GANGI c FIAT AUTO - catedra

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SENTENCIA NUMERO: CUATRO.
En la ciudad de Córdoba, a los doce días del mes de marzo del año dos mil dos, siendo
día y hora de Audiencia, se reúnen en Acuerdo Público los integrantes del Tribunal
Superior de Justicia en pleno, doctores María Esther Cafure de Battistelli, Berta Kaller
Orchansky, Hugo Alfredo Lafranconi, Domingo Juan Sesín, Aída Lucía Teresa Tarditti,
Luis Enrique Rubio y Carlos Alberto Federico Eppstein, bajo la presidencia de la primera
de los nombrados, a fin de dictar sentencia en estos autos: "GANGI SALVADOR L. C/
FIAT AUTO ARGENTINA S.A. Y OTROS - INDEM. POR INCAP. - REC. DE CASACION E
INCONSTITUCIONALIDAD" a raíz del recurso de inconstitucionalidad concedido a la
parte demandada en contra de la sentencia N° 94/00, dictada por la Sala Décima de la
Cámara de Trabajo constituida en Tribunal unipersonal a cargo del señor Juez de Cámara
doctor Carlos A. Toselli -Secretaría N° 20-, cuya copia obra a fs. 315/363 vta. y en la que
se resolvió: "I)...II) Declarar la inconstitucionalidad del art. 6 inc. 2 y del art. 39 inc. 1 de la
Ley 24.557 en cuanto pretende excluir al trabajador de la posibilidad de exigir la
reparación en los daños causados en su salud en la normativa civil para aquellas
afecciones que se encuentren fuera del listado de triple columna. III) Rechazar la
excepción de...interpuesta por la demandada FIAT AUTO S.A. y la citada en garantía
LIBERTY A.R.T. S.A. como así también la defensa de falta de acción. IV) Hacer lugar
parcialmente a la demanda incoada por SALVADOR LUIS GANGI en contra de FIAT
AUTO ARGENTINA S.A. y en consecuencia condenarla en forma conjunta y solidaria con
LIBERTY ASEGURADORA DE RIESGOS DEL TRABAJO S.A. a abonarle al actor Sr.
SALVADOR LUIS GANGI en concepto de indemnización por incapacidad laboral parcial y
permanente con fundamento en los arts. 1.109, 1.113, 1.066 y normas concordantes del
Código Civil y Ley 19.587 y Decreto Reglamentario 351/79 y demás dispositivos legales
referenciados al tratar la cuestión la incapacidad del 52,68% de la T.O., por patologías en
Columna Vertebral, afectación del segmento cervical, con un 12% de incapacidad de la
t.o.; afectación del segmento dorsolumbar, con un 21% de incapacidad de la t.o.;
Síndrome del Túnel Carpiano con un 9% de incapacidad de la t.o., Várices Bilaterales con
un 9% de incapacidad de la t.o. e hipoacusia bilateral audiotraumática con un 1,68% de
incapacidad de la t.o., todo lo cual hace el total referenciado y calificadas médico-
legalmente como enfermedades del trabajo con nexo causal en el trabajo desempeñado
por el actor para la demandada condenada y con atribución de responsabilidad
resarcitoria hacia la misma y en forma conjunta y solidaria hacia la A.R.T., esta última
conforme los fundamentos y citas legales y doctrinarias explicitados en la segunda
cuestión. Las sumas de dinero determinadas conforme a las pautas dadas al tratarse la
primera cuestión y los respectivos intereses adicionados a la fecha del efectivo pago,
deberán ser abonados por las condenadas dentro del término...bajo apercibimiento de
ejecución forzosa. V) Imponer las costas a la demandada y a la A.R.T. en forma conjunta
y solidaria...con excepción de los honorarios de los peritos de cada parte que serán
soportados por sus respectivos proponentes...y de los respectivos letrados de la
demandada y A.R.T. que serán a cargo de sus mandantes y sobre la base de los montos
que prosperan. VI) Regular los honorarios al Dr. Julio Oscar Orórtegui en la suma de
Pesos Veinticuatro Mil Setecientos...y a los Dres. José Luis Vercellone, Luis Alberto
Pauliello y María Elizabeth Saidman en la suma de pesos Dieciocho Mil Novecientos y en
igual e idéntica suma al Dr. Gonzalo Paulí, conforme arts. 29, 34, 36, 94 y concordantes
de la Ley 8.226.VII) Regular los honorarios del Perito técnico Oficial Juan Domingo
Mascietti, en la suma de pesos Seiscientos...y para los Peritos de control técnico José C.
