EL CANTO DE ORACIaaN

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EL CANTO DE ORACIÓN
Oración, Perdón y Curación
Un curso de milagros
Jesús de Nazaret
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ÍNDICE
ÍNDICE .................................................................................................................................................. 2
NOTAS DEL TRADUCTOR ...................................................................................................................... 3
El texto ............................................................................................................................................. 3
La traducción .................................................................................................................................... 3
1. ORACIÓN .......................................................................................................................................... 4
Introducción ..................................................................................................................................... 4
I. La verdadera oración .................................................................................................................... 5
II. La escalera de la oración .............................................................................................................. 6
III. Orando por otros ........................................................................................................................ 8
IV. Orando con otros ........................................................................................................................ 9
V. El final de la escalera.................................................................................................................. 10
2. PERDÓN .......................................................................................................................................... 11
Introducción ................................................................................................................................... 11
I. Perdonarte a ti mismo ................................................................................................................ 11
II. Perdón para destruir .................................................................................................................. 13
III. Perdón para la salvación ........................................................................................................... 15
3. SANACIÓN ...................................................................................................................................... 16
Introducción ................................................................................................................................... 16
I. La causa de la enfermedad ......................................................................................................... 16
II. La sanación falsa y la verdadera ................................................................................................ 17
III. Sobre la unión y la separación .................................................................................................. 19
IV. La santidad de la sanación ........................................................................................................ 20
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NOTAS DEL TRADUCTOR
El texto
El canto de oración es un escrito breve dictado por Jesús a Helen Schucman entre septiembre y
noviembre de 1977. El procedimiento empleado para el dictado fue exactamente el mismo que el
utilizado para el Curso de Milagros, por lo que el resultado final es un texto absolutamente
consistente en forma y contenido con el Curso.
Se trata de un texto muy clarificador sobre la interpretación verdadera de los tres conceptos
fundamentales de la enseñanza del Curso; la oración, el perdón y la sanación, así como su relación
entre ellos. También expone con claridad la actitud correcta con la que deben ser abordados, que
en los tres casos es la misma: hacerse a un lado y dejar al Espíritu Santo resolver.
Merece una mención especial el carácter clarificador y reconfortante de los comentarios que se
recogen con respecto a la muerte, entendida felizmente como recompensa y tránsito a un nivel de
experiencia de ser más deseable que el que este mundo nos ofrece.
El documento está lleno de interesantísimos pasajes. Algunos párrafos del capítulo de la oración
contienen expresiones de exquisito misticismo, equiparables a los mejores textos de literatura
espiritual nunca escritos. Otros, en la sección del perdón, evidencian la extraordinaria profundidad
de análisis psicológico característica de todo el Curso. Y en el capítulo de la sanación, encontramos
pasajes de una ternura insuperable y conmovedora, cuando describe la relación del Padre con el
Hijo.
No puedo sino acabar transcribiendo la última frase del documento, auténtico corolario del
mismo y del Curso.
Y recuerda esto; no importa lo que pienses acerca de ti mismo o sobre el mundo, tu Padre Te
necesita y Te llamará hasta que vuelvas a Él en paz finalmente.
La traducción
Los términos heal y healing han sido traducidos preferentemente por “sanar” y “sanación”.
La palabra gift ha sido traducida casi siempre como “don”, entendiéndose por tal, la extensión
infinitamente valiosa que Dios hace a Su Hijo.
En un par de ocasiones, en pasajes que evocan una honda emotividad y ternura, en el texto se
refiere al Hijo de Dios como child of God, que se ha traducido como “criatura de Dios”. Debe
interpretarse como una expresión de máxima proximidad y cariño del Padre para con el Hijo.
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En el contexto del Curso, el término “ídolo” se utiliza para referirse a los recursos del mundo que
satisfacen las aparentes necesidades del Hijo de Dios, que en su sueño de escasez vive aprisionado
por el miedo.
Algunas expresiones se han entrecomillado, pues se han considerado conceptos nuevos,
acotados y perfectamente definidos en sí mismos, merecedores de ser así destacados.
Con respecto al estilo, se ha optado por traducir a un lenguaje directo y sencillo, obviando
cultismos y estructuras sintácticas arcaicas (bíblicas), que aparecen abundantemente en el texto
original. En todos los casos, sin embargo, se ha procurado respetar absolutamente el sentido último
del texto y hacerlo lo más próximo posible al lector.
La presente versión en castellano conserva total correspondencia con la notación numérica
original en inglés.
Este texto está libre de derechos. Se autoriza y anima al lector a reproducirlo y extenderlo por
cualquier medio que considere oportuno para una máxima difusión del mismo.
Barcelona, mayo de 2004
Revisado y corregido, septiembre 2014
1. ORACIÓN
Introducción
1. La oración es el don más grande con el que Dios bendijo a Su Hijo cuando lo creó. 2 Tiene que
llegar a ser tal como era entonces; la voz única que el Creador y la creación comparten; el canto que
el Hijo canta al Padre, Quien le devuelve el agradecimiento que éste Le ofrece. 3Armonía sin fin, y
perpetua también la jubilosa concordia de Amor que Ambos se ofrecen por siempre Mutuamente.
4Y en esto, la creación se extiende. 5Dios da gracias a Su extensión en Su Hijo. 6Y Su Hijo muestra su
agradecimiento por haber sido creado, en el canto de su crear en el Nombre de su Padre. 7El Amor
que Ambos comparten es lo que toda oración siempre será por toda la eternidad, cuando el tiempo
concluya. 8Pues así era antes de que el tiempo pareciera existir.
2. Para ti que estás en el tiempo por un breve instante, la oración adopta la forma que mejor
sirve a tus necesidades. 2Aunque sólo tienes una. 3Lo que Dios creó uno debe reconocer su unicidad,
y regocijarse de que lo que las ilusiones aparentan separar, es uno por siempre en la Mente de Dios.
4La oración ahora debe ser el medio por el que el Hijo de Dios abandona objetivos e intereses
separados, y vuelve con santa alegría a la verdad de la unión con su Padre y consigo mismo.
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3. Deja a un lado tus sueños, tú santo Hijo de Dios, y alzándote tal como Dios te creó, prescinde
de los ídolos y recuérdale a Él. 2La oración te sustentará ahora, y te bendecirá mientras elevas tu
corazón a Él, en un canto ascendente que llega a lo alto y luego más alto aún, hasta que tanto lo alto
como lo bajo desaparecen. 3La fe en tu meta crecerá y te sostendrá a medida que subas la luminosa
escalinata a los prados Celestiales y llegues a la puerta de la paz. 4Pues esto es la oración y aquí se
encuentra la salvación. 5Éste es el camino. 6Es el regalo que Dios te hace.
I. La verdadera oración
1. La oración es un camino que el Espíritu Santo ofrece para llegar a Dios. 2No es meramente una
petición o una súplica. 3Y no tendrá éxito hasta que te des cuenta de que no es para pedir nada.
4¿De qué otra manera podría cumplir su propósito? 5Es imposible rogar por ídolos y esperar llegar a
Dios. 6La verdadera oración debe evitar caer en la trampa de pedir suplicando. 7Pide más bien recibir
lo que ya se te ha dado; aceptar lo que ya tienes ahí.
2. Se te ha dicho que pidas al Espíritu Santo la respuesta a cualquier problema específico, y que
recibirás una respuesta específica si tal es tu necesidad. 2También se te ha dicho que sólo hay un
problema y que sólo hay una solución. 3En términos de oración esto no es contradictorio. 4En este
mundo hay que tomar decisiones, y se deben tomar tanto si se trata de ilusiones como si no. 5No se
te puede pedir que aceptes respuestas que están más allá del nivel de necesidad que puedes
reconocer. 6Por lo tanto, no es el contenido de la plegaria lo que importa, ni cómo la hagas. 7La
forma que adquirirá la respuesta satisfará tu necesidad, tal como la percibes, cuando es Dios quien
te la da. 8Pero lo que te llega es simplemente un eco de la respuesta de Su Voz. 9El sonido real es
siempre un canto de agradecimiento y de Amor.
