“La vida es una tragedia cuando se la ve en primer plano y una

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Macarena Brechner Vega
Segismundo y Hamlet: entre la acción y la melancolía
Una mirada comparada
Por Macarena Brechner Vega
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“La vida es una tragedia cuando se la ve en primer plano y
una comedia cuando se la mira desde lejos” (Charles
Chaplin)
“La vida es una comedia, el mundo teatro, los hombres
representantes, Dios el autor; a Él toca repartir los
personajes y a los hombres representarlos bien” (Quevedo,
Epicteto y Focílides en español con consonantes)
El objetivo de este análisis es, hacer una comparación entre dos obras, con el fin
de dar cuenta del hombre melancólico y las consecuencias que trae la misma en su
actuar.
Inspirará mi estudio ciertas obras cumbres del pensamiento ingles y español: el
drama “Hamlet” (Shakespeare, 1601), y el drama barroco: “La vida es sueño” (Calderón
de la Barca, 1635). A su vez me basaré en textos de Freud, como ser “Duelo y
Melancolía” como así también “Hamlet o Hécuba” de Carl Schmitt, “Espectros de
Marx”, de Jacques Derrida, “la melancolía” de Aristóteles, y “Hamlet un caso clínico”,
de Jacques Lacan.
Se ofrecen como visibles, en las dos obras principales que condicionan mi
estudio, juegos entre la vida-la muerte, el poder del dominante y de los dominados, los
homicidios y fratricidios reales, los parricidios posibles, horrores que provoquen la
catarsis y finalmente la comprensión y la autorealización.
Las obras constituyen una reflexión sobre la precariedad y fragilidad de la vida y
del bien. Exponen la finitud de la existencia ante lo impredecible de la muerte. Sin
embargo, es en ambas donde se plantea la existencia de un conflicto, en “la Vida es
sueño” el conflicto se resuelve bien: el hijo vence al padre. En Hamlet, el conflicto se
resuelve mal: el padre, en forma de espectro, termina venciendo al hijo.
Es así que queda expuesto el drama, es decir una determinada articulación entre
la tragedia y la comedia. Pues quedan entrelazados determinados juegos de palabras
cómicos con la irresolución del conflicto y el proceso reflexivo propio del personaje
principal, en busca de darle fin.
Ambos autores se jactan de utilizar de manera abusiva metáforas, y a su vez una
figura típicamente barroca como es el retruécano, (juego de palabras, con ambigüedad
intencionada) .Durante toda la obra se dan indeterminaciones en el sentido de las
palabras generando la posibilidad de poder leerlas de dos modos diferentes; se habla
rebuscado o se juega con el equivoco. Es así que uno de los grandes temas de Hamlet
será la palabra y la existencia de desentendidos y confusión.
Muchos de estos juegos son utilizados en los momentos de mayor dramatismo, y
a su vez esconden tras sí, un sentido político.
Queda expuesto, como el lenguaje esta fuera de quicio al no haber acuerdos
universales sobre los significados de las palabras (podríamos afirmar que son tragedias
del lenguaje). El mismo, constituirá el espacio posible para el malentendido, el engaño
y la ambigüedad. Al no haber universalidad del sentido, no hay por lo tanto
organización del Estado, un orden hegemónico, ni una Historia oficial (definición
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impuesta a todos y obligatoria, por medio de un contrato); se lucha por la primacía de
determinado significado, generando un estado de naturaleza de perpetua guerra de
todos contra todos, ya que nadie logra entenderse.
Sintetizando, la indecisión en tanto el sentido, determina la imposibilidad de
Soberanía.
Notemos que en el final de la obra, tras la entrada de Fortinbrás, y su pedido de
“sacar los cadáveres”, se da inicio a la Política en términos Modernos (los cadáveres
serán condición sine que non, para dar inicio al imperio de la ley). Restaura el orden,
(que descasará en la construcción de una versión oficial compartida por todos los
sujetos), erigiéndose él mismo, como sujeto soberano y responsable del advenimiento
de un sentido unívoco y universal, allí donde no lo había.
De este modo, queda demostrado que las alegorías y los retruécanos de las obras,
son también reflejo de la indecisión, del caos, y de la fragmentación.
“Hamlet, príncipe de Dinamarca”, y “La vida es sueño” se erigen como obras
cumbres; (grandes alegorías) que denotan el pasaje “de la teocracia a la polis”1, es decir,
denotan la transición hacia el modo de producción capitalista, hacia el Estado Moderno
y el imperio de la ley, y hacia la sociedad Burguesa.
A su vez, los autores se dan el privilegio de crear “neologismos”, es decir, de
inventar palabras: por ejemplo “Segismundeasteis”. Insisto aquí, en las reciprocas
influencias y relaciones entre el gran dramaturgo ingles y la literatura española, de ahí
que podemos notar las analogías hispano-shakespearianas.
Finalmente, no debemos olvidar de decir, que los autores, plantean a la vida y la
muerte como dos caras de una misma moneda: todo lo que nace sabe que
inevitablemente va a perecer. En el origen de la vida, está la muerte.
Para comenzar con el desarrollo del análisis debemos afirmar, que en “la Vida es
sueño”, dos temas están estrechamente ligados: el del libre Albedrío y el del conflicto
de la existencia humana, entre la realidad y el sueño. Cuestiones las dos, que incentivan
al personaje a reducirlo a un estado de perpetua melancolía, y de duda: ¿se encuentra
viviendo la realidad, o es simplemente un sueño?
Queda desde un principio planteado el conflicto entre la realidad y el sueño,
entre la Voluntad de Dios en cuanto al destino de los hombres, y la libertad de toda
cadena a la hora de optar actuar acertadamente y elegir libremente.
Esto trae a colación, el famoso mito Platónico de la “Caverna”, donde se
encuentra el hombre encadenado de pies y manos, de manera que solo logra percibir
apariencias a través de las sombras proyectadas en la pared. Incrédulo piensa que esa es
la verdadera realidad, sin pensar en lo que le aguarda en el exterior al romper con sus
ataduras:
“Represéntate a unos hombres encerrados en un especia de vivienda subterránea en
forma de Caverna, cuya entrada, abierta a la luz, se extiende en toda su longitud. Allí
desde su infancia, los hombres están encadenados por el cuellos y las piernas
(…).Detrás de ellos a cierta distancia y a una cierta altura, hay un fuego cuyo
resplandor los alumbra, y entre es fuego y los cautivos se extiende un camino
escarpado, a lo largo del cual imagina que se alza una tapia semejante al biombo que
los titiritero levantan entre ellos y los espectadores y por encima del cual exhiben sus
fantoches”(…)2.
Gruner, “El estado pasión de multitudes: Spinoza versus Hobbes, entre Hamlet y Edipo”,Ed CLACSO,
2000, Cáp V, Pág 145.
