HORA SANTA - Unión Eucarística Reparadora

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HORA SANTA
¡Resucitó y está aquí!
- Canto: Jesús está entre nosotros

En la paz de Cristo resucitado nos hemos reunido. Queremos Señor, en este rato
de oración, agradecerte el don inmenso de tu presencia entre nosotros. Señor, Tú
nos llamas amorosamente a vivir cerca de Ti, a hacer el camino en tu compañía.
Concédenos experimentar el gozo de tu presencia cercana.

Con las solemnidades litúrgicas no pretende la Iglesia establecer simples
aniversarios de personas o acontecimientos pasados, sino además repeticiones o
reproducciones vivas de las fiestas litúrgicas de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. No nos pide sólo un recuerdo
envuelto en una admiración agradecido sino la reproducción en nosotros de
aquel padecer con generosidad, aquel morir a nuestros egoísmos y aquel
resucitar a la vida nueva de transformados en otros cristos.

¡Alleluya! ¡Alleluya! Resucitó. No está aquí. Si la Iglesia con esos dos gritos de
júbilo acompañó ese anuncio de los Ángeles del sepulcro, ¿con cuántos sería
menester acompañar el anuncio de los Ángeles del Sagrario?: ¡Resucitó! ¡Está
aquí! Y ¿con cuántos ritos de dolor y de indignación deberían acompañar este
otro anuncio que están haciendo constantemente los Ángeles de los Sagrarios
Abandonados... Está aquí y nadie quiere estar con Él.
Nosotros no hemos visto a Cristo resucitado, pero creemos. Creemos por la
palabra del mismo Jesús, por el testimonio de los primeros discípulos, por la
experiencia de tantos testigos, experiencias y testigos llegan hasta nosotros.
- Canto: Testigos de la resurrección (Kairoi)
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Los Misterios gloriosos saben a acción de gracias del Padre celestial por la Misa
de su Hijo. Y ¡cómo se ve al Padre glorificar a su Hijo anonadado y obediente
hasta la muerte de cruz!
1. Exaltando su Cuerpo con su resurrección gloriosa, causa y modelo de
todas las resurrecciones y espiritualizándolo con las dotes del Cuerpo
glorioso.
2. Perpetuando en la tierra el honor y la exaltación a la Santa humanidad de
su hijo con la perpetua adoración en todos los lugares del mundo de su
Eucaristía, que es su Cuerpo y su Sangre inmolada y gloriosa, manjar,
vida, modelo de toda virtud y fuente de toda delicia de las almas.
3. Haciendo del Sacerdocio de su Hijo, principio y razón de todo
Sacerdocio y causa principal e instrumento el más excelso y eficaz de la
glorificación suya, de la redención, justificación y santificación de las
almas y de la luz y paz del mundo.
4. Levantando el Nombre de Jesús sobre todo nombre ante el que, ha de
doblarse toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos.
5. Llenando los ojos y el Corazón de la Madre Sacerdotal, después de
dilatárselos con expansiones prodigiosas, casi infinitas del gozo sobre
todo gozo, de la visión y posesión de su Hijo triunfante para siempre de
la muerte y del dolor.
6. Ensanchando el corazón de los Sacerdotes de su Jesús con el optimismo
y los alientos de la más sólida esperanza en su ministerio de redención
por el dolor, de exaltación por la ignominia, de vida por la muerte.
7. Dando por la muerte y la resurrección de su Hijo a Sacerdotes y fieles, a
los redimidos todos, la lección más completa y fecunda de Doctrina
celestial, de verdad y de vida.
En cada Eucaristía nos abrimos a la presencia resucitada de Jesús. El Señor
resucitado nos pacifica y fortalece para que vayamos a sembrar la paz y a fortalecer a
los decaídos. El Señor enciende nuestro corazón para que podamos curar las cegueras
del mundo. Nos da su Espíritu para que recorramos los caminos del mundo como
samaritanos compasivos y liberadores. Por eso:
- Cada vez que reconoces tu pobreza, tu torpeza, tu opacidad, Cristo está
resucitando en ti.
- Cada vez que sientes su llamada y sales a su encuentro, Cristo está resucitando
en ti.
- Cada vez que abres tu corazón a su Palabra, Cristo está resucitando en ti.
- Cada vez que te reúnes con los hermanos para partir el paz, Cristo está
resucitando en ti.
- Cada vez que siembras la paz, cristo está resucitando en ti.
- Cada vez que sabes perdonar y compartir, Cristo está resucitando en ti.
- Cada vez que ofreces tu mano al hermano, Cristo está resucitando en ti.
- Cada vez que te acercas al pobre y te haces más pobre, Cristo está resucitando
en ti.
- Cada vez que liberas a un hermano de alguna muerte, Cristo está resucitando
en ti.
- Cada vez que das vida y engendras vida, Cristo está resucitando en ti.
- Cada vez que gastas por amor tu vida, Cristo está resucitando en ti.
- Canto: Esperando con María

