OBSERVACIÓN Y ANÁLISIS DE LA PRÁCTICA DOCENTE SHEYLA MELISSA RUIZ SOLÍS [Subtítulo del documento] ANA GLORIA CLAUDIO GARCÍA En la actualidad diversos factores han marginado el trabajo docente, denigrándola a una de las peores profesiones que se puede llegar a ejercer, los medios de comunicación han sido promotores de la justa entre el gobierno y el magisterio, afectando mayoritariamente al segundo en mención, siendo el docente quién a pesar de los ataques que recibe con respecto a la forma en la que imparte la enseñanza, debe recordar en su pasado histórico, él porque en algún momento de la antigüedad se le llego a considerar uno de los 3 principales actores de la sociedad. Por lo consiguiente, en este ensayo, basado en los autores Maurice Tardif con su obra “Los saberes del docente y su desarrollo profesional”, así como en Brasil Bernstein con “La estructura del discurso pedagógico”, se hace mención de diversos puntos de reflexión no sólo de cómo se aborda la enseñanza, sino más bien tomando como este un punto de partida para el análisis del trabajo educativo, y las interrogantes que surgen con respecto a las cualidades que debe poseer un buen maestro, así como a través del transcurrir de los años ha ido modificándose el concepto de lo que es un docente, y que influye en el desarrollo de la profesión, que es realmente el ser docente, sus limitaciones, su formación y el carácter que posee, sus estigmas y que ha sido de su imagen ante la sociedad, está más que claro que la percepción de la docencia es la de sólo educar, pero será eso lo que se pretende realmente o lo que busca la enseñanza… ¿cuál debe ser el verdadero rol de un maestro? Qué lo complementa y como su labor afecta a diferentes personalidades del contexto en el cuál él se desarrolla, permitiéndonos observar su desempeño desde diferentes puntos de vista, no sólo teóricos, enfatizando especialmente en el lado humanista que se establece con la niñez. No obstante también se ve reflejadas las cualidades que conllevan esta profesión y cómo debe ponerse en práctica las resoluciones que se han logrado a lo largo de la historia y de las actitudes que han dejado la búsqueda por los derechos sociales, y el reconocimiento de la labor educacional, no sólo por el gobierno, si no especialmente por la propia sociedad, que castiga severamente al profesor. Se escucha decir que un maestro es aquel que enseña porque sabe mucho y que es capaz de transmitir conocimientos dentro de un aula escolar después de haber estudiado su carrera profesional. Si bien es cierto que el docente posee un conjunto de saberes teóricos, disciplinarios y pedagógicos, no basta con un periodo corto de formación para adquirir todo ese saber docente sino que además se complementa con la experiencia. La descripción del docente con todos sus saberes no se debe reducir solo a la función de transmisión de conocimientos, ya que su práctica integra distintas características y capacidades con las que puede mantener diversas relaciones; como con sus alumnos, con los padres de familia, con sus compañeros profesionales y con autoridades educativas. En referencia al siguiente autor es evidente que: “Los docentes están llamados a definir su práctica en relación con los saberes que poseen y transmiten. Un profesor es, ante todo, una persona que sabe algo y cuya función consiste en transmitir ese saber a otros” (Maurice Tardif) En su obra Los saberes del docente y su desarrollo profesional, capitulo 1 página 27 A lo largo de la historia el rol docente ha caído en la estigmatización de que el saber del educador reside en la competencia técnica y pedagógica para transmitir saberes elaborados por otros grupos, es decir, que el saber de un profesor se subordina a lo que otros saben, encasillando al docente a una sola área del desarrollo del aprendizaje, que es el emitir la información. De esta manera de ha devaluado el trabajo del profesorado, hasta verlo como algo sencillo, que puede hacerlo cualquier persona con el simple hecho de estudiar algo. Sin embargo los maestros no sólo han estudiado para enseñar acerca de disciplinas específicas, sino que también poseen estudios en cuestiones pedagógicas y didácticas que le permiten enseñar y abordar de manera profesional el proceso de aprendizaje. De ellos dependerá que los alumnos puedan aprender los conceptos y las enseñanzas de manera óptima y puedan avanzar correctamente en la educación. Otros estigmas que han estereotipado al maestro son la percepción de un ente revoltoso, la descalificación