aqu - Internacional del Conocimiento

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CONGRESO INTERNACIONAL
CIENCIAS, TECNOLOGÍAS Y CULTURAS,
DIALOGO ENTRE LAS DISCIPLINAS DEL CONOCIMIENTO,
MIRANDO EL FUTURO DE AMERICA LATINA
Jueves 30 de Octubre de 2008
AULA MAGNA
18:30 Horas
DISCURSO INAUGURAL
“UNA INVITACION AL CAMBIO DE MIRADA”
Cristián Parker Gumucio1
Señora Ministra
Señor Rector
Señor Eduardo Devés, Coordinador General
Señora Cecilia Muñoz
Señoras y señores Decanos
Autoridades
Profesores, alumnos
Amigos, amigas
Estamos iniciando el siglo XXI y celebrando próximamente el bicentenario de
nuestras naciones independientes en América Latina.
Muchas cosas han
acontecido desde hace doscientos años, pero lo más asombroso ha sido el
impacto que ha tenido, en la evolución socio-histórica, el avance de las ciencias
y las tecnologías, acelerado desde la segunda mitad del siglo XX. Muchas
cosas han cambiado y también, radicalmente, muchos paradigmas de
comprensión del mundo.
La teoría de la relatividad derribó, como sabemos, los últimos vestigios del
positivismo mecanicista y posibilitó superar la idea de que el universo era
1
Doctor en Sociología, Director del Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago
de Chile, Presidente Comisión Organizadora del Congreso.
infinito, homogéneo y estable. La consecuencia de esta teoría es que el
universo es inestable y está en evolución.
Gran aporte éste digno de mencionarse en un Congreso en el cual estaremos
reflexionarse acerca de los aportes mutuos, la interacción,
que se han
brindado las ciencias naturales y las ciencias sociales y humanas en estos
años.
Por su parte, la mecánica cuántica que introduce elementos aleatorios e
impredecibles en las leyes básicas de la materia – impredecible que Einstein,
como sabemos, nunca logró acepar del todo – ha sido ampliamente aceptada
porque explica un amplio dominio de fenómenos que no quedaban descritos
por la mecánica clásica y ha sido verificada.
Bueno, este ejemplo de decisivo avance en la física teórica, en la ciencia
básica, ha sido, sido embargo, como nos dice Hawking, un tremendo impulso
para las ciencias aplicadas e incluso las tecnologías contemporáneas: las leyes
de la mecánica cuántica constituyen la base de los modernos desarrollos en
química, biología molecular y electrónica y el fundamento de la tecnología que
ha transformado el mundo en el último medio siglo.
Sin embargo, el mundo social en que vivimos sigue reclamando estabilidad,
orden y simetría.
Y, a pesar de ello, las leyes de la física contemporánea nos siguen
cuestionando los viejos paradigmas mecanicistas, nos siguen diciendo, como
afirma Prigogine, que no hay orden sino caos, simetría sino asimetría.
Precisamente, el recientemente Nóbel de Física fue otorgado a tres japoneses
por las teorías sobre la “asimetría”
que han sido determinantes para la
comprensión de la física subatómica y por ende de la composición de la
materia. De haber sido simétricas las cosas durante el Big Bang, hace 13.700
millones de años, se habrían formado cantidades iguales de materia y
antimateria.
Pero algo aconteció en esa sopa primigenia y agitada de partículas primarias
en las fracciones de segundo posteriores al Big Bang: la materia le ganó a la
antimateria.
Gracias a este exceso de materia, tenemos las galaxias, las estrellas, la Tierra
y toda la vida que hay sobre ella. Sin la obtención de aquella misteriosa
victoria, no estaríamos aquí. Las teorías galardoneadas explican, en efecto, la
ruptura espontánea de la simetría que da origen a la predominancia de la
materia sobre la antimateria en el universo.
Y sin embargo en el mundo social e histórico anhelamos orden, simetría y
estabilidad…. ¡Le tenemos pánico al desorden y al caos!
Ciertamente al trasladar el ámbito de mirada hacia la sociedad y la economía
surge el anhelo de equilibrio, regularidad,
predictibilidad. ¿Cómo podemos
predecir al consumidor o las conductas violentas? ¿cómo podemos evitar el
crimen, o las crisis financieras?
El paradigma prometeico de la modernidad ilustrada – actualmente en crisisplanteaba precisamente que la resolución de los grandes problemas de la
humanidad estaba en la explotación extensiva de la naturaleza por el empleo
de la razón planificante. Y aquella posibilidad de planificar estaba dada por la
explicación científica clásica – regular, predecible – de los fenómenos. Pero
la realidad sociohistórica que vivimos en esta primera década del siglo XXI nos
está constantemente negando esta posibilidad. Las nuevas epistemologías nos
indican que el positivismo fracasó en su intento de controlar el mundo y la
naturaleza.
