Eadem mutata resurgo (epitafio de la tumba del científico Jacob Bernoulli, en la que también figura una espiral, si bien parece que por error se grabó una espiral de Arquímedes cuando su deseo era que se grabase una logarítmica). QQ.·.HH.·.: -IA partir de la descripción que se hace en la Biblia de las columnas del templo del rey Salomón en Jerusalén, este templo tenía dos columnas principales flanqueando el vestíbulo, con fuste retorcido. En efecto, son nuestras columnas B y J. En Arte, la columna denominada salomónica, (también columna torsa o entorchada), es una columna con fuste de forma helicoidal, y, como sabéis, nuestras dos columnas sugieren en un caso un sentido ascendente y otro ascendente de la hélice. Pues bien, pocos temas como las formas helicoidales, espirales (para los puristas no son lo mismo), serpentinas…. tienen un simbolismo tan profundo desde muchos puntos de vista y en culturas o tradiciones distintas. Robert Graves señala que, dentro de los Esenios, uno de los grados iniciáticos superiores lo componían los llamados Heliceanos. Se llamaban así por el Helix o círculo cósmico, y aprendían la sabiduría mística de la hélice, es decir, la rueda cósmica. Esta última idea que ya figuraba en los griegos, ligada al nacimiento de Zeus. En una de sus versiones del mito, consignada, siempre según Eratóstenes, por el mitógrafo Arato, se llama Hélice a la Osa Mayor y coincide en que fue nodriza de Zeus. El nombre Hélice remite a élix, con idea de ‘movimiento espiralado’ o, más puntualmente, del verbo elísso, ‘hacer girar’, dar vueltas en torno a algo’. En otras palabras, encierra el concepto de de ‘movimiento de la luz’, del sol. Y es que valga decir que con estos temas entramos, las más de las veces a través de laberintos, pero –y esto es lo importante- siempre sin atajos, en las posibilidades del estado sutil, que diría Guenón. -IIPero permitidme que señale a continuación lo que –entre otras muchas cosas- dijo Fernando Pessoa sobre la serpiente. La belleza y concisión de estos dos párrafos son dignas de elogio: “En su forma de S (que, si se considera cerrada, es 8, y, acostada, igualmente serpentina, Infinito), la Serpiente incluye dos espacios, que rodea y trasciende. El primer espacio es el mundo inferior, el segundo el mundo superior. En otra figuración serpentina —la de la cobra en círculo, la boca mordiendo la cola— se reproduce, no la S, de la que es letra y señal, sino el círculo, símbolo de la tierra, o del mundo tal cual como lo conocemos. En la figura de la S la Serpiente se evade de las dos realidades y desaparece de los mundos y Universos. La ilusión es la sustancia del mundo, según la Regla, tanto en el mundo superior como en el mundo inferior, en lo oculto como en lo patente. Así, cuando huimos del mundo inferior, ilusorio éste, para refugiarnos en el mundo superior, éste no es menos ilusorio; es ilusorio de otra manera. Sólo la Serpiente, rodeando los infinitos abiertos —o los círculos "incompletos"— de los dos mundos, de los cuales huye hacia la ilusión, conoce el principio de la verdad.” Al leerlo, reconozco que me invadió una emoción serena. Una de esas emociones que uno celebra, con la que se siente a gusto, que no perturba ni daña, porque no tiene contrapunto, complementario u opuesto. Una de esas que –sirva el hilo argumental de Pessoa- se percibe como “ilusión de otra manera”. No, no crean que alcancé de pronto el estado primordial, ni tampoco reuní de repente los fragmentos dispersos del universo, descubrí el paraíso perdido o me constituí en poseedor del principio de la verdad (en todo caso, si esto me hubiese ocurrido, no lo contaría jamás). Lo que ocurrió es que me acordé del “Principito”, esa maravillosa obra del hermano Antoine de Saint-Exupéry, con aquella serpiente que resolvía todos los enigmas. Dijo Guenón que la serpiente remite al "mundo intermediario", en el que se ponen en ejecución fuerzas cuya naturaleza dual está muy claramente figurada por las dos serpientes del caduceo. Otro asunto –el del caduceo- de una tradición y un simbolismo