JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO CICLO LITÚRGICO A

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JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
CICLO LITÚRGICO A
AMBIENTACIÓN GENERAL
Estamos a fin del año litúrgico, y la solemnidad de Cristo Rey nos quiere ayudar a resumir
en un solo domingo todo lo que procuramos vivir como comunidad de creyentes a lo largo
del año. Y a reflexionar sobre el valor que damos a Jesucristo y al hecho de formar parte
de su Reino.
El contenido de la celebración tiene un arraigo bíblico y evangélico muy fuertes. Jesús nos
enseña a rezar diciendo: “venga a nosotros tu reino’’. Y dedicó toda su existencia a
proclamar con su vida y palabras que el Reino de Dios ya está aquí. Es decir, Dios ya
reina en el corazón de las personas y de las comunidades que viven (que procuramos
vivir) según el modelo que Jesús nos ofrece. A Jesús este anuncio y compromiso de vivir
según los valores y los criterios del Reino de Dios le costó la vida: fue el primer mártir del
Reino. Significa que es algo central en el mensaje cristiano.
A partir de aquí, las posibilidades que los textos litúrgicos nos ofrecen para orientar la
celebración son muchos y muy ricos. A continuación insinuamos algunos de forma
esquemática.
HORIZONTE FINAL DE NUESTRA VIDA Y DE LA HISTORIA
Nos abren a este horizonte las palabras del evangelio: ‘’Vengan, benditos de mi Padre,
reciben el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo’’. Y también todos
los demás textos. Ezequiel nos recuerda que el mismo Señor es quien se ocupa
personalmente de nosotros (“Yo mismo…”) y esto nos da la garantía total de que nuestra
vida llegará a buen puerto. Lo mismo nos comunica el salmo, que nos hace decir en
primera persona: “Habitaré en la casa del Señor por años sin término”.
La lectura apostólica va en una dirección parecida cundo nos asegura que todos
viviremos gracias a Cristo. Toda la familia humana participa de la condición frágil,
pecadora y mortal de Adán. Aunque la familia humana pertenece también a Cristo y está
llamada a compartir la vida y la dignidad de Jesucristo Resucitado. En este sentido
podemos afirmar que Él es nuestro Rey y que formamos parte de su Reino. Un Reino que
se va construyendo con la presencia del Espíritu Santo en nuestro mundo, y que llegará a
su plenitud cuando “Dios lo será todo para todos”.
VIVIR COMO CIUDADANOS DEL REINO
El tema del Reino es fundamental en Evangelio según San Mateo. Lo hemos podido
comprobar desde la llamada de Juan Bautista que escuchábamos en Adviento:
‘’Conviértanse, porque esté cerca del cielo’’; lo repetía Jesús al empezar su predicación
(“Está cerca el Reino de los cielos”) y nos lo iba explicando en cada uno de sus
maravillosas parábolas (“El Reino de los cielos se parece a…”).
Hoy nos dicen quienes son los que heredan (o heredamos) el Reino que el Padre nos ha
preparado y nos ofrece. Son los que cada día procuran practicar las obras de
misericordia, o se esfuerzan en ser misericordiosos como lo es nuestro Padre del cielo, y
como Jesús vivió cada día. O bien, según el prefacio, heredan el Reino los que viven con
el Padre una relación de confianza filial y orientan la existencia según los criterios de la
fraternidad universal, de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, el
amor y la paz.
Este Reino o estilo de vida que Jesús nos propone lo aceptamos desde ahora, aunque no
estemos aún plenamente identificados con Él. Jesús nos indica lo importante que es
decidirnos por una vida según los criterios del Reino. Son dos los caminos o posibilidades
que tenemos en la vida. El primero es el camino que lleva a la felicidad personal y
colectiva, a la plena realización como personas, en el camino del servicio, de la entrega
generosa, de olvidar egocentrismo para pensar en los demás como hermanos. Hacer lo
contrario, nos dice Jesús, nos lleva al fracaso tanto personal como colectivo.
CELEBRAR Y VIVIR EL AÑO LITÚRGICO
Otra posibilidad de enfocar la celebración y la homilía sería dar un repaso o recordatorio,
desde la perspectiva de la fiesta de Cristo Rey, de algunos aspectos importante de la
celebración eucarística de cada domingo y de todo el camino de nuestra vida creyente.
Recordamos algunos de ellos:
 Nos ponemos bajo la guía de Jesucristo, buen pastor, que nos conduce a la vida
del Reino y de comunión con el Padre.
 Nos reponemos de nuestras debilidades y males y renovamos las fuerzas.