2
Platón, La Republica, Ed. Eudeba,, 1998, Cáp. VII, Pág. 439
1
2
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“es indudable- proseguí- que no tendrán por verdadera otra cosa que no sea la sombra
de esos objetos artificiales”3
La libertad de esas cadenas y su ascenso al mundo real, será un camino tortuoso
y doloroso, lleno de “quejas y gritos de cólera”, pero que finalmente logrará darle al
hombre una visión verdadera. Me atrevo aquí a decir, que la liberación de las cadenas,
en Segismundo (como así también en Hamlet) tendrá por motor, a la misma melancolía
y a la duda. Será de este modo un camino tortuoso que los llevará a libertad.
Según el psicólogo social y filólogo alemán, Gerhard Maletzke, “todos nos
volvemos sentimentales, sensibles, quejumbrosos, al ser privados de nuestras
posibilidades de acción…La incapacidad de actuar puede repentinamente provocar la
sentimentalidad”
Es entonces el hombre una universalidad, una totalidad (incompleta), donde en
su interior se encuentra una contradicción entre el deseo de actuar y algo que lo cohíbe
cuando llega su hora.
La actitud de Segismundo (violenta, colérica y vengativa) suele ser comparada
entonces con la de Hamlet shakesperiano. Pero si el rasgo del príncipe de Dinamarca, es
el escepticismo y el desencanto, Segismundo no puede dudar de la realidad de la otra
vida y ve en la muerte un seguro despertar. Es así que entonces se considerará a la
muerte como un despertar para la vida de ultratumba, para la resurrección. Se tomara
entonces el concepto de la vida como sueño, del cual se despierta en la Eternidad.
Propio del Barroco, el mundo en su totalidad se trasformó en una escena teatral.
“El hombre activo de esta época se veía a si mismo sobre un proscenio frente a
espectadores, y se entendía a sí mismo y su actividad en la teatralidad de su obrar”.4
Paralelamente, podemos notar que se concibe en ambas obras la alegoría de la
vida como una obra de teatro (“El gran teatro del mundo”). Se plantea entonces que: el
escenario es el mundo, los actores los hombres, y lo que se representa es la vida. De ser
así, existirá cierta semejanza entre esta última y el teatro.
Ambos tienen carácter transitorio y dinámico, se ve movimiento y cambios de
apariencia. A su vez se dan gusto por los contrastes y los opuestos, la oposición
oscuridad y claridad, el lenguaje elevado y el chascarrillo.
Queda de esta manera planteada, a la vida como una obra de teatro representada:
Segismundo es espectador de los que sucede en el “gran teatro del mundo”. Si lo que
sucede es real, o no, se justificara en que el cambie de actitud o persevere en ella. La
vida queda así establecida como una comedia, y los hombres los representantes de la
obra, Dios será el autor.
SEGISMUNDO:”(…)Salga a la anchurosa plaza
Del gran teatro del mundo
Este valor sin segundo (…)”
BASILIO “(…) teatro funesto es, donde importuna
Representa tragedias la fortuna (…)”
3
4
Platón, La Republica, Ed. Eudeba., 1998, Cáp. VII, Pág. 440
Schmitt, “Hamlet o Hécuba: la irrupción en el tiempo en el drama.”Universidad de Murcia, 1993.
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Hamlet también tiene una estructura teatral o ficcional del mundo, de la vida y
de la verdad. Hay también una fuerte presencia de los verbos: “to be, to play, to show”.
HAMLET:”El drama es el lazo
En el que atraparé la conciencia del rey” (II, 2, Pág.88)
HAMLET:” Esta noche en presencia del rey se representará una pieza
Una de cuyas escenas tiene un cierto parecido con las circunstancias
De la muerte de mi padre, que ya te he referido” (III; 2, Pág.96)
Notamos que en la comedia analizada, existe la influencia de la astrología en la
conducción política (es así que se le recomienda a Segismundo que sea humilde, porque
quizás su súbito encumbramiento no ocurra en la realidad, sino sea ilusión de un sueño).
Siendo Basilio, el rey de Polonia y padre del encarcelado Segismundo, y Hamlet
padre, rey de Dinamarca, son quienes representan el poder absoluto del reino en sus
excesos y limitaciones, pero también el poder del pater familias. Queda, de esta manera
unido el poder paterno al político.
De este modo, en ambas obras, serán los padres (ya sea en la forma de espectro o
de persona real de carne y hueso) los que se convertirán en custodios del honor y los
que determinarán el destino de sus hijos. (No debemos dejar de tener en cuenta, el
hondo sentimiento filial experimentado por Shakespeare, al escribir Hamlet, ante la
muerte del su padre).
El honor y la venganza serán los motores que inician la acción.
Es Hamlet, quien no quiere cumplir con la orden de su padre. Citando a Derrida
" Hamlet (…) maldice su propia misión, el castigo que consiste en deber castigar,
vengar, ejercer la justicia y el derecho bajo la forma de represalias (…)”5
Sus reflexiones éticas lo llevan a la inacción y la duda. Sin embargo, moralmente
se ve ante la necesidad de cumplir con el deseo de honor y venganza que clama el
espectro. Al final, terminará muriendo por los valores del rey, a pesar de que él mismo,
no desee ser lo que su padre le pide; un asesino. En tanto Segismundo, por su parte, no
quiere cumplir con los augurios que le dispone el destino y confirma su padre, los
desafía, pero con el fin de obrar mejor, “ya que obrar bien es lo importante”
SEGISMUNDO dice: “Que estoy soñando, y que quiero
Obrar bien, pues no se pierde
El hacer bien, aun en sueños. (…)”
“Mas, sea verdad o sueño,
Obrar bien es lo que importa:
Si fuere verdad por serlo;
Sino por ganar amigos
Para cuando despertemos. (…)”
En la modernidad, el conflicto y la lucha política toman como escenario la
propia alma del sujeto, haciéndolo dudar.
Derrida, Jacques. “Espectros de Marx El estado de la deuda, e l trabajo del duelo y la nueva
internacional”, Ed. Trotta, 2003, Pág. 34
5
4
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En su interior, en el propio corazón atormentado, en la subjetividad dividida y
“fuera de quicio”, se presenta una agónica lucha entre sistemas de valores diferentes,
como ya hicimos notar en párrafos anteriores. Uno representado por la medievalidad (de
sus padres -lo medieval residirá en la concepción barroca del hombre que incluye la
confrontación con la muerte y en la moral de la venganza y de la honra-) y por otro
lado la modernidad (los hijos). Será un conflicto entre morales antagónicas que llevan a
una resolución, como hemos visto, no pacífica (en Hamlet); pacífica (en Segismundo).
Rinesi asevera que se plantea “un desquicio moral de las almas, torturadas y
escindidas” que llevan a los personajes a tener que “convivir y pertenecer
simultáneamente con las dos épocas, los dos mundos”.
En Hamlet convivirán de manera tensionada dos roles: el del vengador
apasionado y perseverante y el del crítico sagaz, irónico y reflexivo. Es así que
podemos observar diálogos internos entre un Hamlet aparentemente loco y uno
moralizador y sentencioso.
