Vínculo entre lo económico y lo político: la necesidad de una democracia económica Josep Borell1 Muchas gracias a todos, muy en particular a los compañeros que forman este panel. Yo quisiera, después de los planteamientos que nos han hecho los señores intervinientes, bajar a la realidad concreta de algunos de los grandes problemas que enfrenta hoy, diría el mundo, pero en particular, el mundo subdesarrollado. La dialéctica, economía y democracia, se puede resumir en la dialéctica derechos versus mercancías. ¿Qué es una cosa y qué es la otra? El mercado no sabe administrar derechos porque no está concebido para eso. El derecho solamente puede ser satisfecho por la acción política, porque el derecho no es una demanda solvente, es algo inmanente a la dignidad humana, que debe ser atendido por independencia de quien lo siente o disfruta, esté en condiciones de pagar por ello. El niño que reclama una escuela, la reclama con independencia de que haya escogido cuidadosamente a su padre, que, como decía Woody Allen ,es la mejor forma de triunfar en la vida. Con independencia de cual sea la capacidad económica de cada cual, el derecho está allí para proteger y dignificar. Y esa dialéctica derecho-mercancía es, la dialéctica entre la economía y democracia que nos reúne hoy aquí. Si es cierto que el mercado es bueno para producir mercancías, mucho mejor que una planificación centralizada, es muy malo para garantizar los derechos. La línea divisoria de la acción política pasa hoy precisamente por la división entre lo que son derechos y lo que son mercancías. Una ideología liberal lo reduce todo a una transacción económica en donde todo son mercancías. Otras formas de acción política entienden que determinados elementos son demasiado importantes para ser dejados al albur de la oferta y la demanda .El equilibrio de la famosa mano invisible debe ser canalizado por la acción política. Delimitar las diferencias entre derechos y mercancías esta en el corazón del debate que sacude hoy al mundo. Por ejemplo, es el tema los seis aspectos en los cuales la dialéctica derecho-mercancías se puede comentar, relacionados con las grandes transformaciones socioeconómicas de nuestro tiempo. El primero, el envejecimiento de la población. Cuando yo nací, en mi país, solamente tenían más de 60 años el 27% de los españoles. Cuando yo me jubile seremos en Europa casi el 35 % de la población que tendrá más de 60 años. Eso 1 Presidente del Parlamento Europeo. plantea un enorme problema de transferencia de renta entre generaciones, entre los activos de hoy y los activos de ayer. ¿Esa transferencia de renta es una mercancía o debe ser instrumentada en forma de derecho? Es decir, hemos creado un sistema de pensiones por reparto, de manera que los trabajadores de hoy coticen para pagar las pensiones de los de los pensionistas de hoy, esperando mañana hagan lo mismo por ellos, o hay que confiar en la habilidad de los banqueros, confiándoles nuestros ahorros, esperando que nos fructifique acertadamente y no sucumba a una de las crisis mundiales que de cuando en cuando ocurren. ¿Es por reparto o es por capitalización que podemos organizar la transferencias de rentas entre generaciones? Yo prefiero fiarme de un pacto político entre las generaciones, garantizadas por el poder público, para que los esfuerzos de hoy, pagando la pensión de los que trabajaron ayer, se vea correspondido por un esfuerzo parecido mañana, que de la habilidad del sistema financiero mundial de hacer fructificar mis ahorros al albur de las circunstancias del tiempo. Hace unos en España había una enorme ofensiva publicitaria tratando de hacer creer a los españoles que la seguridad social iba a quebrar y que lo mejor que podían hacer era poner sus ahorros en fondos de inversiones privados. La bolsa subía mucho entonces, y mucha gente lo hizo, sin saber o sin querer saber que en el fondo no estaban haciendo más que invertir en capital riesgo .Con el crack bursátil, esos anuncios han desaparecido, porque la gente que colocó los ahorros en este sistema ha visto disminuir a la mitad su patrimonio. ¿Quién puede garantizar a 30 años vista la solvencia de un ahorro que garantice esa transferencia de rentas, de una población que envejece a la velocidad que está envejeciendo la europea?. Otro tema es el papel de los organismos financieros internacionales. Ahí tenemos ciertos límites a la democracia. Los grandes organismos que están hoy regulando el comercio y las finanzas mundiales son organismos que deciden el destino de las naciones, pero no son en absoluto democráticos. Allí se acaba la democracia., y por cierto, ahí se acaba también la Unión Europea. Si ahorita fuera capaz de sindicar sus votos en el Banco Mundial, en el Fondo Monetario Internacional, tendría mayoría en el consejo de