RESUMEN – NIEZTCHE

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RESUMEN – NIETZSCHE
La concepción del hombre como tránsito y ocaso:
En “Así habló Zaratustra”, Nietzsche refiere al hombre como “una cuerda tendida entre el animal y el superhombre”, y que su
grandeza esta en ser “un puente y no un fin”. Con esto, el buen hombre es un tránsito, porque lucha a fin de satisfacer su deseo,
sacrificándolo todo por él, y un crepúsculo, porque gracias a su sacrificio, habrá un mañana y un mediodía, un superhombre.
El superhombre:
El superhombre, representado con la figura del niño en las tres transformaciones, es en Nietzsche el camino hacia la superación,
representa el acontecer del espíritu, es decir, el nuevo comienzo, el “decir sí”. Se antepone a la figura del último hombre, que
representa al nihilismo más decadente, el nihilismo pasivo, donde el hombre es prudente, ya no lucha por su deseo, donde “todos
desean lo mismo, todos son iguales”. La igualdad es duramente criticada por Nietzsche, ésta es para él un signo de debilidad, que
implica la aceptación de ciertos impuestos (morales, religiosos, etc.) que llevan al hombre a una posición cual la del rebaño, que es
guiado y dirigido ignorantemente por el pastor, sin conocer en sí su verdadera meta. Esta crítica junto con la de la voluntad de
poder, representan una crítica a la ética.
Las tres transformaciones del espíritu:
Zaratustra presenta tres metamorfosis del espíritu: el espíritu en camello, el camello en león, y el león en niño. La primera figura, la
del camello, representa al nihilismo pasivo, y la representa con un camello porque éste es un animal de carga, que cuál el espíritu
vigoroso pide más carga para demostrar su vigor, humillándose a sí mismo. Sin embargo, el camello se transforma luego en león,
que representa al nihilismo activo, buscando conquistar la libertad y zafarse de las cadenas de los valores morales que se le
imponen, los cuales se representan a manera de su peor enemigo, el dragón. El dragón, como tales valores, representa el “tú
debes”, mientras que el león, representa los deseos del espíritu, el “yo quiero”. Finalmente, es necesaria una transformación más
del espíritu, ya que el león, a pesar de ser muy poderoso, carece de la capacidad creativa para la superación personal, entonces la
tercera figura es la del niño, que representa ni más ni menos que al superhombre. Esta última es un niño, porque el niño “es
inocente y olvida; es primavera y un juego”, ya no le importan los valores impuestos, ya se ha librado de ellos, ya no necesita
imponerse, ahora quiere crear, establecer su propia voluntad.
El nihilismo y la muerte de Dios:
Nietzsche hace una importante crítica a la cultura, y sostiene que “Dios ha muerto y el hombre con él”; con esto hace referencia a
que la sociedad de su época, aunque en la actualidad se siga dando, se han perdido, o vale decir, desvalorizado los valores
supremos. Este estado en el que ha caído el hombre, donde le falta su finalidad, lo denomina “nihilismo”, y distingue dos clases de
nihilismo: el pasivo, el cual entiende como un signo de debilidad, donde toda creencia, que él entiende como un “tener por
verdadero”, se ha perdido, resulta inadecuada, y la fuerza del espíritu se encuentra agotada; y el nihilismo activo, en el cual el
espíritu rebosa de fuerza, en cuanto fuerza destructiva, porque intenta luchar contra los valores supremos, pero es insuficiente como
para construir nuevas metas, un nuevo “para qué”, una fe. Al nihilismo pasivo, Nietzsche lo entiende como un ocaso, y sostiene
que tiene que haber un ocaso, para que haya un mañana y un mediodía, es decir, que sin nihilismo pasivo, no habrá una fuerza que
derrumbe los antiguos valores y construya unos nuevos.
Crítica al racionalismo, crítica del yo, del sujeto y la verdad:
Respecto al racionalismo, señala Nietzsche que la afirmación pos-platónica de que el mundo existe “en sí”, no es justamente
fundamentada, de hecho, la tilda de absurda, y critica tanto a las posturas más racionalistas, que sostienen la existencia de un
mundo verdadero y uno aparente, como aquellas empiristas que sólo trabajan el mundo de la apariencia. Respecto al mundo
verdadero, Nietzsche dice que no es más que “una mera ficción hecha de puras cosas fingidas” creada para justificar que
entendamos al mundo subjetivamente, esto último, no garantiza en absoluto que un mundo objetivo sea posible. Al derribar la
existencia de un mundo objetivo, cae la noción de mundo aparente, porque aquellas posturas que se basan en la interpretación
afirman la existencia “en sí” de un sujeto interpretante, a lo que Nietzsche propone el entender al interpretar mismo como un
proceso, un devenir, impulsado por la voluntad de poder.
