Colegio Franciscano del Virrey Solís Bogotá D.C.

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Colegio Franciscano del Virrey Solís
“Educar para la Justicia, la Paz y las Nuevas Relaciones”
Bogotá D.C.
ÁREA Filosofía
INTRODUCCIÓN A KANT
AREA
Filosofía
FECHA
DOCENTE
Gabriel Eduardo Sabogal Murillo
Fuentes
UD 4
FILOSOFÍA MODERNA
GRADO/CURSO
ONCE
NOMBRE
CRITERIOS DE
EVALUACIÓN.
-
A
B
C
Responder las preguntas de actividad en el cuaderno.
EL CRITICISMO, SÍNTESIS QUE SUPERA RACIONALISMO Y EMPIRISMO
Kant se encuentra con que la historia de la filosofía no es una ciencia como las matemáticas, la física
o incluso la química, sino la historia de múltiples sistemas, deshechos, apenas acabados y
seguidamente sustituidos por otros que corren rápido la misma suerte. Como señala García Morente,
el despertar del espíritu humano al conocimiento se presenta confundiendo problemas y todas las
interrogantes sobre la naturaleza. Para Kant, la filosofía no es psicología o teología, es simplemente
teoría de la unidad del conocimiento. Ejerce la crítica entendida como proyecto de un nuevo modelo
de cultura para una humanidad libre.
Según Kant no se aprende filosofía, sino que se aprende a filosofar. Nuestro autor entiende que la
filosofía debe abarcar, sobre todo, el estudio de cuatro importantes problemas sobre el ser humano
que formula mediante las siguientes preguntas:
a) ¿Qué puedo conocer? Responde a esta interrogante en la obra “Crítica de la razón pura”. Trata
en ella de establecer los límites dentro de los que puede existir el conocimiento científico de la
naturaleza. Distinguirá entre ciencia y metafísica.
b) ¿Qué debo hacer? Contesta a esta pregunta en la obra “Crítica de la razón práctica”. Aquí
reflexiona sobre el problema de la moralidad y el establecimiento de los principios y condiciones
que posibilitan que la razón obre libremente.
c) ¿Qué me cabe esperar? Las obras “Ideas de la historia universal” y “Crítica del juicio” reflexionan
sobre el problema de la religión, de la estética y de la historia, entendida como posibilidad de
realización en un tiempo y en un espacio determinado.
d) ¿Qué es el ser humano? Responde a esta cuestión en su obra “La Religión dentro de los límites
de la verdadera razón”, y trata de relacionar las tres interrogantes anteriores, reduciéndolas a una
sola pregunta antropológica. El ser humano es siempre, para Kant, el marco central de reflexión,
tanto en sus aspectos racionales o del conocimiento como en su comportamiento moral o libre,
religioso y estético.
Kant, en los primeros años, fue un pensador racionalista. Más tarde, influenciado por Hume,
abandonó lo que llama «sueño dogmático del racionalismo». Sin embargo, acepta el postulado
racionalista de que existe una razón que nos conduce al conocimiento de los hechos y que aporta las
características de universalidad y necesidad. Para nuestro autor, esta razón no puede estar aislada
de la experiencia sensible. Su base y sus límites están en los hechos que observamos y en la
experiencia que se deriva de la captación del objeto protagonizada por nuestros sentidos.
En una segunda etapa, Kant acepta del empirismo el hecho de que todo conocimiento debe tener su
base en la experiencia sensible, si bien no está de acuerdo con el escepticismo que caracteriza
sobre todo la teoría de Hume y que lo lleva a rechazar toda la metafísica y conceptos como
sustancia, causalidad, mundo o Dios.
Kant supera tanto al racionalismo como al empirismo a través de una tercera etapa de su
pensamiento, que podemos denominar conocimiento crítico. Nuestro autor trata de averiguar hasta
dónde llegan los límites de nuestro conocimiento, y concluirá afirmando que esos límites hay que
situarlos allí donde no llega la experiencia sensible. Así distinguirá entre conocimiento científico, que
ejemplificará en las matemáticas y la física, y conocimiento metafísico, que es aquel que va más allá
de la experiencia y que se mostrará también en la moral, después de negar la posibilidad de la
metafísica como ciencia. Kant afirmará que existen conceptos previos a nuestro conocimiento, que
no provienen de la experiencia, como, por ejemplo: espacio y tiempo, que son formas a priori de la
sensibilidad. Así es como, supera las tesis racionalistas y las empiristas.
