EL INTERCAMBIO SIMBOLICO Y LA MUERTE

Anuncio
Centro de Estudios e Investigación de Medicina y Arte
Pensar y poetizar la salud
Rosario - Argentina
EL INTERCAMBIO SIMBOLICO Y LA MUERTE
Jean Baudrillard LA METAFISICA DEL CODIGO
«Leibniz, ese espíritu matemático, veía en la elegancia
mística del sistema binario, que no cuenta más que el cero y
el uno, la imagen misma de la creación. La unidad del Ser supremo,
operando por función binaria en la nada habría bastado, según
él, para sacar de ella a todos los seres.»
(MacLuhan)
Los grandes simulacros construidos por el hombre pasan de un uni verso de leyes
naturales a un universo de fuerzas y de tensiones de fuerzas, hoy a un universo de
estructuras y de oposiciones binarias. Después de la metafísica del ser y de las
apariencias, después de la de la energía y de la determinación; la del indeterminismo y
del código. Control cibernético, generación por modelos, modulación diferencial, feed-back,
pregunta/respuesta, etc.: tal es la nueva configuración operacional (los simulacros
industriales no son más que operatorios). La digitalidad es su principio metafísico (el
Dios de Leibniz), y el A.D.N. es su profeta. Es efectivamente en el código genético
donde la «génesis de los simulacros» encuentra hoy su forma consumada. En el límite de
una exterminación siempre en aumento de las referencias y de las finalidades, de una
pérdida de las semejanzas y de las designaciones, encontramos el signo digital y programático,
cuyo «valor» es puramente táctico, en la intersección de otras señales (corpúsculos de
información/ test), y cuya estructura es la de un código micromolecular de mando y de
control.
A este nivel, la cuestión de los signos, de su misión racional, de su real y su
imaginario, de su rechazo, de su desvío, de la ilusión que trazan, de lo que callan o de sus
significaciones paralelas; todo eso queda borrado. Habíamos visto ya los signos de primer
orden, signos complejos y ricos en ilusión, transformarse, con las máquinas, en signos
burdos, opacos, industriales, repetitivos, sin eco, operatorios y eficaces. ¡Qué mutación
aún más radical con las señales del código, ilegibles, sin interpretación posi ble,
enterradas como las matrices programáticas a años-luz en el fondo del cuerpo
«biológico»; cajas negras donde se fomentan todas las órdenes, todas las respuestas!
Stella Maris Angel Villegas. Campus Virtual de Medicina y Arte www.medicinayarte.com. Tel: 0341 4111858.
Centro de Estudios e Investigación de Medicina y Arte
Pensar y poetizar la salud
Rosario - Argentina
Se acabó el teatro de la representación, el espacio de los signos, de su conflicto, de su
silencio; sólo la caja negra del código, la molécula emisora de señales que nos irradian, nos
atraviesan con preguntas/respuestas como con radiaciones signalíticas, nos someten a test
ininterrumpidamente mediante nuestro propio programa inscrito en las células. Células
carcelarias, células electrónicas, células del partido, células microbiológicas: es siempre la
búsqueda de mínimo elemento indivisible, cuya síntesis orgánica se hará según los datos
del código. Pero el código mismo no es más que una célula genética, generadora, donde
miríadas de intersecciones producen todas las preguntas y las soluciones posibles, a
condición (¿para quién?) de elegir. Ninguna finalidad para estas «pregun tas» (impulsos
informáticos y signalíticos) más que la respuesta, genéticamente inmutable, o desviada por
diferencias ínfimas y aleatorias. Espacio ni siquiera ya lineal o unidimensional: espacio
celular de generación indefinida de las mismas señales, q ue son como los tics de un
preso loco de soledad y de repetición. Tal es el código genético: un disco rayado, inmutable, del cual no somos más que las células de lectura. Todo le vendrá del signo, la
significación misma está resuelta junto con la determinación: todo está resuelto en la
inscripción y la interpretación del código.
Tal es el simulacro de tercer orden, el nuestro, tal es la «elegancia mística del sistema
binario, del cero y el uno», del cual proceden todos los seres, tal es el estatuto del signo
que es también el fin de la significación: el A.D.N. o la simulación operacional.