Las consideraremos entonces a dichas obras, tragedias “de los valores” ya que
llevan al sujeto a pensar con responsabilidad y eticidad los efectos y consecuencias que
trae un hecho tan trágico como la venganza. Y tragedias “de la acción” porque se duda
actuar hasta el final de la obras, se peca de pasividad y prudencia, ya que actuar será
sinónimo de asesinar…
La melancolía
El Mito de la melancolía:
Popularmente, en el siglo XVII, se creía que era una enfermedad ligada a lo
físico. La palabra se ubica por primera vez en dentro de la teoría de los cuatro humores
o Humorología, explicando que la melancolía no es un estado psíquico de desanimo
ante los fenómenos de la existencia, sino mas bien algo que puede situarse en algún
lugar de la estructura del cuerpo y que es el resultado de la sangre estropeada por la
bilis y la flema. Esto se va a manifestar en: falta de apetito, desaliento, insomnio,
malestar, accesos de ira, creando así una disposición anímica .En esta teoría, la
melancolía, surge de los movimientos anormales de la bilis y de su color negruzco.
Se formularon entonces, modos para resolverlo, prevenirlo o curarlo por
ejemplo a través de operaciones o sangrías.
Aquellos aquejados por esta enfermedad se caracterizan por ser personas
obsesivas, que por momentos desprecian la vida, y anhelan la muerte. Subsumidos bajo
una profunda tristeza, física o moral, quien la padece no siente gusto, placer ni
diversión. Son de caracteres astutos, iracundos, tímidos, tristes, industriosos y geniales.
El tema remonta a Aristóteles. Es en el problema XXX donde queda relacionada
la genialidad con la melancolía. Será él mismo, quien sostenga que éstos son seres
extraordinarios, que no se comparan con el común de los mortales y que pueden llegar a
ser geniales.
El melancólico es extraordinario por que tiene una disposición natural a la
concentración reflexiva. Es una estructura misma del genio creador; como motor para la
acción pero también como límite, como posesión de un deseo y, a la vez, la incapacidad
de satisfacerlo. Retorna entonces a la problemática de la primera relación libidinal con
la persona amada real o ideal ( la madre, en el caso de Hamlet o la libertad, en el caso
de” La vida es sueño”)
5
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” ¿Por que los hombres excepcionales, en la filosofía en la política, o en las artes, son
ostensiblemente melancólicos, algunos al grado de padecer males provocados por la
bilis negra? (Aristóteles De la melancolía; problema XXX, El genio y la melancolía)
“muchas de esas personas padecen trastornos de resultas de esa clase de mezcla en el
cuerpo; algunas tienen solo una clara tendencia natural a esas afecciones, pero, por
decirlo brevemente, todas son, como ya se ha dicho, melancólicas por constitución.
Para descubrir el por qué hemos de empezar sirviéndonos de una analogía; es
manifiesto que el vino, tomado en gran cantidad, produce en todos los hombres unas
características muy semejantes a las que atribuimos a los melancólicos” (Aristóteles
De la melancolía; problema XXX, El genio y la melancolía)
Sin embargo, y por su parte Platón también plantea el tema y afirma:
“Pues si las flemas ácidas y saladas de este o sus humores amargos y biliosos, vagan
por el cuerpo sin encontrar salida exterior, ruedan de un lado al otro y mezclan el
vapor que expiden con la revolución del alma, de modo que dan lugar a múltiples
enfermedades (Platón, Timeo Pág. 247e)
Del mismo modo, encontramos definiciones de la melancolía como problema
clínico que desemboca, por un lado, en la idea actual de depresión. El psicoanálisis, por
cierto, acepta los melancólicos, ya que nunca se engañan. Freud afirmará que la
melancolía plantea diversas formas clínicas.
Se caracteriza por “un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación
del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de
todas las funciones y la disminución de amor propio,”6 o sea que existirá un
empobrecimiento del yo.
El sujeto se reprocha amargamente, se insulta y se acusa a sí mismo, delira en
la espera de cierta repulsa o castigo, se considera indigno de toda estimación, se humilla
frente al otro y se siente incapaz de rendimiento valioso, por lo que se considera
moralmente condenable. Compadece a los que se ubican en su alrededor por estar
ligados a una persona tan despreciable.
Con respecto a esto y justificando lo anteriormente afirmado, Freud dirá “Que
esta valoración de si propio, es análoga a la que el príncipe Hamlet se aplicaba y
aplicaba a todos los demás”.
Tiene el deseo de comunicar a todos sus defectos, como si en el hecho de
rebajarse, encontrara satisfacción. Atormenta a los que ama, por medio de la
enfermedad (o en Hamlet a través de su supuesta locura) y se refugia en la misma como
modo de no tener que demostrar directamente su hostilidad y su odio.
El sujeto melancólico extiende su autocrítica al pasado, se empequeñece, se
percibe como un ser egoísta, deshonesto, carente de ideas, incapaz de amor y
preocupado siempre por ocultar sus debilidades. A esta caracterización tan extrema se
la completa con insomnio, y el rechazo a alimentarse (síntomas propios de Hamlet).
Se constituye así, una reacción frente a la perdida real o ideal del objeto amado,
es decir que la causa de la melancolía será la misma pérdida. Los reproches con los que
el melancólico se abruma corresponden a la otra persona, al objeto erótico ausente.
Ante la imposibilidad de canalizar sus reproches (ya que se pierde al ser amado),
se ven vueltos contra el propio yo. Queda expuesto entonces, que una parte del yo, se
6
Freud, “Duelo y Melancolía,”Obras completas, Volumen II, ED. Orbis, S.A.
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enfrenta a la otra, y la valora críticamente, como si ésta la tomara por objeto. El yo
vueltose hacia si mismo, se humilla y se encoleriza. Se plantea en aquel momento, un
conflicto por ambivalencia, siendo el mismo el motor de la duda.
Sin embargo, y a pesar de todo, son personas lúcidas y despejadas; son sabios.
Esto concuerda perfectamente con la idea aristotélica de melancolía. Los melancólicos
encierran dentro de su tristeza, la capacidad de una profunda dicha, que tiene estrecha
relación con el conocimiento.
En un pasaje culmine de “Duelo y Melancolía”, Freud sintetiza lo anteriormente
expuesto refiriéndose a “que al principio existía una elección del objeto, o sea un
enlace de la libido a una persona determinada. Por la influencia de una ofensa real o
un desengaño, inferido por la persona amada surgió una conmoción de esta relación
objetual, cuyo resultado no fue normal, o sea una sustracción de la libido de este objeto
y su desplazamiento hacia uno nuevo”. En el caso de Hamlet y en el de Segismundo, la
libido libre no fue desplazada y encauzada hacia otro objeto, sino retraída a las
profundidades del yo.
Segismundo considera como la base esencial de su actitud melancólica: el
desengaño. La amargura de un mundo donde las utopías no pueden pasar de ser sueños,
lo lleva inevitablemente a un estado reflexivo, de pura intelectualidad e interioridad. A
pesar de ello, podemos notar que en el desarrollo de la obra existe, un Segismundo que
parece un Hamlet: dudando, buscando el control de su propia fiereza, reflexionando
sobre sí mismo y sobre la condición humana.
