Fuera de Ruta ¡Respeto porqué aquí es la ley! Gloria Ciria Valdéz Gardea* Eran como las 7:30 de la mañana cuando Vanesa de 23 años de edad originaria del estado de Guanajuato, acompañada de su esposo Jaime de 24 y sus dos hijos Luis y Juan de 1 y 4 años de edad respectivamente, se dirigían en su carro, un Buick modelo 1985, hacía un “Circulo K” a cambiar el cheque que Jaime y Vanesa recibían cada semana por su trabajo en la empacadora de tomate localizada a las afueras de Douglas Arizona. Casi a punto de llegar a la tienda los paró una camioneta de la patrulla fronteriza sin darles ninguna explicación del porqué. Comenta Vanesa: “nosotros íbamos manejando muy bien y todo, no tenía porque pararnos y bajarnos del carro, no nos pasamos ni un alto ni nada, allá las cosas son así se meten hasta en las trailas, a las casa…”, decía Vanesa mientras sus hijos se entretenían con unas hojas y lápices intentando dibujar sobre la mesa del amplio comedor de la casa de la Mujer Migrante en Agua Prieta. “Cuando nos paró-continúa Vanesa relatando la experiencia- nos preguntó que si teníamos papeles. Mi esposo dijo que no, que nada más tenía el niño más chiquito, entonces nos preguntó ¿quién es americano? Y le dijimos que el niño señalando a mi hijo, y nos preguntó ¿cuántos años tienen acá? Mi esposo dijo que dos y que el niño tenía un año. Y luego señalando a mi hijo Juan preguntó ¿el es mexicano? Le dijimos que sí y dijo: ¿si? Pues adentro para el carro. Y luego nos preguntó ¿quieren irse todos a México? O ¿quieren dejar nada más al niño pequeño? Mi esposo contestó que dejaríamos al niño pequeño.” Pero después el de la border patrol cambió de idea y nos dijo que sólo se llevaría a mi esposo y que yo me podía ir con los niños. El problema fue que yo no sé manejar y cuando el de la border patrol me dejó en mi carro me subí y me dijo “pues dele para atrás” y se dio la vuelta para irse y llevarse a mi esposo pero se dio cuenta que yo no movía el carro me bajó y me dijo “no, mejor súbase vamonos todos juntos”. Entramos todos a la border patrol. El carro estaba muy caliente tenían la calefacción muy alta. Le dije que el niño más chiquito tenía temperatura y estaba llorando pero no nos hizo caso y le empecé a decir muchas cosas yo sabía que era ilegal lo que estaba haciendo pues en la escuela de los niños nos había dicho la maestra que ellos no tienen derecho a maltratarnos ni porque pararnos, le dije que el niño venía mal que se estaba asfixiando de tan alto del aire que venía bien caliente, y además bien orinado; íbamos a la tienda a cambiar el cheque cuando nos agarraron y a comprarle leche al niño y pañales y no traíamos nada. No me hacía caso. Pero luego nos encontramos con otras patrullas y nos cambiaron de carro”. Continuaba Vanesa con su relato. “Después nos llevaron a la oficina de migración eran como las nueve de la mañana nos tomaron huellas y nos entrevistaron. Nos dieron agua y bolsitas de comida pero los niños no comían el más chiquito se la llevaba puro llorar y llorar porque quería leche y venía bien orinado. Me sentía muy mal pero no se podía hacer nada si con solo movernos un tantito nos decían “manos hacía atrás”. Mi esposo traía la gorra para atrás y el de la border patrol le dijo: “respeto porque aquí es la ley, porque nosotros somos la ley, señor”, le quitó la gorra y se la puso así –nos mostraba Vanesa con sus manos de que manera el de la border patrol le colocó la gorra a su esposo– Yo estaba muy enojada pero que puede hacer uno no puede ni contestar, ni voltearlos a ver mal ni nada, como ellos dicen son la ley”. *Profesora-investigadora del Programa de Estudios Urbanos y Ambientales de El Colegio de Sonora