Constanzo y Victorio F. Escobar, en la suma de pesos Trescientos...para cada uno, al Dr.
Horacio Sosa de los Santos Perito médico oficial la suma de pesos Seiscientos y a los
peritos médicos de control Dres. Eduardo Domingo Rossi y Oscar A. Visconti en la suma
de pesos Trescientos...para cada uno, conforme normas de la ley 8226 y art. 13 de la Ley
24.432. VIII) Cumpliméntense las leyes 8404, 8470, 8577, 8304, 8380 y tasa de justicia
que asciende a la suma de pesos Dos Mil Novecientos Siete con Noventa y Cuatro
centavos...". Oportunamente se fijaron las siguientes cuestiones a resolver:
PRIMERA CUESTION: ¿Es procedente el recurso de inconstitucionalidad fundado en el
art. 107, CPT?
SEGUNDA CUESTION: ¿Qué resolución corresponde dictar?
Practicado el sorteo de ley resultó que los señores Vocales emitieron su voto en el
siguiente orden: Berta Kaller Orchansky, Luis Enrique Rubio, Hugo Alfredo Lafranconi,
Domingo Juan Sesín, María Esther Cafure de Battistelli, Aída Lucía Teresa Tarditti y
Carlos Alberto Federico Eppstein.
A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA
Los señores vocales doctores, Berta Kaller Orchansky, Luis Enrique Rubio, Hugo Alfredo
Lafranconi, Domingo Juan Sesín, María Esther Cafure de Battistelli, Aída Lucía Teresa
Tarditti y Carlos Alberto Federico Eppstein, dijeron:
I. El Dr. José Luis Vercellone por la codemandada "Fiat Auto Argentina S.A." impugna la
sentencia del a quo que declaró la inconstitucionalidad de los arts. 6, inc. 2 y 39, inc. 1°,
Ley 24557 y condenó a reparar la incapacidad laboral que deriva de una enfermedad no
prevista en el listado de la Ley de Riesgos del Trabajo en base a una responsabilidad civil
"remanente" del art. 1072, CC y por aplicación del art. 1113 y conc. íb. Sostiene que el
Juzgador lo hace sin evidenciar discordancia alguna entre el art. 39, LRT y la C.N. y sin
contar con un planteo del actor que habilitara tal declaración, quien sólo manifestó su
disconformidad con la decisión legislativa. Considera errado que se entendiera que el
régimen especial es violatorio de garantías constitucionales porque tarifa el daño. Plantea
que la reforma es coherente con los nuevos sistemas específicos del derecho privado los
que no conculcan el principio de igualdad ante la ley pues según entiende la Corte
Federal (Fallos 151:359) asignan un tratamiento específico a un grupo de individuos. Por
ello considera insuficiente que se reproche la LRT invocando el principio "alterum non
laedere" desde que la doctrina admite la validez de sub sistemas reparatorios aún cuando
se aparten del Código Civil. Entiende que no es correcto negar validez constitucional a un
subsistema autónomo de responsabilidad que no responde estrictamente a las pautas del
C.C. En ese sentido relaciona la postura de la C.S.J.N. respecto de la validez de la
tarifación del daño por despido incausado ("Villarreal c/ Roemmers", DT 1998-A-515).
Considera que es coherente la limitación al acceso de la acción civil a los supuestos de
dolo (art. 1072, CC) y que carece de sustento la denunciada violación del Pacto de San
José de Costa Rica si sólo se indican los arts. 4, 11, 21 y 26 y los Convenios de la OIT,
pero no se justifica por qué se efectúa semejante imputación.
