CUESTIONES DE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS1 FERNANDO M. LAGARDE En esta breve exposición, tratando de cumplir con el tema asignado, me referiré a los contratos administrativos, con la intención de señalar algunas de sus particularidades o notas características. En atención a que el Curso que hoy comienza está destinado primordialmente a cumplir con las obligaciones inherentes al sistema formativo de pasantías, pero está abierto también a quienes deseen interiorizarse en las cuestiones propias de la abogacía estatal, intentaré brindar un panorama básico y general de la temática abordada, que pueda servir como introducción a su estudio profundo y detallado, en cursos y otras actividades académicas posteriores. 1. Introducción. 1.1. El Contrato Administrativo como especie del género Contratos. La noción de contrato es única para el Derecho Privado y para el Derecho Público. Por eso, el concepto de contrato que consagra el art. 1137 del Código Civil es plenamente aplicable tanto al contrato de Derecho Privado como a los contratos administrativos, como principal especie de los contratos de Derecho Público2. Pero, desde luego, para que podamos hablar del Contrato Administrativo, como una especie dentro del género Contratos, debemos reconocerle algunas notas características que permitan diferenciarlo del resto de los contratos. Para ello, y sin perjuicio de la importante doctrina existente sobre el tema, podemos recurrir a la jurisprudencia de la Corte Suprema la que, a lo largo de los años, 1 Ponencia expuesta en la primera jornada del Curso Básico de Abogacía Estatal, Local y Federal, organizado por la Procuración General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, módulo “Cuestiones teórico-prácticas de abogacía estatal”, 02 de septiembre de 2013. 2 MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, Tomo III-A, cuarta edición actualizada, LexisNexis, Buenos Aires, 1998, p. 20. 1 a través de sus fallos, ha individualizado esas notas características que permiten elaborar un concepto específico de Contrato Administrativo. Esa evolución jurisprudencial, que ha sido analizada puntillosamente por el Profesor COVIELLO3, brinda la base para conceptualizar al contrato administrativos como un acuerdo de voluntades generador de situaciones jurídicas subjetivas en el que una de las partes intervinientes es una persona jurídica estatal, cuyo objeto está constituido por un fin público o propio de la Administración y/o contiene, expresa o implícitamente, cláusulas exorbitantes del Derecho Privado, o más genéricamente, un régimen exorbitante del Derecho Privado. De este modo, a la idea básica de contrato como acuerdo de voluntades generador de situaciones jurídicas subjetivas, se le suma: (i) la presencia obligada de la Administración en sentido amplio, (ii) la persecución de un fin público y (iii) la presencia de un régimen exorbitante integrado en forma equilibrada por prerrogativas de la Administración y garantías de los particulares que es propio de las relaciones de Derecho Administrativo4. La presencia de la Administración implica que rija en plenitud para los contratos administrativos el principio de legalidad o juridicidad, que desplaza la plena vigencia de la regla de la autonomía de la voluntad que es característica de los contratos privados. Así, por un lado, se somete la celebración de los contratos a las formalidades establecidas para cada caso y, por otro, el objeto del acuerdo también debe ajustarse a contenidos impuestos normativamente, que la Administración debe cumplir y frente a los cuales el particular contratista sólo puede adherir, sin posibilidades de negociar el contenido del contrato. Por otro lado, las partes no están en verdadero pie de igualdad, como sucede al menos desde el punto de vista jurídico en los contratos privados, sino que la Administración tiene una posición de supraordinación al reconocérsele ciertas prerrogativas de ejercicio unilateral, que obviamente el contratista no tiene. Esta posición privilegiada se justifica porque, en definitiva, la Administración contrata con el COVIELLO, Pedro J. J., “La teoría general del contrato administrativo a través de la jurisprudencia de la CSJN”, en CASSAGNE, Juan C. RIVERO YSERN, Enrique (directores), La contratación pública, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2006, Tomo 1, ps. 89 y ss. 4 Sobre el tema del Derecho Administrativo como régimen exorbitante y su contenido actual, ampliar en: COMADIRA, Julio Rodolfo – ESCOLA, Héctor Jorge – COMADIRA, Julio Pablo (coordinador, colaborador y actualizador), Curso de Derecho Administrativo, Tomo I, AbeledoPerrot, Buenos Aires, 2012, ps. 15 y ss. 3 2 fin de satisfacer el interés general, mientras que el particular lo hace por su propio interés, exclusivamente individual. El concepto y la caracterización de los contratos administrativos que muy sintéticamente acabo de referir, puede extraerse de los casos de la Corte Suprema “Cooperamet”5, “Dulcamara”6, “Espacio”7, “Gas del Estado c. Lindoro”8, “Cinplast”9, “YPF c. Pcia de Corriente”10, “Serra”11, “Gypobras”12, “OCA”13, “Pluspetrol”14, entre otros, que son los mojones que fueron marcando el camino de esta evolución jurisprudencial. 