3. Por eso, no puedes pedir el eco. 2El canto es el regalo. 3Con él vienen las resonancias, los
armónicos, los ecos, pero todo eso es secundario. 4En la auténtica oración sólo oyes el canto. 5Todo
lo demás es un mero añadido. 6Has buscado el Reino de Dios en primer lugar, y todo lo demás se te
ha dado por añadidura.
4. El secreto de la auténtica oración es olvidar las cosas que piensas que necesitas. 2Pedir lo
concreto es como considerar el pecado en primera instancia para luego perdonarlo. 3De la misma
manera, en la oración has de pasar por alto las necesidades específicas que crees tener, dejándolas
en Manos de Dios. 4Ahí se convierten en los regalos que Le haces, pues Le dicen que no adorarás a
más dios que a Él, ni tendrás otro Amor que el Suyo. 5Y cuál podría ser Su respuesta sino tu recuerdo
de Él. 6¿Puede cambiarse esto por un insignificante consejo para un problema que apenas dura un
instante? 7Dios responde únicamente en el ámbito de lo eterno. 8Aún así, en eso también se
encuentran todas las pequeñas respuestas.
5. Orar es hacerse a un lado; es soltarlo todo; es un momento íntimo de escuchar y amar. 2No
debe confundirse con súplicas de ningún tipo, porque es una manera de recordar tu santidad. 3¿Por
qué debiera suplicar la santidad, siendo absolutamente merecedora de todo lo que el Amor puede
ofrecer? 4Pues es al Amor adonde vas en la oración. 5La oración es una ofrenda; la entrega de ti
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mismo para hacerte uno con el Amor. 6No hay nada que pedir, porque no queda nada que quieras.
7Y ésta nada se convierte en el altar de Dios. 8Y desaparece en Él.
6. Éste, sin embargo, no es un grado de oración que todo el mundo pueda alcanzar por ahora.
2Aquellos que aún no lo han conseguido necesitan por el momento tu ayuda en la oración, porque
su pedir todavía no está basado en la aceptación. 3Ayudar en la oración no significa que alguien
medie entre tú y Dios. 4Quiere decir más bien que alguien te acompaña y te ayuda a elevarte hasta
Él. 5Quien ha asumido la bondad de Dios ora sin temor. 6Y quien ora sin miedo inevitablemente
llegará Él. 7Y por lo tanto también puede llegar a Su Hijo, dondequiera que esté y cualquiera que sea
la forma que adopte.
7. Cuando se venera al Cristo en cualquier persona, se está haciendo auténtica oración, porque
es un regalo de agradecimiento a Su Padre. 2Pedir que Cristo sea tal como Es no es una súplica. 3Es
un canto de agradecimiento por lo que realmente eres. 4Aquí radica el poder de la oración. 5No pide
nada y lo recibe todo. 6Esta forma de oración sí se puede compartir, porque en ella se recibe para
todos. 7Orar con alguien que sabe que esto es verdad ya es ser respondido. 8Puede que la forma
específica de resolución de un problema concreto le ocurra a uno de los dos; no importa a quién.
9Quizás llegue a los dos, si ambos están en auténtica sintonía. 10Pero llegará, porque se han dado
cuenta de que Cristo está en ambos. 11Y ésta es Su única verdad.
II. La escalera de la oración
1. La oración no tiene principio ni fin. 2Es parte de la vida.3 Pero sí cambia de forma, y crece con
el aprendizaje hasta que alcanza un estado amorfo y se fusiona en total comunicación con Dios. 4Sin
embargo, en su estadio más elemental, en su forma peticionaria, no es necesario apelar a Dios, de
hecho con frecuencia no se hace, e incluso a veces ni siquiera se cree en Él. 5En estos niveles, la
oración es meramente una querencia proveniente de un sentido de escasez y de falta.
2. Esta forma de oración, o “pedir desde la necesidad”, siempre conlleva un sentimiento de
debilidad e incapacidad, y nunca pueden ser hecha por un Hijo de Dios que sabe Quién es en
realidad. 2Por ello, quien conoce su verdadera Identidad con certeza nunca podría orar de esta
manera. 3Sin embargo, también es cierto que todo aquel que carece de certeza sobre su Identidad
no puede evitar orar así. Y la oración es tan continua como la vida misma. 4Todo el mundo ora sin
cesar. 5Pide y ya has recibido, pues eres tú mismo quien ha establecido lo que quieres.
3. También es posible alcanzar una forma más elevada de “pedir desde la necesidad”, pues en
este mundo la oración es reparadora, y por eso debe entrañar niveles de aprendizaje. 2Aquí, la
petición puede que sea dirigida a Dios con honestidad, aunque no todavía con entendimiento. 3En
este caso generalmente se alcanza un vago y con frecuencia inestable sentido de identificación con
Dios, pero tiende a estar desenfocado por un sentimiento de pecado profundamente arraigado. 4En
este nivel es posible que se sigan solicitando cosas mundanas de diferentes tipos, y también es
posible que se pidan dones tales como bondad u honestidad, y especialmente el perdón para las
muchas fuentes de culpabilidad que inevitablemente subyace en toda oración proveniente de la
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necesidad. 5Sin culpa no hay sentimiento de escasez. 6Quien está libre de pecado no tiene
necesidades.
4. En este nivel también ocurre esa curiosa contradicción de términos conocida como “orar por
nuestros enemigos”. 2La contradicción no reside en las palabras mismas, sino más bien en la manera
en la que son usualmente interpretadas. 3Mientras creas que tienes enemigos, limitas la oración a
las leyes de este mundo, y has limitado asimismo tu capacidad para recibir y aceptar en los mismos
estrechos márgenes. 4Y sin embargo, si tienes enemigos tienes necesidad de oración, y una gran
necesidad ciertamente. 5Entonces, ¿qué es lo que realmente significa esta frase? 6Ora por ti mismo,
para que no busques encarcelar a Cristo y perder con ello el reconocimiento de tu propia identidad.
7No traiciones a nadie, pues te estarás traicionando a ti mismo.
5. Un enemigo es el símbolo de un Cristo encarcelado. 2¿Y quién podría ser Éste sino tú mismo?
3Orar por tus enemigos se convierte así en una oración por tu propia libertad. 4Aquí ya no hay
términos contradictorios. 5Se ha convertido en una afirmación de la unidad de Cristo y en un
reconocimiento de Su impecabilidad. 6Y con ello se ha santificado, pues reconoce al Hijo de Dios tal
como fue creado.
6. Nunca debe olvidarse que la oración en cualquier nivel es siempre por uno mismo. 2Si te unes
con alguien en oración le haces parte de ti. 3Tú eres el enemigo, de la misma manera que eres al
Cristo. 4Por ello, antes de hacerse santa la oración, se convierte en una elección. 5Tú no escoges por
otro. 6Sólo puedes escoger por ti mismo. 7Ruega de corazón por tus enemigos, pues en ello radica
tu propia salvación. 8Perdónales por tus pecados, y así serás ciertamente perdonado.
7. La oración es una escalera que llega hasta el Cielo. 2En la cima hay una transformación
semejante a la que tú experimentas, pues la oración es parte de ti. 3Los asuntos de la tierra quedan
atrás, todos olvidados. 4Nada se pide, pues nada falta. 5La identidad en Cristo se reconoce
plenamente, tal como fue establecida para siempre, más allá de todo cambio y corrupción. 6La luz
ya no vacila y nunca se apagará. 7Ahora la oración recupera su sentido original, sin necesidades de
ningún tipo, e investida por siempre de pura impecabilidad, que es el regalo que Dios te ha hecho a
ti, Su Hijo. 8Pues ahora se eleva como un canto de agradecimiento a tu Creador, cantado sin
palabras, pensamientos, o vanos deseos, absolutamente carente de todo tipo de necesidades. 9Y así
se extiende, tal como se concibió que fuera. 10Y por esta entrega Dios Mismo da gracias.
8. Dios es la meta de toda oración, lo cual le confiere intemporalidad en lugar de final. 2Por otra
parte, la oración tampoco tiene principio, pues la meta siempre ha estado ahí. 3La oración en sus
modos más primitivos es una ilusión, ya que no se necesita una escalera para alcanzar lo que nunca
se ha abandonado. 4Además, la oración es parte del perdón hasta que éste no se alcance, él mismo
una ilusión también. 5De igual manera, la oración está vinculada al aprendizaje, hasta que se consiga
el objetivo que éste procura. 6Y cuando esto se realice, todas las cosas se transformarán
conjuntamente, y volverán inmaculadas a la Mente de Dios. 7Este estado no se puede describir, pues
se encuentra más allá de lo que se puede aprender. 8Sin embargo, los estadios necesarios para su
consecución necesitan ser entendidos, para que vuelva la paz al Hijo de Dios, que vive ahora en la
ilusión de la muerte y el temor de Dios.