Es así que la melancolía nace cuando nos damos cuenta de la vanidad de nuestra
vida, cuando percibimos la inutilidad de los vacuos placeres, cuando el mundo pierde
color. Nada nos atrae ya, y todo se vuelve gris. El hombre se transforma en uno
hastiado, aburrido, se queda en lo inmediato, y no logra el disfrute, se empobrece en
alma y cuerpo y no encuentra salida.
Kierkegaard afirma que la melancolía es la” madre de los todos los pecados”, es
el “estigma del hombre que no quiere nada ni profunda ni sinceramente”; una
enfermedad. Sabemos que para él, la melancolía está sumergida en "el abismo de la
profunda desesperación", es decir que el sujeto está desgarrado entre el deseo de
absoluto y el objeto inasible que le corresponde.
Para salir de esta situación es necesario, “saltar”, entrar en acción, decidir, salir
de este estado desesperante, terminar con este estado dubitativo de pura meditación y
contemplación. Solo teniendo una pasión, un móvil, un amor, podemos volver al mundo
de la posibilidad, de la acción, y de la praxis.
Dicho sujeto que es totalidad, busca lo absoluto, la plenitud y al no encontrarlo
se melancoliza y decepciona. Es así que el hombre melancólico duda. Con respecto a
esto dice Kierkegaard: “la duda es la desesperación del espíritu, la desesperación es la
duda de la personalidad (...) La duda descansa en la diferencia, la desesperación en lo
absoluto”.
En Hamlet y Segismundo la melancolía surge en la extrañeza al padre. Es ante
esta situación, que los personajes deben elegir entre ser los inventores y ejecutores de su
propio destino, o responder a la voluntad de la figura paterna. Aquí es donde el sujeto
decide entre ambas posibilidades, constituyéndose como los dos extremos de la duda.
Un ejemplo de ellos es cuando vuelven a prisión a Segismundo, dormido con un veneno
(tema recurrente en ambas obras), y tras despertar duda de su experiencia anterior, lo que
da pie a Calderón de la Barca a introducir el tema de la vida como un sueño
Queda entonces planteado una confrontación y un conflicto entre el mundo
interior melancólico y un exterior no melancólico, que lleva a la exacerbación de la
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enfermedad. Se produce un quiebre “psicológico” entre lo endógeno y el mundo que lo
rodea, o el cosmos.
Sin embargo, Segismundo logra superar la escisión. Ejemplo de ello es cuando
en el final de la obra, se supera interiormente, llenando la vida de sentido y decide poner
fin a ese estado melancólico dándose para sí mismo, libertad y responsabilidad. Esto lo
notamos en frases como:
“(…) Y cuando no sea, el soñarlo solo basta, pues así llegue a saber que toda la dicha humana,
en fin, pasa como un sueño, y quiero hoy aprovecharla, el tiempo que durare :pidiendo de
nuestras faltas perdón, pues de pechos nobles es tan propio el perdonarlas”.
Toma finalmente la decisión de "obrar bien”, perdona a su padre y alcanza la tan
ansiada libertad, convirtiéndose en un "ser éticamente responsable".
En tanto Hamlet, lo somete el deseo de suicidarse, se angustia, duda, lo inunda la
incertidumbre, es atormentado por voces que logran ponerlo fuera de sí. Se convierte en
un moralizador sentencioso e insoportable, un verdadero “malcontent”.
Paralelamente, sufren ambos de confusión en cuanto al tiempo (Hamlet no sabe
hace cuanto se produjo la muerte de su padre, y Segismundo no sabe cuanto tiempo fue
encerrado en la torre; -en tanto a la ubicación temporo-espacial de su acción, se plantea en
un tiempo imaginario-), Se produce un desafío a la linealidad de la obra, el tiempo esta
descompuesto, la época deshornada, el mundo fuera de quicio.
HAMLET:”Ah, si esta carne tan, tan sólida,
Se disolviera y convirtiera en un rocío;
O si el Eterno no hubiera establecido
Su ley contra el suicidio. ¡OH, Dios, Dios!
¡Que molestas, viciadas, mortecinas e infructuosas
Me parecen todas las cosas de este mundo!
¡Cuanta miseria! Es un huerto sin cultivo
Y sin desmalezar. Lo fétido y grosero
Lo ha invadido. ¡Que se haya llegado a esto!
Apenas dos meses lleva muerto, -no, no tanto: ni dos. (…)”
Pasemos ahora analizar bajo el supuesto del hombre melancólico el carácter de ambos
personajes:
 Hamlet
Hamlet ha sido considerado a lo largo de los siglos un icono de la melancolía.
Será Carl Schmitt quien vea oculto tras la fachada de este personaje a Jacobo I.
Es así que el moderno mito Europeo hunde sus raíces en la realidad Inglesa de la época.
Shakespeare refleja en su drama, su presente histórico; una Inglaterra dividida entre dos
estructuras políticas opuestas.
Estudios planteaban que la melancolía podía surgir entre los 21 y 40 años, por
lo que podemos afirmar que Hamlet, se ubicaría (si contemplamos que en la obra dice
tener 30 años, en la escena en el cementerio) en el auge del sentimiento.
Debemos notar que en el príncipe, se plantean dos tipo de melancolía, la primera
a causa de su padre muerto, y la segunda a causa del desengaño amoroso de Ofelia
(melancolía amorosa o erótica). Es así, que busca la soledad y el aislamiento.
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Fenómenos como la ausencia de sueño o la misma locura, ayudan a exacerbar su
estado melancólico.
HAMLET:”(…)Últimamente, aunque no sé por qué motivo, he perdido por completo la alegría
y abandonando todas mis actividades, y mis estado de animo es tan malo que incluso este
hermoso sitio, el mundo, me parece un promontorio estéril, que esta bóveda magnífica, el cielo,
miradlo, este bello firmamento que esta sobre nosotros, este techo majestuoso cincelado de
áureo fuego, pues bien no es para mi otra cosa que un viciado y pestilente conjunto de vapores
(…)”( II, 2, Pág.81)
“Lo hizo, y mi consejo le dio fruto,
Pues, para abreviar, al verse por ella rechazado,
Le entró melancolía, después inapetencia,
Después insomnio, después debilidad,
Después mareos y, siguiendo este declive,
La locura que le hace delirar
Y que todos lamentamos”. (II, 2 Pág. 77)
“El espíritu que he visto
Puede ser un diablo,- y el diablo tiene poderes
Para asumir un aspecto agradable. Sí, y tal ves quiera,
Aprovechando mi debilidad y mi melancolía,
Ya que tiene mucho poder sobre los espíritus en este estado,
Abusar de mí para dañarme. Quiero tener, para actuar,
Pruebas contundentes. El drama es el lazo
En el que atraparé la conciencia del rey” (II, 2, Pág.88)
Dividido y reprimido por la reflexión, inseguro de su misión vengadora el
príncipe de Dinamarca se (auto) considera melancólico por los síntomas que posee.
Propenso a tener alucinaciones en el estado en le que se encuentra, duda en
actuar, duda con respecto a que medios prácticos utilizar.
