La otra forma de nacer (Nota de prensa) [1]

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La otra forma de nacer (Nota de prensa)
Publicado en Facultad de Psicología (http://psico.edu.uy)
La otra forma de nacer (Nota de prensa)
Posted Julio 29th, 2015 by m.perez [1]
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Temática: Fallas en la información y atención a mujeres en la cesárea
Medio: El País
Conductor/a - Periodista: Déborah Friedmann
Entrevistado/a o mencionado/a por Facultad de Psicología-UR: Carolina Farías [4]
Fecha: Dom, 26/07/2015
FUENTE: http://www.elpais.com.uy/domingo/otra-forma-nacer-cesarea.html
Una investigación de la Facultad de Psicología de la Udelar detectó fallas en la
información y atención a mujeres a las que se les practicó una cesárea.
Carolina Farías tuvo a su primera hija mediante una cesárea. Además de que cree que fue
innecesaria, sufrió "mucho maltrato" por parte del personal sanitario. Cuando llegó el momento de
que naciera su segundo hijo la experiencia fue totalmente distinta: la intervención quirúrgica sí tenía
causas justificadas, había un plan de acción y tuvo el apoyo de médicos y enfermeros. Se sintió
protagonista.
Fue a partir de esas dos experiencias tan distintas que Farías, psicóloga de profesión, quiso saber
más. ¿Cómo lo viven las otras mujeres? ¿Qué hace a las diferencias? Así nació la investigación
Vivencias y significados de la cesárea para las mujeres que han pasado por la experiencia con la que
obtuvo el título de magister en Psicología Social de la Facultad de Psicología de la Universidad de la
República.
Uruguay es de los países con mayor proporción de nacimientos por cesárea: son casi uno de cada
dos (46%), con diferencias entre el subsector público (33,4%) y el privado (55,3%), según datos
proporcionados por el Sistema de Información Perinatal para el trabajo. La Organización Mundial de
la Salud considera que no hay justificación para que un país supere el 15%.
Antes.
Para abordar el tema Farías entrevistó a 31 mujeres primerizas de entre 20 y 40 años de
Montevideo, Canelones y Maldonado, que transitaron por embarazos normales y a término, y cuyos
hijos eran deseados. De ellas, finalmente tomó 19 experiencias para volcar en su trabajo (no incluyó
pacientes de seguros privados de salud). Es, por lo tanto, una investigación exploratoria inicial, que
la especialista espera sirva como disparador para otros estudios sobre el tema, y que permite tener
una aproximación a falencias en el sistema de salud cuando un embarazo culmina en cesárea.
Las mujeres a las que entrevistó tenían como expectativa un parto natural, con el mínimo de
intervenciones posibles, un deseo relacionado en general con la idea de dejar al cuerpo actuar y
sentir. La cesárea no estaba en sus horizontes. "Era una operación, era la forma que yo no quería
que naciera", dijo una de ellas.
Lo que Farías encontró que se repetía en varias experiencias es que, a diferencia de lo que sucede
con el parto, donde hay una idea previa —se quiera o no pasar por esa circunstancia—, no ocurre lo
mismo con la cesárea. "Si tenemos en cuenta que la gran mayoría de las entrevistadas concurrió a
clases de preparación para el parto, se atendió durante todo el embarazo en el sistema de salud, es
decir, cumplió con lo que se espera en términos de atención sanitaria, entonces, podemos llegar a la
conclusión que su desconocimiento o falta de herramientas para anticipar la cesárea como una de
las vías de finalización del embarazo, no estuvo relacionado con sus miedos o negaciones, sino
también con un aparato sanitario que no integra la posibilidad de cesárea dentro de la palabra
pública, aún cuando se tiene la misma posibilidad de acabar con una que de parir vaginalmente",
señala la investigadora.
Durante.
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Hay básicamente dos formas de llegar a la cesárea: que haya sido programada por el ginecólogo
tiempo antes o que sea una decisión del equipo médico cuando ya se inició el trabajo de parto. En el
primer caso hay tiempo para procesar la noticia, sacarse dudas y, por tanto, ir mejor preparada. En
las restantes, la inmediatez entre la indicación y la intervención no permite en muchos casos
procesar la información. Incluso, pasado el tiempo de la "urgencia", a algunas les surgieron dudas de
si no había otras opciones que les hubiese permitido un parto vaginal.