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III. Orando por otros
1. Hemos dicho que la oración es siempre por uno mismo, y así es. 2¿Por qué entonces debes
orar por otros? 3Y en tal caso, ¿cómo debes hacerlo? 4Orar por otros, correctamente entendido, se
convierte en un medio para eliminar las propias proyecciones de culpa que has dirigido sobre tu
hermano, y te permite reconocer que no es él quien te está haciendo daño. 5Antes de que puedas
ser salvado de tu sentimiento de culpa, debes renunciar al venenoso pensamiento de que él es tu
enemigo, tu opuesto maligno, el motivo de tu perdición. 6La oración es el medio para conseguir
esto, y de obtener el poder suficiente para, con metas cada vez más elevadas, llegar incluso hasta
Dios mismo.
2. Las anteriores formas de oración, al comienzo de la escalera, no están libres de envidia y
malicia. 2Claman venganza, no amor. 3Y nunca provienen de quien se da cuenta de que en realidad
son peticiones de muerte, provenientes del miedo por quienes alientan la culpabilidad. 4Estas
formas de oración invocan a un dios vengativo, y es este dios quien parece responderles. 5No se
puede pedir un infierno para otro y luego pretender escapar de él. 6Sólo aquellos que ya están en el
infierno pueden pedir infierno. 7Pero aquellos que han sido perdonados, y que han aceptado su
perdón, nunca podrían elevar este tipo de oración.
3. En estos niveles, por lo tanto, se debiera aprender a reconocer que la oración traerá una
respuesta del mismo tipo en que se ha hecho la oración. 2Con esto basta. 3De aquí, el paso a los
siguientes niveles ya será fácil. 4El siguiente ascenso comienza con esto:
5Lo
que he pedido para mi hermano no es lo que querría para mí.
6De
esta manera lo he convertido en mi enemigo.
7Es
evidente que este paso no lo puede dar quien no valore el beneficio que le comporta liberar
a los otros. 8Y es posible que esta decisión se retrase durante mucho tiempo, pues pudiera parecer
un gesto peligroso en lugar de compasivo. 9A los que se sienten culpables les parece ciertamente
una ventaja tener enemigos, pero quien pretenda liberar a sus enemigos debiera abandonar este
beneficio imaginario.
4. La culpabilidad se debe abandonar, y no ocultarla. 2Pero esto no puede conseguirse sin algún
tipo de dolor, y durante algún tiempo, el vislumbre de la naturaleza misericordiosa de este paso
puede ser seguido de una profunda retirada hacia el miedo. 3Pues las defensas del miedo son en sí
mismas temibles y cuando se las reconoce traen sus miedos consigo. 4Sin embargo, ¿qué beneficio
le ha reportado jamás a un prisionero la mera ilusión de escaparse? 5Su evasión real de la
culpabilidad radica únicamente en el reconocimiento de que la culpa ha desaparecido. 6¿Y cómo se
puede reconocer esto mientras se proyecte la culpa en otro, y no se vea como propia? 7El temor a
escaparse hace difícil dar la bienvenida a la libertad, y convertir a un enemigo en carcelero parece
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reportar seguridad. 8¿Cómo puedes entonces liberarle sin que se apodere de ti un miedo demencial?
9Has hecho de él tu salvación y el medio para escapar de tu culpa. 10Tu inversión en esta solución
imaginaria es considerable y el miedo a abandonarla es muy fuerte.
5. Detente por un instante, ahora, y piensa en lo que has hecho. 2No olvides que fuiste tú quien
lo hizo, y por lo tanto, de la misma manera lo puedes deshacer. 3Abre tu mano. 4Este enemigo ha
venido a bendecirte. 5Acepta su bendición, y siente aligerarse tu corazón y tus miedos desvanecerse.
6No te aferres a ellos, ni a él tampoco. 7Él es un Hijo de Dios, lo mismo que tú. 8No es un carcelero,
sino un mensajero de Cristo. 9Sélo tú para él, para que tú lo puedas ver así.
6. No es fácil darse cuenta de que las oraciones para conseguir cosas, posición social, amor
humano, “regalos” externos de cualquier tipo, se hacen siempre para establecer carceleros que te
escondan de la culpabilidad. 2Estas cosas se utilizan como metas sustitutivas de Dios, y por lo tanto
distorsionan el propósito de la oración. 3La oración se convierte en el deseo de conseguirlas. 4Aún
cuando no se pidan explícitamente. 5El objetivo de alcanzar a Dios se pierde en la búsqueda de
objetivos menores de cualquier tipo, y la oración se convierte en una solicitud de enemigos. 6Incluso
en esto se puede reconocer con bastante claridad el poder de la oración. 7Nadie que desee un
enemigo fracasará en su búsqueda. 8Pero con la misma seguridad perderá el único objetivo
auténtico que le ha sido asignado. 9Piensa en el costo y entiéndelo bien. 10Cualquier otra meta es a
costa de Dios.
IV. Orando con otros
1. Hasta que por lo menos no comienza el segundo nivel, la oración no se puede compartir.
hasta este punto, cada uno pedirá cosas distintas. 3Pero una vez que se cuestiona la
necesidad de considerar al otro como enemigo, y aunque sólo por un momento se ha reconocido la
razón para este nuevo planteamiento, entonces se hace posible unirse en oración. 4Los enemigos
nunca comparten el mismo objetivo. 5En esto se basa la enemistad. 6Sus deseos distintos son sus
arsenales, sus fortificaciones en el odio. 7La clave para seguir ascendiendo aún más en la oración,
radica en este simple pensamiento; en este cambio de mentalidad:
2Porque
8Vamos
juntos, tú y yo.
2. Ahora es posible ayudar en la oración, y así progresar tú mismo. 2Con este paso comienza la
ascensión rápida, aunque todavía quedan muchas lecciones por aprender. 3El camino está abierto y
la esperanza está justificada. 4Aun así, es probable que al principio lo que se pida, incluso por
quienes se unen en la oración, no sea el objetivo que debiera en verdad buscarse. 5Incluso juntos
puede que sigas suplicando por cosas, y así, no construir más que una ilusión de compartir un
objetivo. 6Puede que pidáis juntos cosas específicas, y no daros cuenta que estáis rogando por los
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efectos sin las causas. 7Y esto no se puede conseguir. 8Pues nadie puede recibir únicamente efectos,
implorando a una causa de la que no provienen que se los ofrezca.
3. Por eso, ni siquiera la unión es suficiente, si los que se unen en oración no preguntan, ante
todo, cuál es la Voluntad de Dios. 2Sólo de esta Causa puede provenir la respuesta que satisface
todas las peticiones específicas; donde todos los deseos separados se unifican en uno. 3La oración
para conseguir cosas específicas siempre pide conseguir que se repita el pasado de alguna manera.
4Aquello con lo que una vez se disfrutó, o así se recuerda; lo que era de otro y él pareció amar, todo
esto no son más que ilusiones del pasado. 5La meta de la oración es liberar el presente de las
ilusiones que lo encadenan, para permitirle ser un remedio elegido libremente para corregir cada
elección errónea del pasado. 6Lo que la oración puede ofrecer a partir de ahora, excede en tanto
todo aquello por lo que has rogado hasta este momento, que resultaría patético contentarse con
menos.
4. Cada vez que te pones a orar estás eligiendo tener una nueva oportunidad. 2¿La reprimirás y
encarcelarás en antiguas prisiones, cuando se presenta la ocasión de liberarte de todas ellas a la
vez? 3No restrinjas tus peticiones. 4La oración puede traerte la paz de Dios. 5¿Qué cosa del ámbito
del tiempo puede darte más que esto, durante el breve instante que se manifiesta antes de que se
derrumbe y vuelva polvo?