Hace de su problema uno ético y dramático, por el hecho de pensar en que tal
vez la presencia de su padre en forma espectral, fuese un demonio que intenta”
engañarlo y condenarlo”. Schmitt agregará:
“(…) El arranque de la duda y la inacción de Hamlet es el momento en que se
pregunta si el espíritu paterno de le ha aparecido no será un demonio salido del
infierno (…)”
REY
“¿Amor? No, por ahí no se encamina
Y, aunque fuera algo confuso, lo que ha dicho
No es indicio de locura. Algo lleva en el alma
Que su melancolía está incubando
Y temo que al romperse el cascarón
Habrá peligro. Para evitarlo,
Como medida inmediata he decidido
Que parta sin demora hacia Inglaterra
A reclamar el tributo que nos debe.
Quizá la travesía, el cambio de país
Y de escenario consigan arrancarle
De su pecho la inquietud tan arraigada,
Que no deja reposo a su cerebro
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Macarena Brechner Vega
Y le saca de sí mismo. ¿Qué os parece?” (III, 1, Pág. 93)
Queda establecido en este párrafo que lo que posee Hamlet no es locura sino
melancolía. La misma puede movilizarlo para que lleve a cabo la muerte del nuevo rey,
su tío.
Sin embargo uno de los rasgos predominantes de Hamlet será la presencia de la
duda, qué en vez de impulsar a su voluntad para que actúe, lo paraliza, lo detiene, lo
hace vacilar. Es por esto que lo consideraremos un hombre contemplativo, vuelto
melancólicamente al mundo de la Edad Media, como afirmaría Schmitt, un hombre que
vive retraído y prevalece en él la tendencia a no actuar. Las vacilaciones y
contradicciones en su interior, son las culpables de su inacción.
A pesar de ser un hombre honrado, generoso, racional, justo y equitativo fracasa
en toda intención, ahogado en debilidad y melancolía: no puede cumplir con la tarea que
el hado (o el espectro) ha establecido.
Finalmente será él entonces, el depositario y autor de la tragedia política (ya
que se le usurpa el derecho de sucesión del hijo a la corona) y a su vez amorosa (Ofelia
se suicida). Esto desencadenará en los infortunios de toda una familia, donde todos son
perdedores, todos son victimas.
No debemos olvidar que la muerte tiene una estrecha relación con la melancolía.
(Lo notamos en Hamlet, en su obsesión de venganza y en la imposibilidad de superar la
muerte de su padre, es así que colérico y falto de piedad se ve necesitado de reparar la
injusticia, dando fin a la vida de su propio tío).
Paralelamente y como otra característica del “ser melancólico”, hacemos énfasis
en la brillantez intelectual, el ingenio y en la inteligencia para dar rienda suelta a su
lengua a la hora de contestar.
Por último también es reseñable cómo Hamlet responde a la atribución de los
Melancólicos bajo el signo de Saturno, quien detuvo la línea generacional castrando a
su padre y devorándose a sus hijos por miedo a ser destronado. Saturno devora a su
progenie, defiende los límites del yo, y se niega a dar cabida a nada nuevo. Es así que
Hamlet, tras haber muerto su padre, ve la necesidad de matar a su tío, como forma de
defender al yo, de cualquier otro usurpador. Sin embargo, éste muere, dando fin a la
generación.
 Segismundo
En tanto Segismundo, prevalece un espíritu positivo guiado por la acción más
que por la inacción, es decir, que desencadena su acción trayendo beneficios para todos.
Su sabiduría proviene de su inteligencia realista, producto de un choque con una
vivencia extrema y desafortunada. (Es condenado por su padre a la reclusión perpetua
en una torre y por el destino a ser una fiera y un tirano).
En los monólogos de Segismundo encontramos rasgos de sabiduría, prudencia e
ingenio para poder superar todo condicionamiento impuesto.
A pesar de las actitudes y sentimientos contradictorios e inconexos, será
finalmente considerado como “héroe” (a diferencia de Hamlet) por las consecuencias
positivas, que trae apareada la decisión de actuar.
En este héroe, encontramos cierta rebeldía frente al padre-rey y frente al destino.
Es así que intenta poner fin a los límites impuestos por el hado desde su cuna. Aquí
radica el principio de la acción de Segismundo: buscar dar fin a la predestinación, para
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Macarena Brechner Vega
dar rienda suelta al libre albedrío. Se desata de las cadenas, se rebela contra la
naturaleza, la opresión, es entonces que se pregunta por su existencia y se interroga
sobre el misterio de la vida. Está en el príncipe darse respuesta a sus repetitivas
preguntas.
La vida humana transcurrirá como sueño, pero tras el sueño de la vida, estará en
uno dejar huellas, obrando bien, para ser recordados y dar paso a la eternidad,
convirtiéndose de este modo en un sujeto trascendental, conciente de lo fugaz de la vida
y de lo inconsistente del individuo en su paso por la tierra
Aunque Segismundo se vea mísero e infeliz, y atormente su ánimo y se
exaspere, es escuchado por una dama, Rosaura, que se apiada y compadece:
“No es sino un triste, ¡ay de mí!,
Que en estas bóvedas frías
Oyó tus melancolías”.
A Segismundo no le importa averiguar si el vivir, es soñar o no, lo importante
será el buen obrar. (Hasta en los mismo sueños).
A diferencia del monologo de Hamlet (“ser o no ser”) Segismundo sabe que
“es” y no mira el morir como un dormir, sino como un eterno despertar. Sin embargo,
comparten el estado melancólico a causa de las desdichas padecidas
¿Yo despertar de dormir?
¿En lecho tan excelente?
¿Yo en medio de tanta gente?
¿Que me sirva de vestir?
¡Decir que es sueño es engaño!
Bien sé que despierto estoy.
¿Yo Segismundo no soy?
Dadme, cielos, desengaño.
Decidme, ¿qué pudo ser
Esto que a mi fantasía
Sucedió mientras dormía,
¿Que aquí me he llegado a ver?
Pero sea lo que fuere,
¿Quién me mete en discurrir?
Dejarme quiero servir,
Y venga lo que viniere.
CRIADO 2: ¡Qué melancólico está!
CRIADO 1: Pues a quién le sucediera
¿Esto, que no lo estuviera?
CLARÍN: A mí.”
Se describe a Segismundo como un hombre fuerte, racional, intelectual,
talentoso, sabio, viril y en la plenitud de su juventud (a pesar de haberse pasado la vida
encerrado).
Es un genio (deja atrás su condición de fiera, violento, y tirano y esa necesidad
loca de vengar su encierro matando a sus carceleros y su padre).Esto lo notamos cuando
este último arrodillado, es perdonado. Puede perdonar ya que se transforma en un ser
piadoso y justo en el castigo, qué plantea el buen obrar en la vida y en el sueño.
BASILIO: “hijo que tan noble acción
Otra vez en mis entrañas
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Macarena Brechner Vega
¡Te engendra, príncipe eres!
Para proseguir:
BASILIO: tu ingenio a todos admira
ASTOLFO: ¡qué condición tan mudada!
