Fiscalidad regia y génesis del Estado

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Espacio, Tiempo y Forma, S. III, Hf Medieval, t. 4, 1991, págs. 95-135
Fiscalidad regia y génesis del Estado
en la Corona de Castilla (1252-1504)
MIGUEL ÁNGEL LADERO QUESADA *
1. PODER MONÁRQUICO Y TRANSFORMACINES FISCALES. LA DINÁMICA BAJOMEDIEVAL. 1252-1504.
1.1. 1265-1325: tiempos de transición.
1.2. 1325-1350: fortalecimiento del poder real.
1.3. La segunda mitad del siglo xiv: la consolidación institucional.
1.4. El siglo XV: la conquista del poder por la nobleza y el desgaste
del sistema.
1.5. Los Reyes Católicos: restauración y renovación.
2. ALGUNOS ASPECTOS DE LA POLÍTICA ECONÓMICA.
2.1. La regulación del tráfico y comercio de productos.
2.2. La política monetaria.
3. LOS
3.1.
3.2.
3.3.
3.4.
INGRESOS. SUS CATEGORÍAS Y EVOLUCIÓN.
Tipología de los ingresos.
1265 a 1368: un siglo sin cifras.
Los primeros reyes de la Casa de Trastámara: 1369 a 1406.
El siglo xv: 1407 a 1504.
4. DIFERENTES CATEGORÍAS DE GASTOS.
4.1. Antes de 1369.
4.2. La época trastámara.
5. LA ADMINISTRACIÓN HACENDÍSTICA. GEOGRAFÍA FISCAL
5.1. La administración fiacendística.
5.2. Geografía fiscal.
Catedrático de H." MedievaL Universidad Complutense. Madrid.
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6.
«SOCIEDAD POLÍTICA»
Y FISCALIDAD.
6.1. La nobleza.
6.2. El clero.
6.3. Las aristocracias ciudadanas.
1. PODER MONÁRQUICO Y TRANSFORMACIONES FISCALES
Nuestro trabajo se refiere a la evolución de la fiscalidad regia en la
Corona de Castilla desde Alfonso X, a nnediados del siglo xiii, hasta los
Reyes Católicos, a comienzos del xvi, es decir, al tiempo de la Baja Edad
Media, considerada aquí como época de génesis y organización del nuevo sistema político castellano.
Es preciso, ante todo, poner en relación la dinámica bajomedieval
del poder monárquico con las transformaciones fiscales, admitiendo la
hipótesis de que, entre Alfonso X y los Reyes Católicos hay un tiempo
histórico homogéneo durante el que se han puesto las bases y se han
desarrollado los elementos doctrinales e institucionales de un poder político regio que hoy llamaríamos estatal —considerando al Estado como
forma política no de una manera fija, o tal como hoy es, sino como un
proceso de construcción a lo largo de varios siglos—, y se ha producido
una relación de fuerzas entre monarquía y «sociedad política» que favoreció y permitió tanto el desarrollo del absolutismo regio como la consolidación del poder social —y de la participación política— de la alta nobleza señorial y de la pequeña aristocracia urbana, que se renuevan y desarrollan ampliamente durante la Baja Edad Media.
En una primera época, entre 1265 y 1275, Alfonso X puso las bases
de la nueva fiscalidad, al crear los «servicios» extraordinarios otorgados
por las Cortes, imponer al ganado trashumante, organizar el régimen
aduanero, aumentar las contribuciones directas de los judíos del reino, y
tomar habitualmente partes de la renta eclesiástica, con licencia pontificia
(tercias reales, décimas o subsidios del clero), pero su obra hubo de
sufrir el contragolpe de las resistencias puestas por el reino en las Cortes, y de los abusos y anarquía nobiliaria durante los años 1282 a 1325,
debidos en parte a los desajustes que las nuevas formas de percepción
y distribución de renta generaban. Sin embargo, la obra alfonsina sobrevivió y, en una segunda época, Alfonso XI pudo completarla, a partir de
1338, al reorganizar la renta de la sal, el impuesto sobre el ganado
trashumante (servicio y montazgo), y establecer un impuesto general in-
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directo sobre la compraventa y consumo de bienes llamado alcabala, que
se convertiría en el recurso principal de la fiscalidad regia, desde 1342.
Al principio era una contribución extraordinaria, que había de ser aprobada y otorgada por las Cortes.
Durante la tercera época —1369 a 1406— no aparecen nuevos impuestos, de modo que el cuadro fiscal está completo, pero maduran las
instituciones de gestión hacendística, antes mucho más imperfectas o
inexistentes —así, las Contadurías Mayores, o el régimen de arrendamiento de rentas—, se regulariza el pago o distribución de renta monárquica entre la nobleza, a lo que se añade el aumento continuo de las
concesiones de señoríos, y crece desmesuradamente la presión fiscal
con motivo de las guerras y compromisos exteriores de Enrique II y
Juan I. Algo antes del año 1400, la alcabala pasa a ser una renta ordinaha, lo que significa un aumento claro de la independencia de la monarquía con respecto a las Cortes.
Este cuadro de auge y consolidación del poder «estatal» monárquico
se ve matizado, e incluso comprometido, entre 1407 y 1474: observamos
en esos decenios un desgaste del sistema hacendístico, debido a la ocupación por la alta nobleza de partes de cada vez mayores de la renta
monárquica. Pero fue también entonces cuando llegó a su perfección la
legislación hacendística, que apenas se modificaría en los dos siglos siguientes, mientras que, además, la presión fiscal tendía a disminuir en
una Castilla en proceso de fuerte crecimiento demográfico y económico.
Por último, en la época de los Reyes Católicos, se consiguió restaurar y renovar el funcionamiento del sistema hacendístico: en el primer
aspecto porque se rescató una gran cantidad de rentas reales enajenadas, y se mejoraron los procedimientos de cobro. Y, en el segundo, porque los reyes aumentaron las rentas extraordinarias, y diversificaron sus
orígenes. No obstante, el nivel total de los ingresos de la Hacienda real
en 1504 no era superior al que había alcanzado hacia 1400, después del
gran aumento del último tercio del siglo xiv, aunque la población de la
Corona de Castilla se había multiplicado por dos, seguramente, a lo largo
del siglo xv.
2
ALGUNOS ASPECTOS DE LA POLÍTICA ECONÓMICA
Hay que relacionar algunos aspectos de la política económica bajomedieval con el hecho evidente de que la renovación del sistema hacen97
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dístico se basa en el gran desarrollo de la actividad mercantil, y en la
expansión de la masa monetaria hasta penetrar en todos los aspectos de
la vida económica. Los impuestos indirectos proporcionan más del 90 por
100 de los ingresos ordinarios de la monarquía desde mediados del
siglo XIV, mientras que los directos, aunque importantes, mantienen un
carácter eventual y extraordinario.
Por lo tanto, es interesante conocer cómo los monarcas, utilizando
su poder regaliano, han protegido y estimulado el tráfico y comercio,
tanto en el interior del Reino como en sus relaciones exteriores.
Alfonso X, al tiempo que organizaba las aduanas, legisló sobre la forma
del comercio exterior y las «cosas vedadas» —metales preciosos, cereales, ganados, caballerías, productos estratégicos—, así como sobre las
licencias para exportarlas. Este mismo monarca insistió en la libertad de
tráfico interior, en especial de los cereales, y consolidó la política de
creación de ferias que venía desarrollándose desde mediados del
siglo xii. En una primera fase de expansión económica, entre dicho momento y comienzos del xiv, se fundaron más de 50 ferias, casi todas en
territorio «realengo». En una segunda, a lo largo del siglo xv, predominó
la fundación de ferias rurales, muchas de ellas en señoríos, de algunas
ferias y muchos mercados semanales urbanos, y de una gran feria general, la de Medina del Campo, que actuó también como centro regulador
de pagos. Todo ello muestra la madurez y generalidad de la red mercantil
castellana.
La política monetaria de los reyes castellanos se conoce hoy en sus
grandes líneas a partir también de la época de Alfonso X, que conservó
una buena moneda de oro de tipo musulmán, la «dobla» de 4,6 g pero
no pudo mantener una moneda de plata y de vellón estable, sino que
devaluó la moneda de vellón en tres ocasiones desde 1266 a 1277.
Ahora bien, en Castilla, la moneda de cuenta, que es el «maravedí»
desde tiempos del Rey Sabio, fluctúa junto con la moneda de vellón, que
además suele estar sobrevaluada en su curso legal con respecto a la
plata que contiene, que es cada vez menos, de modo que el nominal de
las monedas de oro y plata, expresado en maravedíes, sube mucho durante la baja Edad Media, y también los precios de los bienes, servicios
y rentas en maravedíes, pero es necesario deflactarlos para conocer su
evolución auténtica, en oro o plata, y tener en cuenta también que la
«ratio» entre estos dos metales no es fija a lo largo de aquellos dos
siglos y medio.
