“IMPUTACIÓN, OBJETO DE PRUEBA y DEBIDO PROCESO” Por: Iván Guerrero López (*) . Introducción La profusa problemática del Derecho Procesal Penal en el espectro nacional actual, tiene diferentes aristas. Se puede afirmar que, hay todavía mucha distancia entre los principios y aspiraciones garantistas y la cruda realidad de la que somos parte día a día y en la que, lamentablemente tenemos que convivir con procesos que transgreden nuestra propia Constitución e incluso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha cuestionado en repetidas oportunidades el sistema penal y procesal penal peruano. Nadie podría negar que el 80 % de delitos contemplados en el Código Penal, se rigen ahora a través del proceso penal sumario, que es un proceso inconstitucional, fundamentalmente porque no cumple las bases del principio acusatorio porque el mismo Juez que instruye juzga, no existe la debida contradicción ni se cumple el principio de oralidad, empero, centralmente porque no se da la publicidad como garantía a la que se refiere el artículo 139 inciso 4 de nuestra Carta fundamental. En cuanto al proceso ordinario, también tiene problemas de inconstitucionalidad porque no asume el principio acusatorio garantista institucionalmente, sino que, continúa por su propia concepción originaria, bajo las riendas de la concepción mixta, es decir, el proceso, acusatorio- inquisitivo. Podría cuestionarse que como Jueces tenemos el poder del control difuso y deberíamos declarar inconstitucionales las normas que así las entendieramos, sin embargo, en este único y exclusivo tema, ello no ha sido posible porque no queremos incrementar el CAOS GENERALIZADO y porque, hemos tenido en cuenta un valioso principio en el derecho moderno: la ponderación de intereses. En muchos otros temas, en la Corte de Junín, se han declarado inconstitucionales determinadas normas y no ha faltado independencia ni entereza para ello, empero, en los temas aludidos, creemos, la solución necesariamente debe ser del Estado y la sociedad civil en su conjunto. Dentro de esa visión panorámica, abordamos el tema de la imputación de un delito, su relación con el objeto de prueba y el debido proceso. Pretendemos demostrar que, tanto para que el señor Fiscal Provincial pueda formalizar una denuncia como para que el señor Juez Penal pueda abrir instrucción, en realidad no basta que existan los tres requisitos del artículo 77 del Código de Procedimientos Penales, sino además, debe existir un MINIMO DE RAZONABILIDAD. El problema es que, si se formalizan denuncias y se abren procesos penales sin esa mínima y necesaria razonabilidad, se estará forjando carga inútil al sistema de justicia, se afecta el debido proceso y hace padecer al justiciable un martirologio procesal digno de la obra de Kafka en la que el reo nunca sabe con certeza porque está envuelto en un proceso penal. Definir qué se prueba, cómo se prueba, con qué limites se prueba, hasta cuando se prueba, entre otros temas, son la esencia del proceso penal y por ende de la justicia penal. Abordamos pues éste tema, con el ánimo de enriquecer el debate y la reflexión sobre un tema álgido, que la coyuntura y nuestra realidad lo exigen, fundamentalmente porque existe mucha imprecisión en las denuncias fiscales y ello es fuente de numerosos problemas procesales, situaciones de injusticia y también, caldo de cultivo de la impunidad, incrementando además, el descrédito del sistema de justicia y, obviamente, agudizando la crisis que nuestra sociedad cuestiona. Nos hemos permitido además, tomar como ejemplo un caso concreto en el que, a propósito de lo expuesto, hemos planteado jurisdiccionalmente esa problemática. Incluiremos las piezas más importantes para una mejor ilustración. Esperando generar el debate que nos pueda conducir a una proficua difusión de la importancia del tema y sobre todo, de los parámetros mínimos a considerarse en la vida diaria por las fiscalías y Organos Jurisdiccionales, presento a ustedes las siguientes reflexiones. I. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL A SER INFORMADO INMEDIATAMENTE DE LOS CARGOS Y SU RELACIÓN CON EL OBJETO DE PRUEBA.- Uno de los principios y derechos de la Función Jurisdiccional recogido en el artículo 139 inciso 14 de nuestra Carta magna, es el de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del Proceso, consecuentemente, “...Toda persona será informada inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de su detención...”. El artículo 87 del código de Procedimientos Penales, establece a su vez, que, “...El inculpado contra quien se ha dictado orden de detención deberá ser notificado dentro de las veinticuatro horas de expedida dicha orden. En caso contrario podrá quejarse ante el Tribunal por detención arbitraria...”. Los dos dispositivos antes descritos son suficientes para internalizar globalmente que, al momento de la expedición del auto apertorio de instrucción, ya deben estar suficientemente definidos los cargos contra el presunto autor de un delito y, por ende, está expedito el camino para preparar la defensa e implementar la actividad probatoria. II. PERTINENCIA DE LAS PRUEBAS E IMPUTACIÓN.Intentemos responder la siguiente pregunta: La pertinencia de las pruebas en un proceso penal, ¿Depende de los cargos contenidos en la formalización de denuncia o en el escrito de acusación?. El señor Fiscal Provincial, en su calidad de representante del Ministerio Público y como titular de la acción penal a quien le asiste el rol persecutor del delito y la carga de la prueba por definición contenida en el artículo 159 de la Carta Política, debe haberse premunido de los elementos mínimos para efectuar una imputación contra una persona por determinado delito. Eso quiere decir, a nuestro entender, que hoy en día, para que el Juez expida el auto de apertura de instrucción, no basta con los requisitos indicados en el artículo 77 del Código de Procedimientos Penales, que se refieren a que el hecho denunciado constituya delito, que se haya individualizado a su presunto autor y, que la acción penal no haya prescrito, sino además, es necesario que la denuncia contenga un mínimo de RAZONABILIDAD Y ELEMENTOS DE JUICIO FUNDANTES DE LA IMPUTACIÓN. El insigne maestro García Rada, al tratar de explicar el contenido de la imputación, expresa lo siguiente: “....imputar es atribuir a una persona la comisión de un hecho que la ley penal califica de delito. La imputación está contenida en la denuncia que presenta el Ministerio Público. La imputación debe reunir dos requisitos: debe ser concreta y debe ser íntegra. Lo primero significa que debe contener una denuncia cierta de un hecho que es delictuoso para la ley; deberá precisarlo en sus contornos, no siendo necesario detalles íntimos que se darán en la ratificación. Debe ser íntegra conteniendo todo aquello que constituye el delito denunciado, sin recortes ni limitaciones y señalando quiénes lo cometieron sin omitir alguno de los autores o cómplices...1.”. En el mismo sentido, incide César San Martín Castro al sostener que, “...el proceso penal no puede incoarse con una finalidad genérica y no puede en principio, tener como objeto la vida entera de una persona física, la posible criminalidad o los posibles comportamientos criminales en el seno de un grupo social lo que significa que, está prohibida la “inquisito generalis”, o sea, la iniciación de una pesquisa o investigación general . Como quiera que el objeto del proceso penal está conformado por un hecho (acción u omisión), es pues, necesario e imprescindible que se afirme el hecho, debidamente definido, con indicación de sus circunstancias precedentes, concomitantes y posteriores, lo que a su vez, es una exigencia del derecho de defensa, de la cosa juzgada y, en general, del principio de seguridad jurídica. Es por eso que se hace totalmente necesaria la fase indagatoria en el proceso penal. Deben procurarse la averiguación del hecho delictivo, la delimitación de sus perfiles, evitar la desaparición de las pruebas, preparar la defensa, impedir persecuciones arbitrarias o infundadas, teniéndose en cuenta que el proceso penal constituye