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1. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: POSIBILIDAD Y LÍMITES
Kant pretende fijar los límites del conocimiento sensible. Para ello acude a un tribunal que garantice
las pretensiones legítimas de la razón y que sea capaz de terminar con todas las arrogancias
infundadas; pero que lo haga no con afirmaciones de autoridad, sino con las leyes eternas e
invariables de la razón. Fijar límites a la razón es negativo. Es fijar la imposibilidad de la metafísica
para fundamentar el conocimiento científico. Esta negatividad del primer momento dará paso a un
segundo momento, netamente kantiano, que nos conduce a averiguar la legitimidad de un segundo
uso de la razón, el práctico
A. El punto de partida del pensamiento kantiano
Kant trata de averiguar la posibilidad de la metafísica como ciencia. Comienza preguntándose: ¿Es
posible un conocimiento científico y riguroso sobre realidades de las que no tenemos un
conocimiento sensible? Acude a los contenidos de la metafísica de su tiempo y recoge del
racionalista Wolff, discípulo de Leibniz, esos contenidos, que se reducen principalmente a tres:
mundo, alma y Dios. Estas “realidades” están más allá de nuestro conocimiento sensible y son parte
de lo que llama metafísica. La pregunta ahora es: ¿es posible la metafísica como ciencia? Para
contestar a esta cuestión, Kant acude al análisis de la ciencia de su tiempo (por ejemplo: a la de
Newton) y constata dos hechos:
a) La ciencia progresa, porque observamos que en todos los campos científicos se construyen
nuevas teorías, basadas, en la mayoría de los casos, en otras anteriores. Considera que en la
metafísica no existe este progreso, porque se siguen debatiendo los problemas de siempre, sobre
los que ya hace tiempo teorizaron, por ejemplo, Platón y Aristóteles, y constata que después de
tanto tiempo se repiten los mismos razonamientos acerca de Dios, alma y mundo.
b) Los científicos se ponen de acuerdo, y lo que uno descubre y demuestra aparece como
apropiado para los demás. Los juicios de la ciencia son objetivos, universales, necesarios y nadie
puede negarlos. Sin embargo, en el campo de la metafísica, los pensadores se contradicen y
eliminan la posibilidad de acuerdo.
Si la metafísica quiere ser ciencia, debe ser construida con el mismo rigor que el que se emplea en
otras áreas científicas como las matemáticas o la física, y si la metafísica no es ciencia debe
abandonar la pretensión de hablar científicamente sobre temas de los que no podemos tener
experiencia.
B. Condiciones que hacen posible la ciencia
Kant considera que existen dos condiciones necesarias para que sea posible el conocimiento
científico:
a) Condiciones empíricas. Esto se deriva del hecho de que toda ciencia se basa en datos que
parten de la experiencia. Para captar esos datos deben darse unas condiciones de hecho
particulares, concretas y que puedan alterarse. Por ejemplo, si yo digo: «Veo una farola», este
hecho de ver algo dependerá, entre otras, de una serie de condiciones (mi agudeza de visión, lo
lejos que esté colocado ese objeto, los instrumentos que tenga para ver eso, la luz que exista en
ese momento, etc.).
b) Condiciones transcendentales o a priori. Toda ciencia se apoya en unos contenidos anteriores a
la experiencia, en unas condiciones universales, necesarias, comunes a todo sujeto, que no
pueden alterarse. Por ejemplo, si yo digo: «Vi una farola», debemos preguntarnos
irremediablemente: ¿dónde?, ¿cuándo? Si otra persona responde: «En ninguna parte» a la
primera pregunta y «Nunca» a la segunda, deberemos decir: «Eso es imposible». En
consecuencia, es evidente que para observar un hecho necesitamos siempre de un espacio
(¿dónde?) y de un tiempo (¿cuándo?) que hagan posible esa experiencia.