Respecto a los tipos monetarios, hay que señalar la aparición de una
nueva moneda de plata muy estable, desde el reinado de Pedro I, el
«real», que viene a añadirse a la dobla de oro como pieza de gran
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Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
circulación en Castilla. Por el contrario, el ducado comenzó a acuñarse
sólo en 1497, y circuló poco en el siglo xv, pero es una moneda internacional, de modo que he hecho los cálculos de rentas reales estimando la
equivalencia en cada momento de maravedíes a doblas de oro y de éstas
a ducados (a razón de 1 x 1,3), o bien de maravedíes a ducados directamente en el siglo xv, cuando es posible conocer su curso legal en
Castilla (Vid. nota sobre equivalencias monetarias y evolución del valor
del maravedí).
La moneda de vellón más frecuente desde mediados del siglo xiv fue
la «blanca», cuyo curso legal era de medio maravedí, aunque su contenido en plata solía ser menor. Debido a las devaluaciones del vellón, con
momentos de «quiebra de moneda» especialmente virulentos a veces, la
inflación de precios expresados en maravedíes fue grande, aunque desigual según las épocas, pero se consiguió un gran aumento de la masa
monetaria y mayor fluidez o velocidad de su circulación a lo largo de
aquella época, lo que era indispensable para el desarrollo de la economía
mercantil. Y, también, un reforzamiento de la autoridad monárquica, que
acuñaba la moneda, imponía su curso legal, y obtenía más beneficio de
las devaluaciones que no otras fuerzas políticas. Por otra parte, estos
procesos consolidaban la primacía de los impuestos indirectos, más flexibles al cambio, puesto que se cobraban por porcentaje. Añadamos,
para concluir, el contraste entre la situación de la plata, casi siempre algo
más escasa, y del oro, que fue más barato y abundante en Castilla,
sobre todo en el S., que en otras partes de Europa debido al mejor
aprovisionamiento a través del Islam de Occidente.
3. LOS INGRESOS. SUS CATEGORÍAS Y EVOLUCIÓN
La tipología de los ingresos de la fiscalidad regia es algo compleja
(Vid. cuadro adjunto) cuando llega a su madurez, pero su diversidad no
debe ocultar la importancia desigual de unos ingresos con respecto a
otros.
Los reyes de Castilla no tenían «dominio real», ni propiedades o
bienes raíces apreciables que generasen renta. Desde otro punto de vista, toda la Corona de Castilla, en especial el realengo, era el «patrimonio
real», pero esto no generaba, naturalmente, unas relaciones de propiedad sobre la tierra que derivaran en el pago de rentas tal como censo o
arrendamiento (los impuestos directos se refieren al «dominio eminente»
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MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
de la monarquía, de tipo político, no a la condición de propietaria de
tierra). Los derechos de tipo feudal o señorial que cobraban los reyes
bajomedievales eran ya muy antiguos y de poca importancia monetaria,
excepto los relativos a la redención de deberes militares —fonsadera—
hasta mediados del siglo xiv, y fueron sustituidos, en realidad, por los
servicios de las Cortes. Debemos incluir entre ellos las parias pagadas
por los emires de Granada para compensar el otorgamiento de treguas y
reconocer su condición de vasallos de los reyes castellanos.
No se había perdido, pues, el sentido del reino como «patrimonio
real» en un sentido jurídico-público, ni tampoco el de los regalía inherentes al poder regio, y se perfiló más después de la recepción romanista.
Entre las regalías fiscales contamos a la renta de salinas y venta de sal
en régimen de estanco, que mantuvo siempre alguna importancia, y también a las capitaciones o «pechos» de judíos y mudejares, considerados
como parte del «tesoro real», según una vieja concepción islámica, modificada, sobre el status jurídico de las «gentes del Libro». El quinto real
sobre el botín de guerra, también de origen islámico, podría incluirse
entre las regalías.
Pero la base del sistema fiscal que se constituye desde tiempos de
Alfonso X son los impuestos indirectos. No los portazgos locales, cedidos
en su mayoría a las fiscalidades de las ciudades, o a las señoriales, sino
las aduanas y, desde su implantación general en 1342, la alcabala. El
servicio sobre los ganados trashumantes es también un impuesto sobre
el tráfico de bienes semovientes.
Respecto a las contribuciones directas, tienen muy poca importancia
las antiguas o «foreras», pero son de gran valor las nuevas o «servicios»
otorgados por las Cortes desde 1269: siempre tuvieron un carácter extraordinario, y su importancia relativa fue mayor, lógicamente, antes de
1342.
Los reyes de Castilla tuvieron más posibilidades que los de otros
países europeos para obtener renta del clero de su país, argumentando
con la condición de Castilla como país de frontera con el Islam. Algunos
ingresos eclesiásticos pasaron a integrarse en las finanzas regias, también a partir de la época de Alfonso X: así, las «tercias reales» (2/9 del
diezmo eclesiástico), con carácter habitual, y, con mucha frecuencia, una
«décima» sobre el total de las rentas eclesiásticas, si el Papa otorgaba
la licencia de cobro. Añadamos las recaudaciones por limosna para la
cruzada, que se predica en diversos momentos de los siglos xiv y xv, y
las rentas de las «mesas maestrales» de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara en época de los Reyes Católicos, que obtuvie100
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
ron de Roma la administración de los maestrazgos. Por el contrario, durante aquel reinado, las multas y confiscaciones decretadas por la Inquisición sirvieron casi exclusivamente para financiar su propio aparato
judicial y administrativo.
En algunos momentos de guerra, los reyes apelaban a los préstamos
a corto plazo, aunque a veces los devolvían enajenando alguna renta o
derecho, o el señorío sobre algún lugar. Pero no hay una organización
de deuda pública estable hasta finales del siglo xv, a partir de 1490,
cuando los Reyes Católicos empezaron a vender «juros» al 10 y luego
al 7,12 por 100. El «juro» sería el gran instrumento de deuda a largo
plazo de la Hacienda castellana durante los siglos xvi y xvii.
No es fácil hacer estimaciones cuantitativas sobre el total de las
rentas de la Corona antes de 1369, ni cálculos sobre cada renta en
particular antes de 1429. Una observación atenta de los datos disponibles
permite establecer un primer nivel de ingresos, el que obtuvo Alfonso X
a partir de 1269, en torno a 450.000/600.000 ducados, y un segundo
nivel, obtenido a partir de 1342, que sería de 650.000 a 800.000 ducados. Pero habría muchas desigualdades de un año a otro, porque casi
todo dependía de los «servicios» de Cortes y de cuántas «monedas»
—unidades de cobro— fuera cada uno.
Los cálculos son más sencillos entre 1369 y 1406 porque conocemos
el valor exacto de cada «servicio», y hay estimaciones válidas sobre el
de las rentas ordinarias. Se observa un gran aumento de la presión fiscal
(mínimo de 850.000 ducados/año, máximo de 1,7 o 1,8 millones, medios
de 1,2 a 1,5) sobre todo coincidiendo con las guerras que mantuvieron
Enrique II y Juan I, y con las grandes quiebras monetarias que siguen a
1369 y 1386. Por eso, la política pacífica de Enrique III fue un alivio, entre
1391 y 1395, y se aceptó más fácilmente su operación de devaluación
monetaria en 1398. De hecho, fue el único rey de su dinastía que dejó
un buen tesoro a su muerte, y las finanzas públicas saneadas.
Las cifras son más abundantes a medida que avanza el siglo xv. En
síntesis, la evolución de los ingresos ordinarios muestra un descenso
muy fuerte entre 1406 y 1474, en especial desde 1430, que obedece a
razones políticas, aunque es cierto que hubo también un descenso de la
presión fiscal indirecta, en especial de las alcabalas. De un índice 100 en
1406 se baja al 62,2 o 66,6 (según se refiera a oro o plata) en 1453 y al
25 o 30,5 en 1474.
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MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
Los reyes intentaron compensar esta disminución apelando a «servicios» extraordinarios otorgados por las Cortes y cobrados por el procedimiento de «pedido y monedas», sobre todo durante las guerras contra
Granada, que permitían cobrar también la cruzada y la décima sobre las
rentas eclesiásticas. He aquí un cálculo aproximado para algunos momentos del siglo que comprende todos los ingresos, ordinarios y extraordinarios:
1407-1411:
1430-1440:
1444-1454:
1455-1460:
1462-1474:
1,45 millones de ducados/año.
1,20.
0,80 a 0,90.
1.
0,50 a 0,40.
Los Reyes Católicos restauraron poco a poco el nivel de los ingresos
ordinarios: en 1504 era aproximadamente como en 1406. Al mismo tiempo, renovaron el sistema de ingresos extraordinarios, añadieron algunos
nuevos (contribuciones de la Hermandad de ciudades en los años en que
no hubo servicios de Cortes. Cruzada y décima. Ordenes Militares. Venta
de juros. Contribuciones extraordinarias de judíos y mudejares) y, además, cobraron las rentas de Granada después de su conquista. Sumado
todo, en 1504 el nivel de rentas reales era de 1,4 a 1,6 millones de
ducados, como en los mejores momentos de un siglo atrás. Pero la población inabía crecido mucho, lo que indica que la presión fiscal había
disminuido, y así fue efectivamente en muchos casos, o bien que una
parte de las rentas generadas por el sistema fiscal monárquico no iba a
parar a los reyes sino a manos de la nobleza señorial, después del
proceso de desgaste ocurrido entre 1407 y 1474.