V. El final de la escalera
1. La oración es un camino a la verdadera humildad. 2Y aquí de nuevo, se eleva suavemente y
crece en fuerza, amor y santidad. 3No nos queda más que apartarnos donde comienza a ascender a
Dios, y es entonces cuando llega la auténtica humildad trayendo la gracia a la mente que creía que
se enfrentaba al mundo sola. 4La humildad trae consigo la paz, porque no afirma que tú tengas que
dirigir el universo, ni reivindica que tu función sea juzgar si todas las cosas se ajustan a como
quisieras que fueran. 5Desecha alegremente todos tus diosecillos, sin resentimientos, reconociendo
con honestidad simplemente que ya no sirven.
2. La ilusión y la humildad tienen propósitos tan diferentes que no pueden coexistir, ni compartir
la misma morada donde se puedan encontrar. 2Donde una llega, la otra desaparece. 3Los que son
verdaderamente humildes no tienen otra meta que Dios porque no necesitan ídolo alguno, y
defenderse ya no tiene sentido. 4Los enemigos son inútiles ahora, porque la humildad nunca
confronta. 5No se oculta con vergüenza porque está contenta con lo que es, pues sabe que todo lo
creado es la Voluntad de Dios. 6Su altruismo es el puro Ser, y esto es lo que ve en cada encuentro
con todo Hijo de Dios, al que se une con alegría reconociendo la pureza que con él comparte.
3. Ahora la oración se eleva sobre el mundo de las cosas, los cuerpos y los dioses de todo tipo, y
puedes descansar en santidad por fin. 2La humildad ha llegado para enseñarte cómo has de
entender la gloria que te corresponde como Hijo de Dios, y para que puedas reconocer la arrogancia
del pecado. 3No veías la faz de Cristo, pues estaba velada por un sueño. 4Pero ahora ya puedes ver
su impecabilidad. 5La escalera ha alcanzado altas cimas. 6Casi has llegado al Cielo. 7Ya queda poco
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que aprender antes de acabar el viaje. 8Ahora puedes decir a cualquiera que venga a unirse contigo
en oración:
9No
puedo ir sin ti, pues tú eres parte de mí.
10Y
así es en verdad. 11Ahora ya sólo puedes orar por lo que realmente compartes con él. 12Pues
has comprendido que nunca se fue, y tú, que creías estar sólo, eres uno con él.
4. Con esto la escalera llega a su fin, pues ya no hay nada que aprender. 2Ahora estás ante las
puertas del Cielo, y tu hermano está contigo a tu lado. 3Los prados son frondosos y calmos, pues
éste es el lugar que se estableció para cuando vinieras y te ha esperado largo tiempo. 4Aquí concluye
el tiempo para siempre. 5En esta puerta la eternidad misma se une contigo. 6La oración ha alcanzado
su propósito, pues has reconocido al Cristo en ti.
2. PERDÓN
Introducción
1. El perdón da alas a la oración para que se eleve con facilidad y progrese con rapidez. 2Sin su
fuerte apoyo sería vano intentar elevarse por encima de los niveles inferiores de la oración, o ni
siquiera pretender la ascensión en absoluto. 3El perdón es el aliado de la oración; es su hermano en
el plan para tu salvación. 4Ambos vendrán en tu ayuda para sostenerte, darte una base segura y un
propósito firme e inalterable. 5Contempla la ayuda más grande que Dios ordenó que te acompañara
hasta alcanzarle. 6Y con esto llegará el final de las ilusiones. 7Pero a diferencia de su hermana la
oración, el perdón no es para siempre. 8Pues se vuelve innecesario cuando se consuma la ascensión.
9Sin embargo, por ahora tiene un propósito, más allá del cual, ni puedes, ni tienes necesidad de ir.
10Logra esto y ya habrás sido redimido. 11Logra esto y habrás sido transformado. 12Logra esto y
salvarás al mundo.
I. Perdonarte a ti mismo
1. Ningún regalo del Cielo ha sido tan malinterpretado como el perdón. 2De hecho, se le ha
convertido en un flagelo; una maldición de lo que pretendía ser una bendición, una cruel burla de
la gracia, una parodia de la santa paz de Dios. 3Y sin embargo, aquellos que aún no han elegido dar
los primeros pasos en el camino de la oración, no pueden sino entenderlo de esta manera. 4La
benevolencia del perdón se hace poco evidente al comienzo, porque ni se entiende la salvación, ni
se busca verdaderamente. 5Lo que debiera servir para sanar se utiliza para hacer daño, porque no
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se desea perdonar. 6La culpabilidad se interpreta como salvación y el remedio resulta una terrible
alternativa a la vida.
2. Por lo tanto, el “perdón para destruir”, conviene mucho mejor al propósito del mundo que el
objetivo del perdón verdadero, y los medios honestos por los que esta meta se consigue. 2El “perdón
para destruir” no pasará por alto ningún pecado, ningún crimen, ninguna culpa que pueda buscar,
encontrar y “amar”. 3El error le atrae y le complace, y las faltas aparecen enormes, crecen y se
hinchan ante su mirada. 4Escoge cuidadosamente todas las maldades y pasa por alto la bondad
como si fuera la peste; algo odioso teñido de peligro y de muerte. 5El “perdón para destruir” es la
muerte misma y eso es lo que ve en todo lo que mira, en todo lo que odia. 6La clemencia de Dios se
ha convertido en un retorcido cuchillo para destruir al santo Hijo que Él ama.
3. ¿Te perdonarías a ti mismo por hacer esto? 2Aprende entonces que Dios te ha dado los medios
para regresar a Él en paz. 3No veas el error. 4No lo hagas real. 5Quédate con lo amoroso y perdona
el pecado escogiendo ver en su lugar la faz de Cristo. 6¿De qué otra manera podría la oración volver
a Dios? 7Él ama a su Hijo. 8¿Crees que puedes recordarle y odiar a la vez lo que Él ha creado? 9Si
odias al Hijo que Él ama odiarás a su Padre. 10Pues como veas a Su Hijo te verás a ti mismo, y tal
como te veas, Dios será para ti.
4. Así como la oración es siempre para ti mismo, también el perdón es siempre para ti. 2Es
imposible perdonar a otro, pues sólo son tus pecados lo que ves en él. 3Quieres verlos ahí, y no en
ti. 4Por eso es por lo que perdonar a otro es una ilusión. 5Sin embargo, es el único sueño feliz que
encontrarás en este mundo; el único que no conduce a la muerte. 6Sólo te puedes perdonar en otro,
pues le has hecho culpable de tus propios pecados, y por eso en él debes encontrar ahora tu
inocencia. 7¿Quién sino el pecador necesita ser perdonado? 8Y nunca pienses que puedes encontrar
pecado en nadie sino en ti mismo.
5. Este es el gran engaño de este mundo, y tú el gran embaucador de ti mismo. 2Siempre parece
que el malvado es otro, y tú el perjudicado por sus pecados. 3¿Cómo sería posible la libertad si esto
fuera así? 4Esto te convertiría en esclavo de todos, pues sus actos serían los responsables de tu
destino, de tus sentimientos, de tu desesperación o tu esperanza, tu miseria o tu dicha. 5En tal caso,
no tendrías libertad a menos que te fuera dada. 6Y siendo malvados, sólo pueden darte de lo que
son. 7No puedes ver sus pecados y no los tuyos. 8Pero puedes liberarles y a ti mismo también.
6. El perdón sincero es el camino en el que se encuentra tu única esperanza de libertad.
esta ilusión que es el mundo te parezca tu hogar, otros cometerán errores, al igual que
tú. 3Pero Dios Mismo ha dado a todos Sus Hijos un remedio para todas las ilusiones que creen ver.
4La visión de Cristo no utiliza tus ojos, pero puedes mirar a través de los Suyos y aprender a ver como
Él. 5Las equivocaciones son pequeñas sombras fugaces, que sólo por un instante parecen ocultar la
faz de Cristo, que se mantiene inalterable detrás de todas ellas. 6Su constancia permanece en
tranquilo silencio y en perfecta paz. 7Él no sabe de sombras. 8Sus ojos pasan por alto el error y sólo
ven al Cristo en ti.