administración de estos órganos, y podría ser el contrapeso indicado a la potencia norteamericana. Pero no lo hace, no es capaz de hacerlo, y por eso se lamenta mucho de las políticas que hacen los demás, precisamente porque no es capaz de definir sus objetivos. El papel de los organismos independientes en la acción democrática. Cada vez que veo a un presidente de un gobierno suplicando al presidente del Banco Central que baje el tipo de interés, porque sería mejor para la economía. me pregunto porqué razón hemos delegado tanto en organismos independientes, es decir, ajenos a la acción política, lo que son decisiones políticas trascendentales. El caso de Alemania hoy es muy claro. En la Unión Europea hemos colocado al Banco Central al margen del control político, porque parece que creemos que la política no debe interferir en decisiones tan trascendentales como la tasa de interés, que es a fin de cuentas el regulador de la economía. Platón ya decía que cuando los demócratas de entonces no fueron capaces de ponerse de acuerdo entre ellos, delegarían en unos sabios situados fuera de la ciudad la toma de las decisiones que mejor les conviniera. Estamos haciendo algo parecido, poniéndole límites a la democracia. Servicios públicos versus producción en el mercado competitivo de bienes básicos como el teléfono o el correo. Hay una gran polémica en Europa. ¿Hemos de entregar a la competencia entre distintos proveedores de servicios, lo que son elementos constitutivos de la igualdad y que además se enfrentan con características económicas parecidas a monopolios naturales?, ¿O hemos de regularlos haciendo que haya una garantía básica de provisión del servicio a un precio asequible?. En España hay pueblos donde está dejando de llegar el correo, y puede que les falte la electricidad , porque al desregular la producción de estos bienes, no es rentable para el proveedor de los mismos atender a todas las demandas en cualquier sitio, porque simplemente los costos de la producción superan por mucho la rentabilidad que se puede obtener. Esa situación no es igual en Holanda, país pequeño, con una población bien distribuida y una superficie prácticamente plana, porque no hay costes de acceso diferenciales de un territorio a otro; pero en países muy heterogéneos en su relieve y en la distribución de la población, se pueden producir grandes diferencias espaciales en la producción de bienes públicos fundamentales como lo son el acceso a la información. Los grandes monopolios estatales han hecho su mejor época, pero quizás no hemos encontrado la forma de garantizar el equilibrio adecuado entre la competencia y la provisión garantizada de un bien público a un precio asequible. La inmigración y los derechos laborales que afecta. Ustedes tienen inmigración de Nicaragua, nosotros la tenemos de Marruecos y de Rumania. Habrá que estar atentos y ser capaces de afrontar enormes trasiegos de población. No será la primera vez. En el siglo pasado, muchos irlandeses murieron del hambre antes de emigrar masivamente a EE.UU y ahora nadie está dispuesto a asumir que millones de africanos vengan a cubrir los flujos demográficos que produce la caída de s natalidad en la vieja Europa. El trabajo, ¿es un derecho o es una mercancía? ¿cómo lo hemos de considerar?. Nuevamente como las dos cosas. En un derecho, porque existe, creo, una asignatura que se llama Derecho del Trabajo, y las constituciones de todos los países democráticos proclaman el derecho al trabajo, pero también es una mercancía, pues que se habla de mercado de trabajo Lo que nosotros no podemos aceptar es que se reduzca únicamente a la segunda, es decir a una mercancía, obligando a que con ello estamos probablemente condenando a las jóvenes generaciones a volver a las condiciones laborales del siglo XIX. Y finalmente, los riesgos globales sobre el medio ambiente y los bienes públicos globales, otro gran problema que afecta a la economía y la democracia. Si es verdad que hay una cantidad limitada de CO2 que cabe en la atmósfera, entonces, cada ser humano es propietario de un trozo de esa capacidad de almacenaje de CO2. ¿Es igual para todos o hay algunos que tenemos más trozo de la atmósfera que otros? Probablemente los occidentales que llevamos enviando CO2 arriba hace un par de centenares de años, creemos tener más derechos que los chinos, que todavía no han empezado a hacerlo. Pero si ellos lo hacen como lo hemos hecho nosotros, la tierra reventaría ¿Podemos condenarlos a que no lo hagan, aunque tienen un nivel de vida muy inferior al que nosotros hemos acumulado? Sin duda no. ¿Cuál es la solución? Un desarrollo que no limite el nuestro, que pase por otras pautas, que refleje otros valores. Eso creo, y con esto acabo porque no quiero hacer más largo que los 15 minutos que me dio el moderador.