C. Teoría de los juicios: los juicios sintéticos a priori
Las dos clases de conocimiento (el vulgar y el científico) se manifiestan en proposiciones o lo que los
lógicos llaman “juicios”. Éstos unen dos términos que pueden ser cosas, propiedades o modos. El
verbo «ser» hace de enlace y confiere al enunciado realidad y validez. Kant distingue varias clases
de juicios:
a) Juicios analíticos. Son aquellos en los que el predicado está comprendido en la idea de sujeto. El
predicado no añade información. Por ejemplo: «El triángulo tiene tres ángulos». El sujeto
«triángulo» lleva implícito en el «predicado» (los tres ángulos). Estos juicios se caracterizan por
ser universales, necesarios, explicativos. Se basan en el principio de no contradicción, porque en
ellos no hay contradicción entre sujeto (triángulo) y predicado (tres ángulos).
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b) Juicios sintéticos. Son aquellos en los que el predicado no está comprendido en la idea de sujeto.
Aquí el predicado añade un contenido nuevo, desconocido al sujeto. Por ejemplo: «Algunos
cuerpos son pesados». Para conocer la verdad de este juicio o semejantes tenemos que acudir a
la experiencia. Estos juicios son de dos clases:
 Juicios sintéticos a posteriori. Son aquellos en los que su verdad depende de la experiencia. Son
particulares, contingentes y extensivos (amplían el conocimiento). Ejemplo: «La mesa de Andrea
es verde».
 Juicios sintéticos a priori. Son aquellos que nos proporcionan información (sintéticos) y al mismo
tiempo son universales y necesarios (a priori). Ejemplo: «La línea recta es la distancia más corta
entre dos puntos», o este otro: «Todo lo que sucede tiene una causa». Estos juicios son
universales, necesarios y extensivos. Estos juicios son los juicios propios de la ciencia, los que
permitirán a Kant averiguar si la metafísica es ciencia o no.
D. La crítica de la razón como giro copernicano
Kant aporta un nuevo punto de vista dentro de los autores modernos. A este nuevo enfoque al
problema del conocimiento se le suele llamar giro copernicano o revolución copernicana. De la
misma manera que Copérnico pasa del geocentrismo al heliocentrismo en su concepción del mundo
físico, Kant pasa de un conocimiento que hasta ahora se basaba en los objetos a un conocimiento
que se basa en los principios a priori que el sujeto impone.
a) El conocimiento humano debe partir de los datos que nos aportan los sentidos (de la experiencia
sensible), pero teniendo en cuenta que esos datos son captados siempre bajo las condiciones a
priori que el sujeto impone al objeto. Por ejemplo, el espacio y el tiempo como «formas a priori de
la sensibilidad».
El sujeto también aporta conceptos puros o categorías, que posibilitan a nuestro entendimiento la
organización y sintetización de los datos que provienen de nuestra sensibilidad de una forma
dispersa. Estas categorías son también a priori y, en consecuencia, universales y necesarias.
Con esto, el sujeto, a través de su entendimiento, compagina la experiencia (datos que nos
aportan los sentidos) y la razón (leyes universales para entender y explicar los fenómenos
particulares y contingentes)
La expresión «giro copernicano» también hace referencia a la revolución metodológica que Kant
lleva a cabo en su teoría del conocimiento. Para Kant, los fenómenos pueden ser estudiados, por
parte del sujeto, analizando:
 Por un lado, su comportamiento en la experiencia,
 Por otro, estableciendo hipótesis previas que posteriormente tratamos de comprobar en la
práctica.
Esta revolución la concreta Kant en el análisis de la cientificidad de las matemáticas, de la física y
de la metafísica. En consecuencia, el objeto ya no es, como en la metafísica anterior a Kant, algo
que se impone al sujeto, sino algo construido por las condiciones (o leyes) del conocimiento que
el sujeto aplica a los datos que nos proporcionan los sentidos.
b) En el campo de la razón práctica también ocurre lo mismo, porque el sujeto pasa a ser el que
aporta las leyes a priori, las leyes universales y necesarias de nuestro comportamiento moral.