Critica por infundada la declaración de inconstitucionalidad del art. 6, íb. teniendo en
cuenta que el legislador, en uso de sus facultades constitucionales, estableció un nuevo
sistema de reparación de riesgos del trabajo con una lista cerrada de contingencias
indemnizables, fundado en criterios de seguridad y objetividad. Sostiene que la
previsibilidad neutraliza la enorme litigiosidad y es ésta la seria razón de política legislativa
que no puede ser cuestionada por el a quo con imputaciones como "arbitrariedad" ú
"hostilidad del legislador hacia la clase trabajadora". Tales acusaciones -dice- no tienen
entidad para evidenciar la existencia de caso constitucional que debió identificar el
Sentenciante antes de resolver como lo hizo.
II. El a quo encuadró la pretensión del actor en un "remanente" de responsabilidad civil no
contemplado en el supuesto del art. 1072 del CC, norma a la que reenvía la LRT.
Argumenta que el art. 39, íb. genera agravio constitucional (arts. 16 y 18, CN) al no
reemplazar la opción que otorgaba el art.16, de la derogada Ley 24028, privando al
trabajador del derecho a reparación que tiene cualquier otro ciudadano. Considera que
agrava esa lesión el art. 6, apartado 2 que "parece" adoptar un sistema de causalidad
exclusiva en tanto exige "capacidad de determinar por sí la enfermedad profesional".
Juzga vulnerado el derecho de propiedad y el "alterum non laedere" consagrado por el art.
19 CN, así como el Pacto de San José de Costa Rica -arts. 4, 11, 21 y 26- y los
Convenios 12, 17, 18, 42, 139, 148, 155, 159 y 161 de la OIT (fs. 325/329).
Determina luego los daños revisando las pericias médicas y sus impugnaciones. Aborda
el análisis de las testimoniales en cuanto acreditan las tareas cumplidas, hace lo propio
con el dictamen técnico. Concluye que ese material evidencia los "restantes"
presupuestos de la responsabilidad civil, describe los esfuerzos físicos, admite que han
sido efectuados de manera reiterada y habitual y declara que produjeron las
enfermedades detectadas en la pericia -en la columna cervical, dorsolumbosacra,
síndrome de túnel carpiano, várices bilaterales e hipoacusia audiotraumática bilateralprovocando una incapacidad atribuible al trabajo del 52,68% de la T.O. (fs. 329/339).
Invoca el art. 1113 CC y afirma que en el subexamen no están acreditadas las eximentes,
que enuncia: la culpa de la víctima o la de un tercero por quien no se debe responder.
Considera que dirime una responsabilidad de tipo extracontractual. Liquida el lucro
cesante y sus intereses en la suma de Pesos ciento treinta y dos mil ciento ochenta
($132.180,00), fs. 339/344.
Al efectuar el análisis del sistema especial, afirma que la seguridad jurídica debe
resguardarse en atención a que al tiempo en el que el trabajador estuvo sometido al
riesgo laboral, éste contaba con un estatuto que le garantizaba la reparación de los
daños, lo que no puede ser afectado por el legislador estableciendo un sistema cerrado y
taxativo (fs. 346 vta. /347 vta.) .
Admite la posibilidad de tarifación de los daños que se realiza en ordenamientos
especiales la que resulta ajustada a derecho, no así la exclusión arbitraria que concreta el
art. 6, inc. 2, Ley de Riesgos, que consagra la imposibilidad absoluta de reparación de
daños reales discriminando a la parte más débil de la relación jurídica laboral. Refiere
doctrina sentada por este Tribunal en pleno en cuanto a que los ordenamientos
supranacionales garantizan reparar injustas situaciones en casos concretos (fs. 349
vta./352). Justiprecia el daño moral en la suma de Pesos trece mil doscientos diecisiete
($13.217,00) que ordena incluidos sus intereses.
III. La transcripción precedente autoriza a revisar si existe disconformidad entre los arts. 6
inc. 2° y 39 inc. 1° de la Ley de Riesgos del Trabajo y los arts. 16, 18 y 19 de la
Constitución Nacional.
Este Tribunal, al enfrentar la cuestión, asume un alto grado de responsabilidad por las
consecuencias del fallo que emita, ya que el análisis de la eventual contradicción entre el
derecho constitucional y la actual normativa de reparación especial de riesgos del trabajo
es una materia que reviste trascendencia social.