Todo esto está perfectamente resumido por Sebeok («Genética y Se miótica», en
Versus):
«Innumerables observaciones confirman la hipótesis de que el mundo orgánico interno
desciende en línea recta de las formas primordiales de vida». El hecho más notable es la
omnipresencia de la molécula A.D.N. El material genético de todos los organismos
conocidos en la tierra está compuesto en gran parte por los ácidos nucleicos A.D.N. y
A.R.N., que contienen en su estructura la información, transmitida por reproducción de
una generación a otra, y dotada además de la capacidad de autoreprodu cirse e imitar. En
resumen, el código genético es universal o casi. Su desciframiento fue un
descubrimiento trascendental, en la medida en que demostró que «los dos lenguajes de los
grandes polímeros, el lenguaje del ácido nucleico y el de la proteína, están estrechamente
correlacionados» Crick, 1966, Clarck/Narcker, 1968). El matemático soviético Liapunov
demostró en 1963 que todos los sistemas vivos transmiten por canales prescritos con
precisión, una pequeña cantidad de energía o de materia que contiene un gran volumen de
información, y que es responsable del control ulterior de una gran cantidad de energía y de
materia. En esta perspectiva, numerosos fenómenos tanto biológicos como culturales (stockage,
feedback, canalización de mensajes y otros) pueden ser considerados como aspectos del
tratamiento de la información. En un último análisis, la información aparece en gran
parte como repetición de información, o incluso como otro tipo de información, una especie
de control que parece ser una propiedad universal de la vida terrestre, independientemente
de la forma o de la sustancia.
«Hace cinco años, llamé la atención sobre la convergencia de la genética y la
lingüística; disciplinas autónomas, pero paralelas en el campo más vasto de la ciencia de
la comunicación (del cual forma parte también la zoosemiótica). La terminología de la
genética está llena de expresiones tomadas de la lingüística y de la teoría de la comunicación
Stella Maris Angel Villegas. Campus Virtual de Medicina y Arte www.medicinayarte.com. Tel: 0341 4111858.
Centro de Estudios e Investigación de Medicina y Arte
Pensar y poetizar la salud
Rosario - Argentina
(Jacobson, 1968), que ha subrayado también, bien las semejanzas principales, bien las
diferencias importantes de estructura y de funcionamiento de los códigos genético , y
verbal... Hoy es evidente que el código genético debe ser considerado como la más
fundamental de todas las redes semióticas y, por tanto, como el prototipo de todos los
demás sistemas de señalización que usan los animales, incluido el hombre. Desde este
punto de vista, las moléculas, que son sistemas de quanta y se comportan como
vehículos estables de información física, los sistemas zoosemióticos y los sistemas
culturales, incluido el lenguaje, constituyen una cadena continua de es tadios, con niveles
energéticos cada vez más complejos, dentro del marco de una evolución universal única.
Es por lo tanto posible describir tanto el lenguaje como los sistemas vivientes desde un
punto de vista cibernético unitario. Por el momento no es más que una analogía útil, o
una previsión... Un acercamiento recíproco entre genética, comunicación ani mal y
lingüística, puede conducir a un conocimiento completo de la di námica de la semiosis, y
tal conocimiento puede resultar, en un último análisis, ser nada menos que una definición de
la vida.»
Así se delinea el modelo estratégico actual, que en todas partes releva al gran
modelo ideológico que fue en su tiempo la economía po lítica.