Podemos responder a otra pregunta con los datos cuantitativos de
que disponemos desde 1429: ¿qué importancia relativa tenía cada renta?
Entre los ingresos ordinarios, las alcabalas, arrendadas casi siempre junto con las tercias reales, proporcionaban en torno al 80 por 100 (de los
que 9/10 o algo más son alcabalas), mientras que las aduanas son un
12 por 100, aunque la monarquía enajenó algunas aduanas importantes
después de 1465 (los diezmos de la mar de Castilla) y parece que en
tiempo de los Reyes Católicos no se cobraba en el tráfico con el reino
de Valencia. Las salinas y alfolíes de sal significan el 3,5 o 3 por 100 y
el servicio y montazgo en torno al 2,5 por 100, mientras que los demás
derechos apenas suman otro 2 por 100.
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Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
La importancia de los ingresos extraordinarios varía mucho de unos
a otros años, por lo que las cifras medias tienen un valor explicativo
limitado. Entre 1429 y 1454 fueron otro 50 o 60 por 100 sobre los ordinarios, pero entre 1455 y 1474 no son más de un 35 por 100, para subir
de nuevo en tiempo de los Reyes Católicos hasta un 85 por 100.
4. DIFERENTES CATEGORÍAS DE GASTOS
Respecto a los gastos y sus diferentes categorías, es evidente que
la renta real se redistribuía en buena parte entre la aristocracia del reino
para pagar servicios o disponibilidad militar, bien a través de sueldos
(sueldo, tierra, acostamiento) o de tenencias de castillos pagadas también en dinero, en tiempo de paz, bien a través de los gastos extraordinarios que producían las guerras.
Antes de 1369 todos los ingresos extraordinarios tenían este destino,
y los ordinarios —no más de un tercio del total de ingresos— se destinaban a la Casa y Corte del rey y al pago de los servicios judiciales y
administrativos situados en ella.
Entre 1369 y 1504 mejoraron los procedimientos de cálculo de ingresos y gastos rápidamente. No había, por supuesto, presupuestos como
los actuales, pero sí estimaciones o «apuntamientos» de los que conocemos algunos {Vid. los resúmenes de 1429 y 1504). Hay en ellos una
parte de gastos producida por quiebras o premios a los participantes en
las subastas de rentas (suspensiones, prometidos). Otra, importante, son
mercedes que se pagaban automáticamente cada año por estar «situadas» en la contabilidad regia, lo que introduce un factor de estabilidad
muy satisfactorio para los beneficiarios de las mercedes (nobles, ciudadanos, instituciones eclesiásticas): el «situado» subió de 26 por 100 a 85
por 100 de los gastos entre 1429 y 1474, para descender a 30 o 35 por
100, como media, en época de los Reyes Católicos, que lo incrementaron
sobre todo debido a la venta de «juros» en la segundad mitad del reinado, después de haber procedido a una fuerte reducción en 1480.
Los gastos de cada año, a pagar con órdenes específicas de pago
llamadas «libranzas», solían comprender en torno a un 40 por 100 de
gastos militares de diverso tipo, un 10 por 100 para el gasto de la Casa
y Cámara del rey, y diversas cantidades para lo que hoy llamaríamos
administración civil (pago de «raciones», «quitaciones». Consejo Real,
103
MIGUEL-ÁNGEL LADERO QUESADA
Mayordomo, Contadores Mayores, «continos»...), y para ayuda a diversas
personas e instituciones (mantenimientos ayudas de costa, limosnas),
más un capítulo de importancia variable para obras públicas o en los
palacios y alcázares del rey en diversas ciudades.
Las guerras y las relaciones exteriores tenían que pagarse necesariamente con ingresos extraordinarios, debido a su costo enorme. Tanto
en 1406 como en 1429 se estimaba en 100 millones de maravedíes (1,3
millones de ducados) el costo de un ejército durante seis meses, para
combatir en la península, que tuviera 10.000 «lanzas», 4.000 jinetes,
40.000 a 50.000 infantes, 25 a 30 galeras y 35 a 50 naos y «carracas»,
más artillería y pertrechos auxiliares: ésta era, seguramente, la capacidad
militar máxima que podían desplegar los reyes de Castilla en sus guerras
contra Granada.
Las cuentas del tesorero «de lo extraordinario» entre 1495 y 1504
son muy significativas al respecto (Vid. resumen): de 1.730 millones de
maravedíes (4,6 millones de ducados), el 61 por 100 son gastos de guerra, el 13,75 de diplomacia y matrimonios de infantas, más otro 13 por
100 para devolver préstamos contratados para operaciones bélicas, y
otro 6,5 indeterminado pero relativo también a las relaciones exteriores
de los Reyes Católicos.
5. LA ADMINISTRACIÓN HACENDÍSTICA. GEOGRAFÍA FISCAL
Las dificultades en la elaboración del nuevo sistema de Hacienda no
sólo se perciben en la continua y compleja puesta a punto del aparato
tributario, que ya hemos descrito, sino también en la lentitud con que se
desarrollan los aspectos de gestión institucional y elaboración de normas
reguladoras, con frecuencia mediante la yuxtaposición y acumulación de
elementos que no siempre eran homogéneos, pues los principios de globalización y racionalización, hoy tan elementales, no lo eran entonces.
La complejidad se observa en la misma geografía de los distritos
tributarios, heterogéneos según rentas, e incluso según partes o «ramos»
de la misma renta. Con frecuencia se utilizan circunscripciones eclesiásticas, municipales o señoriales, establecidas en tiempos anteriores con
otros motivos.
La gestión de las rentas se rige, en cada caso, por las normas contenidas en «cuadernos» y completadas por las «condiciones» concretas
establecidas para cada período recaudatorio. Los «cuadernos» más anti104
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
guos corresponden a los últimos años del reinado de Alfonso XI y tienen
un contenido casuístico y acumulativo que no desaparece en los más
completos y definitivos, correspondientes a los dos últimos tercios del
siglo XV. Con todo, estos textos normativos son una fuente de conocimiento de gran importancia, y su abundancia y perfeccionamiento entre
1370 y 1460 testimonia el desarrollo del poder político del estado monárquico.
Los procedimientos de cobro de rentas y derechos eran también
varios, debido a la debilidad y casi inexistencia de una burocracia regia
adecuada a tales misiones y efectos. La gestión directa era, en efecto,
muy escasa y desaconsejable, pues rendía mucho menos (son los períodos en que una renta está «en fieldad»). Cobrar utilizando como intermediarios en la recaudación a los poderes municipales tenía, por su parte, el inconveniente de otorgar demasiadas facultades en aquel terreno a
los «patriciados urbanos», con detrimento del poder real, por una parte,
y del resto de la población de «realengo», por otra, dados los abusos y
desiguales tratos que podía recibir. Por eso los reyes procuraron evitar
siempre aquel procedimiento, salvo para el cobro de alguna parte de los
«servicios», que requerían la confección previa de padrones de vecindario, y el cobro casa por casa. A finales del siglo xv, en el marco de un
equilibrio de fuerzas políticas muy favorable a la monarquía, accedieron
los reyes desde 1495 a que los municipios gestionaran el cobro de alcabalas a través del régimen de «encabezamiento», en el que se establecía
previamente la suma total a pagar a la Corona.
El procedimiento de gestión del cobro más rentable económicamente
y de menor compromiso político era el arrendamiento de las rentas reales
en subasta pública, por períodos cortos de uno a cinco años. El posible
beneficio de los arrendadores era menor que el costo a que habría dado
lugar un aparato administrativo propio de la Corona, además de que los
arrendadores habían de pagar en cualquier caso y a plazos fijos, de
modo que a menudo actuaban como prestamistas o proveedores de créditos a la Corona, y sus abusos eran vistos por jueces ordinarios, al ser
personas privadas. Por otra parte, la legislación prohibía arrendar a determinadas personas que, por su poder regional o local, podrían distorsionar el proceso de la subasta y actuar después con prepotencia.
La figura del arrendador aparece, a menudo, rodeada de cierto halo
de marginalidad social, que es compatible con la promoción económica y
con el anudamiento de fuertes vínculos con los poderosos. IVluchos arrendadores fueron judíos en los siglos xiii y xiv, o judeoconversos en el xv,
y no sólo de rentas de la Corona, sino también eclesiásticas, señoriales
y municipales, a pesar de los intentos de prohibición o limitación. Hacia
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MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
1386 se estimaba que habría en Castilla unos 5.000 o 6.000 judíos interesados en el arrendamiento de rentas reales. Aquello fue siempre un
acicate para los sentimientos y manifestaciones antijudías, aunque en el
siglo XV hubiera muchos menos judíos arrendadores —pero más conversos, en cambio— y aunque bastantes «cristianos viejos» también practicaran aquella actividad.
Los reyes disponían, por lo demás, de un aparato institucional hacendístico reducido pero creado en casi todos los aspectos durante la época
que ahora nos interesa. Algunos cargos de origen más antiguo conservaron importancia honorífica y algunas funciones, como el Mayordomo
Mayor y el Camarero, pero el Tesorero o Almojarife Mayor, judío en muchas ocasiones, fue suprimido hacia 1379, y sustituido primero por tesoreros territoriales y, después, por diversos recaudadores y tesoreros.
