6º PRUEBA 1 UNA CASA CON OREJAS Texto

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Nombre: _____________________________ Curso: _____
Tiempo: ________
TITULO: Una casa con orejas
NIVEL: 6º
Prueba: 1
Nº pal: 1008
IFL.: 99
Un día a la casa de Buu le salió una grieta en la
pared. Buu la tapó con barro amasado y la pintó para
que no se notara. Peluso le dijo:
una para calentarse los días de la semana y otra para
los domingos. Porque si no, decía, ¿en qué se va a
diferenciar un domingo de los otros días?
-Buu, te tienes que hacer una nueva casa; si no, el
día menos pensado se hunde contigo dentro.
-Bueno -dijo Peluso-, pondremos una chimenea
aliado derecho y otra al izquierdo -y las dibujó en el
plano-. Pero ¿qué vas a hacer durante el verano?
Pero Buu no quería abandonar su vieja casa,
porque le tenía cariño. Un día pasó lo que tenía que
pasar: la casa se hundió. Y menos mal que decidió
hundirse ella sola, pues Buu estaba fuera jugando a las
chapas con Peluso. ¡Figuraos el disgusto de Buu
cuando al volver vio que no tenía casa!
Buu ya no tenía dónde guardar las chapas que
ganara a Peluso, ni dónde refugiarse los días de
lluvia. Tampoco podría decir a su amigo:
-Anda, Peluso, vente a casa a tomar un vaso de
gaseosa.
Buu, desconsolado, se quedó allí mirando, sin
fuerzas para moverse, con las manos cruzadas sobre la
barriga y con los ojos flojos en el montón de ruinas
que antes habían sido su casa.
Y así le encontró Peluso, y Peluso, que era
muy listo, enseguida comprendió todo lo que había
pasado.
-jBuu, Buu! -le llamó. Pero Buu no pareció
enterarse. Entonces Peluso no se anduvo con
miramientos y, agarrando a Buu por los hombros, le
sacudió muy fuerte, a la vez que le gritaba:
-jBuu, que tienes que hacer una casa nueva!
-Lo tengo todo pensado -dijo Buu-: Durante los
días de la semana me marcharé a tomar el fresco a la
pradera, menos los domingos que me iré a la montaña.
Peluso estaba admirado. ¡Este Buu parece
distraído y despistado, pero a veces tiene unas ideas
geniales!
Discutieron durante mucho tiempo dónde iban a
colocar las habitaciones. Por fin decidieron colocar el
cuarto de estar justo enfrente de la habitación de Buu.
De esta manera, los dos amigos podrían saludarse
cada vez que lo desearan, sin necesidad de teléfono y
sin tener que salir de sus casas.
Cuando todo estuvo decidido, Buu y Peluso se
pusieron manos a la obra. Peluso y Buu trabajaban sin
parar durante el día y parte de la noche, y la casa se la
veía crecer por días.
Solo descansaban para comer y no paraban de
trabajar y trabajar. Buu, para no perder tiempo y
acabar antes, ni siquiera hablaba. Peluso, a medida
que avanzaban, no hacía sino repetirle a Buu que le
iba a quedar una casa preciosa.
Por fin Peluso dijo:
-Buu, no me pases más ladrillos. Este es el
último.
-Sí, sí -contestó Buu.
Peluso, para animarlo, no paraba de hablar.
-Mira, Buu, cerca de donde yo vivo hay un sitio
muy bonito. Durante el día le da el sol y por la noche
la luna y las estrellas. Podrías hacértela allí. Así
viviríamos cerca y nos podríamos ver desde la
ventana.
-Sí, sí -volvió a decir Buu, un poco más
animado.
Se fue con Peluso a ver el sitio y le pareció
espléndido. Se dirigieron al despacho de Peluso y
empezaron a hacer los planos de la nueva casa.
Buu quería que la casa tuviera dos chimeneas,
Lo colocó al final de la chimenea izquierda y la
casa quedó terminada.
Buu, al verla, no pudo contener su emoción y
empezó a aplaudir. Y la verdad es que la casa se
merecía un aplauso.
No os creáis que habían hecho una casa
cualquiera, no. ¡Había salido una casa con orejas!
Bueno, en realidad no eran orejas lo que tenía, sino
que las dos chimeneas, vistas desde abajo, parecían
dos grandes orejas.
Buu estaba encantado y no cesaba de mirar la
una y otra vez.
Proyecto de Innovación “Un plan lector para nuestro centro” C.P. “Benedicto XIII” -IIlueca- Curso 2008-09
-Vamos, Peluso -dijo Buu impaciente ya por
encender las chimeneas-. Vamos a recoger mis cosas.
candela, todo el año es primavera»?... ¡Ay, que me
quemo!
Y los dos fueron a por los muebles y objetos
personales de Buu, que estaban amontonados en un
pequeño almacén
.
Pelusa retiró sus manos a toda prisa, y quedó
desilusionado, pues en vez de tostárselas, se le habían
puesto más coloradas que un tomate.
Cuando creían que ya 10 habían trasladado todo,
Buu se dio cuenta de que le faltaba la zapatilla
izquierda, por 10 que tuvieron que ir a buscarla al
almacén. Cuando volvían, escucharon los comentarios
de algunos vecinos:
Buu, para distraerlo y para que no pensara en el
dolor que sentía en las manos, le dijo:
-¡Una casa con orejas! ¡Buu se ha hecho una
casa con orejas!
-No son orejas, son chimeneas -les corregía
Peluso.
Pero Buu, que iba muy tieso y emocionado, no
decía nada, porque para él eran orejas y la idea de las
orejas no le disgustaba.
Cuando ya estuvo todo colocado, y las zapatillas
preparadas cal lado de la cama, Buu se puso a
encender las chimeneas.
-Así nos calentamos y probamos si tiran bien las
orejas -dijo con una sonrisa de satisfacción Buu.
Pelusa extendió sobre el fuego sus manos, para
ver si se le tostaban, como las rebanadas de pan.
-Pelusa, ¿quieres un vaso de gaseosa? ¿Cómo
era ese refrán de la candela?
Peluso se sentó en una butaca y no le dio tiempo
a contestar, porque entre 10 confortable de la butaca,
el calorcillo de las manos y 10 cansado que estaba, se
había quedado dormido.
Cuando se despertó, ya no se acordaba de
refranes ni de nada.
-Me vaya casa, que ya es muy tarde –dijo
Peluso.
-¡Te acompaño! -le propuso Buu-.¡Mira, Peluso,
mira! -gritó Buu señalando hacia arriba.
Peluso miró. El espectáculo que se veía era
sorprendente.
-Estábamos acostumbrados a ver salir humo de
las chimeneas, pero ¡nunca habíamos visto salir humo
por las orejas!.
-¿Sabes el refrán que dice: «En la casa y con
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