Lo volveremos a encontrar, bajo el signo riguroso de la «ciencia» en El Azar y la
Necesidad, de Jacques Monod. Se acabó la evolución dia léctica, es el indeterminismo
discontinuo del código genético lo que rige la vida; el principio teleonómico: la finalidad
ya no está al término, no hay más término ni determinación, la finalidad está ahí de
antemano, inscrita en el código. Vemos que nada ha cambiado; simplemente el orden de los
fines es inferior al juego de las moléculas, y el orden de los significados, al juego de los
significantes infinitesimales, reducidos a su conmutación aleatoria. Todas las finalidades
trascendentes reducidas a un cuadro de mandos. Es, sin embargo, siempre el recurso a una
naturaleza, a la inscripción en una naturaleza «biológica»: en realidad, una naturaleza
imaginaria como lo ha sido siempre, santuario metafísico no ya del origen y de las
sustancias, sino esta vez del código. Es necesario que el códi go tenga una base
«objetiva». ¿Qué mejor para ello que la molécula y la genética? De esta trascendencia
molecular, Monod es el teólogo severo, Edgar Morin, el partidario extasiado (A.D.N. =
¡Adonaï!). Pero tanto en el uno como en el otro, el fantasma del código, que equivale a la
realidad del poder, se confunde con el idealismo de la molécula.
Volvemos a encontrar la ilusión delirante de reunificar el mundo bajo un solo principio; el
de una sustancia homogénea en los jesuitas de la Contra-Reforma, el del código genético en los
tecnócratas de la ciencia biológica (pero también lingüística), von Leibniz y su divinidad
binaria, como precursor. Porque el programa que se tiene en mira aquí no tiene nada de
genético, es un programa social e histórico. Lo que es hipostasiado en la bioquímica es el
ideal de un orden social regido por una especie de código genético, de cálculo
macromolecular, de P.P.B.S. (Planning Programming Budgeting System) que irradia al cuerpo
social con sus circuitos operacionales. La tecno-cibernética encuentra aquí su «filosofía natural»,
como dice Monod. La fascinación de lo biológico, de lo bioquímico, ha estado siempre
presente desde los inicios de la ciencia. Intervenía en el organicismo, espenceríano
(biosociologismo) a nivel de las estructuras de segundo y tercer orden (clasificación de Jacob, en
Stella Maris Angel Villegas. Campus Virtual de Medicina y Arte www.medicinayarte.com. Tel: 0341 4111858.
Centro de Estudios e Investigación de Medicina y Arte
Pensar y poetizar la salud
Rosario - Argentina
La lógica de lo Viviente, actúa hoy con la bioquímica moderna, a nivel de las estructuras de
cuarto orden).
Similitudes y desemejanzas codificadas: esta es la imagen del intercambio social
cibernetizado. No queda sino añadir un «complejo estereoespecífico» para reinyectar un poco
de comunicación intracelular, que Morin va a transfigurar en Eros molecular.
Prácticamente e históricamente, esto significa la sustitución del control social al fin (y la
providencia más o menos dialéctica que vela por el cumplimiento de este fin), de un control
social mediante la previsión, la simulación, la anticipación programadora, la mutación
indeterminada pero regida por el código. En lugar de un proceso finalizado según su desarrollo
ideal, estamos ante una generación por el modelo. En lugar de una profecía, tenemos derecho a
una «inscripción». No hay diferencia radical entre las dos. Sólo cambian y, hay que
confesarlo, se perfeccionan fantásticamente, los esquemas de control. De una sociedad capitalista
productivista a un orden neocapitalista cibernético, que apunta esta vez al control absoluto: tal
es la mutación a la que la teorización biológica del código aporta sus armas. Esta mutación no
tiene nada de «indeterminado»; es el resultado de toda una historia en la que Dios, el
Hombre, el Progreso, la Historia misma, mueren sucesivamente en beneficio del código, en
la que la trascendencia muere en beneficio de la inmanencia, la cual corresponde a una fase
mucho más avanzada en la manipulación vertiginosa de la relación social.
*
En su reproducción indefinida, el sistema pone fin a su mito de origen y a todos los
valores referenciales que él mismo ha segregado a través de su proceso. Al poner fin a su
mito de origen, pone fin a sus contradicciones internas (no más real ni referencial a que
confrontarlo), y pone fin asimismo al mito de su fin: la propia revolución. Lo que se perfilaba con la revolución, era la victoria de la referencia humana y gené tica del potencial
original del hombre. Pero si el capital borra del mapa al propio hombre genérico (¿en
provecho del hombre genético?). La edad de oro de la revolución fue la del capital, donde
los mitos de origen y de fin todavía circulaban. Una vez corto-circuitados los mitos (y el
único peligro que haya corrido el capital provino de esta exigencia mítica de
racionalidad que le traspasó desde el comienzo) en una operacionalidad de hecho, una
operacionalidad sin discurso, una vez convertido en su propio mito, o más bien en una
máquina indeterminada, aleatoria, algo así como un código genético social, el capital no
deja ninguna oportunidad de un vuelco determinado. Esta es su verdadera violencia. Falta por
saber si esta operacionalidad no es ella misma un mito, si el A.D.N. mismo no es un mito.