1.2. El Contrato Administrativo como especie de acto administrativo. Pero además de ver al contrato administrativo como una especie del género Contratos, con particularidades específicas que lo distinguen, debemos analizarlo también como una especie de acto administrativo, concretamente, como acto administrativo bilateral, categoría sostenida por MARIENHOFF15 y reconocida por la Corte Suprema en el caso “Metalmecánica”16. El carácter bilateral de los contratos, que necesitan al menos dos voluntades para nacer, permite diferenciarlos conceptualmente de los actos administrativos propiamente dichos, que son unilaterales en su formación, pues para existir únicamente requieren la voluntad de la Administración que los emite. Pero esta distinción no impide que a los contratos administrativos se les aplique en forma directa el régimen jurídico propio de los actos administrativos, en todo aquello que no esté regulado por las normas específicas que rigen esos contratos. Así lo CSJN, 1965, “Cooperamet c/ Instituto Argentino de Promoción del Intercambio”, Fallos: 263:510. CSJN, 29/03/1990, “Dulcamara SA. c/ ENTel. s/ cobro de pesos”, Fallos: 313:376 (en especial, voto del Dr. Fayt). 7 CSJN, 22/12/1993, “Espacio S.A. c. Ferrocarriles Argentinos”, Fallos: 316:3157. 8 CSJN, 26/04/1984, “Gas del Estado Sociedad del Estado c/ Lindoro I.C.S.A.”, Fallos: 306:328. 9 CSJN, 02/03/1993, “Cinplast IAPSA.c/ ENTel s/ ordinario”, Fallos: 316:212. 10 CSJN, 03/03/1992, “Yacimientos Petrolíferos Fiscales c. Corrientes, Provincia de y Banco de Corrientes s/Cobro de australes”, Fallos: 315:158. 11 CSJN, 26/10/1993, “Serra, Fernando Horacio y otro c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires”, Fallos: 316:2454. 12 CSJN, 05/04/1995, “Gypobras S.A. c/ Estado Nacional (Ministerio de Educación y Justicia) s/ contrato de obra pública”, Fallos: 318:441. 13 CSJN, 17/02/1998, “S.A. Organización Coordinadora Argentina c/ Secretaría de Inteligencia de Estado”, Fallos: 321:174. 14 CSJN, 22/05/2007, “Pluspetrol Energy S.A. c/ENRE resol. 458/02”, Fallos: 330:2286. 15 MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., ps. 39 y ss. 16 CSJN, 1976, “Metalmecánica S.A.C.I. c/ Nación”, Fallos: 296:672. 5 6 3 establecen expresamente la Ley Nacional de Procedimientos Administrativos y el Decreto 1510/97 de Procedimientos Administrativos de la Ciudad, en ambos casos en el último párrafo de los respectivos arts. 7°. Lo dicho determina que ante la falta de normas específicas que regulen algún aspecto de los contratos administrativos, debemos recurrir a las normas que rigen el acto administrativo y no al Código Civil. Sólo cuando la aplicación directa del régimen del acto administrativo no es suficiente para resolver el tema, acudiremos a las normas del derecho privado, que debemos aplicar analógicamente, es decir, realizando las adaptaciones que sean necesarias. Esto se ve claramente, por ejemplo, en el régimen de nulidades de los contratos administrativos. Las normas que rigen estos contratos no contemplan un régimen de invalidez específico. Por lo tanto, debemos aplicar el sistema de nulidades del acto administrativo y sólo ante la insuficiencia de estas normas, podremos acudir a las de derecho privado, mediante una aplicación analógica –como sucede, v. gr., con los efectos de la declaración de nulidad de un contrato administrativo con prestaciones ya cumplidas17–. 2. Los principios que rigen la contratación administrativa. Tanto a nivel nacional como local se consagran normativamente principios generales que rigen las contrataciones administrativas. Estos surgen del art. 3° del Decreto delegado 1023/01 en el ámbito nacional y del art. 7° de la Ley 2095 de contrataciones local. En líneas generales, ambas normas coinciden y estipulan que la gestión integral de las contrataciones es decir, desde que comienza el trámite interno para contratar, hasta que se extingue el contrato, se rigen por los principios aludidos, que –tomando como referencia la ley local– son los siguientes: “a) Principio de Libre Competencia: En los procedimientos de compras y contrataciones se incluirán regulaciones o tratamientos que fomenten la más amplia y objetiva e imparcial concurrencia, pluralidad y participación de oferentes potenciales. Ver CSJN, 27/12/2006, “Cardiocorp S.R.L. c/Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires”, Fallos: 329:5976. 