A partir de la sanción de la ley 24.557 y de los sucesivos decretos reglamentarios, se
abrió en el país un áspero debate doctrinario y numerosos fallos contradictorios
alimentaron la ambigüedad en torno a su interpretación y aplicación. Al mismo tiempo en
que este Tribunal finalizaba la etapa de debate y coincidía en la cuestión relativa a la
reparación de los riesgos del trabajo, un pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en la materia no modifica el análisis que aquí se efectúa en relación a la
constitucionalidad del sistema, Ley 24557 ("Gorosito...c/ Riva S.A. y otro s/ da-ños y
perjuicios", 1° de febrero de 2002).
Es absolutamente necesario penetrar en la complejidad del tema con objetividad,
neutralidad y despojados de la peligrosa actitud de trasladar a la solución del caso
concreto, las estimaciones valorativas o posturas nacidas de la insatisfacción inicial que
desencadenó el nuevo sistema.
Debemos admitir que dos tendencias igualmente poderosas libran una batalla en la que
factores sociales, económicos, ideológicos y axiológicos nutren los respectivos
argumentos. Por un lado el principio de protección integral al trabajador, y por el otro el
impacto que ha ejercido la interpretación económica del derecho y la ineludible necesidad
de operar un cambio profundo en el sistema de reparación de daños por riesgos del
trabajo. Intentar hacer compatibles ambas tendencias supone tutelar el derecho del
trabajador que sufre un daño y al mismo tiempo no eludir y estar, por el contrario, atento a
la necesidad de contribuir a la previsibilidad -o calculabilidad- de los costos derivados de
siniestros laborales, aspecto crucial para garantizar la continuidad del correcto ejercicio de
la actividad empresaria y por lo tanto de la fuente de empleo.
No se puede dejar de recordar las dificultades y hasta los abusos en algunos casos que
suscitaron los sistemas de reparación laboral previos a la LRT (compulsar Ackerman,
Diferencias y semejanzas entre la Ley sobre Riesgos del Trabajo y el régimen legal
anterior, T.S.S., 1996, p. 644; Podetti, Humberto, La Ley de Riesgos del Trabajo,
Legislación Argentina, N° 27, 28/06/96 (E.D.); entre muchísimos otros). Lo propio ocurre
con la Ley 24557 actualmente vigente.
Sin embargo, tal como se sostuvo en "Bulacio..." la interpretación y aplicación de la ley
cuestionada debe respetar un principio liminar en el que se apoya el Estado de Derecho:
estar a la validez del sistema legal. De no ser así, los jueces actuarían en desmedro del
derecho vigente, ignorando, desconociendo y obstaculizando las decisiones aprobadas
por los legisladores -órganos de responsabilidad electoral- a quienes no es correcto
atribuir, a priori, imprevisión, incoherencia o falta de razón. Lo dicho no contraría el deber
de los magistrados de controlar la constitucionalidad de las leyes, cuando media efectiva
petición de parte interesada, en el momento procesal oportuno y agravio probado.
Nuestra realidad nos muestra, como un dato notorio, el proceso de decodificación y el
surgimiento de ordenamientos especiales que regulan la reparación de los daños con
criterios específicos y diferentes al sistema común, el Juzgador los describe
correctamente en su pronunciamiento (ver fs. 249) y admite que en sí mismos no resultan
inconstitucionales, a pesar de que antes propugnó una solución indemnizatoria con base
en el principio "alterum non laedere" (art. 68 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos incorporada a la Constitución Federal).
Cuando los sistemas especiales favorecen a las víctimas, nadie duda de su legitimidad.
La objeción se formula cuando son o devienen más restrictivos. En ciertas materias el
legislador puede instituir regímenes de reparación que deroguen parcialmente el principio
"nadie tiene derecho a dañar a otro y ningún daño puede quedar sin reparar". El Estado
tiene atribuciones y potestad para crear una "inmunidad civil" en beneficio de los
empleadores asegurados. El problema consiste en resolver esa supuesta
"irresponsabilidad" sumada a la ausencia de reparación. Creo que ése es el momento de
reclamar a la seguridad social que tome a su cargo la reparación de los daños no
cubiertos. Pero no estimo correcto provocar o hacer resucitar el sistema de reparaciones
de la ley civil para dar satisfacción a un conflicto que ha sido expresamente excluido de su
ámbito a partir de la vigencia de un sistema autónomo y especial.