Lo principal fue el nacimiento de cargos y órganos contables y censores especializados, cuya existencia comienza a percibirse desde mediados del siglo xiv, aunque su plena consolidación se debe a Enrique II,
que llevó a su madurez la administración hacendística central al establecer dos Contadores Mayores de Hacienda y otros dos de Cuentas, con
sus correspondientes auxiliares. Los Contadores Mayores de Hacienda
se convertirían rápidamente en los principales oficiales de la Corona.
Utilizando todos aquellos procedimientos y medios se había conseguido que la capacidad de actuación de la fiscalidad monárquica fuera
bastante homogénea en todo el territorio de la Corona de Castilla. No
obstante, había situaciones desiguales o excepcionales todavía en el
siglo XV y, por otra parte, el valor de cada región o área para la Hacienda
regia era diferente e impulsaba a los reyes a ocuparse con mayor o
menor intensidad de unas u otras en este aspecto o, dicho de otra manera, había un grado de tolerancia diferente hacia las resistencias o las
ocultaciones que se debía tanto a diferencias jurisdiccionales —salvo en
algún caso— como al interés fiscal en juego o, más ampliamente, al
interés político. Así se explican las exenciones de alcabala en los lugares
de la frontera de Granada, o el impago consuetudinario pero abusivo de
los servicios de Cortes en la Galicia del siglo xv, o las peculiaridades
fiscales de Vizcaya y, en menor medida, de Guipúzcoa o Asturias, o las
diversas exenciones y franquezas de personas, grupos e incluso ciudades enteras con respecto a las «monedas», que eran una parte de los
servicios de Cortes.
106
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
Respecto a la importada tributaria de cada ámbito, es posible calcularla, entre 1429 y 1504, sobre la base del importe de las alcabalas.
Partiendo de las estimaciones hechas en un trabajo anterior (Vid. anexo)
es fácil deducir que el eje económico y demográfico de la Corona de
Castilla se situaba en una amplia franja central NE-SO desde Burgos
(Castilla Norte), pasando por Valladolid y Segovia (Castilla Sur), Toledo
a Córdoba y Sevilla. Allí se concentra entre el 60 y el 65 por 100 de los
ingresos.
Hay, también, dos sectores laterales de importancia similar: al E., las
tierras de los obispados de Calahorra, Osma, Sigüenza, Cuenca y Cartagena, con un 13 a 16 por 100, y al O., Asturias, León y Extremadura
con un 14 a 19 por 100. Galicia forma sector por sí misma. Se constata
también el desplazamiento del centro de gravedad tributario de la Corona
de N. a S., a medida que avanza el siglo pues, cuando termina, el crecimiento más importante ha correspondido a Andalucía, mientras que ha
decaído un poco Castilla Norte (debido en parte a la enajenación de las
aduanas).
6.
«SOCIEDAD POLÍTICA» Y FISCALIDAD
En este apartado examinaremos las diversas relaciones político-institucionales y sociales que se establecían en torno a la fiscalidad regia y,
secundariamente, en torno a otras fiscalidades peor estudiadas hasta
hoy. Tendremos en cuenta las peculiaridades y diferentes actitudes de
los grupos sociales que constituían la «sociedad política», únicos capaces
de protagonizar el diálogo y el enfrentamiento rey/reino en torno a los
límites y a la forma de ejercerse el poder monárquico.
6.1. La nobleza
El proyecto político nobiliario parece haber consistido en compartir y
mediatizar el poder regio desde dentro del mismo. La nobleza no actúa
políticamente como estamento sino más bien por medio de banderías y
partidos, de modo que las tensiones entre unos nobles, o grupos de
nobles, y otros son muy fuertes, y la línea política general es a veces
difícil de establecer en medio de unos avatares políticos complejos, a
veces de aspecto casi caótico, pero compatibles, en definitiva, con el
107
MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
fortalecimiento doctrinal e institucional de ia monarquía, que favorecía
también los intereses políticos nobiliarios en conjunto.
En lo que toca a los aspectos hacendísticos, cabe distinguir tres
fases. Entre 1268 y 1369 el problema mayor es la insuficiencia crónica
de los recursos regios y la falta de estabilidad en las formas de redistribución de esta renta, concentrada por la monarquía, bajo la forma de
«tierras» y sueldos, mercedes, ayudas de costa y mantenimientos. Las
luchas por el poder lo son también por obtener parcelas de renta, y así
se explican mucho mejor tanto las «privanzas» de algunos nobles como
las rebeldías de otros, las pugnas entre tutores, durante las minorías de
Penando IV y Alfonso XI, las «malfetrías» —abusos, robos, expolios—
que cometen los poderosos, y los intentos mismos de reacción monárquica y reorganización que emprende Alfonso XI desde la cuarta década
del siglo xiv.
Entre 1369 y 1480 se desarrolló una sistematización mucho más
perfecta del reparto de renta monárquica, a partir del triunfo de los Trastámara: ordenamiento de pago de sueldos y tierras en 1390, formación
de los primeros registros de mercedes «situadas», en época de
Enrique III, regularización del pago de libranzas, etc.. Pero se incrementó
también la importancia de los repartos entre bandos victoriosos y las
confiscaciones a los vencidos, después de cada crisis —así, en 1430 y
1445—, y se agudizó el expolio de la fiscalidad monárquica durante los
reinados de Juan II y Enrique IV —acuerdos y compensaciones entre nobles pagados por la Hacienda regia, más y más mercedes— hasta llegarse al borde del colapso entre 1465 y 1474. Por otra parte, en aquel
siglo aumentaron muchísimo los territorios de jurisdicción señorial, lo que
supuso una merma notable para los ingresos fiscales regios. Pero, al
cabo, la alta nobleza aceptó el principio de que su propio proyecto de
dominio social y político sólo podía realizarse al amparo y en el seno de
un Estado monárquico fuerte, libre de las tensiones a que lo sometían
las banderías nobiliarias: podemos pensar que esta convicción sustenta
y permite el amplio trabajo de restauración y renovación del aparato estatal monárquico que desarrollaron los Reyes Católicos y que tuvo —ya
lo hemos indicado— importantísimas facetas hacendísticas.
La casuística de cómo los nobles intervenían la fiscalidad regia en
su beneficio es variada. Podían convertirse en beneficiarios de renta monárquica por la vía legal de las mercedes, «tierras», sueldos y otros pagos bien regulados, aunque, a veces, la tardanza en cobrar o la inestabilidad de la situación política llevaban al noble a hacer «tomas» en rentas regias a su alcance o, más simplemente, a cometer abusos y
«malfetrías». A medida que se extiende el número e importancia de los
108
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
señoríos nobiliaríos, en época trastámara, ios nobles procurarán que los
tríbutos pagados por sus habitantes reviertan más en su beneficio que no
en ei de la monarquía, que les ha concedido tales señoríos. Lo consiguen
por dos vías: una, la de retener la renta monárquica cobrada en el señorío
y, otra, la de crear su propia fiscalidad nueva en el marco señorial.
En el prímer aspecto, no es raro que el noble perturbe o bloquee el
proceso de arrendamiento de rentas para alejar competidores y quedarse
él con la subasta, directamente o a través de persona interpuesta, o bien
que obligue al arrendador a «avenirse» con él, dándole una cantidad
menor y quedando, de hecho, libre para cobrar la renta en el señorío. La
batalla se libra en torno a las alcabalas y tercias, los servicios de Cortes
y, en algunos casos, las aduanas, y el tríunfo de la nobleza señoríal
estuvo más cerca que nunca en tiempos de Enríque IV, que permitió a
los señores cobrar los servicios reales en sus señoríos (así, en 14551456, de los 87.500.000 mrs. que importaba el servicio, 30.000.000 los
percibieron directamente diversos señores), autorízó el que las alcabalas
y otras rentas reales ordinarias fueran «tasadas» en los señoríos, según
cantidades globales que favorecían de por sí al noble, y que éste cobrara
sobre ellas los sueldos, mercedes y otras prebendas que tuviera con
cargo a la Hacienda regia y entregara al arrendador real sólo lo sobrante,
si es que había, y, en fin, el rey enajenó algunas aduanas importantes, por
ejemplo los «diezmos de la mar de Castilla» a favor de los Velasco, condes
de Haro, en 1466, o toleró que otros nobles ocuparan ilegalmente rentas
de portazgos, o el «servicio y montazgo» sobre los ganados trashumantes
que pasaban por sus señoríos. Los Reyes Católicos, a pesar de romper
con aquella situación, tuvieron que aceptar el que algunos grandes nobles
siguieran cobrando en sus señoríos las alcabalas reales.