17 4 b) Principio de Concurrencia e Igualdad: Todo oferente de bienes y/o servicios debe tener participación y acceso para contratar con las entidades y jurisdicciones en condiciones semejantes a las de los demás, estando prohibida la existencia de privilegios, ventajas o prerrogativas, salvo las excepciones de ley. c) Principio de Legalidad: Todo el proceso de contratación y posterior ejecución de los contratos que el sector público celebre con terceros debe estar positivamente sometido al ordenamiento jurídico en su totalidad. d) Principio de Publicidad y Difusión: La publicidad de los llamados es el presupuesto necesario para asegurar la libertad de concurrencia suscitando en cada caso la máxima competencia posible, garantizando la igualdad de acceso a la contratación y la protección de los intereses económicos de la Ciudad. e) Principio de Eficiencia y Eficacia: Los bienes y servicios que se adquieran o contraten deben reunir los requisitos de calidad, precio, plazo de ejecución y entrega y deberán efectuarse en las mejores condiciones en su uso final. f) Principio de Economía: En toda compra o contratación se aplicarán los criterios de simplicidad, austeridad, concentración y ahorro en el uso de los recursos, en las etapas de los procesos de selección y en los acuerdos y resoluciones recaídos sobre ellos, debiéndose evitar en las bases y en los contratos exigencias y formalidades costosas e innecesarias. g) Principio de Razonabilidad: En toda contratación debe existir una estrecha vinculación entre el objeto de la contratación con el interés público comprometido. h) Principio de Transparencia: La contratación pública se desarrollará en todas sus etapas en un contexto de transparencia que se basará en la publicidad y difusión de las actuaciones emergentes de la aplicación de este régimen, la utilización de las tecnologías informáticas que permitan aumentar la eficiencia de los procesos y facilitar el acceso de la sociedad a la información relativa a la gestión del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en materia de contrataciones y en la participación real y efectiva de la comunidad.” Estos principios sirven de pauta de interpretación para resolver cualquier cuestión que se plantee en esta materia y, como dije, rigen desde el inicio de las actuaciones hasta la extinción del contrato. 5 Sin perjuicio de esa vigencia permanente, tienen una aplicación especialmente intensa en el procedimiento de selección del contratista, que es un capítulo central en esta materia. 3. La forma en que la Administración elige con quién contrata. En la mayoría por no decir en todos los regímenes de contrataciones administrativas se consagra como principio general al procedimiento de licitación pública como el mecanismo por el cual la Administración debe seleccionar al particular con quien va a celebrar un contrato determinado18. Este principio general es el expresamente consagrado a nivel nacional por el Decreto 1023/01 (art. 24) y a nivel local por la Ley 2095 (art. 25). Excepcionalmente, en los casos habilitados normativamente, podrá llevarse a cabo una licitación privada o una contratación directa. Como la licitación pública forma parte de la gestión de las contrataciones, se le aplican los principios que mencioné antes, muchos de los cuales coinciden con los principios generales del procedimiento administrativo y que se aplican a la licitación porque es también un procedimiento administrativo, de carácter especial19. Y también se le aplican otros principios, que también mencioné, que son específicos de las contrataciones y, concretamente, de la licitación: publicidad, concurrencia e igualdad. Por razones de tiempo no puedo desarrollar estos principios20. Sin embargo, me parece interesante, al menos, mencionar sintéticamente algunas aplicaciones prácticas de uno de ellos, el de igualdad. Se ha definido a la licitación pública como “un modo de selección de contratistas de entes públicos en ejercicio de la función administrativa por medio del cual éstos invitan públicamente a una cantidad indeterminada de posibles interesados para que, con arreglo a los pliegos de bases y condiciones pertinentes, formulen propuestas de entre las cuales se seleccionará la más conveniente para el interés público” (COMADIRA, Julio Rodolfo, La licitación pública, 2ª edición actualizada y ampliada, LexisNexis, Buenos Aires, 2006, ps. 1 y ss.). 19 COMADIRA, Julio Rodolfo, La licitación pública, op. cit., ps. 5 y ss. 20 Para un estudio profundo y completo sobre el tema me remito a C OMADIRA, Julio Rodolfo, La licitación pública, op. cit., capítulo 3. 