No sólo me refiero a la peor crisis del capitalismo desde el 29 que estamos
iniciando, sino a la grave crisis que está socavando los cimientos mismos de
nuestra civilización: el cambio climático. Porque luego de la crisis actual del
neoliberalismo – sobre la cual no sabemos si ha tocado fondo – y que se inicio
por la explosión de la burbuja hipotecaria en el mercado norteamericano, es
muy posible que haya recuperación económica (aún cuando no sabemos, a
ciencia cierta, cuándo, ni cómo sucederá, ni cuanto tardará).
Pero es un hecho que si no logramos frenar de manera drástica el efecto de los
gases invernadero, como afirman los expertos, las bases de la actual
civilización se verán dañadas en sus cimientos y no habrá manera de volver a
recuperar el bienestar y el desarrollo previamente obtenido. E incluso más: la
supervivencia de la especie humana en este planeta estará comprometida.
El mundo ha cambiado mucho más en los últimos cien años que en los miles
de años previos. Esto no se debe sólo a los cambios sociohistóricos, a las
revoluciones o a las doctrinas sociopolíticas o económicas, sino principalmente
al avance de las ciencias y de la tecnología.
Nunca antes
la humanidad
había tenido, desde que surgiera el homo
sapiens, la capacidad y el potencial de guiar los destinos de su trayectoria
histórica como ahora y, sin embargo, nunca antes la humanidad había vivido en
una fragilidad tal que de un día para otro pudiera dejar de existir en la Tierra.
Piénsese, nada más,- a pesar de que el fin de la guerra fría nos ilusionó con el
desarme - en las miles de ojivas nucleares que todavía mantienen las grandes
potencias, con su capacidad para destruir muchas veces el planeta.
La sociedad globalizada es ahora mucho menos predecible que la sociedad
industrial del siglo XX y la incertidumbre se ha instalado, como aguijón
incómodo, en la existencia de los hombres y mujeres de esta época.
Por
ello
necesitamos
reflexionar
en
conjunto,
quienes
producimos
conocimiento: ¿cómo hacemos para que el curso de los acontecimientos no se
nos escape de la manos? ¿cómo lograremos sobrevivir en un mundo
atravesado por graves desequilibrios, inequidades, injusticias y turbulencias?
¿Cómo logramos vitalizar un movimiento ciudadano que esté consciente de los
riesgos, que sea alfabetizado científicamente, para que incida en la toma de
decisiones ciudadanas con propiedad?
Se necesita un cambo de paradigma: una nueva mirada acerca del desarrollo
de nuestras naciones, de nuestros pueblos, una nueva mirada acerca del
desarrollo planetario.
Otro mundo es posible en la medida en que seamos capaces de aportar
nuevas energías, inspiraciones, nuevas ideas para que los próximos doscientos
años de nuestra historia latinoamericana no nos encuentren sobre un
panorama desolador y lamentable.
Para que nuestros bisnietos o los hijos de nuestros bisnietos puedan vivir en un
mundo más humano, con mejor calidad de vida, con un desarrollo armónico
con el ambiente y en paz y justicia.
Nos asalta la tentación de desechar el esfuerzo necesario diciendo que estos
valores son puro romanticismo. Las urgencias del presente nos comen y no
queremos mirar al horizonte. Creemos que lo hacemos bien… pero…
en lo más profundo de las corrientes que mueven los ríos de nuestra historia
presente el tiempo corre en contra nuestra. Estamos sentados en una bomba
de tiempo y no queremos darnos cuenta.
¿Qué hacemos los académicos, los hombres de letras y artistas, los
investigadores y científicos, los intelectuales y estudiantes de hoy?
Por ello, el llamado al dialogo entre las disciplinas del conocimiento tiene una
urgencia insoslayable.
Se trata de una tarea científica, pero también ético-política. Política porque
tenemos que estructurar voluntades políticas de cambio real y científica porque
tenemos que trabajar en el avance de unas ciencias que deben ser el
fundamento para generar, alimentar y potenciar
paradigmas viables de
desarrollo alternativo.
América latina no puede ni debe seguir los mismos pasos del desarrollo de los
países altamente desarrollados, las sociedades del hiperconsumo. No
podemos imitar patrones de desarrollo que ya han demostrado sus
limitaciones. Tenemos que buscar nuestras propias formas, con creatividad,
con autonomía, sabiendo también que es necesaria la integración y la
interdependencia.
¿Vamos a generar una política de innovación que siga los mismos patrones del
desarrollo altamente industrializado de occidente?
Nuestras tecnologías no deben
ser una copia, un remedo, de lo que ya
conocemos.
¿Es posible generar tecnologías avanzadas y alternativas?
¿Tenemos la capacidad, las ideas, los recursos, las instalaciones?
