LOS RECURSOS NATURALES EN EL ISLAM

Anuncio
LOS RECURSOS NATURALES EN EL ISLAM
Yassin Dutton
PROPIEDAD Y PARTICIPACIÓN
En esta sección se consideran los principios y preceptos más importantes en el Islam
con respecto a los recursos naturales de la tierra. De estos recursos, el agua y la tierra
son los más importantes ya que conforman los elementos básicos necesarios para toda
vida y actividad humanas. Consideraremos en primer lugar a estos dos, y luego
tendremos en cuenta los recursos animales, vegetales y minerales que se sustentan o se
derivan de los mismos.
LA TIERRA
En términos de uso, la ley islámica divide la tierra en tres categorías principales: tierra
explotada (amir), tierra sin explotar (mawat), y ‘tierras protegidas’ (harim). La palabra
amir proviene de una raíz árabe que significa ‘vivo’, la palabra mawat proviene de una
raíz árabe que significa ‘muerto’ y la palabra harim proviene de una raíz árabe que
significa ‘prohibido’. Esto quiere decir que el uso de la tierra harim está prohibido para
todos menos para el propietario.
Las tierras explotadas incluyen cualquier lugar donde haya un asentamiento humano o
una actividad agrícola, ya se trate de una inmensa metrópoli o de una pequeña heredad
con un campo anexo a mitad del desierto. Las tierras no explotadas son aquellas que no
están pobladas por seres humanos ni están cultivadas; es decir, pastizales desabridos y
áreas desérticas. La tercera categoría, tierras harim, es la de aquellas tierras que sirven
como zona protectora alrededor de una tierra explotada, resguardando la explotación y
asegurando el acceso a la misma.
Tierras explotadas
Las tierras explotadas son de dos tipos:
1.
Aquellas cuyos propietarios son conocidos, respecto a las cuales el gobierno no
tiene ningún interés excepto cobrar el zakat. El zakat es un impuesto
obligatorio anual que grava la riqueza que se encuentra por encima de cierto
nivel mínimo (conocido como el nisab).
2.
Aquellas cuyos propietarios no son conocidos, lo que incluye la tierra que ha
sido reservada por el gobierno de un territorio conquistado para el beneficio de
toda la comunidad, que pertenece a la gente y por tanto puede ser alquilada pero
no regalada, así como la tierra que revierte al gobierno si el propietario muere
sin heredero.
Tierras sin explotar
La regla básica es que la tierra sin explotar o tierra mawat pertenece a aquel que ‘le da
vida’, es decir, la pone en uso y la explota, ya sea construyendo sobre la misma o
cultivándola. Todos los principales manuales de derecho islámico contienen secciones
de lo que se conoce como ‘traer las tierras muertas a la vida’ (ihya al-mawat), lo que
significa explotar las tierras no explotadas. La explotación en este sentido se considera
que ha ocurrido cuando la tierra no explotada es ‘traída a la vida’ de una de las
siguientes maneras:
-
poniendo un cerco o una pared alrededor de la tierra en cuestión;
irrigando la tierra (si ésta es muy seca) o drenándola (si ésta es muy húmeda);
cavando un pozo o creando una fuente;
limpiando el área de árboles, desmenuzando las piedras y nivelando el terreno;
embaldosando o arando el terreno;
plantando cultivos o árboles en la misma;
erigiendo una construcción sobre la misma.
Una explotación tal trae consigo los derechos de propiedad, sobre la base del hadiz del
Profeta (S): ‘Si alguien trae un pedazo de tierra muerta (mawat) a la vida, es suya’, con
la condición de que ‘una raíz injusta no tiene derecho’. Una ‘raíz injusta’ es todo lo que
sea cavado, tomado o plantado sin ningún derecho a hacerlo (Imam Malik, Muwatta).
La tierra mawat puede explotarse ya sea mediante una iniciativa privada con o sin
permiso del gobierno (con una diferencia de opinión en este punto) o bien cuando tal
tierra se asigna a un individuo por el gobierno, caos en el que se le conoce como iqta.
Las tierras mawat también pueden ser reservadas por el gobierno como una hima, o área
especialmente protegida.
Tierras harim
Asociada con todas las tierras explotadas hay una tercera categoría, la de la zona
protectora o harim. Tal tierra comparte características tanto con las tierras explotadas
como con las tierras sin explotar. En términos de uso, es tierra no explotada, como la
mawad, pero, a diferencia de la mawat, que no tiene propietario, la tierra harim siempre
es del propietario de la tierra explotada con la que se asocia.
