RESPETO A MI VIDA: DESDE Y HACIA DENTRO ¿Hola...? ¿Holaaa...? Puedo escuchar muchas cosas desde aquí. Cada momento que pasa, experimento una serie de sensaciones en el vientre de mi mamá. Cuando duerme, noto la serenidad en su cuerpo; cuando llora me altera su pena; cuando está contenta noto latir mi propio corazón. Yo estoy dentro de ella, y es ella quien me ha dado la vida. Y es por esto por lo que necesito hablarte mamá, ayudarte a recuperar tu propia autoestima, reforzar tu personalidad frente a convencionalismos sociales y clichés de hipocresía de la mal llamada “sociedad moderna”, porque me siento absolutamente dependiente y ligado a ti, pero también reconozco mi propia identidad aunque nadie quiera escucharme… ¿Acaso no tengo ningún derecho?... ¿Ni siquiera el derecho a vivir?... ¿No merezco como ser humano que soy que el respeto a mi propia vida debería dárseme por supuesto?... ¡TENGO MIEDO!…. ¡TENGO ESPERANZA!... Sí mami, ¡TENGO FE EN TI!.... A menudo escucho sus dudas de si debería o no darme a luz. Si pudiera hablar le contaría tantas cosas… le diría que si me permite conocerla no se va a arrepentir. Yo tengo muchas ganas de crecer junto a ella y con su ayuda, de abrazarla y mimarla igual que ella inconscientemente me arropa y alimenta en su vientre, y aunque aún no nos hayamos visto nunca ya te quiero… ¡y también te necesito! Probablemente, si algún día ella sufre por mí en el momento del parto, yo no recordaré lo que ahora siento en mi interior. Por eso me pregunto si ella querrá darme mi oportunidad de seguir viviendo y que en un futuro me pueda ella confesar en confidencia sus dudas y temores al concebirme, engordarme y darme por fin a luz. Así yo podría apoyar a todos mis compañeros, a todos aquellos bebés que como yo ahora, hubieran tenido la esperanza de poder ejercer su derecho a la vida; de que con ellos también se pudiera cumplir aquello que debería estar universalmente extendido y aceptado. Y que es tan básico como el respeto a sus propias vidas. A todos aquellos que, al igual que me está pasando a mí, alguna vez se pudieran sentir tan impotentes dentro del cuerpo de sus madres, y que por no tener voz no han podido decir nada. Mamá, por favor TE SUPLICO… ¡ESCÚCHAME!... … Después de unas cuantas semanas, mamá ya es plenamente consciente de que estoy aquí. No parece hacerle mucha gracia, y en ocasiones se refiere a mí como “el problema”: un estorbo o un obstáculo en su vida. Pero a mí no me importa, yo sé que en el fondo ella me quiere, sólo necesita algo de tiempo y serenidad para pensar un poco más y no dejarse llevar a lo cómodo como hacen muchas otras mamás ahora con sus hijos. Aún no llevo mucho tiempo con ella, pero ya la conozco porque vivo con ella y sus pensamientos, y por eso espero que en algún momento baje un poco o incluso apague esa música, que le impide escuchar los míos. Que se pare a escuchar el silencio y termine por percibir mi súplica. Cada vez noto que lo intenta más, pero aún me preocupa que “tanto ruido de fuera” no la deje sentir y escucharme. De vez en cuando la escucho hablar con su médico y la verdad es que él la hace reflexionar bastante. Beatriz Gómez-Luengo de la Puente Página 1 RESPETO A MI VIDA: DESDE Y HACIA DENTRO Doctor, usted sabe que llevo mucho tiempo pensándolo – dice mamá – pero es que hasta mis padres creen que es una faena, y no me lo puede negar. ¿Qué consideras tú una “faena”? – le contesta el galeno. Usted es médico, y comprendo que ayudar a alguien a que muera le afecta ya que su oficio es tratar de salvar vidas. Aunque bueno, ¿y a quién no? Pero qué digo, este bebé me está volviendo loca… CON LO FÁCIL QUE ES… ¡ABORTAR! Ya sabes que yo te puedo aconsejar, pero pronto se te acaba el tiempo y eres tú quien en conciencia debes tomar tu propia decisión responsable y asumir las consecuencias de la misma…. De repente se hace el soñado silencio. Por una vez en mucho tiempo estoy relajado, es más, incluso me siento cómodo y apenas percibo esa horrible tensión y rigidez que sólo genera angustia en mí. Asombrosamente, comienzo a escuchar la voz de mi mamá. Pero esta vez no está hablando con el médico, ni con sus amigas, ni con sus padres. ¡Está hablando conmigo y de mí! Bueno pequeñín, creo que es hora de decidirse antes de que no tenga opción por ley. Sé que en un principio quería hacerme la loca, hacer como si no existieras. Pero esa etapa ya la hemos pasado. La realidad es que tú estás