Página • Introducción 3 • El yacimiento de Atapuerca 5 • La búsqueda de los orígenes 8 • Principales arqueólogos 9 • Bibliografía 9 • Introducción El paleolítico, que constituye casi el 99% del registro arqueológico mundial, fue subdividido en tres grandes fases sucesivas: paleolítico inferior, medio y superior. A continuación vamos a centrarnos en el paleolítico inferior, puesto que es el que nos interesa para el conocimiento del yacimiento arqueológico de Atapuerca, que es el yacimiento arqueológico en el cual se han encontrado un mayor número de restos de este periodo. El paleolítico inferior cubre un vasto periodo que se inicia con los primeros útiles líticos reconocibles hallados en yacimientos de Etiopía, fechados hace unos 2,5 millones de años. No obstante, los primeros seres humanos debieron haber usado útiles mucho antes de esa fecha. Aquéllos fabricados con materiales orgánicos se han desintegrado y los de piedra sin trabajar son irreconocibles como instrumentos. Los útiles tallados a partir de piedras son los únicos que permiten ser reconocidos como tales. Los instrumentos líticos más simples reciben el nombre de choppers (cantos trabajados monofaciales) y chopping tools (cantos bifaciales) que constituyen la denominada cultura de los cantos trabajados, propia del Homo Habilis. Fueron tallados mediante percutores con la intencionalidad de crear una serie de útiles rudimentarios apuntados o con filos por una sola cara, empleados para cortar, perforar o raer. A veces se denominan instrumentos olduvainenses, por los hallazgos de la garganta de Olduvai (Tanzania), donde se han descubierto numerosos restos de presencia humana que constituyen los testimonios de la tecnología más antigua y duradera de la humanidad, ya que permanecieron en uso durante millones de años. El filo de un útil de sílex o cuarzo es extremadamente cortante; se puede romper o embotar, pero a su vez puede ser retallado o simplemente desechado para reemplazarlo fácilmente por otro instrumento, dada la disponibilidad de piedra apropiada. El siguiente paso fue el tallado de bifaces, trabajando bloques seleccionados de piedra por ambas caras hasta darle la forma deseada, en ocasiones muy sofisticada, como la del bifaz simétrico y piriforme, encontrado en grandes cantidades en el Viejo Mundo, que fue probablemente un instrumento multiusos (presentaba un largo filo puntiagudo y cortante y un extremo engrosado a modo de cabeza de martillo). Estos bifaces hicieron su aparición durante la existencia del Homo erectus (antepasado directo del Homo sapiens) del que se han encontrado restos desde el sur de África hasta el Sureste asiático y que abarca un periodo 1 iniciado hace 1,8 millones de años y que se extendió hasta hace unos pocos centenares de miles de años (véase Hominización). Los bifaces debieron ser, por tanto, unos útiles prácticos y eficientes. El achelense constituyó una de las etapas más importantes del paleolítico inferior, aunque no fue una etapa uniforme. Recibió tal nombre del yacimiento de Acheul (norte de Francia), caracterizado por la presencia de bifaces, hendedores y triedros. La denominada técnica levallois supuso un notable avance técnico; apareció en diferentes lugares y fechas durante este periodo, probablemente de forma espontánea y no por aculturación. Se denominó así por el yacimiento homónimo localizado en Francia. Esta técnica consistía en trabajar un núcleo de sílex de grano fino, de tal forma que se obtuvieran fragmentos denominados lascas, grandes, planas y con filos cortantes, de tamaños y formas preconcebidas; pero fue en el paleolítico medio cuando alcanzó su máximo desarrollo. El paleolítico inferior comenzó en Europa a inicios del cuaternario y finalizó con la aparición del hombre de Neandertal hace 120.000 años. En España sobresale el yacimiento del Aculadero (Puerto de Santa María, Cádiz). Todos los indicios señalan que la industria hallada en tal lugar corresponde a la cultura de los cantos