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Opinión
O403Manuel
5600 caracteres
( T ) Filosofía, tecnología y publicidad
( C ) Manuel Dávila Sguerra
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En 1955 Martín Heidegger, el filósofo alemán autor de Ser y Tiempo, a raíz de
un brindis que hizo en una conmemoración del músico alemán Conradin
Kreutzer, efectuó una crítica al ejercicio del pensar, en su época. En ese
discurso habló sobre la técnica y emite una de sus opiniones más duras al
considerar que esta puede ser la “muerte del hombre”.
Ahondando más allá de la frase, explica que el problema no es la técnica en sí,
sino el peligro de que el hombre no está preparado para manejar los cambios
que ella introduciría en su vida cotidiana.
Él se adelanta a su tiempo cuando se refiere a la instantaneidad, la
globalización, la propaganda de los medios y de la avalancha de inventos,
producto de la ciencia. Se pregunta sobre el futuro del hombre en el sentido de
si “¿será éste capaz de controlar la amenaza de un mundo tecnológico que lo
puede convertir en esclavo en lugar de amo?” y se pregunta si “el ser humano
está preparado para esta transformación universal....”.
Es una época de avance de la radio y las telecomunicaciones en la que ya
Guillermo Marconi (1874 – 1937) había inventado el radiotelégrafo que permitía
transmitir de forma inmediata un mensaje.
Entre 1889 y 1976, los años de Heidegger, se inventaron muchas cosas como
el Zeppelin, algunos electrodomésticos, el fax, radio teléfonos, aeroplanos, el
aire acondicionado, las cremalleras, los semáforos, la televisión, el polietileno,
el microscopio electrónico, el Turbo reactor, el circuito impreso, la bomba
nuclear, el computador, el transistor, el radio transistor, la central nuclear, el
láser, la Ingeniería genética, el tcp/ip y muchos más inventos incluida, aunque
aparezca risible, la minifalda.
Otro científico, Freud, en su obra “El malestar en la cultura” (1929), defiende la
tecnología y critica a quienes dicen que esta tiene un valor nulo para la
sociedad. Dice en uno de sus apartes: “Acaso no significa una ganancia
positiva de placer, un indiscutible aumento en el sentimiento de felicidad, el
hecho de que yo, tantas veces como se me ocurra hacerlo, pueda escuchar la
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voz de un hijo que vive a cientos de kilómetros de mi lugar de residencia... ?”.
Leyéndolos a ambos y al encontrar en sus textos las palabras instantaneidad,
globalización y telecomunicaciones, es claro que ni Heidegger ni Freud estaban
refiriéndose a Internet ni a Skype, por decir algo, pero ya preveían la influencia
de la tecnología en la vida del hombre.
El hecho es que hoy, 55 años después del brindis de Heidegger, el mundo basa
su funcionamiento en la tecnología y especialmente en la informática y las
telecomunicaciones. Tal es la influencia de la técnica, que los países
desarrollados consideran a elementos como el software, producto de seguridad
nacional por participar éste en el funcionamiento de los aviones, los
automóviles, las empresas, la comunicación interpersonal, las armas, las
finanzas y, en general, en casi todas las actividades del ser humano.
Heidegger también profundiza sobre el ataque de los medios publicitarios de su
tiempo “que le muestran a los hombres unos mundos simulados que no son
mundos”.
En esa época el uso de la propaganda fue uno de los fuertes en la política de
Hiltler, de quien se dice que Heidegger lo apoyó aceptándole la rectoría de la
Universidad de Freiburg, creando así una fuerte controversia entre los filósofos.
Algunos apartes de “Mi lucha”, el libro en que Hitler expone sus teorías, dicen
de la propaganda: “…debe ser popular, adoptando su nivel intelectual a la
capacidad respectiva del menos inteligente de los individuos a quienes se
desee vaya dirigida..... la elevación mental sea tanto menor, cuanto más
grande la muchedumbre que deba conquistar. ...... poner suficiente cuidado en
evitar un nivel excesivamente alto de intelectualidad.... la capacidad receptiva
de las multitudes es sumamente limitada, y su comprensión escasa; .... tiene
una gran facilidad para el olvido. ... se limite a muy pocos puntos,
presentándolos en forma de gritos de combate hasta que el último hombre haya
interpretado el significado de cada uno”.
Esta mezcla de Tecnología y Publicidad unida a un mundo orientado al
consumo, en donde se le crea a la gente “mundos que no son mundos” para
que, al final, consuman productos, y al hecho de que la vida está
fundamentada en la tecnología, nos demuestran que las preocupaciones de
Heidegger tenían razón de ser, pero que al mismo tiempo la defensa de Freud,
respecto de la relación de felicidad y tecnología, nos hace pensar que tal vez el
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gran regulador de esta mezcla está en los aspectos éticos de las actividades
humanas y que, dado que estos dependen mucho del Estado, este debería
influir más sobre ellos.
Propagandas como “ perfume para hombres que no necesitan esforzarse
demasiado” o una de moda en que la gente se alegra porque su casa se
incendió o su carro se estrelló debido a que han adquirido una seguro, ¿no son
símbolos de ese comportamiento? La publicidad sobre los dispositivos
electrónicos y la informática no está lejos de intentar crear esos “mundos que
no son mundos”.
Hace años asistí a un evento internacional de publicidad y escuché de boca de
los expertos que los creativos manejan un cierto sentimiento de culpa por
mover las conciencias hacia el consumo y que sentían mucho alivio cuando les
encomendaban campañas de tipo social, pues estas les ayudaban a aplacar
dichos sentimientos.
Sería interesante hacer un estudio sobre publicidad y ética en nuestro tiempo y,
en nuestro caso, hacer un énfasis sobre su uso en lo tecnológico.
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