Elección de Papa

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ELECCIÓN DEL PAPA
Fallecido Juan Pablo II, la Iglesia Católica, a través de sus más altos prelados, los cardenales, se disponen para
la elección del nuevo Papa.
La designación del Sucesor de Pedro y nuevo Sumo Pontífice está regida en la actualidad por la Constitución
Apostólica UNIVERSI DOMINICI GREGIS, que, literalmente, versa sobre la vacante de la Sede Apostólica
y la elección del Romano Pontífice, promulgada en 1996 por el Obispo de Roma, Juan Pablo II.
Así pues, fue el propio Papa, a través de dicha normativa canónica quien proveyó la sucesión en el cargo de
Obispo de Roma, si bien, ratificando en todo lo esencial del proceso de elección papal, la milenaria praxis de
la Iglesia Católica.
En dicha disposición sanciona Juan Pablo II que la elección del nuevo Papa corresponde a un Colegio
formado únicamente por Padres Cardenales de la Santa Iglesia Católica. Asímismo, el carácter universal de la
Iglesia, obliga a que formen parte de dicho Colegio, al que llamaremos Cónclave, Purpurados de todos los
continentes de la Tierra.
Mientras la Sede Apostólica está vacante, el Colegio de Cardenales únicamente puede realizar despacho de
asuntos ordinarios o urgentes (inaplazables), no pudiendo dicho órgano modificar, corregir o dispensar
ninguna normativa emanadas de un Santo Pontífice. De hecho, el Colegio de Cardenales no ostenta ninguna
potestad ni jurisdicción sobre facultades que corresponden al Papa o a su sucesor.
No obstante, no todos los Cardenales que forman parte del Colegio participarán en el Cónclave, reunión de
Cardenales electores del nuevo Papa. Por disposición apostólica no tendrán la consideración de electores
aquellos que antes del día 2 de abril de 2005 hayan cumplido 80 años. Sin embargo, no existe dicho límite de
edad para el Cardenal que vaya ser elegido Papa: puede ser Papa cualquier Purpurado, sin límite de edad. El
número de Cardenales que compondrán el Cónclave será, en esta ocasión, de 115 Purpurados
La razón de que el cónclave no inicie sus sesiones hasta el día 18 de abril, se debe a que la disposición
apostólica ordena que una vez vacante la Sede Apostólica, los Cardenales presentes deberán esperar a los
ausentes como mínimo 15 días, debiendo celebrarse el cónclave, a lo sumo, a los 20 días de haberse producido
la vacante (muerte del Papa)
Para el inicio de las sesiones del cónclave, todos los Cardenales electores deberán encontrarse alojados en la
Domus Sanctae Marthae (Casa de Santa Marta), de la Ciudad del Vaticano. Este lugar, así como
especialmente, la Capilla Sixtina, lugar donde se realiza la elección del nuevo Papa, deberán encontrarse
cerrados a cualquier persona ajena al proceso, bajo la supervisión y vigilancia del Cardenal Camarlengo, para
garantizar del debido secreto. A este respecto, los Cardenales que componen el Cónclave prometen y juran,
bajo pena de excomunión, guardar secreto de las deliberaciones, desarrollo de sesiones, y cualquier otro
aspecto relacionado con el Cónclave.
Así, cada Cardenal, en presencia del Camarlengo y de dos Ceremonieros pronunciarán y suscribirán
juramento según la siguiente fórmula:
Yo, prometo y juro observar el secreto absoluto con quien no forme parte del Colegio de los Cardenales
electores, y esto perpetuamente, a menos que no reciba especiales facultades dadas expresamente por el
nuevo Pontífice elegido o por sus Sucesores, acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las
votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice.
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Prometo igualmente y juro que me abstendré de hacer uso de cualquier instrumento de grabación, audición o
visión de cuanto, durante el período de la elección, se desarrolla dentro del ámbito de la Ciudad del
Vaticano, y particularmente de lo que directa o indirectamente de algún modo tiene que ver con
lasoperaciones relacionadas con la elección misma. Declaro emitir este juramento consciente de que
unainfracción del mismo comportaría para mí aquellas penas espirituales y canónicas que el futuro
SumoPontífice determine adoptar.
A una hora conveniente de la tarde, desde la Capilla Paulina, en solemne procesión y entonando el cántico
Veni Creator los Cardenales se dirigirán al lugar de la celebración de la elección de Papa, la Capilla Sixtina.
Pronunciado el juramento, la Constitución Apostólica ordena que la elección se haga, eliminando cualquier
otro método, per scrutinium, requiriéndose para que la elección de Papa sea válida, dos tercios de los votos
calculados sobre el total de los presentes.
Previo a dicho escrutinio (votación) se eligen al azar nueve Cardenales divididos en tres grupos de tres: tres
Revisores, tres Infirmari (son los que recogen los votos de los Cardenales inasistentes por enfermedad) y tres
Escrutadores. Los Cardenales Ceremonieros serán los encargados de distribuir las papeletas entre los
Purpurados electores. Harán entrega de dos o tres a cada Purpurado.
Dicha papeleta consta de una primera parte donde figura impreso el lema Eligo in Summum Pontificem (Elijo
como Papa a) y la parte inferior donde cada Cardenal deberá escribir, con caligrafía lo más irreconocible
posible, el nombre del que vaya a elegir. Cada Cardenal llevará la papeleta, doblada dos veces, bien levantada
y visible, hasta el altar, y la depositará en un plato, bajo la atenta mirada de los Escrutadores.
Dichos Escrutadores se van pasando cada una de las papeletas, y el tercero de ellos lee en voz alta el nombre
del que consta en la papeleta y lo anota en una hoja.
El primer día de Cónclave sólo se realiza una sesión de votaciones. Si no se alcanza la mayoría prevista de dos
tercios, se realizarán cuatro votaciones por día. Si a los tres días, aún no hay Papa electo, habrá una pausa que
los Cardenales consagrarán a la oración y al coloquio entre ellos. Superadas tres tandas de siete escrutinios
cada una, la regla se relaja y ya sólo sería necesaria la mayoría absoluta de los Cardenales electores.
Sea de mañana o de tarde, finalizada cada ronda de votaciones las papeletas se queman en la chimenea de la
Capilla Sixtina. El público asistente a la Plaza de San Pedro sabrá que no hay Papa, si la fumata es negra (las
papeletas se han quemado con paja seca). Si uno de los Cardenales ha alcanzado la mayoría requerida, las
papeletas se quemarán con paja húmeda, siendo la fumata blanca, el anuncio al Pueblo de que hay nuevo
Papa. Antes de que las campanas de San Pedro de Roma empiecen a repicar, seguidas por las de todas las
iglesias católicas del mundo, el Cardenal Primer Diácono habrá anunciado urbi et orbi la feliz noticia con la
siguiente fórmula: Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam
El Cardenal Decano (el mayor en edad, en la actualidad Joseph Ratzinger), en nombre del Colegio de los
Electores, preguntará al elegido: Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?, y una vez enunciado
positivamente, ¿Cómo quieres ser llamado?
Fecha del Informe: 11/04/2005
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