Obviamente estamos atrasados… pero si miramos en términos de un
desarrollo lineal y acumulativo. Atrasados respecto a EEUU, Europa, y los
países asiáticos.
Según algunas cifras clásicas de la OECD, ALC está casi al nivel del África en
ciertos indicadores de ciencia, tecnología e innovación.
¿Es posible pensar en otros modelos de hiper-modernización pero sustentables
y alternativos?
Este tiempo de crisis es quizás una oportunidad.
Paul Samuelson (nadie podría dudar de su afiliación doctrinal) escribía para
fundamentar su tesis de que los sistemas de mercado requieren ser regulados:
“¿Qué es lo que ha causado desde 2007 el suicidio del capitalismo de Wall
Street? El capitalismo neoliberal del laissez-faire de Milton Friedman y
Frederich Hayek le permitió desbocarse sin regulación alguna. Este es el origen
de las tribulaciones que vivimos hoy. Ambos hombres están muertos pero su
legado ponzoñozo aún vive”.
El capitalismo salvaje y especulativo está acabado: regulación y regulación, se
requiere una vuelta a un sistema que impugne el “libre mercado” (sin que ello
signifique negar al propio mercado como mecanismo de asignación de
recursos). Sistema que, al fin y al cabo, debe ser controlado política y
éticamente.
Los patrones de desarrollo actual deben cambiar y si no iniciamos un gran
movimiento de reflexión que vaya mucho más allá de la simple tecnocracia, por
un lado, de los ideologismos, por otro, la historia podría volverse en contra
nuestra.
La ciencia y la tecnología, los procesos de investigación, desarrollo e
innovación, tienen el imperativo moral y político de asumir y respetar los
derechos humanos, las identidades culturales, las sabidurías y espiritualidades,
la interculturalidad, el desarrollo de las artes, la equidad (de género, social,
étnica) y el desarrollo sustentable.
Los avances científicos y las innovaciones requieren respeto por los
ecosistemas, por la biodiversidad. Necesitamos investigar en ciencias y
tecnologías, en ciencias humanas, sobre temas relevantes y pertinentes, para
responder a las necesidades de nuestros pueblos: alimentación, salud,
vivienda, educación, superación de la pobreza, energías renovables,
transportes y vida urbana a escala humana, desarrollo humano y sustentable.
Incluso debemos avanzar en materias como biotecnología, nanotecnología,
genética, electrónica, robótica, astrofísica, pero sin complejos, con autonomía,
superando colonialismos del saber.
¿Qué hicieron nuestros padres cuando enfrentaron la crisis del petróleo, la
crisis de las energías, la crisis del clima, la crisis de los mercados financieros,
el riesgo de la pérdida de nuestras identidades culturales, la crisis de
participación ciudadana?
Cambiaron todo para que nada cambiara y así
lograron mantener al menos momentáneamente su nivel de vida: dirán
nuestros hijos en unos años más.
Más allá de los esfuerzos del Panel del Cambio Climático de las NN.UU. y de
Al Gore - la clase política a nivel nacional, a nivel regional, a nivel mundial
parece no haber tomado la debida conciencia de estas cuestiones.
¿Será que podremos hacerlo nosotros que estamos de lleno comprometidos en
la principal función productiva de la sociedad actual: la producción de
conocimientos?
Este Congreso tiene ese anhelo… despertar nuestra consciencia respecto a lo
que hemos sido estos doscientos años y a la luz de esa mirada histórica
enfrentar el desafío actual para mirar el futuro ojalá con otros ojos.
¡Cambiemos nuestra mirada!
El futuro nos juzgará.
---- o ----
Quiero agradece a tantos que han hecho posible este congreso, al prof. Devés,
Coordinador y su labor incansable, a los coordinadores de simposio, al
personal administrativo, a todos.
Este Congreso fue organizad por la USACH, agradecemos a la Rectoría, al
IDEA, FAHU, FCs, FAE, VRID, VRAC, Adm. Campus, Comunicaciones, etc.
Gracias.
Esta Congreso como sabemos está siendo patrocinado por las siguientes
instituciones:
Academia Chilena de Ciencias
Asociación Argentino-Chilena de Estudios Históricos e Integración Cultural
Asociación Chilena de Ciencia Política
Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del MERCOSUR
Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe (ADHILAC-Chile)
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO
Corredor de las Ideas del Conosur
Explora-CONICYT
Internacional del Conocimiento
Organización Encuentro de Intelectuales Bolivia-Chile
ORUS Internacional
UNESCO-Chile
Finalmente doy la bienvenida a todos. Especial felicitación y bienvenida a la
delegación de alumnos que ha llegado en bus desde el altiplano boliviano hasta
Santiago y que fueron los primeros en llegar ayer en la madrugada. A ellos,
simbolizándonos a todos nosotros, que iniciamos este Congreso, un gran
aplauso,
Gracias.
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