Toda explotación, ya se trate de un pozo, una casa o un campo lleno de cultivos, tiene su
harim asociado, o zona protectora, que necesariamente varía en tamaño. Alrededor de
un poblado, por ejemplo, el harim está definido tradicionalmente como aquella área que
puede ser alcanzada o de la que se puede regresar en el mismo día para propósitos de
recoger combustible y/o pastorear el ganado. Con respecto a una fuente de agua, sea un
pozo, una fuente o un río, es el área alrededor del agua que permite acceder a la misma
tanto a la gente como al ganado sin causar congestionamiento o daño a la tierra de otras
gentes o polución del agua misma. Con respecto a los cultivos, los árboles, etc., es el
área necesaria para que sus raíces obtengan suficiente agua así como para permitir el
acceso al propietario, por ejemplo, caminos entre las propiedades.
Aquí la distinción de importancia es que la tierra sin explotar no está sujeta a la
propiedad de alguien sino se tiene en común, aunque el gobierno pueda administrarla
para el bien público, mientras que la tierra explotada y su zona harim asociada, siempre
está sujeta a propiedad, aun cuando se trate de una propiedad común, como en el caso
de las tierras harim alrededor de los poblados donde los pobladores tienen el derecho de
aprovisionarse de combustible o de pastorear.
Himas
Una hima es un área de tierra mawat o tierra sin explotar que ha sido reservada para
permanecer como tierra mawat a fin de proteger el pastoreo, etc. Por ende tal tierra no
puede ser explotada y debe permanecer como tierra mawat a perpetuidad, aun cuando
hay una diferencia de opinión en este punto. Una hima puede ser creada por el gobierno
en tierras públicas o por un individuo en su propia tierra.
Este concepto de hima es interesante por cuanto es una de las prácticas comunes en
Arabia en el tiempo anterior al Islam que fueron luego adoptadas y desarrolladas por la
comunidad musulmana, puesto que era de beneficio para la comunidad y no contradecía
ninguno de los principios o preceptos fundamentales del Islam. De todos modos, hubo
un cambio necesario en la hima: en el período anterior al Islam un jefe podía declarar
toda un área de tierra pública mawat como hima para su propio uso personal, mientras
que en Islam sólo es posible hacerlo ‘por Allah y Su Mensajero’ (al-Mawardi), lo que
significa que sólo puede ser reservada o para el bien general de la comunidad o
específicamente para aquellos en situación de necesidad entre la misma: nunca puede
reservarse sólo para los ricos, por ejemplo. El Profeta mismo (S) reservó un área
alrededor de Medina de una milla por seis millas como hima para los caballos usados en
la guerra, y esta práctica fue continuada por los Califas inmediatamente posteriores a él:
Abu Bakr, el primer Califa, reservó un área cerca de Ar-Rabadha como una hima para
los animales que fuesen recogidos como zakat, y Umar, el segundo Califa, reservó un
área similar de tierra para los animales que fuesen usados por el ejército en ash-Sharaf.
(Medina, ar-Rabadha y ash-Sharaf son todos en la actualidad lugares ubicados en
Arabia Saudita).
Así, el uso de la tierra pública puede restringirse por el gobierno mediante la creación de
una hima, pero esto debe ser hecho con justicia, esto es, cuando hay una genuina
necesidad, y en la medida en que el área que se reserva no sea tan amplia que pueda
causar un padecimiento a otros. Por tanto, no es permisible reservar toda la tierra no
explotada de una comunidad ya que ello sería injusto (al restringir la explotación de
nuevas áreas para la agricultura y el asentamiento de personas, etc.) Más aún, el
gobierno no puede imponer ningún gravamen por el uso de tales himas, puesto que el
Profeta (S) dijo:
Todos en la comunidad son igualmente partícipes en tres cosas: el agua, el
fuego y el pasto.
(al-Mawardi)
Las himas hoy
Es interesante notar que este concepto de hima todavía sobrevive hoy en día en la
Península Arábiga, aunque ahora usualmente se parecen más a las tierras harim de los
poblados que a las áreas reservadas por un gobierno musulmán. Sólo en Arabia
Saudita, en 1965, había un estimado de 3000 himas, con más de 30 en el área Taif,
aunque ciertamente este número debe haber disminuido desde entonces.
Hay varias restricciones para el uso de estas himas de poblados, habiéndose registrado
básicamente cinco tipos:
1.
2.
3.
4.