En base a lo anterior, las verdades son para Nietzsche creaciones de la interpretación que los hombres utilizamos de modo
instrumental para vivir en tranquilidad y mantenernos atados a nuestra forma de vida, sin ellas nos es imposible concebir el mundo
como tal. Por esto, en lo que Gianni Vattimo denomina una crítica al progreso, Nietzsche propone “soñar sabiendo que se sueña”,
“ser poetas de nuestra propia vida”, es decir, ser concientes de que somos instrumento de nuestra voluntad de poder y vivir en un
tiempo circular, un eterno retorno, que implica vivir cada instante de manera que deseáramos vivirlo eternamente.
El cuerpo y la razón, yo y sí mismo:
En “de los despreciadores del cuerpo”, Nietzsche habla de dos razones, una gran razón y una pequeña razón. La pequeña razón,
representa al cogito cartesiano, al yo conciente, que siente y piensa. Sin embargo, para Nietzsche, esta pequeña razón se encuentra
bajo la voluntad del sí-mismo, la gran razón. Ésta, que representa al cuerpo, es la verdadera voluntad de los hombres, es la que,
por ejemplo, le dice al yo: “sufre aquí”, y el yo sufre y reflexiona sobre cómo dejar de hacerlo, y su deseo, es el de crear, crear por
encima de sí.
La voluntad de poderío:
La voluntad de poder, es la fuerza con la que el sí-mismo, la gran razón, impulsa al yo, la pequeña razón. La voluntad de verdad, la
búsqueda de ella, no son más que manifestaciones de la voluntad de poder, también lo es la interpretación. Dice Nietzsche que la
creencia en que la voluntad de verdad es una potencia moral, es equivocada, ya que para poder establecer una “metodología de la
investigación metafísica”, es necesario primero superar los prejuicios morales, por lo que esta voluntad representaría una “victoria
sobre la moral”. Hace entonces con esto último, una crítica a la ética.
El perspectivismo:
La otra gran crítica que hace Nietzsche, es la crítica del yo. Él sostiene que las posturas metafísicas pos-platónicas han tergiversado
la cuestión de la verdad llevándola a una discusión en torno a los conceptos de “sujeto” y “objeto”, y resume en que se trata
simplemente de que “cierta especie animal no prospera sino bajo el imperio de una justeza relativa de sus percepciones y con la
regularidad de éstas”. Por ello dice que no conocemos ningún hecho en sí, sólo hay interpretaciones, y éstas son subjetivas,
relativas, pero hace una importante aclaración: que sean subjetivas no implica necesidad alguna de un sujeto interpretante, una
inferencia como la que hace Descartes de que, si piensa, hay algo que piensa a priori, no es más que un hábito gramatical que
atribuye la acción a un autor.
Relación con W. James, el tema de la verdad:
La concepción pragmatista de la verdad de William James, resulta un tanto similar a la noción que tiene Nietzsche, para este
último las verdades son ficciones, interpretaciones, productos de la voluntad de poder, que el hombre crea para poder manejarse
con comodidad y tranquilidad por la vida, mientras que para el primero, la verdad es tal en tanto y en cuanto me sea útil y no vaya
en contra del “bienestar común”. La similitud entre estas nociones de verdad, es que en ambas no hay verdades absolutas, éstas se
ajustan a la necesidad del intérprete, y su diferencia, es que para Nietzsche, la verdad es un producto de la voluntad de poder, del
deseo individual, y jamás dice que deja de serlo por ir en contra de un “bienestar común”, lo cual no implica que éste
necesariamente este en contra de tal bienestar, simplemente no lo menciona.
Relación con Descartes, Hume y Kant, el tema del sujeto:
Las nociones de sujeto de Kant y Descartes, claramente difieren en su totalidad con Nietzsche, ya que éste, como antes vimos,
critica duramente la existencia de un yo intérprete, sin embargo la noción en Hume, guarda cierta similitud, ya que para éste, el
sujeto no es más que un sujeto asociacionista el cual no es perceptible a través de las percepciones sensoriales, sólo puede ser
“apercibido” en cada percepción y la noción del yo es una ficción, creada en base a percepciones. Para Nietzsche, no hay un sujeto
asociacionista, sino una voluntad de poder, y no hay percepciones sensoriales, sino interpretaciones de la voluntad de poder,
aunque en sí, en lo demás es bastante similar.
N: sujeto trascendental, superhombre k: sujeto moral
N: autonomía
k: autonomía kantiana, nos damos nuestra propia ley, pero es ley universal
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