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BIOÉTICA: LA CUESTIÓN DE LA DIGNIDAD
EDITOR: Lydia FEITO
Ponentes:
María José GUERRA
Lydia Feito
Yolanda GÓMEZ
José Luis VELÁZQUEZ
SEGUNDA COMUNICACIÓN
HANS JONAS Y LA RESPONSABILIDAD CONSTITUTIVA:
DIGNIDAD DE LA NATURALEZA Y DIGNIDAD DEL SER HUMANO
Esperanza Bautista Parejo
1 – INTRODUCCIÓN
Es ciento que en el progreso tecnológico siempre hay un riesgo porque
desconocemos o no se puede prever el futuro de esa tecnología. También lo es
que, en realidad y por lo general, las tecnologías no son malas por sí mismas,
sino que a su vez dependen de la utilización que se haga de ellas y, al mismo
tiempo, también es cierto que las tecnologías crean dependencia, y de hecho, el
ser humano es cada vez más dependiente de ellas. Por otro lado, el desarrollo
tecnológico no suele tener en cuenta los sentimientos y las emociones del ser
humano ya que suele considerar más importante el tener que el ser y, en
consecuencia, no busca de manera principal el ser un medio para lograr una
mayor humanización del ser humano, sino el adaptar la naturaleza del hombre
para que éste sobreviva o, simplemente pueda vivir mejor materialmente. Pero
sin esa búsqueda de humanización la dignidad del ser humano desaparece, o al
menos queda difuminada e incluso llega a diluirse. De ahí la necesidad, o al
menos la conveniencia, de encontrar el equilibrio entre adaptarse a la naturaleza
y adaptar ésta al ser humano en su búsqueda de la supervivencia, Esto implica
que en el avance tecnológico deben tenerse mas en cuenta los principios
morales, así como un mayor respeto y consideración de la alteridad que supone
el ser humano y la de un tercero, la tierra y el universo, respecto de las
tecnologías.
Por otro lado si se acepta que todos los seres humanos somos constitutivamente
responsables, ello implica la libertad de elección a la hora del desarrollo y del
progreso tecnológico. Pero así como la responsabilidad y la libertad forman
parte de la dignidad del ser humano, esto abre, a su vez, la posibilidad de
encontrar una Fundamentación teológica a la responsabilidad constitutiva que,
desde la perspectiva creyente, otorgaría mayor solidez a la dignidad humana y a
la naturaleza. Por eso es muy importante sentirse responsables
constitutivamente, pero libres también para elegir las tecnologías a desarrollar y,
desde esa libertad, sentirse responsables del futuro de la humanidad y su
supervivencia, porque, como recuerda Hans Jonas, de la precariedad y de la
fragilidad de los equilibrios naturales y biológicos depende la existencia de la
vida humana. Por ello, todos los hombres y las mujeres de hoy, somos
responsables de nuestro quehacer tecnológico.
2 – LA RESPONSABILIDAD CONSTITUTIVA
A Hans Jonas le preocupa el desarrollo tecnológico y sus implicaciones
éticas. Esto le lleva a formular una noción de responsabilidad que en su
pensamiento adquiere un sentido nuevo y fundamental: el de ser una
responsabilidad fundante porque constituye al ser humano y en ella se enraíza la
libertad. (1) Dice Jonas que “con la tecnología de punta, hemos entrado en una
tierra nueva de la práctica colectiva, una tierra todavía virgen de la teoría ética”.
Estamos pues ante una nueva situación a la que la ética tradicional es incapaz de
responder porque, debido a su antropocentrismo y orientación hacia las
relaciones entre los seres humanos, implica una regla de reciprocidad y
correspondencia entre derechos y deberes que le impide responder a la gravedad
y amplitud de los problemas que plantean las nuevas tecnologías.
El punto de partida de este planteamiento es el carácter inédito del poder
que el hombre ha adquirido por medio de la ciencia y la técnica y el vacío ético
que se ha ocasionado. De ahí la necesidad de elaborar un nuevo concepto de
responsabilidad que esté en relación con esta clase de poder y su amplitud. Hans
Jonas (2) piensa que este nuevo poder tecnológico es capaz de destruir
irreversiblemente las condiciones de la existencia del hombre en la tierra en un
futuro que, además, escapa a su saber previsor. Esto exige que esta nueva noción
de responsabilidad contemple también el futuro, un futuro lejano pero que
estamos construyendo hoy desde y gracias al poder que la ciencia y la tecnología
han puesto en nuestras manos, El futuro está amenazado por el éxito de los
logros tecnológicos pues, al mismo tiempo, al estar la tecnología en manos de su
propia lógica interna, encuentra su mejor cómplice en la utopía de un progreso
infinito bajo la forma de una escatología inmanente a la historia humana, se trata
por tanto de una responsabilidad total que concierne a toda la humanidad y su
hábitat, no es una responsabilidad recíproca ya que los seres humanos de ese
lejano fututo todavía no están y, por ello, no tienen deberes con respecto a
nosotros, en cambio , ellos tendrán el derecho de hacernos responsables de la
naturaleza transformada que les leguemos, de ahí la responsabilidad de nuestro
quehacer tecnológico.