18 6 Por ejemplo, en la elaboración de los pliegos, la aplicación de dicho principio impide que en ellos se introduzcan especificaciones o cláusulas cuyo cumplimiento sólo es factible por determinado interesado u oferente, de manera que el pliego esté dirigido a favorecer situaciones particulares. En este caso, deberá declararse la nulidad de las mencionadas especificaciones o cláusulas si son separables del resto del contrato, o bien, declarar la nulidad de la totalidad del contrato, si no son separables (conf. Art. 11, Ley 2095). El principio de igualdad también obliga a interpretar los pliegos de manera restrictiva, en cuanto a los derechos que de ellos emanan a favor del contratista, tal como resolvió la Corte Suprema, por ejemplo, en los casos “Vicente Robles”21 y “Cadipsa”22. También juega este principio en relación con la modificación de los pliegos, ya que una vez presentadas las ofertas los pliegos no pueden modificarse, ni siquiera cuando los oferentes, es decir, aquellos que presentaron ofertas en la licitación, estén todos de acuerdo con la modificación, porque esa reforma podría afectar los derechos de terceros que, pudiendo haber presentado ofertas, decidieron no hacerlo, es decir, se autoexcluyeron. Estos terceros autoexcluidos, ante esta situación, bien podrían decir que si hubiesen sabido que el pliego se iba a modificar de esa manera, se habrían presentado. Como puede verse en este ejemplo, estos principios no sólo rigen para la Administración y para los particulares que presentaron ofertas es decir, los oferentes sino también para los denominados terceros o potenciales oferentes autoexcluidos. Por esa misma razón, este principio de igualdad también es aplicable en las licitaciones en las que se ha presentado un solo oferente, tal como lo sostuvo la Corte Suprema en el caso “Provincia del Chubut c. Centrales Térmicas Patagónicas”23. Lo mismo sucede con las modificaciones del contrato durante su ejecución. Si esa modificación altera el objeto del contrato, es ilegítima. Pueden verse, como CSJN, 30/03/1993, “Vicente Robles S.A. c. Nación Argentina (Servicio Nacional de Parques Nacionales s/ nulidad de resoluciones”, Fallos: 316:382. 22 CSJN, 16/05/2000, “Cadipsa S.A. c. Estado Nacional y otro s/ nulidad de acto administrativo”, Fallos: 323:1146. 23 CSJN, 07/12/2001, “Chubut, Provincia del c. Centrales Térmicas Patagónicas s/sumario”, Fallos: 324:4199. En el mismo sentido, ver también: COMADIRA, Julio Rodolfo, La licitación pública, op. cit., ps. 95/97. 21 7 ejemplos, el caso “Provincia del Chubut” recién citado y el caso “Liberman”, resuelto por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal24. Son éstos algunos ejemplos de la aplicación de estos principios. Ahora bien, la finalidad de la licitación pública es seleccionar a la oferta más conveniente para el interés público. Para definir cuál de todas las presentadas es la oferta más conveniente, el art. 108 de la Ley 2095 de la Ciudad establece que hay que tener en cuenta el precio, la calidad, la idoneidad del oferente, entre otros aspectos de la oferta. Con esta disposición, claramente se establece que el precio no es el único factor que debe considerarse al momento de seleccionar la oferta más conveniente. 4. Las consecuencias de la omisión ilegítima del procedimiento de selección del contratista normativamente impuesto. En línea con lo examinado precedentemente, debe destacarse que el cumplimiento del procedimiento de selección del contratista que la norma impone, sea la licitación pública como regla o la licitación privada o la contratación directa en los casos excepcionales en los que se permiten, es esencial, y su incumplimiento genera la nulidad absoluta del contrato celebrado. Así lo resolvió la Corte Suprema en una gran cantidad de fallos entre los que pueden citarse “Stamei”25, “Más Consultores”26, “Ingeniería Omega”27, y más recientemente, el precedente “CASE”28, entre otros29. CNACAF, Sala IV, 20/3/2001, “Liberman, Samuel – Incidente Med. C. PEN – Secretaría de Comunicaciones s/medida cautelar autónoma”, ED, serie especial de Derecho Administrativo, del 20/7/2001. 25 CSJN, 17/11/1987, “Stamei S.R.L. c/ Universidad Nacional de Buenos Aires s/ordinario”, Fallos: 310:2278. 26 CSJN, 01/06/2000, “Más Consultores Empresas Sociedad Anónima c/ Santiago del Estero, Provincia de (Ministerio de Economía) s/ cobro de pesos”, Fallos: 323:1515. 27 CSJN, 05/12/2000, “Ingeniería Omega Sociedad Anónima c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires”, Fallos: 323:3924. 28 CSJN, 05/10/2010, “CASE SACIFIE c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”, Fallos: 333:1922. 