2Mientras
7. Pide entonces Su ayuda, y pregúntale a Él cómo aprender a perdonar por medio de Su visión.
2Necesitas lo que Él concede, y tu salvación depende de que aprendas esto de Él. 3No puedes elevar
oraciones al Cielo mientras que el “perdón para destruir” permanezca contigo. 4La gracia de Dios
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borrará de tu mente esta marchitante y venenosa forma de pensar. 5Cristo te ha perdonado, y con
su visión el mundo se convierte en algo tan santo como Él mismo. 6Quien no ve maldad ve como Él.
7Pues lo que Él ha perdonado no ha pecado, y ya no queda culpa alguna. 8El plan de salvación se ha
cumplido y ha llegado la cordura.
8. El perdón es la llamada a la cordura, pues ¿quién sino el demente contemplaría el pecado
pudiendo elegir ver la faz de Cristo en su lugar? 2Ésta es la elección que se te presenta; la más simple,
y además, la única que puedes hacer. 3Dios te llama para que salves a Su Hijo de la muerte
ofreciéndole el Amor de Cristo. 4Esto es lo que necesitas, y Dios te ofrece este don. 5Tal como Él te
lo da, así tú también debes darlo. 6Y de esta manera se restaura la oración a su estado amorfo,
adentrándose en la intemporalidad, más allá de todo límite, sin que nada del pasado te impida
unirte al incesante canto que toda la creación entona a su Dios.
9. Pero para alcanzar esta meta, y antes de llegar donde el aprendizaje ya no puede continuar,
debes aprender lo siguiente. 2El perdón es la llave, ¿pero quién puede usar una llave cuando ha
perdido la puerta para la que ésta ha sido hecha, y para la que solamente sirve? 3Por lo tanto, hay
que distinguir con claridad el sentido auténtico del perdón para que la oración pueda ir de la
oscuridad a la luz. 4Es imprescindible invertir el papel malintencionado del perdón, limpiándolo de
los usos malvados y los propósitos odiosos para los que se emplea. 5Es fundamental desvelar la
traición implícita en el “perdón para destruir”, y abandonarlo por siempre jamás. 6No debe quedar
ni el más mínimo rastro, para poder completar el aprendizaje y llevar a cabo por fin el plan que Dios
estableció para tu regreso.
10. Este es el mundo de los opuestos. 2Y mientras lo consideres real, tendrás que elegir entre
ellos. 3Pero tienes que aprender cuáles son las alternativas a escoger, o serás incapaz de alcanzar tu
libertad. 4Por eso es importante que sepas con absoluta claridad qué es lo que el perdón significa
para ti, y que aprendas qué es lo que debiera significar para hacerte libre. 5El nivel de tu oración
depende de esto, pues en esta elección radica su libertad para elevarse por encima de este mundo
caótico y llegar a la paz.
II. Perdón para destruir
1. El “perdón para destruir” adopta muchas formas, ya que es un arma del mundo de las formas.
todas son obvias, y algunas se ocultan cuidadosamente bajo lo que parece caridad. 3Pero todas
las formas que parece adoptar tienen una sola meta; su propósito es separar, y hacer diferente lo
que Dios creó igual. 4Esta diferencia parece evidente en los casos donde la comparación que se
propone hace inevitable concluir en ese sentido, pues ése es el objetivo que se persigue.
2No
2. A este primer grupo corresponden los casos en los que una persona “mejor” se digna a
rebajarse para salvar a otra “inferior” de lo que ésta verdaderamente es. 2El perdón aquí se expresa
en una actitud de graciosa majestad alejada del amor e instalada en la arrogancia. 3¿Quién puede
perdonar y despreciar al mismo tiempo? 4¿Quién puede acusar a otro de estar inmerso en el pecado
y verle a la vez como un Hijo de Dios? 5¿Quién puede pretender enseñar lo que es la libertad
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esclavizando en primer lugar? 6Aquí no hay unión, sólo dolor. 7Esto no es verdadera misericordia.
8Esto es muerte.
3. Hay otra forma, todavía muy parecida a la anterior si se sabe ver, en la que la arrogancia no
aparece de una forma tan flagrante. 2Aquí el que perdona al otro no reivindica ser el mejor de los
dos. 3Dice en cambio compartir la condición de pecado, pues ambos han sido indignos y merecen el
justo castigo de la ira de Dios. 4Esto pudiera parecer un pensamiento humilde, que puede inducir
incluso a rivalizar en el pecado y en la culpabilidad. 5Esto no es amar lo que Dios creó e hizo santo
para siempre. 6¿Puede acaso Su Hijo condenarse a sí mismo y todavía recordarle a Él?
4. Aquí el objetivo es separar a Dios del Hijo al que Él ama, y mantenerle apartado de su Fuente.
2Ésta es también la meta que procuran aquellos que buscan interpretar un papel de mártir en manos
de otro. 3El propósito de esta actitud debe verse con claridad, pues podría pasar por mansedumbre
y caridad en lugar de crueldad. 4¿No es acaso de buen corazón aceptar el rencor de otros y no
responder sino con el silencio y una amable sonrisa? 5Fíjate, ¡qué bueno eres!, tú que soportas con
paciencia y santidad la ira y la ofensa que los otros te causan, sin mostrar el amargo dolor que
sientes.
5. El “perdón para destruir” a menudo se esconde bajo un manto como éste. 2Muestra una cara
de sufrimiento y dolor, como prueba silenciosa de la culpa y de los estragos del pecado. 3Éste es el
testimonio que ofrece quien podría presentarse como salvador y no como enemigo. 4Pero habiendo
convertido también al otro en enemigo, se le obliga a aceptar la culpa y el fundamentado reproche
que se le presenta. 5¿Es esto amor? 6¿O es más bien una traición a quien necesita ser salvado del
sufrimiento de la culpa? 7¿Qué otro propósito podría tener esto sino mantener a los testigos de la
culpa alejados del amor?
6. El “perdón para destruir” puede también adoptar una forma de regateo y acuerdo. 2”Te
perdono si satisfaces mis necesidades, pues en tu esclavitud se encuentra mi liberación”. 3Dile esto
a alguien y serás tú quien se convierta en un esclavo. 4Buscarás quitarte de encima la culpa en
sucesivos regateos que no te traerán esperanza, sino mayor dolor y miseria. 5Qué espantoso se ha
vuelto aquí el perdón, y qué retorcidos los objetivos que busca 6Apiádate de ti mismo, tú que
negocias así. 7Dios da sin esperar recompensas. 8Y no se puede dar sino como Él da. 9Cualquier otra
manera es una burla. 10¿Pues quién intentaría cerrar un trato ventajoso con el Hijo de Dios y al
mismo tiempo dar gracias a su Padre por su santidad?
7. ¿Qué le mostrarías a tu hermano? 2¿Intentarías reforzar su culpabilidad y con ello la tuya? 3El
perdón es el medio para tu liberación. 4Qué lamentable es convertirlo en instrumento de mayor
esclavitud y dolor 5En este mundo de opuestos hay una manera de usar el perdón para el objetivo
de Dios y encontrar la paz que Él te ofrece. 6No elijas ninguna otra cosa, pues estarás buscando tu
muerte y rogando por separarte de tu Ser. 7Cristo es para todos porque está en todos. 8El perdón te
deja ver Su faz. 9Y en Su faz ves la tuya.
8. Todas las formas que el perdón adopte y que no te aparten de la ira, la condena y las
comparaciones de todo tipo, son muerte. 2Pues esto es lo que se proponen. 3No te dejes engañar
por ellas, y deja a un lado sus despreciables y trágicas ofrendas. 4Tú no quieres seguir esclavizado.
5Tú no quieres temer a Dios. 6Quieres ver la luz del sol y el resplandor del Cielo brillando sobre la faz
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de la Tierra, redimida del pecado y dichosa en el Amor de Dios. 7Aquí la oración se libera junto
contigo. 8Tus alas quedan libres y la oración te elevará y te traerá a casa, donde Dios dispuso que
estuvieses.
