inmortal del hombre de buena voluntad.
Como vemos, los postulados de la razón práctica abren el camino a la religión.
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