Esta recuperación del sujeto es una herencia del pensamiento de Rousseau, al que algunos
llaman el «Newton del mundo moral». Kant pone en la conciencia del sujeto lo que Rousseau
coloca en la sociedad («giro roussoniano»). Las leyes universales que el sujeto nos aporta son
aplicables a las conductas particulares; piénsese, por ejemplo, en el imperativo categórico y en
los postulados: alma, libertad, Dios.
En resumen, el conocimiento humano recobra protagonismo y ejerce la primacía en la teoría
kantiana. No es el entendimiento el que se adapta a las cosas, a los objetos, sino al revés, son
las cosas las que se adaptan al entendimiento. El conocimiento no se regula por los objetos, sino
que son los objetos (en cuanto objetos de conocimiento: «fenómenos») los que están regulados
por el conocimiento. De esta manera, Kant supera tanto al racionalismo como al empirismo, dado
que todo conocimiento humano comienza por la intuición, pasa a los conceptos y concluye en las
ideas.
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CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA. LA RAZÓN TEÓRICA. CIENCIA Y METAFÍSICA EN KANT
PRIMERA PARTE. LA ESTÉTICA TRASCENDENTAL: LA SENSIBILIDAD
Kant llama estética a la doctrina acerca de los sentidos y de la sensibilidad. En griego aísthesis
significa «sensación», «percepción sensorial». La estética trascendental estudia las estructuras de la
sensibilidad, la manera como la persona recibe las sensaciones y las transforma en conocimiento
sensible.
En esta primera parte de la “Crítica de la razón pura” el autor estudia las formas sensibles de nuestro
conocimiento (espacio-tiempo) y muestra cuáles son las condiciones que hacen posibles los juicios
sintéticos a priori en las matemáticas.
A. Espacio y tiempo
a) El espacio es un medio homogéneo e indefinido, en el que se sitúan los objetos sensibles.
b) El tiempo es un medio infinito en el que se suceden los acontecimientos.
Están relacionados con la geometría y la aritmética respectivamente.
Kant define el espacio y el tiempo de una doble manera, como formas a priori de la sensibilidad y
como intuiciones puras.
Explicamos los términos de las dos definiciones de espacio y tiempo.
a) Formas: significa que espacio y tiempo no son impresiones, sino el modo como un sujeto percibe
todas las impresiones (música, sonidos, colores...). Es el modo de funcionar de los sentidos
externos en el espacio y de los internos en el tiempo.
b) A priori: porque espacio y tiempo son independientes de la experiencia del sujeto, preceden y
hacen posible la experiencia. Son algo así como un molde donde encajan todas las experiencias.
c) De la sensibilidad: porque el espacio y el tiempo son categorías necesarias para que alcancemos
una percepción determinada, para conocer a través de los sentidos.
d) Son intuiciones porque no son conceptos elaborados por nuestro entendimiento. Son, por tanto,
independientes del conocimiento que tenemos de las cosas.
e) Intuiciones puras, porque espacio y tiempo son unas formas vacías de contenido empírico, es
decir, que se van llenando poco a poco de impresión que proviene del exterior al sujeto.
Como podemos ver en el cuadro de abajo, Kant nos aporta varias definiciones o formulaciones del
imperativo categórico. Los imperativos categóricos son leyes morales de carácter formal, porque nos
indican cómo debemos actuar. Kant rechaza los imperativos hipotéticos, propios de las éticas
materiales.
CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO
Son condiciones transcendentales a priori del conocimiento, con las siguientes características:
a) Son universales porque afectan a todos los individuos.
b) Son necesarias pues sin ellas sería imposible el conocimiento.
c) Preceden a la experiencia, ya que son a priori y pertenecen a la estructura del sujeto y son
necesarias para que el sujeto pueda tener un conocimiento sensible.
d) Hacen posible la experiencia porque gracias al espacio y al tiempo podemos tener un
conocimiento empírico de las cosas.
e) Son trascendentales porque son condición de posibilidad de la experiencia.
Estos conceptos, que Kant hereda de Newton, suponen una condición indispensable para que
podamos tener sensación, para que podamos tener conocimiento sensible de las cosas. Las
propiedades del conocimiento sensible son la receptividad más la actividad.