Según lo advierte Kemelmajer de Carlucci ("La Ley de Riesgos del Trabajo y los principios
Generales del Derecho de los Daños desde la óptica del Derecho Constitucional", Revista
del Derecho Privado y Comunitario N° 15, págs. 265 y sgtes.) para negar validez
constitucional a estos estatutos especiales debe atenderse al principio de igualdad ante la
ley -art. 16, CN- y dicho principio será violentado cuando se verifique discriminación en
situaciones iguales lo que no acontece aquí: todos los obreros son tratados por la ley en
igualdad. Ha dicho la C.S.J.N. "Es consecuencia de un razonable criterio legislativo del
cual no puede inferirse excepción o privilegio que excluya a unos de lo que concede a
otros en iguales circunstancias" (DT, 1981-B, 1817). También que: "la garantía de
igualdad ante la ley radica en consagrar un trato legal igualitario a quienes se hallan en
una razonable igualdad de circunstancias" ("Dos Arroyos c/ D.N.V.", 28/9/93).
Entendemos que el agrupamiento es razonable porque la ley de que se trata se aplica a
quienes desempeñan sus labores bajo relación de dependencia y por riesgos generados
en esas circunstancias, por lo que no cabe comparar esta situación con la de aquellas
otras personas que pueden acudir al Código Civil para obtener una reparación de daños.
Las circunstancias no son iguales. Se puede afirmar entonces que el apartamiento de las
normas del Código Civil en razón de la vigencia de un sistema específico como la LRT
para un sector de la sociedad -los trabajadores- no puede erigirse por sí sola en una
causal de inconstitucionalidad. Veamos el caso contrario: si admitiéramos la equiparación
de una víctima ajena por completo al sistema, que hubiera sufrido un daño, con un
trabajador dependiente, entonces sí incurriríamos en un trato desigualitario. Asimismo,
conforme sostiene Vázquez Vialard ("Revista del Derecho Laboral 2001-3, Ley de Riesgos
del Trabajo - I", Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2001, pags. 29 y sgtes.) la opción a favor del
trabajador de poder recurrir a la vía civil no tiene su origen en la propia naturaleza del
orden jurídico sino que fue necesario que una ley abriera esa posibilidad (art. 16, ley
24028). De ello se sigue que de no haber existido dicho reenvío legislativo la opción civil
no habría sido posible por cuanto era suficiente el sistema resarcitorio de la ley especial.
Son dos sistemas de responsabilidad diferentes y autónomos, de modo tal que ninguno
de ellos es fundamento o soporte del otro. Por ello, la puerta de comunicación debió ser
expresamente abierta por la ley, ya que la misma no era necesaria. Así como la ley abrió
la puerta, puede cerrarla o entornarla. Esto se relaciona con otro aspecto relevante, no
hay ninguna norma en la Constitución Nacional que, en forma explícita o implícita,
establezca que el único parámetro válido de responsabilidad sea el del Código Civil. La
única exigencia constitucional en este sentido es la garantía del derecho de propiedad,
entendido con un sentido amplio".
Recordemos que cuando se demandaba a un empleador para la reparación de las que
hoy son denominadas enfermedades extrasistémicas, la respuesta surgió de la creación
jurisprudencial y luego de sistemas legales que acogieron un concepto de causalidad
ampliado, como lo fue la indiferencia de la concausa. Y hay que reconocer que ese
fundamento de atribución de responsabilidad no guardaba ninguna congruencia con las
exigencias que entonces debía y aún hoy debe satisfacer una víctima común de un daño no un trabajador- para obtener la reparación.