29 Sobre este tema, ampliar en el excelente trabajo de Fabián CANDA, “La importancia del elemento forma en el contrato administrativo (consecuencias de su omisión en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación)”, en la obra colectiva Cuestiones de Contratos Administrativos, en homenaje a Julio Rodolfo Comadira, Jornadas organizadas por la Universidad Austral, Ediciones RAP, Buenos Aires, 2007, ps. 35 y ss. 24 8 5. Particularidades de los contratos administrativos en su etapa de ejecución. Dejemos ahora la etapa precontractual, que es la de selección del contratista, y pasemos a la etapa de ejecución, es decir, cuando ya se eligió al contratista, se celebró el contrato con él y éste comenzó a ejecutarlo. En esta etapa se evidencian otras de las características específicas de los contratos administrativos, como consecuencia del régimen exorbitante que presentan y que los diferencian de los contratos del Derecho Privado. Así es que el órgano estatal contratante tiene la prerrogativa de interpretar los contratos de manera unilateral30, es decir, sin la participación del contratista, quien si no está de acuerdo, debe impugnar el acto administrativo en el que se plasmó esa interpretación. De igual forma, la Administración contratante tiene la prerrogativa de modificar unilateralmente el contrato31. Esta atribución se denomina ius variandi y también es típica de estos contratos. Dicha modificación unilateral también se decide mediante un acto administrativo que el contratista deberá acatar, a menos que considere que la Administración ejerció el ius variandi violando los límites establecidos en las normas, en cuyo caso deberá impugnar el acto modificatorio. Esos límites son cuantitativos por ejemplo, puede modificar el contrato aumentando o disminuyendo hasta un 20% el precio original, por ejemplo incrementando las cantidades de productos adquiridos y cualitativos, en tanto la modificación no puede significar una alteración del objeto del contrato, es decir, que convierta al contrato en uno distinto al que se firmó originalmente, aunque el monto involucrado en esa modificación sea menor al límite cuantitativo que fijan las normas. La Administración también tiene32: 1) el poder de control, inspección y dirección de la respectiva contratación; 2) la prerrogativa de proceder a la ejecución del objeto del contrato por sí o por terceros, ante determinadas circunstancias; 30 Art. 12, inc. a), Decreto 1023/01, en el ámbito nacional, y art. 9, Ley 2095, en el orden local. Ídem. 32 Art. 12, Decreto 1023/01, en el ámbito nacional, y art. 9, Ley 2095, en el orden local. 31 9 3) la facultad de imponer las penalidades y sanciones previstas en las normas o en los contratos específicos a los oferentes y a los cocontratantes; entre otras. Como contracara de estas prerrogativas, el contratista tiene una serie de derechos y garantías, entre las cuales cabe destacar el derecho a que se mantenga el equilibrio de la ecuación económico financiera del contrato. Este derecho implica, por ejemplo, que la administración le indemnice los daños que el contratista sufra por caso fortuito o fuerza mayor, por hechos del príncipe o por hechos del propio órgano contratante33. En cambio, y teniendo en cuenta el interés público comprometido en el cumplimiento del contrato, el contratista tiene un derecho limitado a aplicar la excepción de incumplimiento contractual, ya que según lo resuelto por la Corte Suprema en el caso “Cinplast”, ya citado sólo es aplicable dicha excepción cuando el contratista se encuentra en una razonable imposibilidad de cumplir con sus obligaciones, como consecuencia del incumplimiento previo de la Administración34. 6. Conclusión. Para concluir, vale destacar que lo dicho hasta aquí forma parte de la teoría general de los contratos administrativos. A ello hay que agregar las particularidades que presentan algunos contratos administrativos que tienen regulaciones propias, como el contrato de obra pública, de concesión de obra pública, de suministro, de concesión de servicios públicos, de empleo público, entre otros. Por eso, lo expuesto no es más que un “botón de muestra”, apenas un esbozo de las cuestiones que se presentan en torno de los contratos administrativos, con lo que sólo pretendo animar a los aquí presentes a estudiar y profundizar en esta materia, no sólo por su riqueza jurídica sino también y, diría, fundamentalmente porque es una herramienta esencial para la correcta gestión administrativa de la cosa pública, en la que todos estamos involucrados. 33 Ver, por ejemplo, el art. 39 de la Ley N° 13.064 de Obras Públicas en el ámbito nacional, aplicable también en la CABA. 34 Sobre este tema, ampliar en: COMADIRA, Julio Pablo, “La excepción de incumplimiento contractual en el derecho administrativo”, en la obra colectiva Cuestiones de Contratos Administrativos, op. cit., ps. 695 y ss. 10