III. Perdón para la salvación
1. El “perdón para la salvación” tiene una forma y sólo una. 2No pide pruebas de la inocencia, ni
exige retribución alguna. 3No discute, ni evalúa los errores que quiere pasar por alto. 4No ofrece
regalos traicioneros, ni promete libertad mientras pide muerte. 5¿Te engañaría Dios? 6Él sólo te pide
que tengas confianza y un sincero deseo de aprender cómo llegar a ser libre. 7Y así, Él brinda Su
Maestro a cualquiera que pida y busque entender la Voluntad de Dios. 8Su disposición a dar va
mucho más allá de lo que tu entendimiento puede llegar a alcanzar o imaginar. 9Y sin embargo, Él
ha dispuesto que tú aprendas el camino hacia Él, y en ésta Su voluntad, radica tu certeza.
2. Criatura de Dios, los dones de Dios son tuyos, no por tus planes, sino por Su santa Voluntad.
Voz te enseñará lo que es el perdón y cómo darlo tal como Su voluntad dispone. 3Por lo tanto,
no busques comprender lo que está más allá de tu entendimiento, deja más bien que aparezca un
camino que te lleve donde los ojos de Cristo se convierten en la visión que tú eliges. 4Abandona todo
lo demás, pues no hay nada más. 5Cuando alguien te pida cualquier tipo de ayuda, Él es Quien
responderá por ti. 6Sólo tienes que hacerte a un lado y no interferir. 7El “perdón para la salvación”
es Su tarea, y es Él Quien se encargará de llevarlo a cabo en tu lugar.
2Su
3. No seas tú quien establezca la forma que debiera tener el perdón de Cristo. 2Él sabe hacer de
cada llamada una ayuda para ti, conforme te acercas apresuradamente a la casa de tu Padre. 3Ahora
Él puede hacer que tus pasos sean seguros, tus palabras sinceras, no con tu propia sinceridad, sino
con la Suya. 4Permite que Él se encargue de cómo perdonas, y cada ocasión será para ti un paso más
hacia el Cielo y la paz.
4. ¿No estás cansado de vivir encarcelado? 2Dios no eligió este lastimoso sendero para ti. 3Piensa
que has sido tú quien lo ha elegido, y por eso, lo puedes deshacer cuando quieras, pues la oración
es misericordiosa y Dios es justo. 4Él entiende Su justicia, pero tú todavía no. 5Sin embargo, Dios te
dará los medios para que aprendas de Él, y entiendas por fin que la condena que crees vivir no es
real y que sólo fabrica ilusiones en su malvado nombre. 6También entenderás que la forma que tus
sueños parecen adoptar no tiene importancia. 7Las ilusiones no son ciertas. 8Sólo la Voluntad de
Dios es la verdad, y tú eres uno con Él en Voluntad y en propósito. 9Y aquí acaban todos los sueños.
5. Cuando se necesite ayuda y se busque perdón, lo único que debieras preguntar es: “¿Qué
puedo hacer por él, Tu santo Hijo?” 2No tienes que juzgar la forma en la que se busca el perdón. 3Y
no seas tampoco tú quien establezca la forma en la que el perdón ha de llegar para salvar al Hijo de
Dios. 4La luz de Cristo en él es su liberación, y es esta luz la que responde a su llamada. 5Perdónale
tal como Cristo te indique, contémplale con Sus ojos, y háblale en Su nombre. 6Él conoce la
necesidad, la pregunta y la respuesta. 7Él te dirá exactamente lo que tienes que hacer, en palabras
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que puedas entender y puedas también usar. 8No confundas Su función con la tuya. 9Él es la
respuesta. 10Tú, el que escucha.
6. ¿Y de qué te habla? 2Te habla de la salvación y del don de la paz. 3Del final del pecado, de la
culpa y de la muerte. 4Del papel que el perdón tiene en Él. 5Limítate a escuchar. 6Pues Su Voz será
oída por todo aquel que invoca Su nombre y deposita su perdón en Sus manos. 7Se Le ha dado el
perdón para que lo enseñe, para salvarlo de la destrucción y para hacer que los medios para la
separación, el pecado y la muerte se conviertan de nuevo en el santo regalo de Dios. 8La oración es
Su Propia Mano derecha, liberada para salvar tan pronto como se le permita al perdón llegar desde
Su eterno cuidado y Amor. 9Escucha, aprende, y no juzgues. 10Has de volverte hacia Dios para oír lo
que debes hacer. 11Su respuesta será clara como la mañana, y Su perdón no será lo que esperas que
sea.
7. Él sabe, y esto debiera ser suficiente para ti. 2El perdón tiene un Maestro infalible. 3Considera
esto un momento; no intentes juzgar el perdón, ni lo sitúes en un marco mundano. 4Deja que se
eleve hasta Cristo, Quien lo recibirá como un regalo para Sí Mismo. 5Él nunca te dejará sin consuelo,
ni dejará de enviarte a Sus ángeles desde lo alto para que te respondan en Su Nombre. 6Él
permanece al lado de la puerta para la cual el perdón es la única llave. 7Dásela a Él para que la use
en tu lugar, y verás cómo la puerta se abre silenciosamente ante la radiante faz de Cristo.
8Contempla a tu hermano tras la puerta; el Hijo de Dios tal como Él lo creó.
3. SANACIÓN
Introducción
1. La oración tiene ayudas y testigos que suavizan y hacen más seguro el empinado ascenso,
aliviando el dolor causado por el miedo y ofreciendo consuelo y promesas de esperanza. 2La
sanación es el testigo del perdón y una ayuda para la oración, pues proporciona la seguridad de que
el éxito finalmente se alcanzará. 3No se le debiera dar excesiva importancia, pues la sanación es una
indicación o un símbolo de la fuerza del perdón, y tan solo un efecto o la sombra de un cambio de
opinión acerca del objetivo de la oración.
I. La causa de la enfermedad
1. No confundas el efecto con la causa, ni pienses que la enfermedad está separada y aparte de
lo que debe ser su causa. 2La enfermedad es una señal, la sombra de un pensamiento malvado que
parece ser real y justo, de acuerdo a las normas de este mundo. 3Es la prueba externa de los
“pecados” internos, y el testigo de pensamientos de falta de perdón que hieren y dañan al Hijo de
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Dios. 4Sanar el cuerpo es imposible, y prueba de esto es la naturaleza temporal de toda “cura”. 5Pues
el cuerpo acabará muriendo, y así, su sanación meramente retrasa su regreso al polvo, de donde
nació y al que volverá.
2. La causa del cuerpo es la falta de perdón del Hijo de Dios. 2El cuerpo no ha abandonado su
fuente, y esto se ve claramente en su dolor, en su envejecimiento y en la marca de la muerte que
pesa sobre él. 3Qué frágil y temible les parece a quienes piensan que su vida está bajo sus órdenes
y ligada a su inestable y nimio aliento. 4La muerte les contempla mientras intentan retener cada
momento que escapa a sus codiciosas manos. 5Y les aterra ver cambiar y enfermar a sus cuerpos.
6Pues sienten el fuerte olor a muerte en sus corazones.
3. El cuerpo se puede sanar como efecto del verdadero perdón. 2Sólo eso puede proporcionar
un recuerdo de la inmortalidad, que es el don del amor y la santidad. 3El perdón debe ser otorgado
por una mente que comprenda la necesidad de pasar por alto toda sombra que cubra la santa faz
de Cristo, entre las cuales, se debe considerar a la enfermedad como una de ellas. 4No es nada más
que eso; el símbolo del juicio de un hermano sobre otro hermano, y del Hijo de Dios sobre sí mismo.
5Pues ha condenado al cuerpo a ser su prisión, y ha olvidado que ha sido él mismo quien le ha
asignado ese papel.
4. Lo que el Hijo de Dios se ha hecho a sí mismo, él mismo tiene que deshacerlo. 2Pero no está
solo. 3Ha tirado la llave de su prisión y ha olvidado su santa impecabilidad y el recuerdo del Amor
de su Padre. 4Pero tiene como ayuda la Voz que su Padre ha puesto en él. 5Y Le ha concedido el don
del poder de sanar, pues todavía puede llegar a Su Hijo a través de Su Voz, para recordarle que,
aunque haya elegido convertir el cuerpo en su hogar, éste nunca será su hogar verdadero.
5. Es necesario distinguir entre la verdadera sanación y su equivalente imperfecta. 2Este mundo
de opuestos es el lugar de la sanación, ¿pues qué habría en el Cielo para sanar? 3De la misma manera
que en el mundo la oración puede pedir de mala manera, o el perdón aparentar caridad para matar,
así la sanación puede ser falsa o verdadera; ser testigo del poder del mundo o del eterno Amor de
Dios.