5.
donde el apacentamiento está prohibido, pero se permite el recorte del pasto
para pienso en años de sequía;
donde el apacentamiento y el corte de pasto se permiten según un principio
estacional;
donde se permite el apacentamiento pero esto está restringido a cierto número
y/o clase de ganado;
donde el área se mantiene básicamente para la apicultura, sin ningún
apacentamiento permitido durante la estación floreciente;
donde el área se destina principalmente para proteger árboles, siendo la tala o
bien prohibida o bien restringida.
La administración de estas himas usualmente es responsabilidad del poblado o tribu
local, en donde las decisiones respecto a cómo deberían usarse se toman por el jefe local
o shaykh. Él es quien decide cuándo se abre la hima para el pastoreo, por cuánto
tiempo, y para qué clase o cantidad de ganado. Más aún, a pesar que el uso de tales
himas normalmente se encuentra restringido a la tribu local, el shaykh puede permitir a
otras tribus que usen la hima o himas de su propia tribu, en tiempos de especial
necesidad.
Por tanto es claro que este sistema es muy flexible y puede ser rápidamente adaptado a
las necesidades de una comunidad en particular. Es esta flexibilidad, así como el
parecido del concepto de hima con el de una reserva, la que ha llevado a muchos autores
a remarcar el gran potencial conservador de las himas, no sólo como un medio de
manejo sostenible de los pastizales, sino también como medio para crear reservas para
la fauna silvestre y áreas de naturaleza virgen, etc. Tienen un valor particular por lo
siguiente:
-
permiten la rehabilitación de pastizales degradados, o su mantenimiento si no
están degradados;
preservan la diversidad de las especies vegetales a fin de que haya un herbaje de
mejor calidad y de más variedad;
preservan la diversidad genética de las especies de plantas (lo que tiene
importantes implicaciones económicas);
producen plantas para el uso humano (para comida, fibras, combustible, etc.);
protegen las cuencas y los reservorios de agua;
proveen espacio vital para la fauna silvestre, y por ende para un recurso
económico valioso;
proveen de un atractivo potencial para el turismo.
Por tanto, la principal distinción en la ley islámica de tierras es entre la tierra pública y
la privada. Esta distinción es importante toda vez que la tierra sujeta a propiedad
privada puede ser comprada, vendida, regalada, heredada y demás por el propietario, así
como usada por el mismo, siempre que él o ella no causen daño a otros al hacerlo, ya
que un principio básico del Islam es que uno no debería causar daños a otros ni tampoco
devolverlo. Si la tierra no es de propiedad de sujetos específicos, entonces hay libre
acceso para todos, a no ser que dicha tierra se convierta en privada ya sea por una
asignación gubernamental (iqta), o por ser explotada (ihya), o porque hay un acceso
restringido bajo el sistema hima.
Podemos observar asimismo que esta división de tierras en explotadas y no explotadas
contiene cuatro formas de uso de la tierra. Las tierras explotadas, o lo que llamaríamos
el ‘medio ambiente humano’, consisten en primer lugar en moradas humanas (ciudades,
poblados, aldeas, etc.) que son ante todo de dominio de la gente, y en segundo lugar de
tierras agrícolas, que son ante todo del dominio de los cultivadores [en el original ‘domain
of crops’, (sic) N. del T.]. Las tierras no explotadas, o lo que llamaríamos ‘el medio
ambiente natural’, consisten por un lado de dehesas y forrajes hoscos, que son ante todo
de dominio del ganado y, además, las áreas de naturaleza intacta (montañas, forestas,
desiertos, etc.) que son ante todo de dominio de los animales salvajes. En la primera
categoría, la del ‘medio ambiente humano’, la tierra está sujeta a propiedad y el
propietario tiene sus derechos. Pueden usar la tierra como elija, siempre que este uso no
dañe a otros y, al ser objeto de propiedad, dicha tierra puede comprarse, venderse,
regalarse, heredarse, etc. En la segunda categoría, la del ‘medio ambiente natural’, la
tierra no está sujeta a la propiedad de algunos individuos y más bien todos tienen igual
derecho a usarla (excepto que el estado reserve parte de la misma como hima para algún
específico beneficio para la comunidad, como hemos visto). Esto es así a causa del
hadiz ya mencionado según el cual ‘Todos en la comunidad son igualmente partícipes
en tres cosas: el agua, el fuego y el pasto’, es decir, agua tanto para el hombre como
para su ganado y cultivo, leña y combustible para sí mismo, y pasto para su ganado.