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El espacio tiene tres dimensiones (largo, ancho, alto), es una noción cuantitativa, una intuición
indivisible, imposible de conocer intelectualmente.
El tiempo, que tiene tres dimensiones (pasado, presente y futuro), es irreversible e inaprehensible, es
decir, imposible de conocer.
B. La matemática como ciencia
Si analizamos las proposiciones de las matemáticas vemos que son sintéticas. Por ejemplo:
a) En geometría: el juicio: «entre dos puntos la línea recta es la más corta», nos indica que la verdad
de esta proposición nos entra por los sentidos. Así, si en un papel trazamos una línea recta y una
curva entre dos puntos, entonces vemos y percibimos que la curva es más larga que la recta, y si
la imaginamos pasará igual.
b) En aritmética: Lo mismo puede decirse del juicio 2 + 2 = 4, a primera vista parece analítico, pero
la suma nos indica que juntamos y unimos dos números en uno. Si acudimos a la percepción
sensible, contando con los dedos, con bolas, con puntos, etc., podemos comprobar que dos de
esos objetos, por una parte, y otros dos, por otra, juntos (síntesis) nos dan la suma de cuatro. Esa
percepción imaginada es la que hace la síntesis.
Como, por un lado, la matemática es a priori y, por otro, es sintética y se basa en la percepción,
entonces debemos concluir que tiene que haber una percepción a priori como fundamento de la
matemática. Ésta se basa en una intuición pura (sinónimo de «percepción a priori»). Las figuras que
el geómetra construye en un papel o en la imaginación conllevan la necesidad del espacio. La base y
condición de la geometría es el espacio. La geometría es la ciencia del espacio porque sus
principios, axiomas y sus postulados son propiedades del espacio. El espacio es una intuición pura a
priori.
El tiempo será la condición de la sensibilidad, tanto interna como externa, mientras que el espacio
sólo lo será de la externa. Una intuición debe estar en la base de la aritmética, porque los juicios de
esta ciencia son sintéticos. Esta intuición debe ser a priori, porque esos juicios, a pesar de ser
sintéticos, son también universales y necesarios. La intuición pura aquí es el tiempo. Es, como el
espacio, intuición y no concepto. Cuando en uno o varios objetos reales, que consideramos
sucesivamente en serie, prescindimos de los mismos objetos, nos queda sólo el número, es decir, la
sucesión de los momentos. La serie sucesiva objeto de la aritmética es un trozo de tiempo; la base y
la condición indispensable de la aritmética es el tiempo, y sus principios, axiomas y postulados, son
propiedades del tiempo, de la sucesión. De igual manera que el espacio, el tiempo no es algo
definido, sino un supuesto de la aritmética.
Para Kant, todos los juicios que emplean las matemáticas requieren la existencia del espacio y del
tiempo, y por tanto, son juicios universales, necesarios y a priori, pero al mismo tiempo, esos juicios
se pueden mostrar en la realidad, tal como es captada por nuestros sentidos. Existen, pues, en las
matemáticas los juicios sintéticos a priori, y, en consecuencia, las matemáticas son ciencia
En nuestro conocimiento existen dos elementos:
a) Un elemento material, que es el que protagonizan las impresiones sensibles, que provienen del
mundo exterior al sujeto.
b) Un elemento formal, que son los elementos a priori (espacio y tiempo), que estructuran esa
realidad que procede del exterior.
El resultado es lo que Kant llama fenómeno, es decir, lo que aparece ante nosotros (la impresión
sensible, que se da en nosotros a través de las categorías de espacio y tiempo). Por ejemplo, en la
geometría: «la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos», y en la aritmética: 3 + 3 = 6
ACTIVIDAD
1. Argumente y describa ¿de qué manera para Kant el criticismo supera el racionalismo y el
empirismo?
2. Explique el punto de partida del pensamiento Kantiano.
3. Explique y argumente qué son los juicios sintéticos a priori.
4. Explique y argumente En qué consiste el giro copernicano al que Kant hace referencia.
5. Explique y argumente de qué manera el espacio y el tiempo hacen parte del conocimiento
sensible.
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