inagotables. Hermes y su caduceo es representado como mensajero de los Dioses y como su intérprete, papel que desde luego es el de un intermediario entre los mundos celeste y terrestre, y que además tiene la función de "psicopompo" que conduce los seres a través de sus cambios de estados, o en los pasos de un ciclo de existencia a otro, lo que tiene correspondencia de las dos corrientes descendente y ascendente que simbolizan las dos serpientes del caduceo. En antiguas tradiciones de América Central, podemos encontrar otro símbolo que posee los atributos de Hermes. Es Quetzalcohuatl, el "pájaro-serpiente", y la unión de estos dos animales simbólicos (que corresponden respectivamente a los elementos aire y fuego) está representada también por las alas y las serpientes del caduceo. "Para explicar la formación del caduceo –dice Guenón-, se afirma que HermesMercurio vio dos serpientes que peleaban (figura del caos), y que las separó (distinción de los contrarios) con una vara (determinación de un eje, según el cual se ordenará el caos para convertirse en Cosmos), alrededor de la cual se enroscaron (equilibrio de las dos fuerzas contrarias, que actúan simétricamente con respecto al 'eje del Mundo'). Hay que señalar también que el Caduceo (Kerukeion, insignia de heraldos), es considerado como atributo característico de dos funciones complementarias de Mercurio o Hermes; por una parte la de intérprete o mensajero de los dioses, y por otra, la de 'psicopompo', estas dos funciones, en efecto, corresponden a las corrientes representadas por las dos serpientes…." Pero más aún: Guenón considera que estamos ante uno de los principales símbolos del “ánima mundi”. Dijo D. René a este respecto: “Agregaremos unas palabras a propósito de los principales símbolos del Anima Mundi: uno de los más habituales es la serpiente, a causa de que el mundo "anímico" es el ámbito propio de las fuerzas cósmicas, que, aunque también actúan en el mundo corporal, pertenecen en sí mismas al orden sutil; y esto tiene conexión, naturalmente, con el simbolismo de la doble espiral y el del caduceo; además, la dualidad de los aspectos que la fuerza cósmica toma corresponde realmente al carácter intermedio de ese mundo "anímico", que hace de él propiamente el lugar de encuentro de las influencias celestiales y las terrenales. Por otra parte, la serpiente, en cuanto símbolo del Anima Mundi, se representa las más de las veces en la forma circular del Uroboros; tal forma, en efecto, le conviene al principio anímico en cuanto está del lado de la esencia con respecto al mundo corporal; pero, por supuesto, está por el contrario, del lado de la substancia con respecto al mundo espiritual, de suerte que, según el punto de vista desde el que se lo considere, puede tomar los atributos de la esencia o los de la substancia, lo que, por decirlo así, le da la apariencia de una doble naturaleza.”-IIIEn la iconografía, la serpiente que aparecía una y otra vez, acompañando a dioses y diosas de características tan diferentes como Diana y Esculapio, Proserpina, Cibeles..., La serpiente es un animal que aparece y desaparece, que cambia de piel en primavera, que renace después de un largo invierno de frío y de muerte. Ambivalente, se le asocia al espíritu de los muertos, a la vez como muerte y resurrección. Cerrándose en circulo, representa la rueda cósmica. Siguiendo a… se sabe de la existencia de un culto ofiolátrico en la protohistoria peninsular y hallamos a la serpiente en los cultos celtas del Noroeste (Galicia y región del Miño). Siguiendo a la misma autora, encontramos a la serpiente en esculturas relacionadas con los cultos mitraicos. Son frecuentes los personajes masculinos con serpientes enrolladas cuyas circunvoluciones son interpretadas generalmente como símbolos de ascensión planetaria. Las siete vueltas de la serpiente alrededor del cuerpo recuerdan, tal vez, la fuerza que las esferas planetarias oponen a la ascensión del alma hacia la inmortalidad, y la serpiente en estas estatuas mitraicas es también una materialización de la fuerza