Hay un segundo aspecto a considerar, además, y es el de la adaptación de la renta señorial a los cambios de la vida económica, en un
sentido parecido al que había seguido la renta monárquica. Muchos de
aquellos señoríos eran sólo de jurisdicción, y no implicaban propiedad de
la tierra por el noble, de modo que las rentas «solariegas» o no existían
o eran pequeñas. Por otra parte, las rentas señoríales de tipo antiguo
—martiniega, yantar, monopolios señoríales, etc.— rentaban cada vez
menos, igual que ocurría en el «realengo», de modo que la nobleza señoríal de época trastámara se lanza a la búsqueda de nuevas fuentes de
ingresos. A veces produjo ésto abusos en el seno de los señoríos: «tomas» de plata de las iglesias, cobro de derechos y rentas pertenecientes
a la fiscalidad de los municipios enclavados en el señorío, abusos sobre
los campesinos para favorecer —y pagar— a los servidores del señor,
sobre todo interviniendo en matrímonios y herencias. Pero lo más general
109
MIGUEL-ÁNGEL LADERO QUESADA
es que perdominen vías legales: compra de propiedades rústicas por el
señor en sus mismos señoríos y mejora de las rentas agrarias correspondientes; fomentos del tráfico y comercio, mediante la promoción de ferias
y mercados, y el control de caminos y puentes (portazgos, rodas, peajes,
control de pesos y medidas, derivados de todo ello); participación en la
actividad mercantil mediante la comercialización de sus excedentes agrarios, y acumulando propiedades o monopolios de uso de tiendas, almacenes, talleres y otros inmuebles comerciales o artesanales... uniendo
estos aspectos al control de la fiscalidad regaliana en el señorío, la gran
nobleza castellana del siglo xv no sólo no sufre los efectos de la crisis
de la «renta feudal», sino que aumenta sus ingresos a medida que el
siglo avanza.
Lo ejemplos conocidos permiten ilustrar estas líneas interpretativas
generales. En Andalucía, los señoríos de nobleza seglar próximos a la
costa atlántica proporcionaban una renta en la que más del 60 por 100,
de la cobrada en dinero, se relacionaba con actividades mercantiles,
mientras que señoríos del interior en manos de Ordenes Militares, a la
vez solariegos y jurisdiccionales, mantenían una «renta señorial» de características más tradicionales, en la que sólo entre 5 y un 10 por 100 de
sus componentes estaban directamente relacionados con el comercio.
La procedencia de las rentas es también interesante. En los señoríos
de los Zúñiga, futuros duques de Béjar, entre 1450 y 1480, un 70 a 73
por 100 de los ingresos proceden de rentas, libranzas y mercedes situadas sobre la fiscalidad de la Corona, solo un 7 a 11 por 100 de pechos
y derechos propios de la fiscalidad señorial, y entre un 11 y un 17,5
corresponden al arrendamiento de «dehesas» para pasto de gandado,
propiedad de los señores. Situaciones semejantes se comprueban en los
señoríos de los La Cerda, condes de Medinaceli, o de los condes de
Medellín, en Extremadura. La tendencia es, por lo tanto, general y común, aunque los porcentajes pueden diferir bastante.
Gracias a todos aquellos procedimientos, la renta acumulada por la
alta nobleza a comienzos de! siglo xvi era tanta como la renta de que
disponía la Corona. El embajador veneciano Vicente Quirini estima, hacia
1505, que la renta del rey es de 550.000 a 600.000 ducados anuales
—debe referirse a las rentas ordinarias, y a su parte disponible, una vez
deducido el «situado»—, y las de la alta nobleza en su conjunto de
620.000 ducados, aunque el reparto entre las diversas casas nobles era
muy desigual, pues oscilaba entre los 2.500 y 40.000 ducados anuales.
Añadiremos los datos, de la misma época, de otra fiscalidad que
compartían también la Corona y los nobles, como es la de las Ordenes
110
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara. Los Reyes Católicos administraban los maestrazgos, cuyas «mesas» en conjunto rentaban 110.000
ducados, la mayor parte de ellos invertidos o consumidos en obligaciones
dentro del marco de cada Orden. La encomiendas estaban en manos de
medianos y pequeños nobles —las tres Órdenes tienen en total 180 encomiendas—, y rentaban otros 125.000 ducados, pero en ellas la dependencia con respecto al rey era mayor: el cargo era como máximo vitalicio,
y la designación correspondía al rey, como administrador de la Orden.
6.2. El clero
La relación con el alto clero se caracteriza por el apoyo bastante
continuo de los obispos y demás dirigentes eclesiásticos a la política
hacendística de la Corona, a cambio de la protección y defensa de su
propio fuero, pero esta afirmación general requeriría la explicación de
numerosos aspectos de detalle sobre los que tenemos insuficiente información. Hubo una colaboración evidente con el crecimiento del Estado
monárquico, aunque no siempre sencilla ni abierta, como se muestra en
la paulatina aceptación de aspectos de patronazgo regio, o en la entrega
de fuentes de renta y de empréstitos muy fuertes (tercias reales, décimas
y subsidios, contribuciones extraordinarias, predicación de cruzada...).
Además, hay que tener siempre presente la diversidad de intereses y
actitudes: Roma, por una parte, y el clero castellano, por otra, a veces
más dispuesto a secundar la política eclesiástica regia, aunque se utilice
el recurso al papado para evitar situaciones abusivas como, por ejemplo,
el cobro de décimas sin autorización pontificia.
La monarquía corresponde a esta colaboración de los dirigentes
eclesiásticos que era financiada, no se olvide, por los subditos-fieles del
reino, con la protección a aspectos que aquéllos consideraban de interés
sustancial para el ejercicio de su propio poder, de su ministerio religioso,
o para la dignidad de su fuero como estamento privilegiado: los reyes
aseguran el cobro del diezmo eclesiástico, al menos desde tiempos de
Alfonso X, las exenciones fiscales del clero, y dan con frecuencia mercedes a instituciones eclesiásticas específicas.
La concordia era sencilla, en definitiva, porque el poder financiero de
las instituciones eclesiásticas —sobre todo de las que tenían capacidad
política— era inmenso, lo que no impide que hubiera muchos sacerdotes
y religiosos viviendo en el límite de la pobreza o preocupados exclusivamente de aspectos propios de la vida cristiana, pero impotentes o no
111
MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
preocupados por las contradicciones que implicaba aquel estado de cosas. ¿Cuál era la renta eclesiástica a fines de la Edad Media, procedente
del diezmo eclesiástico por una parte y, por otra, de las grandes propiedades rurales y urbanas de las diversas instituciones religiosas? La única
respuesta posible hoy proviene, precisamente, de cálculos a partir del
importe de la décima pagada por el clero a los reyes en muchas ocasiones, puesto que se repartía por diócesis según el nivel de rentas de cada
una. Se puede estimar entre 1,4 y 1,7 millones de ducados hacia 1500,
incluyendo las «tercias reales» y las décimas.
6.3. Las aristocracias ciudadanas
Los grupos dirigentes de las ciudades de «realengo» eran el sector
de la «sociedad política» dotado de una conciencia más clara de comunidad, de reino frente a rey, puesto que habían de actuar corporativamente, a través de Cortes y Hermandades, y porque a él pertenecían o, al
menos, en él se representaba a la casi totalidad de los contribuyentes
que sufragaban la fiscalidad monárquica, ya que clero y nobleza estaban
exentos de contribuciones directas, como estamentos privilegiados, excepto en Andalucía, donde todos contribuían al «pedido» —una parte de
los servicios de Cortes en época trastámara— debido a las especiales
necesidades de defensa de la tierra.
No es extraño que, en tales circunstancias, se haya utilizado a las
Cortes como plataforma más frecuente de diálogo y reivindicación. La
petición máxima se refería al control de la cuantía, cobro, gestión y gasto
de los ingresos de la Corona en cuanto no formaran parte de los antiguos
pechos y derechos «foreros» o «aforados». De haberse conseguido esta
reivindicación, el nuevo sistema de Hacienda habría servido para sustentar una forma «pactista» de Estado, pero nunca fue así, a pesar de que
en algunos momentos se dieron pasos muy importantes en este sentido,
pronto desandados; 1282, 1295 a 1303, 1313 a 1325 y, por último, 1386
a 1391.
De hecho, la reivindicación obtenida de manera más habitual se limitó a conseguir que el rey no pudiera imponer «pedidos» y «monedas»
o, hasta 1398, alcabalas, sin otorgamiento previo del servicio correspondiente por las Cortes, por ser contribuciones extraordinarias. Pero, aun
así, se obsen/a con claridad el deslizamiento de algunas de aquellas
contribuciones hacia lo ordinario, que no exigía otorgamiento en cada
ocasión: así había ocurrido ya con los diezmos aduaneros en época de
112
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
Alfonso X, a pesar de las promesas del rey, y así sucedió con las alcabalas a finales del siglo xiv. Isabel I, en el codicilo de su testamento
(noviembre de 1504) se preguntaba si las alcabalas «que los reyes mis
predecesores e yo avemos llevado son de calidad que se pueden perpetuar e llevar adelante con buena conciencia», y ordenaba «saber el
origen que tovieren las dichas alcavalas, e del tiempo e como e quando
e para qué se pusieron, e si la imposición fue temporal o perpetua, e si
ovo libre consentimiento de los pueblos para se poder poner y llevar y
perpetuar como tributo justo y ordinario o como temporal, o se ha extendido a más de lo que al principio fue puesto...». Por desgracia para la
moribunda reina, la investigación histórica de su tiempo no estaba capacitada para responder, aunque en los años 1503 y 1504 se había hecho
un notable esfuerzo de revisión de los archivos reales.