EL AGUA
El agua en su estado natural en las tierras públicas (mawat) se considera una propiedad
común, como hemos visto a partir del hadiz mencionado. De todos modos, hay claros
principios para determinar la prioridad de uso.
En la ley islámica los recursos acuáticos se clasifican en tres principales categorías: ríos,
pozos y fuentes.
Ríos
Los ríos se dividen en tres categorías:
(A) Ríos naturales extensos, en los que el agua es permanente. Éstos pueden ser
libremente usados por cualquiera para dar de beber al ganado, irrigar la tierra, etc., y
pueden cavarse canales a partir de los mismos.
(B) Ríos naturales pequeños. Son de dos tipos:
1. Aquellos que contienen suficiente agua para las necesidades de la población local, en
cuyo caso se pueden cavar canales para conducir el agua más allá, siempre que con esto
no se dañe a la población local (por ejemplo, privándoles de su agua).
2. Aquellos que no contienen suficiente agua para las necesidades locales a menos que
sean represados, en cuyo caso la gente que vive río arriba tiene el derecho preferente,
luego aquellos de río abajo, y así de esta manera. Esta regla se basa en un juicio del
Profeta (S) con respecto a los canales para las crecidas de Mazhur y Mudhaynib en
Medina, donde el agua debía ser retenida hasta que alcanzara la profundidad del tobillo
y luego era liberada para su uso por aquellos adyacentes a río abajo, y demás, en este
orden. Por supuesto éste fue un juicio específico para una situación específica: el
principio es que debería haber una justa distribución del agua, lo que depende de los
siguientes cinco factores que necesariamente varían de lugar a lugar:
-
el tipo de suelo (algunos suelos necesitan más agua que otros);
el tipo de cultivo (algunos cultivos necesitan más agua que otros);
el tiempo del año (algunas estaciones generan una mayor demanda de agua que
otras);
si el cultivo ha sido sembrado o no;
si la fuente de agua es constante o no, lo que determinará si sólo es necesario
tomar agua para su uso inmediato o si debe tomarse algo para ser almacenada.
Por tanto cualquier decisión respecto a qué es lo justo es una situación en particular
debe ser obtenida a través de la consideración de las circunstancias locales.
(C) Canales artificiales y canales de irrigación. Éstos se tratan como propiedad común.
Si tales canales se llenan por la acción de la corriente, entonces todos pueden sacar tanta
agua como quieran puesto que hay suficiente para todos. Allí donde ése no es el caso,
tales canales pertenecen sólo a aquellos que los han cavado y nadie más tiene derecho
alguno de uso con respecto a los mismos no tampoco derecho a crear otros canales que
les conduzcan agua a ellos. Más aún, si alguien quiere hacer algo que afectará el nivel
de agua –como construir una bomba o un molino que recoja el agua- esto sólo puede
hacerse con el consentimiento de todos los otros involucrados, puesto que todos los
interesados tienen igual derecho sobre el agua.
Los sistemas de canales parcial o totalmente subterráneos tales como el sistema qanat
en Irán y el sistema foggara en el Sahara algeriano también entran dentro de la categoría
de ríos, puesto que son lo mismo que ellos excepto que fluyen subterráneamente.
Una vez que las prioridades de uso han sido establecidas, el agua puede entonces ser
dividida por tiempo de uso según días, si la demanda es muy pequeña, o por horas si la
demanda es grande, o por espacio, por ejemplo, desviando el agua en canales separados.
También es posible que cada usuario llene un reservorio o se valga de alguna otra
manera de almacenar la cantidad que necesita.
Pozos
Los pozos también se dividen en tres categorías:
(A) Aquellos que han sido cavados para el uso general del público, caso en el cual
todos tienen derecho a una misma participación, dándosele prioridad a la gente, luego al
ganado y luego a los cultivos.
(B) Aquellos que han sido cavados para un uso temporal, por ejemplo un campamento
beduino, en cuyo caso la gente que los cavó tiene prioridad de uso para sí mismos y sus
animales, aunque cualquier excedente puede ponerse a disposición de otros, basado en
los siguiente hadices:
No retengan el agua que sobre a fin de detener el pastizal [es decir, evitar que
sea apacentado].
(Imam Malik, Muwatta)
y
No retengan el excedente de agua de un pozo.
(Imam malik, Muwatta)
Cuando los usuarios originales se retiran, dichos pozos se transforman en los de la
primera categoría, con una prioridad de uso establecida según quien viene primero se
sirve primero, y eso aun cuando los excavadores originales regresen.
