Estar aquí reunidos implica compartir varias cosas: una vocación, la

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IX Congreso Latinoamericano de UNIAPAC
1 al 2 de octubre de 2008
La Responsabilidad Social Empresaria (RSE)
en Latinoamérica
Luis M. Bameule
Estar aquí reunidos implica compartir varias cosas: una vocación, la
empresaria, pero una vocación vivida desde una perspectiva cristiana, lo
cual implica actitudes y comportamientos cristianos desde el espíritu y a
través de acciones concretas.
Mis reflexiones suponen entonces que asumimos y compartimos que el
objetivo del la empresa no es maximizar utilidades sino la construcción de
un proyecto más amplio que involucra sí, la necesaria rentabilidad, pero
que incluye el desarrollo de las personas que participan del proyecto, la
búsqueda de la excelencia productiva, el cumplimiento de normas
impositivas, previsionales, el cuidado del ambiente especialmente el más
cercano, el cuidado de las generaciones futuras, etc.
La globalización hizo que en los últimos años hubiera una inundación de
referencias a la RSE.
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Podemos compartir la razón de ser de la RSE y sus alcances, pero no
podemos dejar de considerar la realidad en la que a cada uno nos toca
desenvolvernos. Por eso es que quiero compartir con ustedes algunas
reflexiones sobre esa realidad concreta en la que operamos: América
Latina.
No pretendo generalizar, muy por el contrario, pero sí quisiera referirme a
cómo veo la RSE en nuestros países y sus diferencias en relación a lo que
nos llega especialmente desde Europa, pero también de USA y Canadá.
No haré referencia hoy a la extrema turbulencia de las últimas semanas
que, sin dudas repercutirá en las empresas por algún tiempo. Asumo que
estas turbulencias tienen su origen en aspectos que se refieren
particularmente al mundo de las finanzas: apalancamientos excesivos, falta
de transparencia, controles insuficientes, etc.
Voy ahora a enumerar las nota principales de mi exposición:
1. En América Latina, la empresa y el empresario, no tienen el
mismo prestigio ni generan el mismo respeto que en Europa y
menos aun que en Estados Unidos. No está tan claro que la
empresa es multiplicadora de riquezas, generadora de empleo
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productivo, aportante de tecnología y de impuestos. Hay un prejuicio
bastante negativo que debemos reconocer, asumir e intentar eliminar.
2. Los estados en América Latina son más intervencionistas. Salvo
excepciones, esto es una realidad, operando los gobiernos muchas
veces como empresarios, quitando libertad al empresario privado.
Esta pérdida de libertad genera una correlativa pérdida de
responsabilidad. No es raro que el empresario se transforme en un
cortesano que depende más de un favor del gobierno que de su
gestión.
3. Alta informalidad de la economía latinoamericana que genera
situaciones de “descompetencia” o competencia desleal que también
inhiben acciones de RSE.
4. Baja cultura del largo plazo; la precariedad de normas, los cambios
drásticos en las reglas de juego, a veces dentro del mismo gobierno,
limitan también las acciones de RSE que en general son de largo
aliento.
5. Una concepción de la RSE asociada con el marketing, el
oportunismo, o al menos acciones aisladas o espasmódicas.
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6. Las acciones “con la gente” se asocian en América Latina con el
mundo de la acción política de los gobiernos. Recuerdo en este
momento una anécdota referida a la crisis económica que sufrió
Argentina en 2001/2002 que provocó una fuerte caída de PBI, una
devaluación de más de 200% y un gran aumento del desempleo. El
sector agroindustrial ofreció por un año auto-imponerse un aporte a
sus exportaciones del 5% (implicaba unos USD 2.000 millones) para
canalizarlo a través de las ONGs más importantes y organizar una
red de comedores para desocupados. Rápidamente el gobierno se
apropió de la idea aclarando que la ayuda social debía ser manejada
desde la política y se impuso un impuesto a las exportaciones de
todos los sectores del 5% que lejos de ser provisorio, se transformó
en permanente alterándose el destino de los fondos recaudados.