una causa de descrédito, emoción y humillación...”2;. El procesalista mexicano Jorge A. Silva Silva, a propósito de la necesidad de la verosimilitud de la imputación, plantea: “...en lo que toca a la promoción de la acción, tenemos los pares opuestos necesario-discrecional, esto es, que obligan o facultan al Ministerio Público para accionar. En el necesario, también llamado principio de legalidad o imprescindibilidad, el Ministerio Público está llamado a promover la acción con base en un hecho con apariencia de delictuosidad. Su contrario, el de discrecionalidad u oportunidad, como también se le conoce, atiende a criterios de conveniencia, y faculta al Ministerio público para promover o no la acción...”3. En la práctica del sistema judicial peruano, es común constatar la existencia de procesos penales que no se han instaurado con una imputación precisamente concreta e integral a la que se refiere el maestro García Rada. Muchas veces, no se precisan fechas, horas lugares o circunstancias en que se habrían suscitado los hechos y existe una ilegal e inaceptable remisión al atestado policial o a los actuados. Esta imprecisión que se da inicio en las fiscalías que formalizan las denuncias, se reproduce muchas 1 (Domingo García Rada: Manual de derecho Procesal Penal. Sétima Edición Lima Perú 1982, tipografía Sesator. Página 104) 2 (Cesar San Martín Castro: Derecho Procesal Penal Volumen I. Editora Jurídica GRIJLEY año 2000 Lima Perú. páginas 298, 301, 302, 323, 327, 328) 3 (Jorge A. Silva Silva: Derecho Procesal Penal, segunda Edición. Industria editorial Mexicana Copyright 1995, página 164-165) veces en los autos apertorios de instrucción a nivel de los Juzgados, bajo el formulismo y equivocado criterio de que, “ya se verá la responsabilidad o inocencia durante el proceso penal”. En esta forma de actuar, se encuentra muchas veces el primer eslabón de la cadena de la injusticia, bien para los imputados como también para las víctimas del delito. Si desde el inicio no se ha efectuado correctamente la imputación, estaremos ante la presencia de un proceso destinado irreversiblemente al fracaso, porque no será posible, en su caso, emitir una sentencia correcta. La “apariencia de delictuosidad” a la que alude Silva Silva, es un concepto que indudablemente está ligado a los elementos de juicio mínimos que deben acompañar a la imputación. No sería racional admitir que, si el señor Fiscal formula denuncia contra Juan Pérez por delito de terrorismo u homicidio, simplemente por una razón subjetiva, tenga necesariamente que abrirse instrucción por concurrir los tres requisitos del artículo 77 del Código de Procedimientos Penales, so pretexto de que en esta etapa no es posible la valoración probatoria, pues, la imputación debe basarse en algo, no puede ser el resultado de una decisión arbitraria del señor Fiscal. III. IMPUTACIÓN Y CONTROL DE LEGALIDAD.En esa perspectiva, César San Martín Castro sostiene que, “El Juez penal tiene un control de legalidad sobre el ejercicio de la acción penal, por lo que el procesamiento de quien resulte emplazado por el Fiscal requiere autorización o decisión judicial. Sin embargo, esa autorización o resolución judicial no es automática, el Juez no actúa como simple receptor del procesamiento dispuesto por el Ministerio Público. En su misión de garante de los derechos individuales de las personas, especialmente de quienes están sujetas a una persecución penal, el Juez debe evaluar si la promoción de la acción penal se amolda a los requisitos que establece la ley procesal, es decir, le corresponde un papel de defensor del ordenamiento jurídico...”; luego continúa: “...es de tener presente que la promoción de la acción penal no es un acto discrecional del Fiscal sino está sujeta a requisitos legales...”; finalmente, refiere: “...además, la Constitución dispone que las resoluciones judiciales deben ser motivadas (...) lo que implica que el juez debe tener un marco de referencia suficiente para decidir de un modo o de otro, esto es, de aceptar o no las pretensiones de las