ROSAURA: ¡qué discreto y que prudente!
Calderón de la Barca ha conseguido convertir su personaje en un icono de la
melancolía en la literatura universal.
 Semejanzas y oposiciones
En los Monólogos más famosos del drama “La vida es sueño”, se toma como
concepción a la vida como un sueño -metáfora que da título a la obra-, y el problema de la
libertad.
Segismundo vive encadenado -símbolo de la naturaleza humana y demostrado
anteriormente con el “Mito de la caverna”- en el interior de una torre .Es entonces donde
podemos ver el conflicto entre la libertad humana y sus condicionamientos materiales.
Por lo tanto Segismundo, al no tener posibilidad de cambiar la situación en la que
se encuentra, y no saber que es lo que hay fuera de ella, “no conocer otra cosa”, maldice
continuamente su existencia:“ Ay mísero de mí!, ay infelice!”, y“ Siendo un esqueleto
vivo, siendo un animado muerto” .Caracteriza a la vida como "carente de sentido”, sujeta
a las propias leyes del destino, llena de penas, tomentos y desdichas. Se ve, entonces
imposibilitado de alcanzar el valor y las virtudes naturales de ser humano.
En llegando a esta pasión,
Un volcán, un Etna hecho,
Quisiera arrancar del pecho
Pedazos del corazón:
¿Qué ley, justicia o razón
Negar a los hombres sabe
Privilegio tan suave,
Exención tan principal
Que Dios le ha dado a un cristal,
A un pez, a un bruto y a un ave?
(Esc. 2ª, Jorn. lª)
¿Qué es la vida?. Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión
Una sombra, una ficción,
Y el mayor bien es pequeño;
Que toda la vida es sueño,
Y los sueños, sueños son.
(Esc. 19ª, Jorn. 2ª)
En tanto Hamlet, y a diferencia de lo analizado en Segismundo, no consigue
"autotrascenderse", hecho desencadenante de la tragedia. Su actuar es origen de desorden.
Es así que el mismo se hunde entre sentimientos desencontrados, y confusión, no logra
resolver el problema del duelo ante la perdida del ser amado; el padre. El mismo clama
venganza por su vil asesinato (ideado, por su hermano Claudio mediante un veneno que
penetra por su oído) convertido en un indecidible, un espectro, una “cosa difícil de
nombrar” ya que no es ni alma ni cuerpo, y a la vez una, y otro, no se sabe si esta vivo o
muerto, si es, si existe, si esta presente o no-presente, si tiene alguna esencia, o no la tiene.
Según Derrida será, el momento espectral, uno que ya no pertenece al tiempo, quedando
el mismo, completamente desarticulado, disyunto, y desquiciado.
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Macarena Brechner Vega
El casamiento de su madre con su propio cuñado (en cierta forma se podría llegar
a decir, que de este modo, la madre legítima el asesinato de su esposo, y al asesino),
activan según Lacan: El problema del deseo:
“Hamlet es el que no sabe lo que quiere”(…) “mientras que él esta ahí sin hacer nada,
teniendo todo para hacerlo, la causa, la voluntad, la fuerza y los medios”Como el miso
dice”me quedo siempre en decir, es la cosa lo que hay que hacer”.
Según Lacan, su inacción se basa en el deseo por la madre, (reprimido) que causa
no dejarlo avanzar hacia la acción de venganza encomendada, (venganza contra el actual
poseedor ilegítimo de su madre). Aquí se recuerda el deseo infantil e impuro por la madre,
y el deseo edípico de matar al padre, ahora materializado en la figura del tío. Sin embargo,
también se convertiría en cómplice del actual poseedor, legitimando en cierta forma, la
muerte del rey.
Schmitt agregará, que el hijo se ve ante el conflicto de deber vengar la muerte de
su progenitor, pero a su vez el deber de mantener el vínculo con la madre, protegiéndola y
apartándola de toda misión vengadora. Quedará de este modo, alejada del núcleo
dramático de la obra, ante el reclamo exasperado del Espectro por su indulgencia.
Es entonces que se le plantean dos situaciones: la orden de su padre, y por otro
lado la voluntad de defender a su madre, de protegerla de cualquier agresividad, para
guardársela para sí mismo. Por lo tanto durante toda la obra se ve esta pelea en el interior
del corazón del personaje, que finalmente consistirá en el “desvío de la figura del
vengador hacia la del melancólico inhibido por la reflexión”.7
Queda establecido el problema del objeto amado por intermedio del objeto
perdido. Será entonces un drama del deseo, que va entre lo digno y lo indigno, la locura y
la reflexión, entre el duelo y el deseo, entre el hacer y el no hacer. He aquí el tema, ser o
no ser. Ser uno mismo o ser una sombra de su padre, un mero resultado de las
circunstancias.
De esta forma quedan reflejadas algunas semejanzas entre los personajes.
Estos son dos príncipes privados de la herencia, de su destino y su corona, uno por su
padre, (que no le deja reinar al encerrarlo en la torre) y el otro por su tío (mata a Hamlet
padre- rey impidiéndole dar su Dying voice (determinar el sucesor a la corona) e
intenta desterrar a Hamlet hijo al exilio). Hamlet dirá refiriéndose a su tío: “(…) él
asesino a mi rey y prostituyó a mi madre, se entrometió entre mi esperanza y mi corona
(…)” .Paralelamente, un soldado hablándole a Segismundo” (…) Haciendo noble
desprecio de la inclemencia del hado, te ha buscado donde preso vives, para que,
asistido de sus armas, y saliendo desta torre a restaurar tu imperial corona y cetro, se
la quites a un tirano”
Así es que ambos se verán impulsados, en medio de la melancolía, a la acción
(o a la inacción) por cierta actitud que consideran injusta. Es así, que el motor será la
venganza ante la traición del ser querido.
Sin embargo, el deseo de venganza trae aparejada la duda, porque será ejecutada
contra su propia sangre y estirpe. Esto desencadena dificultades amorosas como así
también emocionales.
Para concretar sus objetivos, utilizarán la fuerza y el poder, sin tener sentimiento
de piedad ni de misericordia por el otro.
No obstante, y a pesar de las correlaciones que podemos hacer, debemos notar
que los desenlaces de las respectivas historias, son opuestos: Hamlet encuentra un final
trágico: la muerte de todos. Lo consideraremos un personaje fatal, que arrastra tras sí a
cuantos le rodean. En cambio Segismundo, aprende a perdonar, depone su actitud
obrando justa y equitativamente.
7
Schmitt, Carl “ Hamlet o Hécuba: la irrupción del tiempo en el drama”, Universidad de Murcia, 1993
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Macarena Brechner Vega
Encontramos hondas similitudes entre estos dos monólogos, si ponemos énfasis
al analizarlos. En tanto “¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?», soliloquio
cumbre de nuestra dramaturgia, es similar al «To be or not to be» de Hamlet. Podemos
decir entonces, que estamos ante una recreación de la tragedia de Edipo.
