http://www.sergiospinelli.com.ar Arte Digital - Diseño Gráfico - Cuentos - Material de Budismo Obai Tori El cerezo, el ciruelo, el peral y el duraznero ¡TODOS SOMOS ÚNICOS! ¿Con cuánta frecuencia hemos sentido que no somos lo suficientemente buenos? ¿Cuántas veces hemos sentido que debido a lo que somos, no tendremos éxito, o que debido a nuestros antecedentes o estilos de vida no seremos aceptados? La mayoría de las personas siente de esta manera en alguna ocasión. Cuando somos confrontados con un obstáculo o desafío, las inseguridades surgen dentro de nosotros. Uno de estos temores es el de ser diferente, pero lo importante está en cómo expresamos nuestras diferencias y cómo aceptamos las diferencias de los demás. La diversidad es uno de los regalos mayores que el mundo tiene para ofrecer. ¿Qué clase de mundo sería este si todos fuésemos iguales –si todos pensáramos lo mismo, vistiésemos igual, actuásemos de la misma manera? Habría poco o ningún crecimiento en la sociedad porque no se expresaría ninguna idea fresca. ¿Cómo aprenderíamos y nos desarrollaríamos? El presidente de la SGI Ikeda dice, “El Budismo de Nichiren Daishonin respeta profundamente la individualidad, situación y carácter de la persona y muestra la manera de manifestar las capacidades individuales al máximo” (Selected Lectures on the Gosho, vol. 1, pág. 154). El Daishonin dice, “Las flores del cerezo, el ciruelo, el peral y el duraznero tienen sus cualidades propias, y manifiestan las tres propiedades de la vida del Buda sin cambiar su carácter” (Gosho Zenshu, pág. 784). Dicho simplemente, cada uno de nosotros contribuye con sus propias y peculiares cualidades con el rol que desempeñamos en la sociedad. El Daishonin utiliza el ejemplo de las flores del cerezo, el ciruelo, el peral y el duraznero para resaltar este punto. La flor del cerezo es reconocida por su belleza; muchas personas disfrutan viendo las flores de cerezo en la primavera. El ciruelo florece a fines del invierno –mientras que otras flores usualmente brotan en la primavera –y las flores del ciruelo también son conocidas por su belleza. De acuerdo con una antigua tradición china, se dice que el peral brinda longevidad y rechaza la maldad. La apariencia de la flor del duraznero es diferente a la de las otras, pero es asociada con la asiduidad y la perseverancia. Cada una de estas flores es única, es por eso que el Daishonin las utiliza como un ejemplo para la peculiaridad de cada ser humano. Por mucho que lo intente, el cerezo nunca podrá convertirse en ciruelo, y el ciruelo nunca podrá convertirse en cerezo. Siendo cada una diferente de la otra, todas corporifican las tres propiedades del Buda. Lo mismo se aplica a las personas comunes; cada uno de nosotros corporifica las tres propiedades del Buda. Las tres propiedades del Buda son: el cuerpo del Dharma, que indica la verdad fundamental de la vida, o la Ley Mística; el cuerpo de la recompensa, que indica la sabiduría del Buda que desarrollamos invocando Nam-myoho-renge-kyo; y el cuerpo manifiesto, que representa las acciones de bodhisattva para salvar del sufrimiento a todas las personas. Cada una de estas tres propiedades está corporificada en cada uno de nosotros, y a través de nuestras acciones, como practicantes del Budismo de Nichiren Daishonin, podemos manifestarlas cada día y vivir vidas felices sin tener que cambiar quienes somos. Nuestras vidas están originalmente dotadas con las tres propiedades del Buda. En otros sutras, estos cuerpos son considerados como budas separados, pero es en el Sutra del Loto que Shakyamuni revela que todos los fenómenos poseen cada una de las tres propiedades al mismo tiempo. Dado que todos estamos dotados con las tres propiedades del Buda, cada uno de nosotros es un Buda. No interesa de dónde provenimos, cuál pueda ser nuestra situación, o cuánto dinero tenemos. Todo lo que importa son nuestros esfuerzos para revelar nuestra naturaleza de Buda. Tal vez ahora usted esté pensando, “Yo sé que soy un Buda, pero sigo sintiendo que no soy como los demás. Siempre comparo las acciones de las demás personas con lo que yo hago y simplemente siento que mis acciones no son lo suficientemente buenas”. Es importante desarrollar nuestro carácter y nuestro sentido de dignidad personal. El presidente Ikeda dice: “¡No se comparen con otros! En lugar de comparar sus alegrías y pesares con los de los demás, busquen superar sus límites en su actual situación. Quienes hacen esto a lo largo de sus vidas son los verdaderos victoriosos, los verdaderos genios” (The Way of Youth, pág. 121). El logro de la iluminación no requiere que nosotros nos convirtamos en algo diferente a un ser humano; el logro de la iluminación implica reconocer nuestro verdadero valor y dignidad propios exactamente como somos. Siendo fieles a nosotros mismos, podemos ser felices. Sólo nosotros sabemos lo que nos hace felices y sólo nosotros sabemos cuándo estamos esforzándonos para ser felices. Compararnos con otros sólo conduce a una sensación de inferioridad o superioridad. Enfocando la superación de nuestras propias limitaciones –sin enfocar lo que están haciendo los demás– encontraremos mucho más fácil crecer. Sin importar cuánto tratemos de ser como algún otro, sólo podemos ser nosotros mismos. Cada uno de nosotros desempeña un valioso rol en la sociedad y en el movimiento hacia la paz mundial. “El Budismo enseña que todas las cosas tienen una belleza y misión únicas. Toda persona tiene una misión singular, su propia individualidad y un camino en la vida. Ese es el orden natural de las cosas” (Faith into Action, pág. 140). La SGI es una organización en la que cada uno de nosotros es libre de expresarse en su propia y peculiar manera, mientras se esfuerza por lograr la paz mundial. Para que la SGI funcione como una organización para el pueblo, tiene que estar constituida por muchos diferentes tipos de personas. “La revolución total se logrará sólo cuando las personas con todos los tipos de caracteres y talentos vivan al máximo de sus capacidades conforme escalan la montaña del kosen-rufu en el siglo venidero” (Selected Lectures on the Gosho, vol. 1, pág. 155). La SGI está basada en el concepto de “muchos en cuerpo, uno en mente”. Esto representa los muchos diferentes individuos que conforman la SGI y nuestros esfuerzos o determinación combinados para lograr la paz mundial. Nuestra misión es aprender a apreciar las diferencias en cada persona, mientras luchamos por alcanzar la meta común del kosen-rufu. Nichiren Daishonin utiliza la analogía del pez en el agua para explicar la unidad de “muchos en cuerpo, uno en mente”. El presidente Ikeda explica más, “Hacerse inseparables como el pez y el agua en el cual nada es comprender que nuestra existencia no sólo floreció, sino que también depende del hermoso tapiz de relaciones humanas tejido conjuntamente con las personas que nos rodean” (Selected Lectures on the Gosho, vol. 1, pág. 155). Cada uno tiene un rol específico que desempeñar en la sociedad. Nuestra misión como budistas es descubrir cuál es ese rol y desafiarnos para ir más allá de nuestras limitaciones. Cuando hacemos estos diarios esfuerzos, estaremos contribuyendo con el kosen-rufu como individuos y como budas. Publicado en la Revista Living Buddhism, Marzo de 2001 (Pág 6) Por Willie Mack