aquí, dentro de mí, y soy yo quien ahora mismo decide por tu vida… ¿Y qué pasa si decido que no vengas? …Ya lo sé, me facilitarías mucho el trabajo y podría seguir con mi vida como si nada. Pero lo cierto es que últimamente estoy cambiando, me siento diferente, más responsable y madura. Nunca pensé que mi personalidad pudiera resquebrajarse tanto. Aunque tampoco es que la tuviera muy consolidada… pequeñín, ¿dónde he dejado mis valores? ¿los he tenido alguna vez? Siempre me han enseñado que hay que respetar a los demás, colaborar con ellos, que la vida es sagrada y blablablá… sí, sí, si la teoría me la sé a la perfección, pero llevarla a la práctica no tanto. Tal vez es porque nunca he tenido la oportunidad, y ahora que la tengo me da miedo, mucho miedo, es más , estoy aterrada… siento como si no hubiese llegado a interiorizar estos principios, como si los supiese pero no supiese ni lo que digo ni qué significado tiene el que lo lleve a cabo. Por eso todo este jaleo me ha hecho pararme a pensar: mi embarazo me ha llevado a cambiar muchos aspectos de mí, y puede que a mi antigua “yo” no le gusten demasiado ni tampoco le apetezcan porque suponen más sacrificio, pero a “mi nueva YO”… Sé que ya se siente orgullosa. El orgullo de poder decir que estos cambios en mí me están renovando de arriba abajo y sobre todo que me han llevado a mejorar, a crecer... ¿Quién hubiera pensado que una personita tan pequeña pudiera suscitar tan gran cambio? Sé que todos debemos luchar por que se respete la vida, ¿y qué mejor manera si no es dando ejemplo? Beatriz Gómez-Luengo de la Puente Página 2 RESPETO A MI VIDA: DESDE Y HACIA DENTRO SÍ, SÍ, SÍ…Me gustaría poder hacer esto por mi bebé, porque él en un futuro pueda valorar la enorme importancia de la vida; y la injusticia que es el que te la arrebaten sin que apenas puedas articular ni tan siquiera una mísera palabra en tu defensa… ¡en la defensa de tu propia vida! Ahora es cuando me doy cuenta de cómo he cambiado. Al principio que sí, que voy a dejar que los médicos me solucionen mis problemas; y tan sólo al pararme a reflexionar conmigo misma me doy cuenta de que soy muchas cosas en realidad que no demuestro, y que es hora de demostrar mi valentía de una vez por todas. Antes me dejaba cohibir por mi alrededor, y ahora a solas lo veo claro: mantenerme firme depende de mí, sólo tengo que ser fuerte, ser quien de verdad soy, sin tenerle miedo al mundo, a mis padres y hermanos, a mis amigos, a mis profesores ni siquiera a mi bebé. Depende de mí que su vida sea respetada y ahora tengo claro que es así es como debe ser…. No puedo evitar sentir que el corazón me da un vuelco. Sólo puedo pensar: Mamááááá… Creo que hasta ella lo ha notado. De pronto, este silencio en el que ambos nos habíamos sumido hace rato, sin ser roto, sí es interrumpido por tu llanto, por la emoción de los dos. Una complicidad nos une y ahora sí sé que tampoco voy a dejar que nada ni nadie nunca nos separe. Puede que no la perciba hasta dentro de un tiempo, cuando gatee, hable, juegue y me ría con ella, pero sí que me siento orgullosa de ella. Porque es digno de admirar que pese a todo tipo de dificultades, ella se enfrente a los estereotipos, a la comodidad, a las presiones sociales, modas y demagogias, e incluso a su propia personalidad para sacar adelante a quien lleva dentro. …Ay mamá queridísima, ¡al fin haces brotar luz de mi oscuridad! Si tu valor y tu fuerza estuviesen más extendidos, no habría tantos “indeseados” como yo a los que se les quisiera arrebatar su vida. Gracias a tu fuerte personalidad, juntos demostraremos que el respeto poco a poco va ganando terreno a tantos enemigos de lo humano como la intolerancia el egoísmo y la sinrazón. Me comprometo a “contagiar” siempre a lo largo de mi vida este respeto ejemplar que me has enseñado con tu sacrificio. Empieza el reto y el milagro: ¡Buena suerte! Queda ya poco tiempo para que después de cuarenta semanas superemos nuestros miedos y salga a reunirme con mi mamá. En ese momento sé que voy a abrazarla tan fuerte como pueda, aunque bueno, no sé si seré lo suficientemente grande para rodearla con mis brazos. Lo que sí sé es que voy a quererla mucho, cuidarla, escucharla, apoyarla; pero sobre todo admirarla y agradecerla su coraje y respeto por la vida durante el resto de mi vida. Comienzo ya a salir al mundo y oigo al tiempo tu goce y dolor… Gracias MAMÁ. Beatriz Gómez-Luengo de la Puente Página 3