Farías dedica un apartado a violencia obstétrica (violencia de género ejercida por el sistema
sanitario) que sufrieron algunas de las mujeres entrevistadas, en especial a través de coerción y
manipulación. Un ejemplo que cita es lo que le dice un médico de guardia a la embarazada cuando
llega al hospital en trabajo de parto: "Mirá, acá vos tenés más de cuatro ecografías que dicen que
esta niña puede pesar más de cuatro kilos y yo no me arriesgo a un parto (...) Probablemente se
tranque, ¡mirá si se tranca!!!! Mirá si se ahoga".
En ese y varios testimonios más Farías entiende que de forma más explícita o sutil el profesional
"parece orientar su discurso técnico hacia la indicación de cesárea y no lo hace con información
clara y concisa, valorando todos los elementos en conjunto con la mujer para que ésta pueda tomar
la decisión, sino que parecería hacerlo desde un lugar de poder y dominio sobre la situación,
utilizando la manipulación y la coerción como herramienta". Un mecanismo que se repite es dejar
aparentemente la decisión en manos de la mujer, pero transmitiendo dudas y miedos por la salud
del bebé, y por lo tanto, presionándola de un modo encubierto, asegura.
Una vez indicada la cesárea vienen los preparativos, entre ellos la colocación de la sonda y una vía.
En varios casos, el equipo de salud perdió de vista lo significativo del momento para la mujer. "Acá
con grititos no", recibió como comentario una entrevistada. Otras tuvieron risas como respuesta
cuando preguntaron dónde le iban a poner la sonda o se dirigían a ellas con un "dale gorda" para
que siguieran instrucciones.
Además, varias mujeres se angustiaron porque no pudieron estar acompañadas en todo el proceso,
pese a que la ley 17.386 lo garantiza. "No lo dejaron ir conmigo a bloc. Después en el momento del
nacimiento lo dejaron entrar pero mientras iba no, no lo dejaron", contó una. Otra narró: "Él no
estaba, iban pasando todos los procedimientos de ponerme la anestesia, de vestirme, pasarme la
medicación, todo eso y yo estaba acostada, se iba a empezar el procedimiento y él todavía no
estaba (...) Ahí me dijeron que era el último".
También hubo varias que coincidieron que en el quirófano había un clima frío —de temperatura y de
ambiente, que no se condecía con el nacimiento de un niño—, que no conocían a la mayoría de la
gente que había y que, en general, no llegaron a presentarse. En algunos casos, los diálogos que
mantenían durante la intervención, referidos a una fiesta a la que irían esa noche o a un viaje,
incomodaron a las madres — "¿Les digo que acá hay alguien?", se preguntaba una— e hicieron que
no se sintieran sostenidas emocionalmente. "Tenía la sensación de una intervención de Roswell, una
luz enorme arriba y mucha gente alrededor (...) muy intervenida, me sentí un extraterrestre que lo
estaban abriendo". Sí hubo otros casos donde el equipo integró adecuadamente a la mujer y su
pareja.
"Yo no lo sentí llorar y entonces me asusté mucho"
- La investigación de Farías indagó también sobre el primer contacto con el bebé en el quirófano. En
estos casos, la mujer no puede ver el nacimiento debido a un campo estéril que se le coloca a la
altura del pecho, salvo que el médico le muestre al bebé.
- "En una cesárea, como en cualquier cirugía, pero sobre todo por la relación de que para realizarla
debió haber un problema, el temor ante la muerte está muy presente. Esos segundos, minutos sin
saber si nació, si está bien, ponen a la mujer ante un estrés innecesario, generando mucha
angustia", señaló la investigadora.
- "Me ponen el campo, entonces yo no lo veía. Tuve sí la sensación cuando él salió, sentí el vacío,
sentí que salió el bebé, pero no lo sentía llorar, entonces me asusté mucho", contó una de las
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mujeres.
- Otro punto es cuando personal de neonatología acerca al bebé, ya vestido, para que la madre lo
pueda ver. Sobre este aspecto hubo coincidencias en dos cuestiones que consideraron negativas: la
mujer no podía tocarlo ya que sus manos estaban atadas en cruz (en 16 de las 19 entrevistadas),
situación que les generó mucha angustia, y la posterior separación con el bebé. "En la cesárea...yo
pensé que lo podía agarrar...no, no, no, no fue...¡yo estaba como crucificada! así literalmente", contó
una de ellas.
- En muchos de estos nacimientos se separó a la madre del bebé entre 20 minutos y tres horas.
Publicado el Miércoles 29 de Julio del 2015
Publicado en:
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URL de origen: http://psico.edu.uy/gestion/comunicacion/medios/la-otra-forma-de-nacer-nota-deprensa
Enlaces:
[1] http://psico.edu.uy/users/mperez
[2] http://psico.edu.uy/medio/medio-digital
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[4] http://psico.edu.uy/users/cfarias-0
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