 Acogemos la invitación a sentarnos en la mesa de la palabra y de la Eucaristía que
el Señor nos prepara.
 Experimentamos la bondad y el amor del Señor que nos acompañan cada día.
 Crecemos en la conciencia y la alegría de ser el pueblo que el Señor convoca
Y envía a anunciar y a vivir el Reino.
 Celebramos la muerte y la resurrección del Cristo y empezamos a participar de
esta victoria.
 Alimentamos nuestra vida para ser capaces, cada día, de practicar las obras de
misericordia y crecer en la vida de fraternidad.
Josep Roca.
Proyecto de homilía
 (Situar la fiesta ayer y hoy)
Llegamos, un año más, al último domingo del ciclo litúrgico y lo hacemos celebrando la
figura de Jesucristo bajo el título de Rey del Universo.
La fiesta fue establecida el año 1925, en un contexto que tiene muy poco que ver con el
actual. Eran momentos en que nuestra Iglesia propugnaba la religión católica como
religión oficial de los Estados y, por lo tanto, pedía una situación de privilegio. Para
conseguirla, utilizaba una terminología de inspiración bíblica, como es el hecho de hablar
de Cristo Rey del universo, el Reinado de Cristo, etc…
Hoy, sin embargo, la fiesta es más teológica que popular, ya que la han desvirtuado, entre
otros, dos hechos: el significado secular del título de Rey, con monarquías más bien
devaluadas, y el abuso excesivo que se hizo y se hace, en determinados momentos, de
este título.
Sin embargo, aún hay hoy quien intenta reivindicar para la Iglesia, en nombre de Cristo
Rey, un poder temporal y político que no procede. Cristo, si acaso es Rey, es un Rey que
tiene como cetro una cruz, como corona, unas espinas, y como ciudadanos privilegiados,
a los más débiles y necesitados.
 (Los valores del Reino)
Creo, pues, que la mejor manera de entender el auténtico sentido de la fiesta de hoy y del
título de Rey, es seguir el Prefacio de la misa, donde quedan muy bien expresados los
valores y las características de este Reino, o Proyecto de Dios, que es propuesto a toda la
humanidad: un Reino universal y eterno; un Reino que busca siempre la verdad y
defiende la vida (Reino de verdad y de vida); un Reino que nos estimula a ser santos,
aprovechando e imitando la gratuidad de Dios (Reino de santidad y de gracia); un Reino
que trabaja por la justicia y la paz, y que hace del amor la razón de ser de su identidad
(Reino de justicia, de amor y de paz).
Dicho esto, es muy clarificador que este año, en el evangelio de Mateo, se nos ofrezca el
texto que nos muestra cómo será el examen final que nos hará Dios cuando nos
presentemos ante Él. Seremos evaluados en el amor, y en un amor concreto, traducido en
las famosas obras de misericordia bíblicas, que son un compendio de la moral cristiana
positiva: abrirse a las necesidades de los demás y ofrecerles alegría, compañía,
solidaridad, justicia, libertad, paz, pan, dinero, etc…
Instalados, pues, en la construcción del Reino, o del Proyecto de Dios, en la oración del
Padrenuestro que pedimos en cada recitado tres veces, con palabras distintas, que este
Reino se haga realidad en nosotros y en el mundo.
¿Qué decimos cuando decimos Señor, sea santificado tu nombre? El nombre es una
expresión que indica la persona. Dios no necesita ninguna santificación, porque Él es
santo. Por eso, lo que pedimos es que esta santidad que Él posee en plenitud se
manifieste cada vez más en el mundo en que vivimos, es decir, que se vaya haciendo
realidad el Reino.
¿Qué decimos cuando decimos explícitamente venga a nosotros tu Reino? En el
evangelio de Mateo sobresalen cuatro comparaciones muy expresivas para explicar este
Reino: es como un tesoro escondido en el campo (Mateo 13, 44); es como una perla
preciosa (Mateo 13, 45); es como una semilla que, a pesar de ser pequeña, crece (Mateo
13, 31); y es como una medida de levadura que tiene poder para fermentar toda una
masa (Mateo 13, 33).
Pedir que venga a nosotros este Reino es comprometerse a vivir de acuerdo con estas
sugerentes comparaciones.
Y, finalmente, ¿qué decimos cuando decimos hágase tu voluntad? Que el Reino, el
Proyecto, se haga realidad mediante nuestro trabajo y nuestro esfuerzo.
Pedir que se realice la voluntad de Dios es mantener una actitud abierta para discernir
qué nos pide Dios en las diferentes situaciones concretas.
Manel Simó.
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