Pero todavía más importante que el deslizamiento hacia lo ordinario
era la facilidad con que las Cortes otorgaban habitualmente lo que el rey
pedía, a pesar de resistencias formales y más bien limitadas, porque
unos eran los otorgantes y otros los contribuyentes, a medida que los
«procuradores» representaban cada vez menos al «común» de los vecinos. Ni siquiera podían las Cortes, a pesar de su empeño, asegurar que
los servicios que otorgaban se gastaran en aquello para lo que fueron
concedidos: este descontrol muestra el grado de independencia con que
actuaba el poder monárquico, a pesar de los esfuerzos realizados desde
tiempos de Fernando IV, al menos. En algunos momentos del reinado de
Enrique IV llegó a proyectarse la constitución de una «Diputación del Reino», lejano precedente de lo que ocurriría a finales del siglo xvi, con
mucha mayor efectividad, para controlar el servicio de «millones», pero
no llegó a consolidarse.
Por lo demás, esta relativa impotencia no era obstáculo para que las
Cortes cumplieran una función apreciable, aunque muy reiterativa y formal, en la denuncia de todo género de defectos y abusos del sistema
fiscal: parece tratarse de una actuación derivada del deber de consejo e
información al rey, pero éste no se hallaba políticamente vinculado por
ella, ni obligado, por lo tanto, a adoptar las soluciones propuestas por los
procuradores. No obstante, la lectura de las actas de sesiones indica, en
éste como en otros aspectos, el grado de tensión o cooperación entre
las partes implicadas, y contribuye a que el historiador de hoy pueda
tomar la medida exacta de las situaciones políticas concretas que se
producían.
Otra cuestión en la que los procuradores mostraron siempre especial
interés, sobre todo antes de la época Trastámara, fue el intento de controlar el cobro de las rentas reales, al menos cuando eran ingresos de
113
MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
tipo extraordinario. En efecto, al tratarse de contribuciones directas, los
concejos habían de facilitar empadronadores y «cogedores», de modo
que, ¿por qué no sustituir el arrendamiento del servicio por la gestión
directa y la entrega a la Corona de la cantidad global acordada? Habría
en ello un beneficio doble: económico, pues los concejos o bien gravarían
menos a los contribuyentes, o bien podrían reservarse la parte que de
otra manera iría a parar a los arrendadores como beneficio; político, porque se vinculaba a la monarquía a procedimientos recaudatorios controlados por los concejos, lo que podía ser el primer paso para conseguir
también una intervención en otras fases y aspectos de la gestión hacendística. Por eso, seguramente, los reyes aceptaron muy pocas veces este
procedimiento, a pesar de las resistencias al pago de servicios que surgen en diversos momentos y que alcanzan carácter habitual en Galicia,
como hemos indicado o, en menor medida, en Murcia.
Utilizando los documentos del archivo municipal de esta ciudad ha
mostrado D. Menjot cómo, bajo los trastámara, de los «servicios» se
arrendaba sólo las «monedas», mientras que el o los «pedidos» los entregaba directamente el concejo al rey, repartiéndolos directamente entre
los vecinos, de modo que, aun cuando hubiera arrendadores, la intervención de las autoridades municipales era muy fuerte: empadronar, recoger
el dinero, dar a los arrendadores lo correspondiente a las «monedas»
—pues éstos habían pagado ya su precio de arrendamiento al rey— y a
los recaudadores reales el importe del «pedido»... En el transcurso de
aquellas operaciones, se podía acentuar el carácter regresivo de ambas
contribuciones, menos gravosas cuanto mayor era la fortuna del contribuyente, reconocer o, por el contrario, denegar exenciones de pago, negociar préstamos o anticipos, o establecer contribuciones locales indirectas que sustituyeran a las directas («sisas»), o «derramas», de modo que
el margen de maniobra de las aristocracias locales era bastante grande
y no siempre se ejercía en favor del vecindario en su conjunto.
La condición de exento de impuestos directos era muy buscada, en
aquellas circunstancias. Lo estaban, como privilegiados, la nobleza y el
clero; también los caballeros «de cuantía», siempre que mantuvieran su
equipo y obligaciones militares, los vasallos del rey que recibían sueldo
o «acostamiento» de él, y diversos oficiales reales (monteros, monederos, obreros de las atarazanas, monteros, ballesteros del rey). También
estaban exentos en algunas plazas los vecinos que vivían en su castillo
o alcázar, o bien dentro de los muros, o los nuevos vecinos durante
algunos años, para ayudar a su asentamiento. Y, en ocasiones, había
cupos de «excusados» del pago de servicios en algunos lugares, cuya
población se quería favorecer. Igualmente eran exentos los habitantes de
114
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
castillos de la frontera con Granada. Pero no es cuestión de detallar
ahora estas «franquezas», reales o municipales, pues eran muy limitadas
y estaban sujetas siempre a revisiones y pesquisas rigurosas por parte
de las autoridades locales.
Otro punto de vista para comprender mejor la gran desigualdad del
reparto de poder político entre la Corona y las ciudades castellanas de
realengo es el estudio de las fiscalidades municipales, siempre insuficientes y deficitarias en sus ingresos ordinarios, teniendo en cuenta que el
cobro de otros extraordinarios tenía que ser autorizado siempre por los
reyes. Cada caso presenta peculiaridades, por lo que es difícil establecer
conclusiones comunes, aparte de las generalidades ya indicadas, pero se
impone la idea de la exigüidad habitual de recursos. Sevilla, con más de
40.000 h. en la ciudad y al menos 90.000 en su territorio, contaba sólo
con 2,2 a 3,3 millones de maravedíes como ingresos ordinarios anuales
a finales del siglo xv, o bien de 5,3 a 7 millones incluyendo los extraordinarios (14.000 a 18.600 ducados), Córdoba oscilaba entre 1.800 y
3.000, lo mismo que Jaén, por aquellos años, mientras que Jerez no
superaba los 2.000 en el año 1518, ni Murcia los 3.000 en 1407, incluyendo recursos extraordinarios. Sin embargo, es necesario todavía hacer
muchos estudios sobre fiscalidades locales para obtener conclusiones
más sólidas.
Nunca, en definitiva, llegó el reino a través de sus representantes
estamentales a tener conocimiento del total de los ingresos de la Hacienda regia, ni controló su gestión, ni a los cargos e instituciones que la
realizaban, ni el gasto y sus cuentas, de modo que, aun cediendo o
pactando a veces en puntos concretos, la realeza conservó su total libertad jurídica y política en materia hacendística y, en tales circunstancias,
aunque sujeta siempre a las realidades sociales y económicas de base,
contó con la nueva fiscalidad como medio fundamental para el desarrollo
de un Estado de tipo absolutista en la Corona de Castilla que fue, en
definitiva, el núcleo de la Monarquía Hispánica a partir de los Reyes
Católicos.
115
MIGUEL-ÁNGEL LADERO QUESADA
APÉNDICE
1. Nota sobre equivalencias monetarias
La «dobla» pesa 4,60 g y tiene una ley de 23,75 quilates de oro. Es
la monera de oro más acuñada y utilizada en Castilla desde tiempos de
Alfonso X hasta finales del siglo xv.
El «ducado» apenas circuló en Castilla antes del siglo xv, como tampoco el florín de Florencia. Estimando que el ducado es una moneda de
3,50 g de peso y ley en oro de 23,75 quilates, una dobla equivale a
1.314 ducados, aunque el cambio legal en el siglo xv, hasta 1480, fue un
poco superior (1 x 1,42).
En las tablas de ingresos hacendísticos hago los cálculos de equivalencia de maravedíes a doblas hasta 1400, más el equivalente imaginario en ducados. En el siglo xv, como se conoce ya el curso legal del
ducado con mucha frecuencia, es posible hacer la conversión de marevedíes a ducados directamente.
El «real» de plata pesa 3,48 g y tiene una ley de 11 dineros y 6
granos, hasta que, en 1497, se acuña con 3,43 g y ley de 11 dineros y
4 granos. Utilizo siempre su equivalencia legal con el maravedí: Pedro I
la fijó en 3 maravedíes cuando acuñó el real por primera vez, y fue
subiendo hasta 34 mrs. en 1497.
La «ratio» entre oro y plata se ha modificado a lo largo de la Baja
Edad Media pero sólo se puede estimar aproximadamente, a través de
la comparación entre el curso legal de las monedas de uno y otro metal,
conociendo su peso en metal fino. Sobre esta base, propongo la siguiente evaluación:
AÑO
1268
1291
1310
1355
1406
1429
1444
1453
1465
1474
1480
1497
116
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
9,85
13
12,5
8,82
9,27
9,06
11,93
9,94
11,42
11,20
12
10,70
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
2.
Evolución del valor del maravedí, en plata
AÑO
GRAMOS
1252
23,4
1266
15,3
1271
9,75
Evolución del valor de la blanca
1277
4,65 (Habituali lente, una blanca equivale a 1/2 maravedí)
4
1286
GRAMOS
1300-1310 2,3
1,16
0,39
1353
0,17
0,46
1398
1429
0,43
—
1444
0,34
0,13
0,23
1453
—
0,10
1458-1465 0,17
1474-1480 0,11
0,03
1497
0,10
0,03
3. Evolución del valor de la dobla de oro, en maravedíes
AÑO
GRAMOS
1268
1291
1310
1340
1391
1398
1455
1461
1465
1471
1475
1483
1497
3
15
25
35
37
95
210
280
300
400
435
485
485
117
MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
4.