tallados. Se calcula que tiene unos 700.000 años de antigüedad. Este yacimiento muestra que existieron grupos humanos que fueron asentándose en la península Ibérica y fueron ascendiendo hacia el norte. Otra importante zona de ocupación humana es la zona del Guadalquivir y la depresión de Guadix Baza (Granada), en especial el yacimiento de Cullar−Baza, donde aparecieron los polémicos restos del llamado hombre de Orce. Otro yacimiento fundamental del paleolítico inferior español es Atapuerca (Burgos), donde se han hallado numerosos restos, investigados en la actualidad y que son los cadáveres más antiguos, encontrados en Europa de este periodo y en mayor cantidad. • El yacimiento de Atapuerca Complejo arqueológico español próximo a la ciudad de Burgos, situado en la sierra de Atapuerca, en donde se han encontrado los fósiles humanos más antiguos encontrados en Europa y su datación es de hace aproximadamente 780.000 años. Esta fecha la conocemos por el método de las inversiones magnéticas, este se basa en que el campo magnético de la Tierra ha sufrido cambios con el paso del tiempo. El último cambio se produjo hace 780.000 años, por lo que se puede deducir la antigüedad de los restos anteriores a esa fecha. El descubrimiento de este yacimiento ha sido muy importante para el estudio de las poblaciones europeas del paleolítico inferior evolucionado. Los yacimientos, que se sitúan en diferentes puntos de un intrincado modelado labrado en las calizas cretácicas de la sierra de este nombre, acogen una mezcla confusa de sedimentos pleistocénicos. A uno de ellos, la Sima de los Huesos, que tiene un difícil acceso, ya que hay que introducirse en la cueva Mayor y después de meterse por varios pasadizos, descender mediante un arnés a un espacio muy reducido; no así a los restantes Gran Dolina, Galería, Sima del Elefante, Cueva del Mirador, a los que se llega desde el exterior, ya que la sección de sus depósitos se manifiesta limpiamente en las paredes de una expeditiva trinchera para un ferrocarril minero, cortada en la falda oeste de la montaña. Una prospección de Cueva Mayor efectuada en 1911 por Carballo inauguró las investigaciones en Atapuerca, sin reparar en la importancia de la Trinchera hasta los trabajos preliminares de Crusafont y Jordá en la década de 1960. Sin embargo, el proyecto, actualmente en marcha, no se inició hasta el año 1974 a raíz del descubrimiento de los primeros restos humanos pre−neandertales en la Sima de los Huesos. Desde entonces las excavaciones se han sucedido ininterrumpidamente, generalmente en verano, tanto allí como en la Trinchera, corriendo a cargo de un acreditado equipo de paleontólogos, geólogos y prehistoriadores, bajo la dirección de los doctores Aguirre, Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell. Vaciado prácticamente el yacimiento de Galería (TG), donde se detectaron áreas de actividad humana atribuidas al achelense, el grueso de la excavación acometida en Trinchera se ha trasladado a Gran Dolina, un inmenso embudo colmatado por 18 metros de sedimentos arcillosos, cuyo relleno se divide en once niveles numerados consecutivamente de base a techo. Once niveles que reflejan una secuencia paleontológica continua, correspondiente al último millón de años, en la que, sin embargo, las huellas de actividad antrópica muy particularmente restos de piedra tallada se limitan a los denominados TD (Trinchera Dolina) 3, 4, 5, 6, 7, 2 10 y 11. El documento estelar es sin duda TD6, el 'estrato Aurora', por haber proporcionado una fauna representativa del final del pleistoceno inferior, con la especie Mimomys savini como principal protagonista; por asociarse a él un conjunto de herramientas líticas talladas, todavía no muy relevante al reducirse la superficie excavada a 6 m², pero que no ha dudado en calificarse como pre−achelense, y, muy en particular, por el sensacional descubrimiento de 36 restos humanos correspondientes a un mínimo de cuatro individuos, que pasan