(C) Aquellos que han sido cavados por individuos para su propio uso. Tales pozos se
consideran de propiedad de la persona que los ha cavado junto con la zona harim
asociada. Una vez que la excavación se ha completado y se ha sacado el agua, esta
persona tiene un derecho total sobre el agua y no tiene la obligación de regalar algo de
la misma si es que fuera totalmente necesaria para dar de beber al ganado o para irrigar
cultivos, excepto en una emergencia tal como la de que alguien esté muriéndose de sed.
Si hay un excedente que queda luego de satisfacer su propia necesidad, el agua no tiene
que ser puesta a disposición para los cultivos de otras personas pero sí para sus ganados,
siempre que:
-
el agua aún esté en el pozo (es decir, que la acción de sacarla aún no haya sido
llevada a cabo);
el apacentadero para el ganado en cuestión esté cerca;
no haya otra fuente de agua disponible y permitida para este ganado;
no se origine ningún daño al propietario del pozo, el ganado del propietario o sus
cultivos como consecuencia del uso del pozo por parte de ganado de otro. Allí
donde corresponda, los pastores deberán sacar el agua ellos mismos y llevarla a
sus ganados.
Cuando se dan estas condiciones, en otras palabras, cuando hay una causa razonable
para usar esta agua, el propietario debería poner a disposición cualquier excedente sin
cobrar por el mismo. De todos modos, si algunas de estas condiciones no se dan se
puede hacer un cobro.
Fuentes
Esta categoría está igualmente dividida en tres clases:
(A) Fuentes naturalmente dadas. Están bajo el mismo juicio que los ríos naturales, es
decir, todos son libres de usarlas, sobre la base de que el primero en venir es el primero
en servirse, siempre que haya suficiente agua o, si hay una cantidad limitada de agua,
siempre que haya una división igual entre partes igualmente merecedoras.
(B) Fuentes que han sido explotadas mediante el esfuerzo individual en una tierra
pública. Tal fuente, junto con su harim asociado, es propiedad de quien la ha
descubierto. Esta persona, por tanto, puede desviar el agua a donde él quiera y los
canales subsiguientes y sus harims asociados son considerados su propiedad.
(C) Cuando alguien explota una fuente en su misma propiedad, entonces tiene la
prioridad en el uso. Si hay algún excedente, puede usarse para hacer utilizable más
tierra y no tiene porqué ser puesto a disposición de otra gente. Si, de todas maneras, el
agua no es usada en dicha manera, debería ser puesta a disposición del ganado de otra
gente si ellos lo necesitan, pero no hay necesidad de que sea puesta a disposición de sus
cultivos (tal como en el caso de los pozos), y si se hace, se puede cobrar por ello.
Vemos entonces que las mismas consideraciones básicas se aplican tanto al agua como
a la tierra, a saber, se hace una distinción entre lo público y lo privado. En su estado
natural, el agua se considera un recurso tenido en común, pero allí donde alguien ha
cavado, digamos, un pozo en su tierra privada, no está bajo la obligación de proveer la
misma a nadie más excepto en casos de emergencia.
RECURSOS NATURALES
Los recursos naturales, de los cuales la tierra y el agua son los principales, pueden
dividirse en lo que está vivo y lo que no está vivo. Lo que está vivo se subdivide en
animales y plantas, mientras que lo que no está vivo incluye las rocas y minerales,
dándonos por consiguiente las tres bien conocidas categorías de animales, vegetales y
minerales.
Animales
Los animales pueden dividirse en dos tipos principales: los domésticos y los salvajes.
Los animales domésticos y las aves incluyen tanto a aquellos que se tienen para usarlos
como comida como aquellos que se tienen para otros propósitos. Aquellos que se tienen
principalmente para comida incluyen varias clases de ganado (ganado bovino, ovejas y
cabras, etc.) y aves caseras, mientras que aquellos que se tienen para otros propósitos
incluyen caballos, mulas y asnos (para cabalgar y la actividad de tiro), perros (para
guardería y caza), gatos (para limpiar la casa de ratones), etc.
Animales domésticos
Los juicios más importantes respecto a los animales domésticos y las aves caseras son:
1. Ellos son propiedad de sus dueños y por tanto pueden ser comprados, vendidos,
regalados y heredados.