vital de la roca de la que nace Mítra. Y es en relación con esta fuerza vital, con este sentido positivo, donde aparece, en relación con la serpiente, el concepto de inmortalidad. Concepto que está presente en Ovidio, Plinio y Elieno, que recogen la curiosa creencia de que la espina dorsal de los hombres se convierte en serpiente en el sepulcro. La serpiente se utilizó también en la antigüedad para hacer profecías. Los griegos consideraban como muy próximos el sueño y la catalepsia, en la que el alma, liberada de las ataduras materiales podía vagar por el espacio infinito, abandonando el cuerpo, y comunicarse con los muertos que conocen el porvenir y así tenemos que recordar la presencia de la serpiente Pyton en el oráculo de Delfos, pues fue precisamente sobre un templo antiguo de la serpiente donde se construyó el templo de Apolo. Así pues, parece que la presencia de la serpiente, tanto en inscripciones sepulcrales como en estelas funerarias, en las pinturas de las tumbas, etc., debe interpretarse como un símbolo de fecundidad y supervivencia, que en el último caso se reducen a una misma cosa: vida e inmortalidad.. La serpiente, pues, no es un animal de los muertos ni un animal funerario, sino que su presencia en estos lugares se debe al deseo y a la creencia de estos pueblos de no desaparecer para siempre, en la creencia de una forma, llamémosla como la llamemos, de inmortalidad, que ha sido el deseo del hombre desde su aparición sobre la tierra y que se ha extendido y pervivido a través de todas las religiones, hasta nuestros días. Capítulo aparte, merece la serpiente en Egipto. Wadjet y Nekhbet, las dos figuras animales, cobra y buitre que vemos en la frente de los faraones, que en época histórica serán diosas protectoras de los reyes del Bajo y Alto Egipto, tal vez fueron antiguas diosas madres. La tradición que en la baja época hizo de Wadjet la diosa de los partos parece confirmarlo, mientras que, también en Egipto, la serpiente Renenutet, diosa de las cosechas, es una divinidad. Wadjet, la diosa cobra, era la diosa del antiguo santuario del Delta. Ella y Nekhbet, la diosa buitre del, antiguo santuario en el Alto Egipto, se convirtieron con el tiempo en los símbolos de la unificación de Egipto, incorporadas en la insignia real., «Las dos Señoras», título de los reyes. En Egipto, la diosa-cobra protege también al faraón, figurada a veces en relieves o estatuas del Imperio Nuevo en forma de mujer con la cabeza de este animal. Su nombre sugiere la idea de «nodriza», enfatizando su papel de nodriza divina, y a veces se la representa amamantando a un niño. Asociada al ciclo de Osiris, como diosa benéfica, que proporciona los frutos de la tierra. En un curioso diálogo con Osiris, Atum predice la destrucción del mundo que él ha creado y su propia reversión a la forma de «una serpiente a la que nadie conoce», a fin de poder subsistir en el magma líquido, diálogo que forma parte del Libro de los Muertos. Esta serpiente sobrevive después de que todo lo demás es destruido al final de los tiempos. Es también considerada la Señora del Fuego, que disipa los poderes de las tinieblas. Encontramos asimismo en Egipto el mito de Sito, la serpiente hija de la tierra que emergió del caos antes de la creación del Universo. Por ello, en el Libro de los Muertos se alude a una la serpiente primordial, la que se desplaza eternamente. Entendiendo a la serpiente como imagen de lo que perdura, símbolo de vida y de esperanza, nos encontramos ante concepto tan amplio y universal como el de supervivencia o fuerza vital: lo primero que existió antes de la creación del universo y lo único que podrá subsistir al final de los tiempos. Pero no quiero dispersarme más. Así que les envío unos sesudos artículos de arquitectos e historiadores, para que se lo trabajen y se esfuercen. Que yo ahora he de continuar con la re-lectura del “Principito”, y esta vez ni siquiera voy a plantearme el imposible reto de evitar que broten las lágrimas con su lectura. ¿Hay alguien sobre la tierra que ha podido evitarlo?. Castelar.