II. La sanación falsa y la verdadera
1. La falsa sanación meramente realiza un pobre intercambio entre una ilusión por otra “mejor”;
un sueño de enfermedad por uno de salud 2Esto puede ocurrir en los primeros niveles de la oración,
en combinación con una versión bienintencionada del perdón, pero cuyo significado aún no se
entiende completamente. 3Sólo la falsa sanación deja abierto el paso al miedo, de manera que la
enfermedad queda libre para golpear de nuevo. 4La falsa sanación puede ciertamente eliminar
algunas formas de dolor y enfermedad. 5Pero su causa permanece, y no dejará de producir efectos.
6La causa sigue siendo el deseo de morir y vencer así al Cristo, el imperecedero Hijo de Dios.
7Deseando así la muerte es segura, pues la oración obtiene su respuesta. 8Sin embargo, hay un tipo
de muerte aparente que tiene un origen distinto. 9No proviene de pensamientos dañinos, de
violentos pensamientos de ira hacia el universo. 10Simplemente significa que el cuerpo ha dejado de
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ser útil y le ha llegado su fin. 11Y por eso se elige descartarlo, de la misma manera que uno se
desprende de las prendas gastadas.
2. Esto es lo que debiera ser la muerte; una elección tranquila, hecha con alegría y con un
sentimiento de paz, porque el cuerpo ha sido usado con amor para ayudar al Hijo de Dios a recorrer
el camino que le conduce a su Padre. 2Por ello, agradecemos al cuerpo todos los servicios que nos
ha prestado. 3Pero también estamos agradecidos de que haya acabado la necesidad de caminar por
un mundo de limitaciones, de llegar con dificultad al Cristo oculto tras formas diversas, y al que
vemos con claridad, en el mejor de los casos, sólo en brevísimos momentos de amor. 4Ahora
podemos contemplarle sin velos, en esta luz en la que hemos aprendido a ver de nuevo.
3. Le llamamos muerte, pero es libertad. 2No viene en una forma que parece haber sido
impuesta con dolor sobre un cuerpo reacio, sino como una gentil bienvenida a la liberación. 3Si ha
habido una auténtica sanación, así llega la muerte, es hora de descansar por un rato del trabajo
hecho con alegría y con alegría acabado. 4Ahora nos vamos en paz a un aire más libre y a un clima
más benigno, donde no es difícil ver los regalos que dimos y que han sido guardados para nosotros.
5Pues ahora se ve a Cristo con mayor claridad; mantenemos su visión más fácilmente; y Su Voz, la
Palabra de Dios, es ciertamente más la nuestra.
4. Esta suave transición a una oración más elevada, perdonando con amor las formas y maneras
de la Tierra, sólo puede ser recibida con agradecimiento. 2Pero antes debe haber llegado la
verdadera sanación, para bendecir a la mente con amoroso perdón por los pecados que ha soñado
e impuesto sobre el mundo. 3Ahora este sueño es desechado en pacífico descanso. 4Ahora su perdón
sana al mundo y el Hijo de Dios está listo para partir en paz, la jornada ha concluido y las lecciones
han sido aprendidas.
5. Esto no es muerte según el mundo, pues la muerte es cruel ante sus temerosos ojos y se
considera un castigo por el pecado. 2¿Cómo podría ser entonces una bendición? 3¿Y cómo se le
puede dar la bienvenida si debiera ser temida? 4¿Qué sanación ha ocurrido para que sea
considerada la apertura de la puerta hacia un nivel de oración más elevado y una justicia benévola?
5La muerte es una recompensa, no un castigo. 6Pero este punto de vista proviene de una sanación
que el mundo no puede concebir. 7No existe la sanación parcial. 8Lo que se limita a cambiar ilusiones
no consigue nada. 9Lo que es falso no puede ser parcialmente cierto. 10Si has sanado, tu sanación es
completa. 11El perdón es el único regalo que puedes hacer y que puedes recibir.
6. La falsa sanación se basa en la sanación del cuerpo, dejando igual la causa de la enfermedad,
lista para golpear de nuevo hasta que acabe venciendo aparentemente con una muerte cruel. 2Ésta
se puede postergar durante un tiempo, dando un breve respiro hasta que ejecute finalmente su
venganza en el Hijo de Dios. 3Y no puede ser vencida hasta que no se le retire toda la fe que se ha
depositado en ella, y se dirija en su lugar a lo que Dios ha dispuesto para sustituir a los sueños
malvados; un mundo en el que ya no hay un velo de pecado que lo mantenga en la oscuridad y el
desconsuelo. 4Por fin la puerta del Cielo se abre y el Hijo de Dios es libre para entrar en su hogar,
preparado antes de que el tiempo fuera, listo para darle la bienvenida, y que aún permanece
esperándole.
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III. Sobre la unión y la separación
1. La falsa sanación sana el cuerpo en parte, pero nunca de una forma total. 2Esto evidencia su
propósito de separación, pues no elimina la maldición de pecado que en él descansa. 3Por lo tanto,
es engañosa. 4Tampoco la realiza quien entiende que el otro es exactamente su igual. 5Pues esto es
lo que hace posible la verdadera sanación. 6Cuando es falsa, siempre se supone que uno de los dos
posee un poder que al otro no le ha sido concedido. 7En esto se muestra claramente la separación.
8Aquí se pierde el sentido de la auténtica sanación y se alzan los ídolos para oscurecer la unidad
intrínseca del Hijo de Dios.
2. “Sanar para separar” puede parecer ser una extraña idea. 2Y sin embargo, se puede llamar así
a toda forma de sanación basada en cualquier tipo de desigualdad. 3Estas formas pueden sanar el
cuerpo, y ciertamente se limitan a eso por regla general. 4En estos casos suele haber alguien que se
supone que sabe más, uno que tiene un mayor conocimiento porque ha sido entrenado, o quizás
porque es más sabio o más capaz. 5Esto le permite sanar a otro que está bajo su tutela. 6Así se puede
sanar el cuerpo, porque en los sueños no puede haber permanente igualdad. 7Los sueños están
hechos a base de transferencias y cambios. 8Sanarse aparentemente implica encontrar a alguien
más sabio que uno mismo, que por sus artes y conocimientos lo conseguirá.
3. Alguien sabe más; esta es la frase mágica por la que el cuerpo se convierte en el objetivo de
la sanación tal como la concibe el mundo. 2Y se acude a éste que sabe más para aprovecharse de su
conocimiento y habilidad; para encontrar en él el remedio para el dolor. 3¿Cómo puede ser así? 4La
sanación auténtica no puede proceder de la desigualdad, en primer lugar asumida, posteriormente
aceptada como verdad y finalmente utilizada para ayudar al herido y calmar la mente que sufre en
agonía por la duda.
4. ¿Puede entonces alguien utilizar la sanación para ofrecer ayuda a otro? 2Si es en arrogancia,
la respuesta debe ser “no”. 3Pero en humildad hay ciertamente un lugar para los que socorren. 4Su
papel es parecido al que interpreta quien ayuda en la oración y quien perdona de la forma adecuada.
5Se trata de no considerarse uno mismo portador del don de la sanación. 6Lo único que tienes que
hacer es reconocer tu unidad con quien está pidiendo ayuda. 7Pues en el reconocimiento de esta
unidad se supera el sentimiento de separación, que es lo que realmente está provocando la
enfermedad. 8No tiene sentido proporcionar otro remedio que no provenga del mismo origen que
la enfermedad misma, pues si no, nunca se conseguirá la sanación.
5. Ciertamente los sanadores existen, son los Hijos de Dios que reconocen su Fuente, y que
entienden que todo cuanto su Fuente crea es uno con ellos. 2Éste es el remedio que trae el alivio
que no puede fallar. 3Permanecerá para bendecir por toda la eternidad. 4No cura parcialmente, sino
totalmente y por siempre. 5Ahora se revela la causa de toda enfermedad exactamente tal como es.
6Y en este lugar queda ahora escrita la santa Palabra de Dios. 7La enfermedad y la separación deben
sanarse por medio del amor y la unión. 8Ninguna otra cosa puede sanar, pues así fue como Dios
estableció que la sanación fuera. 9Sin Él no hay sanación, pues sin Él no hay amor.