Tipología de los ingresos
1.
«Pechos» y «derechos» tradicionales:
• Martiniega, marzazga, infurción.
• Yantar, conducho, hospedaje.
• Fonsadera, galeras, acémilas.
• Botín y parias.
2.
Regalías:
• Minas. Salinas y alfolíes de sal.
• Moneda.
• Derechos de justicia y cancillería. Escribanías públicas.
• Bienes mostrencos y de abintestato.
• Capitaciones de judíos y mudejares.
3.
Impuestos indirectos. Potestad sobre tráficos y transacciones:
• Portazgos.
• Aduanas. Su diversidad: almojarifazgos y diezmos. «Cosas
vedadas».
• Sisas y alcabalas.
• Servicio de ganados trashumantes. Montazgo.
4.
Contribuciones directas:
• Pedidos y monedas foreras.
• Servicios no foreros otorgados por las Cortes.
5.
Transferencias de la fiscalidad eclesiástica:
• Tercias reales.
• Subsidios y décimas del clero.
• Contribuciones extraordinarias del clero.
• Bula de cruzada.
• Maestrazgos de Órdenes Militares.
• Inquisición.
6. Otros recursos extraordinarios. Empréstitos y repartos.
11Í
Fiscalidad regia y génesis dei Estado en ia Corona de Castilia (1252-1504)
5. Servicios de cortes. 1269 a 1367
Año
Servicios otorgados
1269
1274
1275
1277
1282
1283
1285
1288
1297
Seis (dos por año). Cada uno como una «moneda».
Dos monedas.
Dos «monedas» en 1276. Una en 1277.
Una moneda anual, durante toda la vida de Alfonso X.
Moneda forera y una «ayuda» al infante Don Sanchio.
Una moneda.
Dos monedas. Fonsadera.
Una moneda anual, durante un período de 10 años.
Requisa o «manlieva» hecha por la regente María de Molina.
Cinco monedas.
Cinco monedas
Cinco monedas
Ocho monedas
Cinco monedas. Y tres anuales, en lo sucesivo.
Moneda forera, y cinco monedas.
Moneda forera, y cinco monedas.
Tres o cinco monedas.
Un servicio en Andalucía de un millón de maravedíes.
Cinco monedas
Moneda forera, y cinco monedas.
Seis o siete monedas.
Cinco monedas, en la zona de una tutoría de Alfonso XI.
Cinco monedas, en la zona de una tutoría.
Moneda forera, y cinco monedas.
Cuatro «servicios y monedas»
Servicio para la coronación y toma de caballería de
Alfonso Xi.
Alcabala del 1 por 100 en Andalucía y Murcia.
Moneda forera, y cinco monedas.
Cuatro «servicios» en tierra de la Orden de Santiago.
Alcabala en Andalucía y Murcia, como en 1333.
Servicios, para pago de sueldos militares.
Alcabala general por tres años, del 3,33 por 100.
Dos monedas
Alcabala del 3,33 por 100, por seis años. Renovada en
1348.
1302
1305
1307
1309
1310
1312
1314
1315
1316
1317
1318
1320
1321
1324
1325
1329
1332
1333
1336
1337
1338
1339-40
1342
1343
1345
119
MIGUEL-ÁNGEL LADERO QUESADA
1349
1351
1352
1353
1359
1361
1363
1365
1367
Dos monedas y dos «servicios» (¿alcabalas?).
Una moneda.
Una moneda
Una moneda
Cinco servicios, y monedas \
Servicios y monedas.
Servicios y monedas.
Servicios y monedas.
Cinco servicios, dos monedas, y alcabala.
' Es muy posible que en estos años la expresión «servicios» se refiera a las alcabalas,
o bien a la totalidad de lo otorgado, mientras que «monedas» hace referencia sólo a la
parte cobrada de esta manera, por via de «moneda».
120
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
6. Ingresos totales, ordinarios y extraordinarios, 1369 a 1406
AÑO
1369
1370
1371
1372
1373
1374
1375
1376
1377
1378
1379
1380
1381
1382
1383
1384
1385
1386
1387
1388
1389
1390
1391
1392
1393
1394
1395
1396
1398*
1401
1406
MARAVEDÍES
EN DOBLAS
29.000.000
32.300.000
33.750.000
46.300.000
31.200.000
37.500.000
41.200.000
38.000.000
38.000.000
38.000.000
38.000.000
38.000.000
44.000.000
44.000.000
44.000.000
47.000.000
47.000.000
44.000.000
53.000.000
45.200.000
36.000.000
35.000.000
24.000.000
24.000.000
24.000.000
28.000.000
28.000.000
43.000.000
41.000.000
91.500.000
60.000.000
828.571
922.857
964.285
1.322.857
891.428
1.071.428
1.177.142
1.085.714
1.085.714
1.085.714
1.085.714
1.085.714
1.189.000
1.189.000
1.189.000
1.270.000
1.270.000
1.190.000
1.432.000
1.221.621
973.000
946.000
648.648
648.648
648.648
756.000
756.000
1.162.000
1.108.000
963.158
631.578
EN DUCADOS
1.077.000 <''
1.199.000
1.253.000
1.719.000
1.159.000
1.393.000
1.530.000
1.411.000
1.411.000
1.411.000
1.411.000
1.411.000
1.545.000
1.545.000
1.545.000
1.651.000 "^'
1.651.000 <^>
1.547.000 '^'
1.861.600
1.588.000
1.265.000
1.230.000
843.000
843.000
843.000
983.000
983.000
1.510.000
1.440.000
1.307.143
857.142
''' Quiebra de moneda.
'^' Más empréstitos, «plata» de la vajilla real, «llevas de pan», «galeotes»...
'^' Quiebra de moneda, empréstitos y cesiones en señorío.
* En 1398 hubo una devaluación monetaria: un maravedí nuevo salía la mitad de uno
antiguo. Pero la dobla pasó a 37 a 95 mrs. de valor y el real de 3 a 7,5 mrs.
121
MIGUEL-ÁNGEL LADERO QUESADA
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Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
8. Alcabalas y tercias
AÑO
% DEL TOTAL DE
RENTAS
ORDINARIAS
1429
1430
1444
1453
1458
1465
82
79
88,4
81,9
79,2
77,3
(alcabalas 76,8 tercias 5)
(alcabalas 80 tercias 8,46)
media (sin los dos extremos) 80,52 por 100
9. Aduanas
ANO
CANTIDAD TOTAL ESTIMADA
% DEL TOTAL RENTAS ORDINARIAS
mrs.
1429
1444
1453
1458
1465
6.971.967
7.793.216
9.823.701
10.940.844
13.568.991
1481
1486
1491
1496
1501
1504
8.438.000
7.810.000
8.753.500
11.036.500
12.951.500
15.379.000
11,6
10,6
12,2
12,8
20,2
5,6
4,4
4,15
4,11
4,77
4,84
Media
12,2
Media
4,5
(Entre 1481 Y 1504 se ha enajenado los diezmos de la mar de Castilla, no tiay datos de
los de Galicia y Asturias, ni de Cartagena y Granada, no parece que haya aduana en la
frontera de Valencia. Sumando todo esto, se deduce que el descenso de porcentaje es
más aparente que real: o cobraban las aduanas otros poderes, o no se cobraban, lo que
hace lógico este descenso de porcentaje).
123
MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
10. Salinas
ANO
% DEL TOTAL DE RENTAS
ORDINARIAS
1429
1444
1453
1458
1465
1.935.411
2.595.043
2.835.938
3.404.234
3.778.400
mrs.
mrs.
mrs.
mrs.
mrs.
1491
1504
5.231.761 mrs.
6.996.593 mrs.
3,2
3,5
3,5
3,9
5,6 máximo
2,5 sin Galicia ni otras menores
2,2 sin Galicia ni otras menores
11. Servicio y montazgo
124
1429
1444
1453
1458
1465
834.000 mrs.
1.616.975 mrs.
2.440.683 mrs.
1.300.000 mrs.
2.062.000 mrs.
1481
1486
1491
1496
1501
1504
4.560.000 mrs.
5.570.000 mrs.
5.400.000 mrs.
6.351.000 mrs.
5.583.000 mrs.
5.920.590 mrs.
1,4 ]
2,2
Media
3
2,42
1,5
3
3
3,1
2,5
2,4
2
1,9
^
Media
2,47
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
12. Perrerías y «Fueros derechos»
Perrerías
1429
1481
305.000 mrs.
392.000 mrs.
Pedidos y «fueros derechos»
1429
sigue fijo
2,1 en 1429
0,9 en 1481
1.000.000 mrs.
El resto de ingresos menores, algunos eventuales, no proporcionarían más allá de 0,5 por 100, en el mejor de los casos. Frecuentes enajenaciones.
Cuando hay parias, son un promedio de 12.000 doblas (x 1,4 =
18.200 ducados). En época de Juan II esto representa un 2 a 3 por 100
con respecto al total de los ingresos ordinarios.
13. Contribuciones especiales de judíos y mudejares
Cabeza de pecho (último tercio siglo xiv)
Judíos
Mudejares
Mrs.