2. El zakat, o impuesto obligatorio anual sobre la riqueza que esté por encima de
cierto mínimo, se capta sobre la base de aquellos tipos de ganado que se tienen
principalmente para comida, es decir, camellos, ganado bovino, ovejas y cabras,
a tasas que varían de uno a otro tipo de animal (por ejemplo, una oveja por 5-9
camellos; una vaca por 30-39 vacunos, etc.). No debe pagarse zakat alguno por
animales que se tienen sólo para cabalgar y que normalmente no se comen,
como por ejemplo los caballos.
3. Deben ser tratados adecuadamente, con el debido respeto y sin crueldad. El
Profeta (S) dijo una vez:
Un hombre estaba caminando a lo largo de una senda cuando tuvo mucha sed.
Encontró un pozo de modo que fue hasta el mismo y bebió. Cuando se fue, vio a un
perro que estaba jadeando y comiendo tierra a causa de su sed, y se dijo a sí mismo,
‘Este perro está tan sediento como yo lo estaba’. Entonces fue al pozo de nuevo,
llenó su calzado con agua y sosteniéndolo con su boca regresó y se lo dio al perro
para que bebiera. Allah estuvo agradecido con él a causa de esto y le perdonó.
Los que estaban escuchando dijeron:
Oh Mensajero de Allah, ¿hay una recompensa para nosotros por los animales?
Él respondió:
Hay una recompensa por cada morador al que hayan dado de beber [es decir, por
tratar a cada animal vivo con amabilidad].
(Imam Malik, Muwatta)
A este respecto, también debemos notar que el Profeta (S) prohibió
expresamente atar a los animales y usarlos como blanco. (1)
4. Que cuando se les mate, se haga adecuadamente y con humanidad. El Profeta
(S) dijo:
Allah ha prescrito el ihsan [consideración o excelencia] para cada cosa. Por tanto
cuando maten, maten con ihsan; y cuando sacrifiquen, sacrifiquen con ihsan.
Asegúrense de que su cuchillo está afilado, y dejen que su animal muera
cómodamente.
(Muslim)
Los animales deberían ser matados con eficiencia y humanidad, y de una forma
que les cause la menor angustia. Ésta es la manera prescrita en la ley islámica y
si el animal no es matado de este modo la carne se considera carroña (mayta) y
no puede comerse (aunque sigue siendo permisible usar el pellejo de dicho
animal bajo la condición de que haya sido curtida). Debe notarse que aun
cuando se mata a los insectos dañinos, hay gran recompensa en matarlos con el
primer golpe en vez de con el segundo. (2)
Animales salvajes
Está permitido cazar herbívoros, tales como gacelas, venados, liebres, conejos, así como
aves que no son de presa, con la finalidad de comerlos, en tanto que sean correctamente
matados. Esto significa o bien que el cazador mismo debe matar al animal atravesando
el cuerpo (‘aqr) con una lanza, una flecha, una bala, etc., o bien que el animal deba ser
muerto por un animal entrenado (un perro, una chita, etc.) o un ave entrenada (águila,
halcón, etc.). Si el cazador puede llegar a la presa cuando ésta aún está viva, sin peligro,
ésta debería ser sacrificada de la misma manera que un animal doméstico. Además, se
permite usar todas las partes de un animal cazado de esta manera. Por ejemplo, los
Haddad, en el norte del Chad, han sobrevivido tradicionalmente por la caza del Orix de
Cimitarra, vendiendo la carne y las pieles e incluso usando los tendones de la pierna del
animal para hacer redes con las que atraparlos (3). De todos modos, debe notarse que
está prohibido cazar cualquier animal de los que está permitido comer sin que se tenga
la intención de matarlo de la manera correcta y para un propósito razonable. Asimismo,
no se admite cazar a un animal con la intención de ponerlo en una jaula, o para vivir de
eso (como ocurre con los pájaros y los monos en los circos, etc.); ni siquiera para
mantenerlo como mascota.
Se considera prohibido comer (o simplemente desaprobado, según algunas autoridades)
a los carnívoros salvajes, pero se permite matarlos así como a otras especies no
comestibles si constituyen una amenaza o una potencial amenaza para los seres
humanos, sus ganados, sus cultivos o sus propiedades. De hecho, incluso está permitido
matar ciertos animales en esta categoría (es decir, predadores, carroñeros y otros
animales nocivos tales como lobos, leopardos, cuervos, milanos, ratas y escorpiones)
mientras se está en la Peregrinación (hajj), ocasión en la que toda otra muerte está
estrictamente prohibida. Adicionalmente, en cuanto a los animales que han sido
matados para tenerlos como comida, está permitido hacer uso de sus pieles, colmillos,
nervios, etc. si los animales han sido correctamente matados, aun cuando hay alguna
diferencia de opinión en este punto.