de su trabajo por las luchas sociales, éticas y morales que ejercen los maestros en contra de quiénes han afectado sus derechos laborales. Este desprestigio de la profesión se debe a que la sociedad ha generalizado los actos de algunos como el actuar de todos los docentes, aun siendo ajenos la mayoría de ellos. Dentro del ámbito laboral docente, también se han creado denigraciones, por ejemplo las altas autoridades no le permiten al profesor de aula participar en cuestiones de opinión con respecto a la forma en la que se debe abordar el aprendizaje del alumnado por creer que no tienen la capacidad de realizar estándares educativos debido a su condición. Por este motivo se viene afectando su labor en el salón de clases, ya que muchos de los programas de estudio no atienden las necesidades reales que existen en la educación y como resultado se le culpa del bajo rendimiento escolar de los alumnos. Sin en cambio a pesar de todas las desmotivaciones que siempre ha sufrido el profesorado, él mismo tiene que revalorizar la influencia del trabajo docente en la formación de los alumnos y su impacto en la mejora de las condiciones de desarrollo de estos, pero a veces el conformismo causa olvido de este deber social, debido al poco reconocimiento que se le da. Puesto que en la actualidad la sociedad no ha sido muy benevolente, los medios de comunicación y las cuestiones políticas han hecho que la figura del maestro se valla degradando ya que si nos remontamos a épocas pasadas alrededor de cuarenta o cincuenta años atrás podemos reconocer que la figura del maestro era tan importante como un sacerdote, se le respetaba por todos los conocimientos que poseía respecto diversos temas de relevancia, y más que nada, por el todo que él conformaba, alguien que sabía manejar cualquier tipo de situación y resolver los problemas que se le presentaban, así pues también reaccionar de forma idónea a las diversas circunstancias por las cuáles atravesaban quiénes lo consultaban en busca de un consejo lleno de sabiduría, por algo se decía que era uno de los 3 actores principales en la sociedad, el todólogo oficial del pueblo, requerido por cualquier persona para la toma de alguna decisión importante. Además de que fungía en los puestos de poder dentro del contexto en el que laboraba, otorgándole un cargo de autoridad en las comunidades donde ejercía su trabajo, siendo su opinión una de las cuáles más influía en la resolución que se tenía al final de alguna reunión convocada por el pueblo. No obstante está concepción se ha ido perdiendo por la influencia de la cultura globalizada, y las ideas neoliberales en las que están sumergidas las nuevas generaciones, debido al surgimiento de nuevas corrientes del pensamiento que hacen hincapié en la importancia monetaria que ahora se tiene, por esto, se le limito tanto salarialmente como en la toma de decisiones, por esta situación comenzaron a verse obligados a exigir el respeto de sus derechos laborales y fue ahí donde inicio la ardua lucha social reflejada en un magisterio huelguista, ante ellos los diferentes medios de comunicación y autoridades promovieron la tergiversación de los actos realizados por los maestros, haciendo que la sociedad manchará su nombre y creyendo ya no desarrollan su trabajo de forma correcta y que ahora solo incentivan las revueltas sociales, perjudicando la formación de los niños. Por consiguiente las nuevas reformas educativas exigen un maestro diferente. Un maestro que posea cultura y que se distinga como profesional idóneo y debidamente preparado que pueda impactar de manera positiva la sociedad, la escuela, el currículo, la planificación de la enseñanza y sobre todo la vida de sus alumnos. Por el contrario se olvida la situación real que afronta el educador en el medio donde se desempeña, limitándole los recursos para tener una mejor enseñanza hacia el alumno, desmotivándolo en muchos sentidos, debido a que siente que no importa que tanto esfuerzo realice, nunca será suficiente para cubrir las exigencias de los que lo señalan, que no observan las carencias, que es consecuencia de lo poco que realmente el gobierno invierte en la educación. Ante tales situaciones un buen maestro debe recordar que así tenga a todos los medios de comunicación encima o al gobierno bombardeando con reformas que perjudiquen algunos de sus derechos laborales, debe mostrarse dedicado a su labor, se prepare, no olvide el sentido humanista de su profesión, le preocupen sus alumnos, actúe con tacto pedagógico, se comporte empático