Somos lo que comemos. Y según algunos especialistas, también somos lo que desechamos. El ayuno es una poderosa herramienta para eliminar toxinas, cansancio, enfermedades, dependencia al alimento, esquemas mentales rígidos, confusión, falta de voluntad y temores. Tal como lo sostienen algunas corrientes médicas de diverso origen y especialistas en nutrición y naturismo, a cambio de la decisión y práctica del ayuno, nuestro organismo se podrá ver beneficiado con más longevidad, equilibrio psico-físico, fortalecimiento de los órganos digestivos, depuración de la sangre, recuperación y activación de la vitalidad. Está comprobado que se puede vivir sin comer hasta 30 días, sin embargo, algunas personas sólo logran olvidarse del alimento durante una o dos horas al día. Por supuesto, no es una píldora mágica para adelgazar, o para redimir culpas después de una gran comilona. Por el contrario, se trata un instrumento que permite “afinar” nuestra mente y nuestro cuerpo y fortalecer una capacidad maravillosa que el culto a la inmediatez y a la comida chatarra pretenden desvanecer: la voluntad de la mente y el espíritu sobre los deseos y hábitos del cuerpo, muchos de ellos altamente perjudiciales. Ayunar es, precisamente, abstenerse. Y abstenerse es contenerse, renunciar, entendiendo que es siempre un acto voluntario. Pero ¿cuánto somos capaces de renunciar momentáneamente al placer en pos de un objetivo terapéutico? ¿Sólo nos “sacrificamos” cuando hemos llegado a enfermarnos? ¿Qué capacidad tenemos para sostener un esfuerzo físico y emocional como es el ayuno para conservar la salud, en lugar de recurrir a medicamentos? Por último, ¿podríamos mediante el ayuno también “curar” algunas de nuestras conductas? La clave es: decisión y disciplina, sin rigor ni como un castigo, sino como una práctica conciente, evaluando momento a momento las necesidades físicas y emocionales. Como un magnífico camino de autoconocimiento. Como una crónica de los mensajes del cuerpo durante el proceso de desintoxicación y reparación. Como un camino espiritual hacia la purificación del ser en unión con la divinidad. Como una técnica eficaz para fortalecernos a corto, mediano y largo plazo. Diferentes culturas de oriente y occidente como los aztecas, egipcios, hindúes, esenios, persas, espartanos, indios americanos y celtas, y distintas tradiciones y religiones del mundo como el Cristianismo (Cuaresma), Islamismo (Ramadam), el Judaísmo (Iom Kipur) lo incluyen desde sus textos sagrados hasta las prácticas rituales, inclusive en la actualidad. También hay algo de instintivo cuando una persona (al igual que un animal) se siente enferma y suspende los alimentos sólidos hasta estar recuperada. Eso le permite a su organismo disponer de la energía necesaria para restablecerse, del mismo modo que se recupera luego del descanso nocturno. Por esta razón Hipócrates afirmaba que "si alimentamos al enfermo, alimentamos también la enfermedad". Las distintas corrientes de la medicina lo indican de uno u otro modo: total o parcial, con o sin líquidos, breve o prolongado. Y coinciden en que, con o sin él, lo importante es llevar una vida sana, con hábitos alimenticios adecuados a cada necesidad. También recomiendan, antes de llevar el ayuno a la práctica, hacer una preparación y contar con supervisión médica. Todos estos conceptos milenarios están desarrollados en este informe que reúne los puntos de vista de la medicina oficial, homeopatía, medicina antropológica, antroposofía, ayurveda, naturismo, yoga y medicina china.