De una vez por todas se plantea, efectivamente, el problema del es tatuto de la
ciencia como discurso. Buena ocasión para plantearlo aquí, donde ese discurso se
absolutiza con tal candor. «Platón, Heráclito, Hegel, Marx: esos edificios ideológicos,
presentados como a priori, eran en realidad construcciones a posteriori, destinadas a
justificar una teoría ético-política preconcebida... El único a priori para la ciencia es el
postulado de objetividad que le prohíbe tomar parte en este debate» (Monod). Pero ese
postulado resulta de una decisión nunca inocente de objetivación del mundo y de lo
«real». De hecho, es el de la coherencia de un cierto discurso, y toda la cientificidad no
es, desde luego, más que el espacio de ese discurso, que no se da jamás como tal, y cuyo
Stella Maris Angel Villegas. Campus Virtual de Medicina y Arte www.medicinayarte.com. Tel: 0341 4111858.
Centro de Estudios e Investigación de Medicina y Arte
Pensar y poetizar la salud
Rosario - Argentina
simulacro «objetivo» cubre la palabra política, estratégica. Un poco más adelante,
Monod, por otra parte, expresa claramente lo que hay de arbitrario en ello: «Podemos
preguntarnos si todas las invariaciones, conservaciones y simetrías que constituyen la trama del
discurso científico no son ficciones que sustituyen a la realidad para dar de ella una
imagen operacional... Lógica fundada en un principio de identidad puramente abstracto,
quizá convencional. Convención, sin embargo, de la cual la razón humana parece
incapaz de abstenerse». No se podría decir mejor que la ciencia decide por sí misma
como fórmula generadora, como discurso modelo, sobre la fe en un orden convencional (pero
no cualquiera, por lo demás: el de una sumisión total). Pero Monod resbala rápidamente
por esta hipótesis peligrosa de un principio de identidad «convencional». Más vale
fundar la ciencia en firme en una realidad «objetiva». La física está ahí para atestiguar
que la identidad no es sólo un postulado; está en las cosas, puesto que hay «identidad
absoluta de dos átomos que se encuentran en el mismo estado quántico». ¿Entonces?
¿Convención o realidad objetiva? La verdad es que la ciencia se organiza como cualquier
discurso, con una lógica convencional, pero exige para su justificación, como cualquier
discurso ideológico, una referencia real, «objetiva», en un proceso de sustancia. Sí el principio
de identidad es «verdadero» en alguna parte, aunque sea al nivel infinitesimal de dos átomos,
entonces todo el edificio convencional de la ciencia que se inspira en él es «verdadero»
también. La hipótesis del código genético, el A.D.N. es verdadero también, insuperable. Así
va la metafísica. La ciencia da cuenta de las cosas previamente acotadas y formalizadas para
obedecerle; la «objetividad» no es más que eso, y lo ético que sanciona este conocimiento
objetivo no es más que el sistema de defensa y de desconociemiento que quiere preservar ese
círculo vicioso. i
«Abajo todas las hipótesis que han permitido la creencia en un mundo verdadero», decía
Nietzsche
i
Hay además en el libro de Monod una flagrante contradicción que refleja la ambigüedad de toda la ciencia actual:
su discurso apunta al código, es decir, a los simulacros de tercer orden, pero lo hace con esquemas «científicos» del
segundo orden; objetivismo, ética «científica» del saber, principio de verdad y de trascendencia de la ciencia, etc.
Cosas todas ellas incompatibles con los modelos de indeterminación del tercer orden.
Stella Maris Angel Villegas. Campus Virtual de Medicina y Arte www.medicinayarte.com. Tel: 0341 4111858.
Descargar