En síntesis, en base a esos criterios de causalidad ampliados, por un mecanismo de
ficción, se imputaba a otro el deterioro natural e inevitable del proceso vital que sufre
inexorablemente todo ser humano. Desde que tales factores de atribución han
desaparecido del sistema, consideramos que no es correcto y ajustado a derecho, acudir
al mentado principio "alterum..." porque el legislador expresamente ha excluido a ese
hecho generador y lo priva, no le atribuye ninguna consecuencia jurídica. El deterioro
natural de la persona por el transcurso del tiempo es un hecho que efectivamente
ocasiona un daño, nadie duda que existe, se constata, es un hecho de la naturaleza, pero
si el sistema legal no lo prevé, no corresponde reconocerle consecuencias, puesto que no
opera como desencadenante de efectos jurídicos.
La LRT es expresión de una política legislativa que ha modificado profunda y
sustancialmente las bases del sistema anterior. Reduce la siniestralidad y la litigiosidad.
Además, va más allá de la reparación: prevé y establece todo un sistema de prevención
para evitar la producción de daños, extremo éste tanto o más importante que la
reparación de los ya acaecidos. Provee un conjunto de servicios y prestaciones que
abarcan desde la prevención hasta la rehabilitación y la recalificación profesional del
trabajador. Según Vázquez Vialard la reparación luce completa dentro del denominado
hermetismo del sistema, susceptible de reformas y mejoras, que por otra parte ya se han
producido. Tal es el caso del Decreto 1278/01 que reglamenta el cuestionado art. 6 íb.,
permitiendo ampliar la nómina de enfermedades -entre otros aspectos-, y por lo tanto, el
mentado hermetismo tampoco es ahora tan absoluto (ob. cit., págs. 41 y sgtes.) .
No se puede dejar de mencionar el consenso generalizado en la doctrina en cuanto a que
la intención del legislador ha sido vedar toda posibilidad de tutela por la vía del derecho
civil. En relación a esa generalizada afirmación, adherimos a lo expresado por la
distinguida jurista mendocina Aída Kemelmajer de Carlucci en el artículo antes
mencionado en cuanto "...la ley, una vez dictada, se desprende de la intencionalidad del
autor, bastando acudir a la télesis objetiva de la norma y no a subjetividades que es difícil
atribuir a órganos colegiados". Así, la ley, desvinculada de la voluntad que la generó y que
contiene la respuesta actual y concreta a los supuestos en ella contemplados, exige el
acatamiento de sus destinatarios. Conforme a lo sostenido por la Corte de la Nación,
deben respetarse las soluciones que constituyen la respuesta del legislador, y que no
aparezcan manifiestamente contradictorias con la Constitución. Si, mediante una correcta
exégesis de los textos legales es posible sostener su vigencia, corresponde desechar la
declaración de inconstitucionalidad. No se debe desproteger a la víctima de un daño pero
también se debe garantizar el derecho de propiedad del empleador en cuanto ejerce
industria lícita, ha procurado prever las contingencias mediante un seguro, pretende
continuar y llevar adelante su empresa y ha descartado la posibilidad de verse
súbitamente sorprendido con reclamos que lo precipitan al cese de su actividad y al cierre
de una fuente de trabajo. Creo que este doble propósito puede ser alcanzado si se
atiende a los criterios clásicos del factor subjetivo de atribución de responsabilidad
conforme ha sido expuesto por la doctrina clásica y reformulado con una visión actual.
La LRT no impide totalmente el acceso al sistema de reparación previsto en el Código
Civil, sólo lo limita al supuesto de configurarse la conducta prevista por el art. 1072, íb.
Aunque la objeción fundada en esa imposibilidad sea refutada, también corresponde
admitir que la opción al derecho común introduce un ingrediente perturbador dentro del
sistema.
Consideramos que dejando a salvo, es decir garantizada la responsabilidad de las
Aseguradoras de Riesgos del Trabajo al límite de la contratación, según se vincularon con
las empleadoras, el trabajador está legitimado para dirigir su pretensión contra el principal
en las condiciones de la propia Ley de Riesgos, a partir de una conducta que encuadre en
la acepción de dolo que contiene el art. 1072, íb. Definir tal conducta es el mayor desafío
que se nos presenta. La noción de dolo que adoptemos producirá un vuelco importante en
la interpretación y aplicación del art. 39.1, LRT.
En efecto: el concepto de dolo civil se identifica con los términos empleados por el art.