Schmitt dirá con respecto al monologo mas famoso de la obra “Hamlet”, lo
siguiente” (…) Hamlet no esta seguro de ser una figura de este mundo. Esa es la raíz de
sus indecisiones (…)”” (…) Enumera una serie de razones para el suicidio (…)”
Ser o no ser: esa es la cuestión
¿Es más noble soportar con temple
los golpes y dardos de la insultante fortuna,
O levantarse en armas contra un mar de adversidades,
¿Y enfrentándolas ponerle fin? Morir, dormir…
Nada más. Y pensar que durmiendo damos fin
Al dolor del corazón y a las mil desdichas naturales
Que son herencia de la carne. Es una consumación
Digan de anhelarse. Morir, dormir…
Dormir, tal vez soñar. ¡Ay! Ahí está el obstáculo:
Debe hacernos vacilar el pensar qué sueños puedan asaltarnos
En ese sueño de la muerte, cuando hayamos desprendido
De estas mortales ataduras .He ahí el motivo
Que de tan larga vida a la desgracia,
Porque ¿Quién toleraría los azotes y el desdén del mundo,
La injusticia del tirano, las afrentas del soberbio,
El tormento del amor despreciado, la demora de la ley,
La insolencia del poder y el desprecio
Que el paciente mérito recibe del hombre indignó,
Pudiendo liberarse él mismo de sus males
Con un simple puñal? ¿Quien sobrellevaría las cargas
De una agotadora vida de gemidos y sudor
Si no fuera porque el temor a alguna cosa tras la muerte,
Ese ignoto país cuyos confines
Ningún viajero vuele, confunde a la voluntad
Haciéndonos preferir las desgracias que sufrimos
Antes que lanzarnos sobre otras que desconocemos?
La conciencia, así nos acobarda a todos,
Y así también el ímpetu natural de la resolución
Se desvanece bajo nuestras pálidas meditaciones,
Y empresas de gran envergadura e importancia
Tuercen su curso por culpa de este miramiento
¡Y pierden título de acción. Pero silencio!
La hermosa Ofelia.- Ninfa, en tus plegarias
Recuerda todos mis pecados.
(III, 1, Pág. 90)
Así habla Segismundo:
Es verdad; pues reprimamos
Esta fiera condición,
Esta furia, esta ambición
Por si alguna vez soñamos:
Y sí haremos, pues estamos
En mundo tan singular,
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Macarena Brechner Vega
Que vivir solo es soñar;
Y la experiencia me enseña
Que el hombre que vive, sueña
Lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
Con este engaño mandando,
Disponiendo y gobernando;
Y este aplauso, que recibe
Prestado, en el viento escribe;
Y en cenizas le convierte
La muerte (¡desdicha fuerte!):
¿Que hay quien intente reinar,
Viendo que ha de despertar
En el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
Que más cuidados le ofrece;
Sueña el pobre que padece
Su miseria y su pobreza;
Sueña el que medrar empieza,
Sueña el que afana y pretende,
Sueña el que agravia y ofende,
Y en el mundo, en conclusión,
Todos sueñan lo que son,
Aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
Destas prisiones cargado,
Y soñé que en otro estado
Más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí:
¿Que es la vida? ¿Una ilusión,
Una sombra, una ficción?
Que cualquier bien es pequeño.
Que toda la vida es sueño
Y los sueños,sueños son.
Encuentro aquí cierto tono en común: la incertidumbre de la existencia. Es
entonces, que el sentido de la vida queda oscurecido y retraído a lo más profundo del
yo. Prisioneros de la sin razón, la confusión, la duda, y condenados al dolor, habita en
sus corazones la necesidad de darse respuesta: ¿qué sería más digno para el hombre?",
inquiere Hamlet. "¿Qué es la vida? ¿Una ilusión, una sombra, una ficción?" cuestiona
Segismundo.
Ante esta duda existencial se interrogan a sí mismos, fracturando “el ser” en dos
mitades, como si en su interior viviesen dos hombres. De una identidad y una
personalidad consolidada se pasa a la pura escisión, a la dualidad: otro hombre, irrumpe
quebrando la conciencia. Es a este al que interrogan en busca de una respuesta y
confrontan, y combaten en busca de su primacía. Se plantean entonces los monólogos
como un dialogo entre dos hombres distintos pero dentro de una misma conciencia. Esto
les permitirá descender a la esencia humana, despojándose de cuanto poder puede
llegar a tener un príncipe y viéndose en la más humana condición: notan que son
hombres a los que los conflictos aquejan, y la desesperación asecha: A Hamlet lo asecha
el espíritu de su padre y a Segismundo, la vida como sueño.
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Macarena Brechner Vega
Sus diálogos serán entonces, entre la vida y la muerte, se sustraerán de lo
cotidiano de la vida, acogiéndose a la soledad, la desolación y la melancolía, estando
cada vez mas próximos a la muerte .
Quedan constituidos como fantasmas vivientes que luchan agónicamente contra
las figuras paternales: el espectro del padre que instiga a su hijo, pero que éste
finalmente y ante la imposibilidad de darle una respuesta, termina autodestruyéndose. Y
por su parte, un Segismundo que mira a Basilio como a un rey-padre que lo atormenta
con incertidumbres, pero que finalmente y a pesar de ello se atempera, lográndose dar
una respuesta.
En último lugar y para ir concluyendo, hemos de notar que ambas obras
constituyen piezas sobre los sentidos
¿Que queremos decir cuando afirmamos esto? Así como en Hamlet se pone énfasis en
el principio del drama, en el sentido del oído,
“No oiría de un enemigo vuestro tal injuria,
Ni haréis a mis oídos la violencia
De hacerles creer lo que decís (…)”
Hablando el espectro con su hijo Hamlet:
Hamlet: ¿Donde me llevas? Habla, no iré mas lejos.
Espectro: Escúchame
Hamlet: lo haré
Espectro: ya casi llega la hora
En que a las sulfúreas y torturantes llamas
Debo volver
Hamlet: ¡Ay, pobre espectro!
Espectro: no te apiades de mi, presta atención en cambio,
A lo que voy a revelarte.
Hamlet: Habla, estoy preparado para oírte.
Espectro: Y para la venganza, cuando oigas.
Hamlet antes de morir, le dice a Horacio:
“(…) No puedo vivir para oír noticias de Inglaterra (…)”
Luego, tras la llegada de Fortinbrás y la muerte del príncipe de Dinamarca, se de
fin al sentido del oído. (Hamlet para esto, utiliza la frase “The rest is silence” (“que me
hicieron actuar…el resto es silencio”). Es aquí donde cambia el sentido de las
metáforas, introduciendo la mirada en la obra.
Todas estas nuevas metáforas se relacionaran con la vista y el ojo. Un ejemplo
de ello es Fortinbrás afirmando:
Fortinbrás: ¿Dónde está el espectáculo?
Horacio: ¿Que queréis ver?
Si es alguna escena de calamidad o pasmo, dejad de buscar.
Luego un embajador comenta:
“El cuadro es horrible
Y nuestras noticias de Inglaterra llegan demasiado tarde.