Madre Inmaculada, di a tu Jesús que me hable de resurrección, que me diga lo
que resucitará: ¡la muerte con resurrección es tan esperanzadora y amable...!
- Lo que resucitará
Todo lo que haya tocado Nuestro Señor Jesucristo.
Jesucristo resucitado es principio, causa y modelo de toda resurrección.
Como su ocupación en su vida mortal fue hacer el bien a todo el que se le
acercaba, su ocupación en la eternidad es y será la de resucitar y glorificar todo lo
suyo.
Jesucristo en la tierra, en su vida mortal como en su vida de Sagrario, es siempre
el Sembrador de la resurrección; en donde quiera que llega el aliento de su boca o el
contacto de su mano allí queda siempre un germen de resurrección que florecerá en
su día.
¡Qué bella es mi fe y qué dilatados horizontes abre delante de mí!
¿Qué son las páginas de la Historia, y las letras de oro, y las inscripciones en
piedra y demás medios con que el mundo puede labrar la inmortalidad de un
hombre, en comparación de esa inmortalidad de verdad y de gloria que siembra en
mi alma, en mis huesos, en mis obras el contacto de Jesucristo Sembrador de
Resurrección?
¡Pobre inmortalidad la que se hace con papel, con metal o con piedra!
Ni el papel, ni el metal, ni la piedra pueden resucitar lo que está muerto.
Sólo la virtud de Jesucristo, que dio la vida a todo lo que vive, es la que puede
dársela a lo que la ha perdido.
¡Qué gloria siente mi corazón en decir: después de un poco de sueño de sepulcro
yo viviré siempre!
¡Vivir siempre!, ¡sin volverse a morir!
- Nuestra esperanza
Porque si Cristo ha resucitado, todo se puede esperar. Todos los ideales son
posibles, todos los sueños son realidades, porque en Cristo ya se han anticipado. Y la
esperanza última, resucitar con cristo, y estar ya siempre a su lado.
Porque si cristo ha resucitado, todo se puede sufrir. Lo último no será el dolor o
el vacío o la muerte. El infierno en esta vida ya no existe, porque siempre queda la
esperanza y la posibilidad de amar.
Porque si Cristo ha resucitado, todo se puede amar. El amor es el peso y el
sentido de nuestra vida. Podemos amar para siempre, más allá de la muerte. Vale la
pena gastarse. El amor siempre es fecundo y permanece.
- Canto: Sólo tú

Como en la Eucaristía, Jesús está en el camino de Emaús, real y desconocido,
presente e invisible, haciéndose el encontradizo, y los hombres, torpes, ciegos o
deslumbrados, ¡con cuánta dificultad acaban por encontrarlo! ¡qué raramente
caen en que está allí!
Peregrinos perpetuos del camino misterioso del Sagrario ¡cuánto hemos de
aprender de los felices caminantes de Emaús para llegar como ellos a sentir arder
el corazón oyéndolo y a conocer a nuestro Huésped Jesús partiendo el pan!
Los discípulos de Emaús son, sin pretenderlo, unos excelentes maestros de
oración. Pidamos como ellos al Señor que se quede con nosotros para avivar nuestra
esperanza ante las necesidades del mundo y de la Iglesia. Oremos diciendo:
¡Quédate con nosotros, Señor!
- Oremos por la Iglesia, para que realice su misión evangelizadora en el mundo.
- Oremos para que todos los pueblos, luchen por los valores del Evangelio que
traen la paz, la justicia y la libertad para todos.
- Oremos para que todos los sacerdotes y consagrados anunciemos gozosos el
Reino de Dios en el mundo.
- Oremos para que siempre haya corazones jóvenes, que estén dispuestos a
seguir la llamada del señor y dedicar su vida al servicio de sus hermanos los hombres,
siendo testigos de esperanza.
- Oremos por las familias, para que sean hogares donde se viva la unión y la ayuda
mutua.
- Oremos por cada una de las que formamos esta comunidad, para que vivamos la
caridad en todo su contenido y mensaje.
Oremos:
Quédate con nosotros Señor porque atardece. Sé nuestro compañero de camino, levanta
nuestros corazones, reanima nuestra débil esperanza, así nosotros junto con nuestros
hermanos, podremos reconocerte en las Escrituras y en la Fracción del pan.
- Canto: Quédate Señor, quédate conmigo
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