partes...”; 4 La utilidad de la etapa indagatoria que es conocida como investigación preliminar en nuestro medio, y que, generalmente es efectuada por la Policía, es justamente tratar de reunir a partir de las primeras pesquisas, investigaciones, declaraciones y diligencias, los elementos para la construcción de lo que se denomina LA HIPÓTESIS DE INVESTIGACIÓN, que finalmente deberá ser recogida en la formalización de denuncia, y que, por imperio del DEBIDO PROCESO, fijará los límites objetivo-subjetivos de la actividad probatoria. En la etapa indagatoria, todavía no se sabe aún quien es testigo y quién puede ser imputado, es decir, “quien es quien”. Con las diligencias de la indagatoria necesariamente debe construirse la imputación para que sea posible la formulación de cargos y es por eso que uno de los principios del sistema acusatorio garantista es la “inmutabilidad de los hechos” y en todo caso, de surgir nuevos hechos, éstos deberán recogidos vía denuncia y auto ampliatorios, con la 4 (César San Martín Castro. Obra citada. página 367). debida tipificación, en su caso. La necesidad, de un mínimo de precisión de los cargos racionalmente planteados, no sólo surge de la garantía constitucional citada en las primeras líneas de este trabajo, sino además, se encuentra a tono con los tratados internacionales sobre Derechos Humanos, especificamente los artículos 9.2 y 14.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, los artículos 7.4 y 8.2.b de la Convención Americana de Derechos Humanos, el artículo 5.2 y 6.3.a del Convenio Europeo de Derechos Humanos, todos los cuales garantizan que, en efecto, toda persona debe ser inmediatamente informada de los cargos que pesan en su contra, información que internacionalmente se considera fundamental para que el encausado pueda impugnar la legalidad de su detención y comenzar a preparar su defensa y lógicamente, porque esa definición de cargos, marcará el derrotero de la actividad probatoria. No está demás sin embargo, aclarar que, el propio César San Martín Castro indica que, “...la incoación del proceso penal requiere la determinación de un hecho concreto que prima facie tenga los caracteres de un delito. Por ello es que, inicialmente y en vía de preparación de la pretención se pide al Fiscal que precise la conducta incriminada (Artículo 95.2 LOMP) y, luego, al Juez que detalle los contornos fácticos de la imputación y su calificación jurídico penal (arts. 77 del código de 1940 y 114-115 del Código de 1991). A partir de la resolución judicial, se va formando la pretensión que se definirá en la acusación, donde la precisión fáctica y jurídica es más rigurosa (arts. 225 del Código de 1940 y 260 del Código de 1991) que se coronará en el auto de enjuiciamiento...”; finalmente, indica que, “...el objeto del proceso se va conformando progresivamente ...” 5 IV. A PROPÓSITO DE LA CONFORMACIÓN PROGRESIVA DEL OBJETO DEL PROCESO.Pero, si en efecto admitimos que el objeto del proceso se va conformando progresivamente, ¿cuáles deberían ser los límites de esa construcción?. Existen denuncias fiscales que por ejemplo imputan a una persona la comisión del delito de usurpación aduciendo que dicha usurpación se habría suscitado “entre los meses de enero y marzo del año dos mil” y no describen en que consiste la conducta punible. En este tipo de casos, ¿acaso el imputado tendría que preocuparse por demostrar que cada uno de de los días entre enero y marzo no cometió ninguna usurpación?. Para evitar esa arbitraria amplitud es que la imputación debe tener ese mínimo de razonabilidad. El Profesor Pablo Sánchez Velarde precisa incluso que, en la misma investigación preliminar ya el imputado juntamente con su abogado tienen el derecho de conocer los cargos 6. 5 (Cesar San Martín Castro. Obra citada, página 298) . Pablo Sánchez Velarde: El atestado Policial - Algunos Apuntes. En: “Temas de Derecho procesal Penal – Especialización para Fiscales” editado por la Academia de la Magistratura Programa de Formación de Aspirantes Tercer Curso lima Perú, año 2000, página 60). 6