por ser, dada su anterioridad al episodio de inversión magnética de Matuyama−Bruhnes (hace 780.000 años), los huesos humanos más antiguos descubiertos en el continente europeo. Tal vez la pieza más destacada de este conjunto sea el frontal de un adolescente cuya capacidad craneana se estima en 1000 cm3, algo superior a la de los arcántropos javaneses de Trinil y Sangirán. De otra parte, el tamaño relativamente reducido de las piezas dentales postcaninas ha impulsado a compararlas con las del Homo habilis africano. Pero, al mismo tiempo, ciertos rasgos mandibulares apoyan la relación de estas primitivas poblaciones europeas con los propios moradores mesopleistocénicos de Atapuerca de avanzado el paleolítico inferior (aquellos registrados en la Sima de los Huesos, como veremos), insinuando su condición de antepasados de los mismos. Conocidos ciertos documentos antropológicos de notable antigüedad en el este de Europa y en el Próximo Oriente la mandíbula de Dmanisi, en Georgia (1,5 m. a.) o la estación palestina de Ubeidiya (1,4 m. a.) faltaban hasta ahora en el oeste del continente fósiles de edad comparable, lo que contribuyó a que ciertos autores, como Gamble, defendieran que su colonización sólo habría tenido lugar muy poco antes de 0,5 m. a. Los descubrimientos de Gran Dolina acreditan una ocupación humana de la península Ibérica de unos 800.000 años de antigüedad, y no descartan fechas aún más antiguas, a juzgar por ciertos indicios de actividad antrópica detectados en TD3 y TD4. La Sima de los Huesos, que rivaliza en celebridad con Gran Dolina, destaca no por la antigüedad del depósito con ser considerable, ya que remite al pleistoceno medio, sino por su excepcional contenido: hasta 1994, todavía a medio excavar, más de 13000 restos esqueléticos, lo que representa, con enorme diferencia, el conjunto de fósiles humanos más importante recuperado nunca en yacimiento alguno del paleolítico inferior. De hecho la Sima aportaba entonces más del 70% de los restos humanos fósiles de todo el mundo correspondientes al pleistoceno medio, desplazando inesperadamente a un segundo plano a estaciones legendarias como L'Aragó (Francia), Chu−ku−tien (China), Petralona (Grecia), Verteszöllos (Hungría) o Steinheim (Alemania). En realidad, el locus no es más que una minúscula cavidad situada al pie de una sima de 13 metros de profundidad, pero en la que se acumulaban, junto a huesos de oso de las cavernas no los hay de otro tipo de fauna, ni tampoco utensilio alguno de piedra, los restos de cerca de tres decenas de esqueletos humanos, con una antigüedad mínima de 130.000 años, al decir de las dataciones U−Th y ESR de los espeleotemas que cubrían el depósito. En la Sima de los Huesos se han encontrado multitud de restos, y tras un largo tiempo de estudio se ha fijado el número de cadáveres encontrados en 33 humanos, mitad de cada sexo y de diferentes edades, (como máximo los 40 años que era la edad a la podían llegar en esa época). Este hallazgo ha sido fundamental para conocer el acusado dimorfismo sexual de estas poblaciones pre−neandertales a las que (Arsuaga y Bermúdez de Castro) consideran herederas del muy antiguo Homo heidelbergensis de TD6 y estrechamente emparentadas, hasta el punto de no rehuir su inclusión en una misma especie, con los clásicos hombres de Neandertal del paleolítico medio. La acumulación en la Sima de un número tan elevado de cadáveres completos se presta a distintas interpretaciones. La hipótesis más verosímil habla de una catástrofe natural, tal vez una repentina inundación de la galería que hubiera arrastrado hasta allí los cuerpos; pero no se descarta que pudiera constituir la expresión de una verdadera práctica funeraria, en cuyo caso nos hallaríamos ante la única sepultura conocida anterior al paleolítico medio, y por lo tanto única en el paleolítico inferior. 