y con profesionalismo ante las diversas situaciones, ya que demostrando un rol adverso a estas estigmatizaciones no puede perderse en el montón de críticas, por el contrario, será bien aceptado en la sociedad, o en la comunidad en que trabaje, los padres de familia se mostrarán solidarios y apoyarán su trabajo, porque lo hace con dedicación y es palpable antes los ojos de quiénes lo rodean. En efecto la mejor manera en que se puede combatir esa imagen denigrante sobre el maestro y recuperar el estatus social de importancia hacia el desarrollo de su labor es demostrar a la sociedad que trabajar es un gusto, desarrollarlo de la mejor manera, tratar de manera correcta a los niños, a los padres de familia, a los compañeros y a la sociedad en general, porque como seres humanos se les debe de dar importancia. De qué sirven docentes con maestrías o doctorados, si no saben tratar a un niño, lo que se necesita son profesionales de la educación que no olviden su parte humana, que guíen buenas enseñanzas pero que a la vez comprenda, escuche, valore, anime y motive a los alumnos. Pero para lograr esto, en primer lugar un buen maestro debe tener vocación, esforzarse, amar su trabajo, entendiendo que al educar se educa a sí mismo y no se trata solo de una manera de vivir si no por esta profesión. Por esta razón un maestro no puede ni debe estancarse ya que enseñar es aprender dos veces. Un docente nunca deja de aprender, día a día surge algo nuevo, la sociedad está en constante desarrollo, las exigencias se vuelven mayores y las necesidades cambian, por lo que no puede dejar de prepararse, estudiar y formarse, es aquí que se muestra la necesidad de tener una buena preparación y disposición a la formación continua. Por otro lado si la profesión docente trabaja con la niñez, es imprescindible que tenga la capacidad de bajarse al nivel de los niños, para poder comprenderlos, tener un acercamiento real a la vida de los pequeños y que se logre la confianza, de manera que el alumno pueda sentir que tiene a su lado no solo a una autoridad, sino a alguien que le guía, que le entiende y que en algún momento que lo necesite puede contar con él, porque cuenta el docente tiene la sensibilidad de entender los problemas que le puedan pasar al educando. Por tal motivo también entra en práctica su capacidad de empatía estableciendo lazos de comunicación, amistad y comprensión sincera con sus alumnos y al mismo tiempo con los padres de familia, lo cual no se puede lograr si se comporta solo como una autoridad presentando actitudes hostiles, atemorizantes, o negligentes hacia los niños, por el contrario debe motivarlos, haciendo énfasis en sus logros y preocupándose por sus adversidades, ayudándolos a sobrepasarlas de la mejor manera. Y como bien sabemos una característica que no puede faltar en el maestro ha de ser la paciencia. Una de las bases de la educación actual es que no hay dos niños iguales. Sus ritmos de trabajo, sus comportamientos en clase y todos los factores externos que puedan afectar a su aprendizaje, por dichos motivos algunos alumnos necesitarán más tiempo y otros menos para hacer las tareas y comprender lo visto en clase. Se tiene que ser paciente por igual, tanto con los que terminan demasiado pronto y requieren algo más, como con los que necesitan más tiempo. Como resultado el maestro se va a encontrar a menudo con situaciones en las que, con los recursos establecidos o habituales, no será capaz de encontrar soluciones rápidas o eficaces y es aquí donde su creatividad e imaginación va a ser importante para sacarse de la manga propuestas de solución viables, además esta creatividad también le permitirá desarrollar planeaciones didácticas novedosas e interesantes de manera que logre aprovechar los recursos que se pueden implementar en la realización de actividades, así como como improvisar cuando las circunstancias del grupo modifiquen lo ya diseñado, ya que debe valerse de lo mucho o poco que tenga al alcance de su mano. Pero quizá existe algo aún más difícil que la creatividad, y es que el maestro ahora debe poseer la habilidad de motivar a los alumnos, aventurarse y transformar la práctica docente, huir de la monotonía y de la rutina para propiciar un espacio apto en el que los niños se sientan motivados cada día de llegar a la escuela, estén gustosos por aprender algo nuevo y puedan de esa manera olvidar situaciones que perjudiquen su proceso de aprendizaje. Ante estas circunstancias y cualidades que debe poseer el maestro la mejor opción para