1072 mencionado, el que define el delito, como: "el acto ilícito ejecutado a sabiendas y
con "intención" de dañar la persona o los derechos de otro". Ceñidos sólo a lo que aquí
interesa y a tenor del artículo citado hay dolo delictivo cuando hay un daño causado "a
sabiendas y con intención". Ahora bien, a la palabra intención en cuanto integra la tríada
respecto de la voluntariedad de los actos -discernimiento, intención y libertad-, esto es
discernimiento, reflexión y libertad, para el Código General de los Estados Prusianos, del
cual es tomado, debe atribuírsele el significado que posee en el Código Civil, inspirado en
Freitas. No es sinónimo de propósito, deseo o ánimo, expresiones propias del lenguaje
común; tampoco es causa final del acto; su auténtico significado es el cabal conocimiento
respecto del acto de que se trata, esto es, conciencia plena del estado de las cosas y de
sus posibles consecuencias como actitud previa indispensable que un sujeto adopta antes
de decidirse a obrar.
Al atribuir al dolo un significado basado en el elemento cognoscitivo, que es equivalente a
la previsibilidad del resultado y al despojarlo del elemento volitivo -intención de dañar-, se
abre una luminosa puerta que habilita el camino para revisar la conducta del empleador
en su relación con el dependiente. Así y en el marco de la "responsabilidad subjetiva",
arts. 1109, 1072, CC por reenvío del art. 39, apartado primero Ley 24.557 (conc. art. 6,
íb.) se podrá acudir a la órbita del derecho civil.
Limitados a ese aspecto normativo de la responsabilidad subjetiva se deberán seguir los
siguientes pasos: primero analizar el nexo de causalidad adecuado entre el resultado
dañoso y el obrar del presunto responsable; segundo, si la conducta de éste resulta
reprochable en los términos del art. 1072, íb., según la noción que adoptamos.
La relación de causalidad debe ser determinada con un criterio de previsibilidad en
abstracto y en concreto, conforme lo diseñara el Codificador en los arts. 901 y siguientes
del CC. Como bien ha dicho Llambías, "la causalidad jurídicamente relevante no apunta a
un mecanicismo material, sino al hombre como artífice y protagonista de los procesos y
de las situaciones a través de sus actos" (autor citado en "El derecho no es una física de
las acciones", LL, 107-1018). Nos ubicamos de tal modo frente a una situación de hecho
concreta, circunscripta a su realidad estricta. La contemplamos acorde a parámetros de
regularidad, a lo que normalmente acostumbra suceder. Se impone así efectuar un juicio
de probabilidad "ex post facto" para determinar si la acción u omisión que se atribuye al
principal fue apta o idónea para provocar la consecuencia lesiva. Se debe tener presente
también que este criterio de previsibilidad en algunos casos atiende a las condiciones del
agente, pues exige que obre con mayor prudencia y pleno conocimiento de las cosas (arg.
art. 902, CC).
De tal modo, el juicio de adecuación debe ser concretado acorde a los criterios propios de
un factor subjetivo de atribución que parte de una causalidad probada. El método es
distinto por completo del que se utiliza en el análisis del factor de atribución objetivo
sustentado en una causalidad presumida al que se conformaban los dictámenes médicos
producidos según los anteriores regímenes. Esta postura es la que compartimos con
autores como Alfredo Orgaz ("La relación de causalidad entre el acto ilícito y el daño", L.L.
55-794), Atilio Alterini ("Presunciones de causalidad y responsabilidad", Roberto M. López
Cábana co-autor, L.L. 1986-E, págs. 981 y sgtes.) y Jorge Mosset Iturraspe (mencionado
por Pizarro, Ramón Daniel, Vallespinos, Carlos Gustavo, "Instituciones de Derecho
Privado, Obligaciones", Edit. Hammurabí, Bs. As., 1999, T. 3, pág. 107.
Lo expuesto autoriza a revocar la declaración de inconstitucionalidad del los arts. 6, inc. 2
y 39, inc. 1, Ley 24557 correspondiendo pronunciarse sobre el fondo del asunto.