3 Algún dudoso indicio de pinturas rupestres atribuidas al paleolítico superior, y una serie de ocupaciones neolíticas y de la edad del bronce acreditadas en Cueva Mayor, completan la panorámica de los yacimientos prehistóricos de la sierra de Atapuerca. También se pueden apreciar los restos de otras personas que habían visitado el lugar, a lo largo de la historia, puedo que habían pintado las paredes. Cada año, los paleontologos españoles arrancan un valioso fragmento del pasado humano tratando de esclarecer un poco más el misterio cercano a nosotros; y esto ocurre en Atapuerca, uno de los mejores yacimientos de hominidos del mundo. Ahí queda material fósil suficiente para dar trabajo a varias generaciones de paleoantropólogos. La sima de los huesos, que tiene forma de calcetín y se encuentra a 54 mnetros de profundidad después de entrar en una cueva, ha arrojadohasta el momento esqueletos de 32 o 33 individuos de unos 300.000 años de edad, y más de 2.000 fragmentos fósiles, lo que significa entre 30 y 40 fósiles en cada campaña de excavación. La producción es asombrosa, teniendo en cuenta que en 15 años el equipo del paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga ha excabado sólo medio metro de sedimentos. Pero mientras excavan año tras año fósiles humanos precursores del hombre de Neandertal, los yacimientos exteriores proporcionan un salto de medio millón de años atrás. Hasta el momento, el equipo de José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, del museo nacional de Ciencia Naturales (MNCN) y la Universidad Rovira i Virgili, han desenterrado 80 restos fósiles de homínidos de una antigüedad superior a 780.000 años, lo que lo convierte casi con seguridad en los primeros pobladores conocidos de Europa. Serían el último antepasado común que compartiríamos con otra especie de homínido antes de llegar a nuestra especie, explica Antonio Rosas, paleoantropólogo del MNCN y uno de los componentes del equipo. • La búsqueda de los orígenes La búsqueda de los propios orígenes es una ansia de los seres humanos en cada sociedad y en todos las épocas. En el último siglo se ha descubierto que el hombre está unido al resto de la naturaleza y que una concatenación de formas vivientes une la especie humana a otros similares que la han precedido. Esto es lo que se denomina evolución. Africa ofrece excelentes especímenes de los últimos 30 millones de años de la historia animal y ambiental que han llevado hasta el hombre. De hecho la historia humana se ha formado dentro de la historia de un grupo mayor, el de los simios o primates. Por impresionante que parezca el hecho, los años contados por millones de años son la medida de tiempo necesaria. Esta gran historia está escrita principalmente en los fósiles, o sea en los restos de esqueletos muy antiguos que documentan la forma física de loa antepasados del hombre o de otras especies extinguidas. • Principales arqueólogos Eugène Dubois (1858−1940) holandés. Encontró en Java (Asia) una serie de fósiles que atribuyó a un homínido, al que llamo pitecántropo. Pierre Teilhard (1881−1955). Jesuita que dirigió con Davidson Black las grandes expediciones por la zona de Pekín. Los restos del pitecántropo hallados en China fueron estudiados por Franz Weidenreich. Raymond Dart (1893− ), que poseía grandes conocimientos de anatomía, no dudó acerca de las características intermedias entre el simio y hombre del cráneo infantil de Taung, en el Transvaal, denominado australopiteco africano. Louis Leakey (1903−1972), y su esposa Mary, descubrieron los riquísimos yacimientos con restos de homínidos de Kenia y de Tanzania. En 1959 hallaron el cráneo de un australopiteco, que llamaron Zinjanthropus Boisei 4 • Enciclopedia Encarta 97 • África y el origen del hombre. Historia del hombre. G. Amiotti, E. Anati ... Traducido por S. Ripoll. Ediciones S.M. • Vídeo sobre Atapuerca visto en clase. • Recortes de suplementos dominicales del periódico El País _________________________________________________________________ YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE ATAPUERCA −9− 5