A estas diferencias comentadas, deberíamos agregar algunos matices.
Nuestros países, si bien cuentan en su mayoría con importantes recursos
naturales poco explotados, tienen también un bajo nivel educativo,
enormes diferencias entre los que más y los que menos tienen, y
gobiernos de características populistas. El “cortoplacismo” es fruto de la
precariedad de reglas en las instituciones y de la corrupción más bien
elevada.
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Algunas actitudes que deberíamos asumir teniendo en cuenta lo
expuesto:
1. Asegurar que las empresas funcionen como empresas: aceptar
la competencia interna y externa pero al mismo tiempo luchar
contra los privilegios que impliquen desigualdades ante la ley.
Aceptar la competencia implica no buscar privilegios especiales
que impliquen desigualdades ante la ley que luego se traducen en
aparentes acciones de RSE.
2. Cumplir con las RSEs más primarias: honrar contratos o
convenios firmados o no, pagar salarios dignos en tiempo y
forma, en blanco, pagar los impuestos, las cargas sociales;
parecen cuestiones muy elementales pero frecuentemente no se
cumplen en América Latina.
3. Ser conscientes que en nuestras realidades existen los
excluidos, sin posibilidad de incorporarse al mundo laboral salvo
excepciones. No podemos dejar de acercarnos a esa realidad,
asumirla y ayudar en lo que se pueda sin perjuicio de influir en lo
político para que se creen condiciones que terminen o reduzcan la
exclusión.
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4. Una RSE muy propia en nuestros países es la acción pública
para que los gobiernos cumplan acabadamente su rol
específico, actuando con eficiencia y subsidiariedad, creando la
atmósfera para que se desarrollen más y mejores empresas.
5. Cubrir las RSEs más primarias como en una visión de
círculos concéntricos en la que las mayores responsabilidades
deben referirse a los más cercanos y más débiles (empleados,
clientes, proveedores, accionistas, comunidades cercanas,
gobiernos, medio ambiente, generaciones futuras).
6. Largo plazo y sustentabilidad: en nuestros países hay palabras
demasiado frecuentes como “evadir”, “esquivar”, “flexibilizar”,
“zafar”. Reglas claras y estables que trascienden un gobierno
alimentan el verdadero espíritu emprendedor comprometido con
el largo plazo.
7. Generar una identidad y un estilo de negocios con RSE, que
debe bajar desde el más alto nivel y ser compartido por todos.
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Amigos: nuestro contexto es, generalmente, bastante “ruidoso”.
Diariamente enfrentamos temas fuertes con implicancias importantes, a
veces dramáticas. Si bien en las últimas semanas el ruido “vino de
afuera”, no es lo corriente.
Como empresarios cristianos latinoamericanos y por todo lo expuesto,
pienso que debemos reflexionar acerca del concepto evangélico de la
multiplicación de la herencia recibida y su derrame en una sociedad
todavía en maduración. También su dirigencia está en proceso de
maduración. La parábola de los talentos se nos aplica muy
especialmente en Latinoamérica, por la gran disponibilidad de recursos
dormidos, no explotados, con una población creciente, escasamente
educada y que nos reconoce poco. Como ven, hay espacio hasta para el
heroísmo. Un desafío como este exige, además de trabajo, honradez,
creatividad, lobby y liderazgo. Esto es alta RSE.
Agrego, para terminar, que debemos hacer un esfuerzo para dejar hablar
a Dios, escucharlo, que nos ayude a pensar priorizar y decidir. El
silencio, la meditación, la oración, el escuchar al Señor, seguramente
nos ayudará a inspirar nuestras acciones, tomar mejores decisiones y
finalmente ser más responsables ante El y la sociedad.
Luis M. Bameule
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