6. Sólo la Voz de Dios puede decirte cómo sanar. 2Escucha y nunca dejarás de proporcionar Su
amoroso remedio a quienes Él te envía, para dejar que Él les sane y bendecir a todos aquellos que
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sirven con Él en nombre de la sanación. 3El cuerpo se sanará, porque la causa de su enfermedad ha
desaparecido. 4Y ahora, sin causa, la enfermedad no puede volver con otra forma diferente. 5Ni
tampoco se volverá a temer a la muerte, porque se ha comprendido lo que es. 6No hay temor en
aquel que ha sido verdaderamente sanado, pues ha entrado el amor donde solían estar los ídolos,
y el miedo finalmente ha dejado el paso libre a Dios.
IV. La santidad de la sanación
1. ¡Cuán santos son los que han sido sanados! 2Pues viéndoles, sus hermanos comparten su
sanación y su amor. 3Son portadores de la paz, son la voz del Espíritu Santo, Quien es la Voz de Dios,
pues a través de ellos Él habla en nombre de Dios. 4Los que han sido sanados siempre hablan en Su
nombre y nunca en el suyo propio. 5No tienen otros dones que los que han recibido de Dios. 6Y los
comparten, pues saben que ésta es Su voluntad. 7No son especiales. 8Son santos. 9Han escogido la
santidad y han abandonado todo sueño de poseer atributos especiales a través de los cuales puedan
conceder dones desiguales a quienes son menos afortunados. 10Su sanación les ha restaurado su
compleción, y de esta manera pueden perdonar y unirse al canto de oración, en el cual los que han
sido curados cantan su unión y su agradecimiento a Dios.
2. La sanación es una bendición, pues es testigo del perdón, ayuda en la oración y el efecto de la
gracia correctamente interpretado. 2Y el mundo se apresura a responder en coro mediante la voz
de la oración. 3El perdón ofrece su resplandeciente indulto en cada brizna de hierba, en cada pluma
de ave, en toda cosa que habita la Tierra. 4El miedo no tiene lugar aquí, pues el amor ha llegado con
toda su santa unicidad. 5El tiempo continúa únicamente para permitir al abrazo de la oración
descansar sobre la Tierra un instante más, mientras el mundo desaparece en un último fulgor. 6Este
momento es el objetivo de todos los verdaderos sanadores, a los que al Cristo ha enseñado a ver su
semejanza y a enseñar como Él.
3. Piensa en lo que significa ayudar al Cristo a sanar 2¿Puede algo ser más santo que esto? 3Dios
da gracias a Sus sanadores, pues sabe que Él mismo es la Causa de la sanación, Su Amor, Su Hijo,
reinstaurado como Su compleción y que ha regresado para compartir con Él la santa alegría de la
creación. 4No pidas curaciones parciales, ni aceptes un ídolo en lugar del recuerdo de Aquel Cuyo
Amor nunca ha cambiado ni nunca cambiará. 5Tú eres tan querido para Él como lo es toda Su
creación, que reside en ti como Su don eterno. 6¿Qué necesidad tienes de sueños cambiantes en un
mundo lamentable? 7No olvides la gratitud de Dios. 8No olvides la santa gracia de la oración. 9No
olvides perdonar al Hijo de Dios.
4. Primero perdona, luego ora, y así te curas. 2Tu oración se ha elevado y ha invocado a Dios,
Quien te oye y te responde. 3Has comprendido que únicamente perdonas y oras para ti mismo. 4Y
en esta comprensión sanas. 5En la oración te has unido a tu Fuente, y te has dado cuenta de que en
realidad nunca la has dejado. 6Este nivel no se puede alcanzar hasta que no quede odio en tu corazón
ni deseo de atacar al Hijo de Dios.
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5. Nunca olvides esto; el Hijo de Dios eres tú, y lo que elijas ser para él, es lo que eres para ti
mismo, y es lo que Dios es para ti. 2Pues tus juicios llegarán a Dios, y le otorgarás el mismo papel
que otorgas a Su creación. 3No te equivoques al elegir, o pensarás que eres tú el creador y no Él, y
así Él dejará de ser para ti la Causa y se convertirá sólo en un efecto. 4De esta manera la sanación es
imposible, pues Le acusas de tu engaño y de tu culpa. 5Él, Que es Amor, se convierte en fuente del
miedo, pues sólo el miedo podría estar justificado ahora. 6Suya es la venganza. 7La muerte Su gran
destructor. 8Y la enfermedad, el sufrimiento, y la dolorosa pérdida, se convierten en el patrimonio
de todo el mundo, pues nos ha dejado en manos del diablo, jurando no redimirnos nunca más.
6. Venid a Mí de nuevo, Hijos Míos, sin esos retorcidos pensamientos en vuestros corazones.
siendo santos con la Santidad que os engendró en perfecta impecabilidad, y que todavía os
rodea con los Brazos de la paz. 3Soñad con la sanación. 4Y levantaos después y abandonad por
siempre todos los sueños. 5Sois aquél a quien vuestro Padre ama, que nunca dejó su hogar, ni
vagabundeó en un mundo salvaje con los pies ensangrentados y el corazón endurecido contra el
amor, que es la verdad en vosotros. 6Entrega todos tus sueños a Cristo y permítele que sea tu guía
en la sanación, dirigiéndote en oración más allá de las penosas metas de este mundo.
2Seguís
7. Él viene por Mí y te habla con Mi Palabra. 2Deseo que Mi fatigado Hijo vuelva de los sueños
malignos a Mi dulce abrazo de Amor eterno y perfecta paz. 3Mis brazos están abiertos al Hijo que
Amo, que no sabe que ha sanado y que sus oraciones no han cesado de cantar su dichoso
agradecimiento al unísono con toda la creación en la santidad del Amor. 4Detente un momento.
5Bajo los sonidos de las duras y amargas luchas y derrotas, hay una Voz que te habla de Mí. 6Óyela
sólo un instante y habrás sanado. 7Óyela sólo un instante y te habrás salvado.
8. Ayúdame a despertar a Mis criaturas de los sueños de venganza y de una vida pequeña
acosada por el miedo, tan breve, que bien podría no haber nunca sido. 2Déjame en su lugar
recordarte la eternidad, en la que tu dicha aumenta a medida que tu amor se extiende junto con el
Mío, más allá del infinito, donde el tiempo y el espacio no tienen sentido. 3Mientras tú esperas
apesadumbrado, la melodía del Cielo es imperfecta, porque tu canto es parte de la eterna armonía
del amor. 4Sin ti la creación está incompleta. 5Regresa a Mí, Que nunca abandoné a Mi Hijo. 6Oye,
criatura Mía, tu Padre te llama. 7No rehúses escuchar la Llamada al Amor. 8No le niegues al Cristo lo
que es Suyo. 9El Cielo está aquí y el Cielo es tu hogar.
9. La creación se inclina sobre las barreras del tiempo para levantar la pesada carga que soporta
el mundo. 2Elevad vuestros corazones para saludar su llegada. 3Ved las sombras desvanecerse
suavemente; las espinas desprenderse con dulzura de la ensangrentada frente del santo Hijo de
Dios. 4¡Qué encantador eres, criatura de la Santidad! 5¡Cómo te pareces a Mí! 6¡Qué amorosamente
te acojo en Mi Corazón y en Mis Brazos! 7¡Qué querido es para Mí cada regalo que Me has hecho,
tú que sanaste a Mi Hijo y lo bajaste de la cruz! 8Levántate y permite que te dé Mi agradecimiento.
9Y con Mi gratitud llegará, primero el perdón, y luego la paz eterna.
10. Así, retorna tu santa voz hacia Mí. 2El canto de oración es mudo sin ti. 3El universo aguarda
tu liberación, porque es la suya. 4Sé bondadoso con él y contigo mismo, y luego sé bondadoso
Conmigo. 5Sólo pido una cosa; que estés reconfortado y que no vivas más en el terror y el dolor. 6No
abandones al Amor. 7Y recuerda esto; no importa lo que pienses acerca de ti mismo, ni importa lo
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que pienses acerca del mundo, tu Padre Te necesita y Te llamará hasta que vuelvas a Él en paz
finalmente.
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