Está prohibido matar serpientes en las casas sólo por matarlas, excepción hecha con
respecto a cierta clase de serpientes de las que se sabe que causan daño. De todos
modos, está permitido matar serpientes a fin de comerlas, en la medida en que uno esté
libre del veneno. También se pueden matar lagartos para usarlos como comida.
Toda clase de insectos, gusanos, etc. pueden ser matados para comerlos si son
comestibles, mas, nuevamente, está prohibido matarlos sin ninguna razón. Se narra en
un hadiz que uno de los Profetas anteriores se sentó una vez bajo un árbol y fue picado
por una hormiga, ante lo cual dio una orden para que el árbol y la colonia de hormigas
en su interior fueran quemados. Allah entonces le reprochó diciendo,
“¿Has destruido a toda una comunidad que (Me) glorifica por una hormiga que te picó?
(Muslim)
Plantas
Las plantas pueden dividirse en cultivadas y silvestres. Las plantas silvestres, como los
animales salvajes, se consideran de propiedad común, y tal como en el caso de los
animales salvajes, pueden usarse tanto para comida de los hombres como del ganado y
para otros propósitos tales como combustible, fibras, materiales de construcción,
medicina, etc. Pueden tomarse bajo la regla de que el primero en llegar es el primero en
servirse, en la medida en que no se cause daño alguno a nadie.
Los juicios más importantes en la ley islámica sobre el cultivo de las plantas se refieren
ante todo a aquellas que se cultivan para comida. La distinción de importancia aquí es
entre lo almacenable y lo perecible. Los productos alimenticios almacenables incluyen
todos los granos comestibles, semillas y legumbres, así como dátiles secos, pasas, y
aceites como el aceite de olivo. Los productos alimenticios perecibles incluyen todo
tipo de frutas blandas y vegetales que normalmente no son almacenados. La
importancia de esta distinción radica en que el zakat debe pagarse sobre los alimentos
almacenables y comestibles mencionados, a una tasa de un décimo de cada cosecha si la
tierra ha recibido agua naturalmente, o de un vigésimo si ha sido irrigada. No debería
pagarse el zakat sobre los perecibles, aunque algunas autoridades dicen que sí. No se
recoge el zakat si la cosecha no alcanza el mínimo especificado (el nisab) de 650 kilos.
Hay asimismo restricciones específicas respecto a la acumulación de comestibles
básicos y respecto a las transacciones usureras que involucran cualquier tipo de grano,
etc. Esto se suma a la prohibición general de la usura con respecto a la moneda.
Por tanto, es claro que todas las criaturas vivas requieren respeto y sólo pueden usarse
dentro de límites muy claros. La naturaleza de la existencia es el ser generosa. Como
se comprende bien por los ecologistas y otras personas, la enorme mayoría de los
organismos vivos se reproducen muy por encima de la capacidad de soporte del
ecosistema en el que viven, lo que significa que potencialmente siempre hay abundancia
de la que ahorrar. Uno de los nombres de Allah es el Dador: todo se reproduce y
produce todavía más. Las plantas se reproducen de modo tal que de un grano crecen
muchas mazorcas de maíz, cada una con muchos granos. Nuestro deber es reconocer
esta generosidad dando una porción de las cosechas como zakat. Lo mismo se aplica a
los animales domésticos, que se reproducen cada año y sobre los cuales se debe pagar el
zakat. De modo semejante, un individuo debe mencionar el nombre del Creador, que
dio a los animales la vida, cuando él o ella les quitan la vida. Los animales salvajes no
son tan abundantemente accesibles como los domésticos, ni son considerados propiedad
de nadie (mientras están vivos) y, por lo tanto, los deberes hacia ellos son menores; el
único deber que les adeudamos es que no se les quite la vida sin razón, y si son
matados, que esto se haga de una manera correcta, mencionando el nombre del Creador.
También debería tenerse en cuenta que todos los animales salvajes y las plantas
silvestres se consideran de propiedad común: todos los juicios mencionados
previamente se les aplican en la medida en que no se haga daño a ningún otro por
nuestro uso de los mismos, como con el agua, la leña o el pasto. El daño a las criaturas
del medio ambiente, o al mismo medio ambiente, causa obviamente daño a la
comunidad, y está prohibido por dicha razón. Por ejemplo, la destrucción de una
especie con un valor económico debido a razones económicas, ciertamente impide que
otros puedan beneficiarse de esa especie, ya sea de un modo económico o de otra
manera, y por lo tanto está prohibido.