IV. Así delimitada la cuestión, resulta claro que en el subexamen no se deben atribuir las
consecuencias disvaliosas detectadas en la salud del actor a la mera condición puesta por
el empleador, circunstancia que por sí misma no puede ser admitida como una acción
dolosa según la definición adoptada en los términos precedentes. Ello, pues la tarea
descripta por el accionante al tiempo de demandar y que luego el Juzgador en su
pronunciamiento entiende acreditada, no imponía al empleador un deber de diligencia
calificado que incumplido fuera la causa del daño (afilador de herramientas: dieciocho
años; analista de herramientas: seis años; supervisor en la construcción de herramientas:
tres años; y tecnólogo especialista de herramientas: dos años).
A lo señalado no obsta que el perito médico de oficio relacionara el hallazgo médico con
el hecho del trabajo desde que revisó un paciente de 54 años de edad, le identificó un alto
grado de incapacidad cercano al 66% de la T.O. (guarismo de tal entidad que en sede
previsional conduce a equipararlo con el 100% de la T.O.) y todo lo hizo soslayando que
estaba en una etapa útil de su vida, en la cual ya resultan determinantes las alteraciones
en el proceso vital según el curso natural y ordinario de las cosas (art. 901, íb). Concluyó
conforme a una causalidad presumida distinta a la que remite el art. 39, apartado primero
de la LRT.
La demanda que perseguía indemnización por incapacidad laboral y que el Tribunal de
Mérito admitiera declarando la inconstitucionalidad de los dispositivos antes relacionados
y con base en el art. 1113, CC por las razones antes desarrolladas debe ser rechazada.
Con costas por su orden atento la discrepancia doctrinaria y jurisprudencial existente en
torno al tema; además por tratarse del primer pronunciamiento de este Tribunal en el que
se expide acerca de la cuestión debatida.
Votamos por la afirmativa.
A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA
Los señores vocales doctores, Berta Kaller Orchansky, Luis Enrique Rubio, Hugo Alfredo
Lafranconi, Domingo Juan Sesín, María Esther Cafure de Battistelli, Aída Lucía Teresa
Tarditti y Carlos Alberto Federico Eppstein, dijeron:
A mérito de la votación que antecede corresponde hacer lugar al recurso interpuesto por
la demandada. En consecuencia revocar la declaración de inconstitucionalidad de los arts.
6, inc. 2 y 39, inc. 1 de la Ley 24557. Rechazar la demanda entablada por Salvador Luis
Gangi en contra de "Fiat Auto Argentina S.A.". Las costas se imponen por su orden atento
la discrepancia doctrinaria y jurisprudencial existente en torno al tema; además por
tratarse del primer pronunciamiento de este Tribunal en el que se expide respecto de la
cuestión sustancial de que se trata. Los honorarios de los Dres. José Luis Vercellone y
Julio Oscar Orórtegui serán regulados por la Sala a quo en un treinta y dos y treinta por
ciento, respectivamente, de la suma que resulte de aplicar la escala media del art. 34, ley
8226 sobre lo que constituyó materia de discusión (arts. 37, 38 y 104 ib.). Deberá
oportunamente tenerse en cuenta el art. 25 bis de la Ley citada.
Por el resultado de la votación que antecede, previo Acuerdo, el Tribunal Superior de
Justicia, en pleno,
R E S U E L V E:
I. Hacer lugar al recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la parte demandada y
revocar la declaración de inconstitucionalidad de los arts. 6, inc. 2 y 39, inc. 1 de la Ley
24557.
II. Rechazar la demanda entablada por Salvador Luis Gangi en contra de "Fiat Auto
Argentina S.A.".
III. Con costas por su orden.
IV. Disponer que los honorarios de los doctores José Luis Vercellone y Julio Oscar
Orórtegui sean regulados por la Sala a quo en un treinta y dos y treinta por ciento,
respectivamente, de la suma que resulte de aplicar la escala media del art. 34, ley 8226
sobre lo que constituyó materia de discusión. Deberá oportunamente tenerse en cuenta el
art. 25 bis de la Ley citada.
V. Protocolícese.
Con lo que terminó el acto que previa lectura y ratificación de su contenido, firman la
señora Presidente y los señores Vocales, todo por ante mí, de lo que doy fe.
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