Ahora están insensibles los oídos (…)”
En las últimas líneas de la obra Fortinbrás dirá:
“(…) Sacad los cuerpos de acá. Un cuadro como éste
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Macarena Brechner Vega
Conviene al campo de batalla, pero aquí luce fuera de lugar (…)”
Paralelamente y de manera inversa, en la “vida es sueño” es Segismundo quien
da pie en un principio, a las metáforas alusivas a la vista y al ojo, para luego, durante la
Jornada 3 y última, se pase a las metáforas referidas al oído.
Citaremos a modo de ejemplo: (jornada primera)
“(…) Tú solo, tú has suspendido,
La pasión de mis enojos,
La suspensión a mis ojos (…)”
“(…) Con cada vez que te veo
Nueva admiración me das,
Y cuando te miro más
Aún mirarte deseo.
Ojos hidrópicos creo
Que mis ojos deben ser;
Pues cuando es muerte el beber,
Beben más, y desta suerte,
Viendo que el ver me da muerte,
Estoy muriendo por ver.
Pero véate yo y muera
Que no se, rendido ya,
Si el verte, muerte me da
El no verte, que me diera. (…)”
(Jornada 1, Pág. 63)
Finalmente en la Jornada tres, se darán lugar a metáforas del oído, citaremos:
Basilio: “(…) Pues todo fácil de parar se mira,
Mas que de un vulgo la soberbia ira.
Dígalo en bandos el rumor partido,
Pues se oye resonar en lo profundo
De los montes el eco repetido:
Unos, Astolfo, y otros Segismundo!
(Jornada 3, Pág. 101)
Rosaura” (…) Aunque el valor que se encierra
En tu pecho, desde allí
Da voces, óyeme a mí,
Que yo se que todo es guerra (…)”
(Jornada 3, pág.103)
A modo de conclusión
En este trabajo me propuse a demostrar cómo el sujeto melancólico reflexiona
sobre la esencia de la vida y del hombre, (será así, éste un hombre que se expone a los
abismos de la condición humana) generando de este modo la parálisis, la duda, la
incapacidad, y la improductividad.
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Macarena Brechner Vega
A su vez, afirmé que ambos autores alternan una visión del mundo concebido
como un “encuentro de opuestos”. La lucha que llevan a cabo los personajes de estas
historias, son luchas entre la pasión y la razón, entre el desbordamiento y el orden de la
norma, entre lo irreal y lo real.
Siendo la melancolía una condición que aqueja a ciertas personas, (sufrimiento
en cuerpo y alma) incentiva determinadas oscilaciones de ánimo, pasando de la euforia,
o locura (desvaríos), como hacia la depresión y la angustia (pasividad).
Los personajes con los que trabajé en este estudio comparado, se caracterizan
por ser seres frágiles, y vulnerables, pero ambiciosos y orgullosos. A su vez los
consideraremos inteligentes, obstinados y tercos. Son sujetos valerosos que fueron
expuestos durante su vida a situaciones traumáticas, y que de ellas aprendieron, la
crueldad, el cinismo y la falta de piedad. Buscan encerrarse (o son encerrados) y en su
intimidad y en soledad reflexionan, se auto-preguntan, se auto-observan y auto-critican.
Pasan de la alegría a explosiones imparables y desbordantes de rabia y dolor,
consecuencia de sus conflictos internos entre la culpa y lo ético.
Es entonces, que nos animamos a dejar de lado el mundo de la patología clínica
para aplicar estas categorías al campo de la literatura y de la filosofía. Como he
señalado muchos personajes de la gran literatura universal, (sin olvidar a los creadores
de los mismos), muestran signos evidentes de esta suerte de "melancolía sin depresión",
como es el caso de Hamlet o el de Segismundo. Esto lo notamos en ese sentimiento que
plantean los personajes, de auto desprecio, de estar dominados, o encadenados a una
sensación torturante y agobiante de no poder liberar su alma de la indecisión.
Se pone límite de este modo, a la propia capacidad creadora, a la capacidad de
actuar y decidir. Se teme ante la posibilidad de elegir entre lo bueno y lo malo, y se
teme a las posibles consecuencias que su actuar puede traer aparejado (podemos
trascender obrando bien, y conseguir la eternidad del alma o podemos obrar mal y ser
condenados y castigados por Dios).
Ante la parálisis de temporalidad, el sujeto (o genio, recapitulando algunos de
los autores propuestos en este ensayo) ansía recuperar el flujo del devenir perdido
(Acordémoslos de “The world is out of joint”: “el mundo está fuera de quicio, Oh,
suerte maldita”) y su respectiva capacidad de decidir. De este modo, pude demostrar
que la melancolía queda relacionada a la idea de futuro, ya que existe la posibilidad y el
miedo, de que en un fututo próximo y cercano, se repita alguna situación que lleve al
sujeto a abrumarse nuevamente. El hombre queda imposibilitado de encontrarle la salida
a dicho estado, y cada vez se ve inundado por más y más angustia.
Hamlet y Segismundo serán hombres que oscilan entre dos polos contradictorios
(medieval-Feudal y el humanista-renacentista). Su propio actuar les impide alcanzar la
totalidad, el universal concreto. Es aquí, donde podemos notar cierta tensión dialéctica
en estos sujetos, ya que vacilan en cuanto a sus juicios y en tanto sus modos de
proceder. Resisten todo acto ilícito, injusto y arbitrario, y cuando eligen una opción,
rápidamente se ven compulsado a elegir la otra, demostrando de este modo la falta de
unidad, y cierta contradicción en su actuar. Demuestran la desproporción entre el deber
orgulloso y obligado (propio de la tragedias Antiguas) y el ejecutar libre, es decir
demuestran el inestable conflicto que se lleva a cabo en su interior.
Serán, como ya hemos comentado, la genialidad y la melancolía, condiciones del
alternar y del actuar. Sin embargo esta última, surge precisamente ante el conocimiento
de la imposibilidad de trascender nuestra propia existencia.
Es así que como demostramos, variados autores como Freud, Lacan,
Kierkegaard, entre otros, han prestado tanta atención a este fenómeno de desesperación,
desgarramiento y melancolía seguida de indecisión e indeterminación.
Pese a esto, estos personajes consiguen evolucionar hacia una situación de orden
final.
En los últimos actos, notamos que los espíritus de ambos personajes luchan
violentamente contra su propia naturaleza, logrando finalmente resolver y superar, (de
maneras diferentes) su estado de parálisis. Su decisión final constituirá una síntesis
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Macarena Brechner Vega
totalizadora y superadora. Este universal concreto, comprenderá en su interior los
conceptos opuestos de actuar-no actuar.
Es así que siendo ambas, obras que permiten su deconstrucción, sus lecturas no
pueden ser canónicas ni exclusivas, sino que se prestan a una diversidad de
interpretaciones. Es posible encontrar diferentes tonalidades según cómo y desde dónde
las miremos… Leerlas permiten un develar continúo, o mejor dicho un devenir
continuo.
Bibliografía
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Platón, “La Republica”ED.Eudeba, Bs.As, 1998
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Gruner, “El estado pasión de multitudes: Spinoza versus Hobbes, entre Hamlet y
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