un trabajo de calidad con los niños es la planeación, resulta indispensable tener una organización de las actividades que se van a realizar en el grupo ya que permite contemplar las herramientas adecuadas para el desarrollo de los temas y aprendizajes, tomar en cuenta los tiempos y espacios, aprovechar los distintos recursos que ofrece el contexto, pero también es preciso estar a la vanguardia, conocer y saber manejar los diversos medios tecnológicos como los videos, software, discos compactos, cámaras digitales, el internet, entre otros ya que la tecnología es una herramienta muy poderosa, que si se utilizan eficazmente desde un enfoque pedagógico contribuye a un buen desarrollo de los aprendizajes. Por otro lado es importante y necesario trabajar la inclusión y la equidad con los niños, porque la escuela no es una fábrica de robots, donde todos son iguales, por el contrario, cada pequeño y pequeña tienen capacidades diferentes, aprenden a ritmos desiguales y cuentan con distintas habilidades, algunos niños puede presentar algún tipo de barrera de la educación, por lo que, la escuela y en especial el docente, deben ofrecer las mismas oportunidades para lograr el desarrollo y crecimiento de los niños, atender los problemas de aprendizaje y crear estrategias oportunas que permitan trabajar incluyendo esas necesidades especiales. Así que aquel que tiene aspiraciones a ser docente debe de tomar la decisión valorando estas cualidades, reconocer si es capaz de desempeñarlas y tener en cuenta muchos distintos factores a los que se va a enfrentar. Pues actualmente nada es seguro y ésta profesión no es la excepción ya que requiere como lo hemos mencionado, de vocación, amor y entrega por el trabajo, exige una formación constante, no solo lo que se aprende en una escuela normal o universidad si no que implica ser autodidacta en la búsqueda de información, lo cual permite ser una persona sabía, culta y preparada para formar seres humanos con pensamientos críticos, capaces de comprender lo que sucede a su alrededor, que tenga las competencias necesarias para afrontar dicha realidad y que valoren su propia persona y la de los demás. La educación va evolucionando poco a poco y un docente debe ir evolucionando con ella, por esto debe estar consciente de que en este trabajo toda la vida hay que esforzarse, prepararse y dar lo mejor de sí. Es así que un maestro no puede ni debe estancarse ya que enseñar es aprender dos veces. Un docente nunca deja de aprender, día a día surge algo nuevo, la sociedad está en constante desarrollo, las exigencias se vuelven mayores y las necesidades cambian, por lo que un maestro no puede dejar de prepararse, estudiar y formarse. Debe estar al tanto de la nueva información, actualizarse en el conocimiento de los estándares curriculares, los programas y planes de estudio vigentes, saber manejarlos y emprenderlos en el trabajo del aula, recibir capacitaciones, asistir a cursos y trayectos que el gobierno impulsa, en fin, Cuando se es educador siempre se está en el lugar, tiempo y con las personas apropiadas para adquirir un nuevo saber. Por otro lado no es un trabajo para hacerse rico, al menos no económicamente y quizá es una fortuna, ya que esta profesión es más humana y desinteresada que otras, no es materialista si no que su recurso primordial es el mismo ser humano, por lo que requiere del trabajo con valores, si fuera diferente aún más personas sin vocación la profesarían por el simple hecho de adquirir un buen sueldo, no importándole en realidad la educación de los niños. Pero desafortunadamente el trabajo docente no es remunerado de acuerdo al esfuerzo, empeño o dedicación, por el contrario se le da muy poco valor a la profesión que prepara a todas las profesiones, a las nuevas generaciones… el futuro del país. La mayor ganancia es la satisfacción de realizar un buen trabajo, reconocido por el crecimiento intelectual y actitudinal de tus alumnos, observar aunque sea un mínimo cambio en la sociedad. Además un maestro a lo largo de su desempeño laboral pasa por varias escuelas enfrentando diversos contextos, por lo que debe estar consciente y preparado para trabajar tanto en una comunidad rural, como en un entorno urbano, saber que no siempre se labora en modalidades unigrado, sino que hay grupos multigrado, lo cual implica tener conocimiento acerca de estrategias pertinentes para el trabajo en cada caso. Por ello sea cuales sean las condiciones en las que se esté trabajando como maestro se debe de ser creativo para poder