Minerales
Los depósitos minerales se clasifican en dos categorías: ‘abiertos’ (zahir) y ‘ocultos’
(batin). Los depósitos ‘abiertos’ incluyen depósitos de sal, antimonio, alquitrán, etc.
que aparecen en la superficie y son fácilmente explotables. Tales depósitos a la
superficie se consideran de propiedad común y pueden ser explotados sobre la base de
que el primero en venir es el primero en servirse, como con el caso del agua. No
pueden ser asignados por el gobierno (iqta) a individuos particulares.
Los depósitos ‘ocultos’ incluyen metales, etc., donde se requiere trabajo a fin de extraer
los productos terminados. Hay dos opiniones respecto a si los mismos pueden ser
asignados a, y explotados por, individuos en calidad de propiedad de los mismos.
Partiendo de la base de que pueden ser asignados, hay una ulterior diferencia de opinión
respecto a si tal asignación concede al individuo plena propiedad o simplemente el
derecho de usufructo durante la duración de su vida. En otras palabras, se considera que
tales depósitos han sido provistos naturalmente sin esfuerzo alguno de nuestra parte,
como ocurre con los animales de caza, y por tanto no hay claridad respecto a si pueden
ser objeto de propiedad. De todos modos, si uno explota una tierra y luego encuentra un
depósito mineral allí, él o ella es considerado el propietario y tiene derechos exclusivos
del mismo modo en que una persona que ha creado una fuente o un pozo también tiene
derechos exclusivos.
En cuanto se refiere a los metales, hay una distinción que debe observarse entre el oro y
la plata, y todos los demás metales. El zakat debe pagarse con respecto al oro y la plata
a una tasa de un cuarentavo o 2.5 por ciento al año, mientras que no debe pagarse
ningún zakat sobre cualquier otro metal. Hay, de todos modos, autoridades que dicen
que el zakat se aplica a todos los metales, y algunos incluso extienden dicho juicio hasta
incluir también las piedras preciosas.
Toda vez que la riqueza es uno de los ‘cinco elementos esenciales’ que deben ser
preservados para que la sociedad funcione sin problemas (siendo los otros cuatro la
religión, la vida, el intelecto y la estructura familiar), hay numerosos juicios que se
refieren a tales fuentes a nivel económico, es decir, censuras que se refieren a todas las
transacciones comerciales en general. De éstas, dos se destacan por encima y más allá
de todas los demás: la obligación de pagar el zakat y la prohibición contra la usura. Es
crucial que se pongan ambas en vigor para lograr una justa explotación de los recursos
naturales en cualquier comunidad musulmana.
Notas:
(1) Esta regla se contiene en Muslim.
(2) Esta regla se contiene en el Muwatta del Imam Malik.
(3) Ver J. Fisher, N. Simon y J. Vincent, El Libro Rojo: La Fauna en Peligro. Collins,
London, 1969, p. 152.
Notas adicionales respecto a las fuentes
Muchos de los detalles de este capítulo han sido tomados de al-Ahkam as-sultaniyya
wa-l-wilayat ad-diniyya de al-Mawardi, Beirut, 1402/1982, pp. 177-87, 191-4, aunque
también se recurrió ampliamente a otras fuentes árabes como Bidayat al-Mujtahid de
Ibn Rushd y la glosa de ad-Dasuqi respecto a ash-Sharh al-kabir ‘ala Mukhtasar Khalil
de ad-Dirdir, especialmente II:107-108, 115-118, IV:66-75. Otras referencias ya han
sido indicadas previamente.
El material en inglés respecto al tema es relativamente escaso pero los siguientes
artículos fueron de determinado uso (especialmente los primeros dos para la sección ‘las
himas hoy’):
J. Grainger y A. Ganadilly, ‘Hemas: an investigation into a tradicional conservation
ethic in Saudi Arabia’, Journal of the Saudi Arabian Natural History Society, vol. 2,
Nº 6, Julio de 1986, pp. 28-32.
Harmut Jungius, ‘The role of indigenous flora and fauna in rangeland management
systems of the arid zones in western Asia’, Journal of Arid Environments, vol. 6,
1983, pp. 75-85.
Toman Llewellyn, ‘Desert reclamation and Islamic law’, The Muslim Scientist, vol. 11,
1982, pp- 9-29.
J.C. Wilkinson, ‘Islamic water law with special reference to oasis settlement’, Journal
of Arid Environments, vol. 1, 1978, pp. 87-96.
Descargar