Obrar: la voluntad de Padre

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Compartir algo de nuestra vida
Jesús habla de su unión íntima con el Padre; es lo único que testifican sus
obras. No mide la eficacia de su misión por lo elogios o por la gloria que viene de
los hombres. Miremos un poco nuestra realidad personal, social. ¿No dependemos excesivamente de las alabanzas, del reconocimiento y de la gloria humana?
En medio de esta situación, la palabra de Dios nos interpela: “¿Cómo van a
creer ustedes, si lo que les preocupa es recibir honores los unos de los otros y
no se interesan por el verdadero honor que viene del Dios único?
Comentemos esta pregunta de Jesús, comparándola con la realidad que vivimos.
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Leer y meditar el texto del Evangelio: Juan 5, 19-47
Jesús les dirigió la palabra: «En verdad les digo: El Hijo no puede hacer nada
por su cuenta, sino sólo lo que ve hacer al Padre. Todo lo que haga éste, lo hace
también el Hijo.
El Padre ama al Hijo y le enseña todo lo que él hace, y le enseñará cosas
mucho más grandes que éstas, que a ustedes los dejarán atónitos. Como el
Padre resucita a los muertos y les da la vida, también el Hijo da la vida a los que
quiere. Del mismo modo, el Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al
Hijo la responsabilidad de juzgar, para que todos honren al Hijo como honran al
Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo ha enviado.
En verdad les digo: El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, vive de vida eterna; ya no habrá juicio para él, porque ha pasado de la muerte a la vida. Sepan que viene la hora, y ya estamos en ella, en que los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la escuchen
vivirán. Así como el Padre tiene vida en sí mismo, también ha dado al Hijo tener
vida en sí mismo. Y además le ha dado autoridad para llevar a cabo el juicio,
porque es hijo de hombre.
No se asombren de esto; llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán mi voz. Los que obraron el bien resucitarán para la vida, pero los que
obraron el mal irán a la condenación. Yo no puedo hacer nada por mi cuenta,
sino que juzgo conforme a lo que escucho; así mi juicio es recto, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad de Aquel que me envió. Si yo hago de testigo en
mi favor, mi testimonio no tendrá valor. Pero Otro está dando testimonio de mí, y
yo sé que es verdadero cuando da testimonio de mí. Ustedes mandaron interrogar a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Yo les recuerdo esto para bien de
ustedes, para que se salven, porque personalmente yo no me hago recomendar
por hombres. Juan era una antorcha que ardía e iluminaba, y ustedes por un
tiempo se sintieron a gusto con su luz. Pero yo tengo un testimonio que vale más
que el de Juan: son las obras que el Padre me encomendó realizar. Estas obras
que yo hago hablan por mí y muestran que el Padre me ha enviado. Y el Padre
que me ha enviado también da testimonio de mí. Ustedes nunca han oído su voz
ni visto su rostro; y tampoco tienen su palabra, pues no creen al que él ha enviado. Ustedes escudriñan las Escrituras pensando que encontrarán en ellas la vida
eterna, y justamente ellas dan testimonio de mí. Sin embargo ustedes no quieren
venir a mí para tener vida. Yo no busco la alabanza de los hombres. Sé sin embargo que el amor de Dios no está en ustedes, porque he venido en nombre de
mi Padre, y ustedes no me reciben. Si algún otro viene en su propio nombre, a
ése sí lo acogerán. Mientras hacen caso de las alabanzas que se dan unos a
otros y no buscan la gloria que viene del Único Dios, ¿cómo podrán creer? No
piensen que seré yo quien los acuse ante el Padre. Es Moisés quien los acusa,
aquel mismo en quien ustedes confían. Si creyeran a Moisés, me creerían también a mí, porque él escribió de mí. Pero si ustedes no creen lo que escribió
Moisés, ¿cómo van a creer lo que les digo yo?»
1. ¿Qué actitudes y obras de Jesús demuestran su semejanza y obediencia al Padre?
2. ¿Cuál es la imagen de Dios que transmite Jesús y cuál los legisladores?
3. ¿De dónde saca Jesús fuerza y luz, en medio de los conflictos, para realizar su misión, como obediencia al Padre y fidelidad a las necesidades
de su pueblo?
4. ¿Cuándo y cómo buscamos la luz y fuerza para vivir nuestra misión en
obediencia al Padre, como Jesús la vivió?
Una ayuda para el grupo
El texto nos trae el discurso sobre la obra de Jesús, el Hijo de Dios. Es una
explicación del signo de la curación del enfermo en la piscina de Betesda. Está
directamente ligado a la respuesta de Jesús a los judíos, que lo acusaban de
curar en sábado: “Mi Padre no cesa nunca de trabajar; por eso yo trabajo también en todo tiempo”
En la raíz del conflicto entre Jesús y los judíos está la imagen de Dios. Jesús, a través de sus palabras y obras, nos muestra a Dios como Padre. Un Dios
Amor, que está siempre activamente comprometido en la liberación de todos los
marginados. Por eso, su práctica era liberadora, evangelizadora y reveladora del
amor con que el Padre ama al Hijo. Sus enemigos creían en un Dios legislador y
por eso tenían una práctica religiosa legalista que oprimía en lugar de liberar a
las personas.
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Leer y meditar textos de Teresa de Jesús: F 5, 6.10, 13
Teresa interrumpe el relato de las Fundaciones para dar algunos
avisos sobre cosas de oración: la sustancia de la perfecta oración
no está en pensar sino en amar y en conformar nuestra voluntad
con la de Dios.
Fundaciones 5, 6.10.13
¡Oh, Señor, cuán diferentes son tus caminos de nuestras torpes imaginaciones, y cómo de una persona que está ya determinada a amarte y dejada en tus
manos no querés otra cosa, sino que obedezca y se informe bien de lo que es
más servicio tuyo y eso desee! No necesita ella buscar los caminos ni escogerlos, que ya su voluntad es tuya. Vos, Señor mío, tomás ese cuidado de guiarla
por donde más se aproveche.
En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos interiores
ni en grandes visiones ni en espíritu de profecía; sino en estar nuestra voluntad
tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa entendamos que quiere, que no
la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso
como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su Majestad. Esto parece dificultosísimo; no el hacerlo, sino este contentarnos con lo que contradice totalmente
nuestra voluntad, conforme a nuestro natural; y así es verdad que lo es. Mas
esta fuerza tiene el amor, si es perfecto: que olvidamos nuestro contento por
contentar a quien amamos. Y verdaderamente es así, que, aunque sean grandísimos trabajos, entendiendo contentamos a Dios, se nos hacen dulces. Y de
esta manera aman los que han llegado aquí las persecuciones y deshonras y
agravios. Esto es tan cierto, y está tan sabido y llano, que no motivo para detenerme en ello.
Hacer mi voluntad una con la de Dios. Esta es la unión que yo deseo y querría en todas, que no unos embebecimientos muy regalados que hay, a quien
tienen puesto nombre de unión. Y será así, siendo después de ésta que dejo
dicha. Mas si después de esa suspensión queda poca obediencia y propia voluntad, unida con su amor propio me parece a mí que estará, que no con la voluntad de Dios. Su Majestad sea servido de que yo lo obre como lo entiendo.
1. ¿Qué relación vemos entre los dos textos?
2. ¿Qué aspecto agrega el texto de Teresa?
3. ¿A qué nos invita lo que escuchamos y compartimos?
Lectura orante del Evangelio y de Teresa
-6Obrar:
La voluntad del Padre
“Las obras que el Padre me encomendó”
(Jn 5, 19-47)

“Hacer mi voluntad una con la de Dios”
(F 5, 6.10.13)
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