transformar la educación desde ese pequeño mundo en que se labora, no importando como esté, en qué condiciones se encuentre o las carencias que pueda tener. No se deben buscar excusas para no realizar el trabajo, es decir que no por la falta de material, recursos e incluso una infraestructura adecuada se permita la apatía y el conformismo de una práctica docente denigrante. Solo así es que se puede recuperar el reconocimiento de la importancia que tiene un educador para la sociedad, demostrando con hechos que si se es profesional, al prepararse día con día, también aceptando las críticas constructivas, reflexionar acerca de los errores que se han tenido y trabajar para mejorar, así se logra reflejar buenos frutos en el trabajo dentro de las aulas. Por tanto se debe asumir que el papel del maestro es fundamental en el desarrollo del país, porque la educación y la cultura son la base del progreso y de la felicidad de los pueblos. Como agente educativo, el docente es el encargado de trabajar con la parte de la sociedad más importante, que es la niñez, aquella que se forma, que evoluciona y trasciende al futuro de un país. Como ha dicho un filósofo: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres” (Pitágoras). Para concluir en las manos del maestro recae la responsabilidad de educar con el ejemplo, enseñar las reglas, conductas y valores que deben predominar en la sociedad, reflejadas en su práctica diaria. Si bien es cierto que la educación comienza en casa, que en el núcleo familiar nacen y se desarrollan los valores, también es verdad que el maestro tiene que hacer ese trabajo de formar a los individuos, educando en la equidad, respeto y justicia; como profesor no solo se interactúa e interviene en la formación de los alumnos, sino también con los padres de familia, por ello el trabajo no solo es en el aula si no que se extrapola, si educamos con el ejemplo los aprendizajes trascienden y van formando toda una sociedad renovada. Esto no implica enseñar a pensar, pues ninguna persona o niño real son robots a los cuales se les programe una conducta específica, si no que se trata de generar un sociedad capaz de crear un criterio propio mediante el cual regulen sus acciones. La educación y preparación que se viva en el presente será fundamental para el futuro y esto depende de la labor docente. Vivimos en una época en la que los estigmas sociales han crecido, en este siglo XXI se ha devaluado con mayor fuerza la imagen de los maestros, al mismo tiempo en que se le exige mucho más, porque se le atribuye la total responsabilidad del progreso de la sociedad, como agente educativo si es responsable de la formación de las actuales y nuevas generaciones sin embargo hay que tener muy en claro que el papel del maestro debe ser reevaluado por la sociedad y darle el sitial y la atención que merece. Concerniente a esta denigración social, también se necesita que quienes se dedican a la educación sean personas que tomen muy en serio su misión y eleven la calidad de la educación nacional, formando individuos que sean no solamente inteligentes sino también personas íntegras, capaces de actuar con ética para solventar el futuro del país. Por tal razón, requerimos de los buenos maestros, aquellos que no pierden de vista su vocación, porque para desempeñar un buen papel deben amar lo que hacen y anteponer un trabajo de calidad para la niñez porque no solo se enseña si no que se educa con el ejemplo. El maestro de hoy debe estar muy comprometido con el trabajo que realiza, debe creer en lo que hace y prepararse día a día, debido a que la sociedad es exigente y cambia continuamente se debe estar preparado para afrontar las diversas situaciones, ambientes, condiciones y problemas del caminar diario, la experiencia es la que ayuda a mejorar en trabajo y la capacitación constante permite conocer nuevos enfoques y estrategias para implementar en las aulas. En fin, un maestro responsable de su deber social se entusiasmará con su trabajo, se formará continuamente, se preocupará constantemente en motivar a sus alumnos, sabrá que tiene que ser paciente, empático, sensible, creativo y autodidacta para buscar siempre lo mejor para cada alumno y su futuro, e irá apropiándose de cualidades y herramientas que le permitan brindar una educación de mayor prestigio ya que no importa cuántas veces se critique al maestro en los medios de comunicación, el único que puede degradar, menospreciar y ver mal el trabajo docente es el propio maestro con sus hechos, actitudes y tratos.