En consecuencia, Hans Jonas, en su formulación de una nueva
ética de la responsabilidad, presta una atención especial a la precariedad y a la
fragilidad, de los equilibrios naturales y biológicos que, a su vez, son las
condiciones que aseguran la existencia de la vida humana, y por tanto, de la
humanidad futura,, Con ellos, y por primera vez en la historia de la humanidad,
la naturaleza como tal es objeto de una responsabilidad ética, cuyo fundamento
se encuentra en el respeto por la humanidad y dignidad del hombre, ligadas su
vez y de manera indisociable, con las relaciones de éste con bioesfera y el
cosmos, Todo ello implica la necesidad de salvaguardar, como un elemento
esencial, la posibilidad de una responsabilidad ética que sea constitutiva del
sujeto.
(1) Jonas H.,Le principe responsabilité, Une ethique pour la civilisation technologique. Paris 1990,
p.13
(2) Para una visión más amplia y detallada de la ética de la responsabilida en Hans Jonas puede
verse M. Esquirol CALAF, J “Técnica y Responsabilidad”, en Nuevas Tecnologías y Futuro del
Hombre, volumen XXIX, editorial Blanch, A. ASINJA, Madrid, 2003.
Esto significa que si bien es cierto que la ética comienza en la
relación con el otro, esta relación no es algo que se produce accidentalmente y a
partir de sujetos ya constituidos, sino que es originaria, en el sentido de
constituirme responsable antes de que de yo lo pueda elegir libremente, esto es,
antes de cualquier iniciativa personal. Por tanto, la responsabilidad no es una
consecuencia de la libertad sino que la precede y la fundamenta. En este sentido,
el conjunto de términos que expresan las formulaciones éticas, las normas
morales, la sabiduría práctica y el paso obligado por las disposiciones
económicas, sociales, jurídicas y políticas, adquieren su sentido pleno cuando se
sitúan en el marco de esa relación ética, originaria y no elegida, porque es
constitutiva del sujeto.
Sin embargo, no se puede entender con claridad la propuesta de una
responsabilidad constitutiva del sujeto sin recordar la estrecha relación que
guarda el pensamiento de Hans Jonas con el Emmanuel Lévinas y su
formulación de una ética de la responsabilidad basada en esa relación originaria,
o creacional, que se encuentra en el Rostro del Otro. A su vez, tampoco es fácil
descubrir los fundamentos teológicos de una responsabilidad constitutiva sin
acudir a los temas de la vocación y la elección, fundamentales en el pensamiento
Lévinas, que permiten llegar a ellos partiendo lo los términos de “Creación” y
“Alianza”. Pero antes cabe preguntarse por la posibilidad de establecer una
relación entre la ética y la fe.
3 – EL MARCO TEOLÓGICO “CREACIÓN-ALIANZA”
3.1 La Ética y la Fe
Para poder responde a esa posible relación entre la ética y la fe cabe
señalar en primer lugar que, si bien es cierto que se puede hablar de una ética
“secular”, “filosófica”, e incluso “natural” que podrían no guardar relación la fe
o ser anteriores a cualquier intervención teológica, también lo es que todas ellas
tienen en común su designación como una ética humana. Por otro lado, cuando
en el discurso ético se introducen los términos “Creación” y “Alianza”, propios
de la tradición judeo-cristiana, se puede estar hablando desde la razón filosófica,
en cuyo caso encuentran su justificación en la experiencia ética que cada ser
humano experimenta cuando se encuentra con el rostro del otro y con la
grandeza y el infinito que se revelan en ese encuentro. Pero en el fondo, esto no
es sino un préstamo que se toma de la tradición religiosa y permite aclarar la
cuestión ética sin comprometer la fe. Otra cosa son las cuestiones que puedan
surgir de la ética secular y de la fe, es decir, de la ética en tanto que inteligencia
razonada y racional argumentada desde la práctica humana, y de la teología, en
tanto que inteligencia creyente en la palabra de Dios y en su impacto sobre la
vida.
Desde el punto de vista de la fe, o en dependencia de la fe, es cierto que
la ética puede ser llamada ética de la responsabilidad ya que ser cristiano, o
hacer profesión de fe cristiana, significa responder a una palabra que nos precede
y se hace oír y entender en seno de una comunidad (3). En este sentido, la
existencia cristiana es a la vez una vocación personal y una convocación
comunitaria que sitúan al creyente y su comunidad en situación de
responsabilidad y corresponsabilidad, Es espacio de esta ética de la
responsabilidad en dependencia de la fe viene definido por la articulación de los
temas de la Creación y la Alianza, tan importantes a la hora de estructurar la fe y
la praxis de aquellos que apelan al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob y del
Dios de Jesucristo. La vocación y la responsabilidad tienen su raíz en el acto
mismo de la creación, que es salvación, y en la Alianza, que es elección, ambos
términos pertenecen, al mismo tiempo, al orden teologal y al orden de la ética, al
orden del creer y al orden del actuar. Al mismo tiempo, vocación y
responsabilidad conforman esa realidad particular de la creación que es la
persona humana, y desvelan la antropología vocacional que se encuentra tanto
en el Antiguo Testamento cono en el Nuevo Testamento pues, como recuerda
Ruiz de la Peña, es Dios “quien le descubre (al hombre) su carácter de ser libre,
ratifica su índole personal y responsable; Adán está frente a Dios como un
sujeto, un dador de respuesta, no como un objeto de su voluntad.(4)
(3) Kart Rahner considera a la persona humana como “oyente de la palabra” y como “potencia
obediencial”, en cuanto capacidad de respuesta obediente y libre a la Palabra, a la llamada de Dios.
(4) Ruiz de la Peña, J.L. Imagen de Dios, Antropología teolíca fundamental, Santander 1999, p.34.
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