381.727
24.200
Duc.
10.316
654
Servicio y medio servicio (1430 a final siglo xv)
Judíos
Mudejares
Mrs.
450.000
150.000
Duc.
6.164 en 1430
2.050 en 1430
Duc.
1.200 en 1480
400 en 1480
14. Derechos de acuñación en casas de moneda
1461-1462
Mrs.
Duc.
6.907.800 30.000
(15.000 al año).
125
MIGUEL-ÁNGEL LADERO QUESADA
15. Moneda forera
Años en los que hay constancia de su cobro
Año
Mrs.
Duc.
1434
1440
1458
1464
1482
1488
1494
4.000.000
4.000.000
4.000.000
4.000.000
4.600.000
5.600.000
6.200.000
54.794
33.333
20.000
17.500
12.666
15.000
16.500
16. Rentas del reino de Granada
1494
Mrs.
26.742.407
Duc.
71.313
1496
1504
1505
28.811.691
36.344.898
29.032.404
76.831
96.919
77.419
11,77 (por encima del 100 de
rentas ordinarias)
10,75
11,46
9,30
17. «Servicios» extraordinarios Granada
Duc.
1497
20.000 1 5 7 0/
1499 20.000 J '^' ^° ''•°1504
20.000
(7.500.000) 2,3 % r.o.
(añadir la «farda» para la vigilancia costera de 1.618.000 mrs. en 1501 y
4.314 ducados).
126
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
18. «Servicios» de Cortes, 1407 a 1477
PERÍODO DE COBRO
1407 a 1411
1419 a 1422
1425-1426
1429 a 1443
1444 a 1454
1455
1457-1458
1462-1463
1469-1470
1473-1474
1476-1477
CANTIDAD TOTAL EN
MRS.
CANTIDAD TOTAL EN
DUCADOS
CANTIDAD ANUAL
218.000.000
70.000.000
38.000.000
528.000.000
414.500.000
71.000.000
72.000.000
86.500.000
93.000.000
123.000.000
162.000.000
3.114.285
1.000.000
520.547
6.370.000
3.070.000
473.333
360.000
432.000
273.529
361.764
443.835
622.857
250.000
260.274
424.666
279.124
473.333
180.000
216.000
136.764
180.882
221.917
19. «Contribuciones» de la Hermandad, 1478 a 1498
A) Ordinaria
1478 a 1485
1486 a 1498
124.600.000
436.000.000
332.266
1.162.666
47.466
89.436
B) Extraordinaria
1482 a 1485
1487 a 1491
44.000.000
217.125.000
117.333
579.000
29.333
115.800
400.000
533.333
280.000
1.090.666
133.133
266.666
93.333
136.333
20.
«Servicios» de Cortes, 1500 a 1517
1500 a 1502
1503-1504
1507 a 1509
1510 a 1517
150.000.000
200.000.000
105.000.000
409.000.000
127
MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
21.
Cruzada y subsidio eclesiástico
CANTIDAD
TOTAL. EN
DUCADOS
1431
100.000 florines de Aragón
No hay noticia del importe de cruzada
1457 a 1460 100.000.000 cruzada (D. Valora)
23.000.000 subsidio
CANTIDAD
ANUAL
74.000
615.000
153.750
1484 a 1492 500.000.000 cruzada
178.875.000 subsidio
1.808.000
200.888
1495 a 1503 170.000.000 cruzada
139.726.000 subsidio
826.666
91.850
Es sólo lo contenido en la cuenta del tesorero Morales.
22.
Recursos extraordinarios nuevos, en época de los Reyes Católicos
duc.
duc/año
1. Contribución de judíos y mudejares para la guerra de Granada
1482-1491 Judíos
51.410.000
137.093
13.709
1482-1501 Mudejares
41.000.000
109.333
5.466
2. Venta de «juros»
1489-1490
100.000.000
266.666
542.000
1495 a 1503
203.251.000
6.022,2
3. Otros ingresos: «extraordinario», «saca de pan», ventas de esclavos
granadinos, empréstitos
1495-1503
354.500.000
945.333
105.037
4. Inquisición (lo que «finca», tras su gasto propio)
1495-1503
63.000.000
168.000
1.866,6
5. Maestrazgos de Órdenes Militares (el «finca»)
1504
16.000.000
42.666
128
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
23. Apuntamientos de gastos. Años 1429 y 1504
Año 1429
(en miles de maravedíes)
Ingresos (cargo)
Gastos (data):
Situado
Prometidos y suspensiones
Tierras de vasallos
Tenencia de castillos
Tenencia y mantenimiento de castillos fronteros con Granada
Raciones
Quitaciones
Cámara, despensa, aposentadores
Tesorero del rey
Ayudas de costa
Mantenimientos
Obras en alcázares reales
60.800
15.986
2.402
13.664
3.885
8.271
4.669
2.674
2.143
2.000
0,987
0,224
0,150
Año 1504
(en miles de maravedíes)
Ingresos
Gastos:
Situado
Situado por préstamos
Prometidos y suspensiones
Guardas Reales, artillería, «acostamientos» de vasallos, tenencia de fortalezas
Casas del Rey y de la Reina
Mantenimiento a personas de la Corte
Consejo Real
Mayordomo y Contadores Mayores
Físicos y boticarios
Aposentadores
Continuos
Administración territorial
Ayudas de costa y mercedes
Limosnas
Obras
Otras libranzas sin especificar
315.667
86.059
18.660
10.811
104.356
26.517
9.604
3.720
2.055
0,825
0,470
5.000
0,740
5.477
1.000
3.600
28.000
129
MIGUEL-ÁNGEL LADERO QUESADA
24.
Gastos extraordinarios: 1495 a 1504
En época de los Reyes Católicos, las necesidades extraordinarias
seguían siendo del mismo tipo, pero de mayor tamaño y más continuas.
Entre 1495 y 1504 el tesorero Alonso de Morales administró la mayor
parte de los recursos extraordinarios. He aquí en qué gastó un total de
1.730 millones de maravedíes:
Gastos de guerra y de tipo militar
Compras de trigo para tropas
Embajadores y correos
Dotes y gastos de casamiento de las infantas
Amortización de préstamos
Mercedes, limosnas, mantenimientos, ayudas de costa, quitaciones
Cámara de la reina
Gastos en Yndias
Otros
Gastos justificados
130
1.016
37,1
75,3
162,7
227,1
74
13,8
12,4
62,5
49,1
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
25.
Corona de Castilla: regiones y zonas tributarias
1429
1451
1465
1482
1493
1504
16,3
9,3
12,1
9,6
1,8
49,1
17,7
9,2
10
7,4
1,5
45,8
17,7
7,7
8,7
6,6
1,6
42,2
11,5
7,5
8,6
6,5
1,6
35,8
10,8
8,7
9,2
7,1
2
37,8
9,3
7,5
8,9
7,2
1,8
34,7
Galicia
4,8
11,2
Toledo
5,1
Cuenca
4,2
Extremadura
Órdenes Militares
Servicio y Montazgo
1,3
Total Castilla N. y Extremadura 22
5,2
11,5
4,4
4
4,2
11,8
4
5,1
2,4
22,2
2,3
23,3
4,3
9,1
4,5
2,9
10,2
3
29,8
5,1
10
6
3,8
10,3
2,7
32,8
5,8
10
5,5
3,4
9,8
2,1
30,8
Sevilla
Córdoba
Jaén
Total Andalucía
15,4
4,1
2,8
22,3
16,2
5,8
3
25
19,8
7,5
2,4
29,7
18,9
7,3
2,9
29
14,3
4,7
4
23
17,2
5,2
5,1
27,5
1,7
1,7
1,1
1,4
1,4
1,1
(11,6)
ZONAS
Castilla Norte
Castilla Este
Castilla Sur
León
Asturias
Total Castilla-León
Murcia
Reino de Granada
Otro punto de vista es el reparto territorial de ios servicios de Cortes. En 1500, cuando
habían vuelto a cobrarse también en los señoríos, era éste:
Galicia
Orla cantábrica
11,32
0,82
Castilla-León
Meseta S.-Murcia
39,07
17,55
Extremadura
Andalucía
7,82
23,40
131
MIGUEL-ÁNGEL LADERO QUESADA
CORONA DE CASTILLA:
REGIONES Y ZONAS TRIBUTARIAS
1 CASTILLA NORTE
2 CASTILLA ESTE
3 CASTILLA CENTRO-SUR
4 LEON
5 ASTURIAS
6 GALICIA
7 TOLEDO
8 CUENCA
9 EXTREMADURA
10 SEVILLA
11 CÓRDOBA
12 JAÉN
13 MURCIA
132
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
BIBLIOGRAFÍA
Esta conferencia se ha elaborado partiendo de mis investigaciones
anteriores, especialmente las siguientes:
Fiscalidad y poder real en Castilla. 1252-1369. Madrid (en prensa). Algunos aspectos de este trabajo han sido publicados en «Las transformaciones de la fiscalidad regia castellano-leonesa en la segunda mitad del siglo XIII (1252-1312)», Historia de la Hacienda Española
(Épocas Antigua y Medieval). Madrid, Instituto de Estudios Fiscales,
1982, págs. 319-406, y «De la "Reconquista" á la fiscalité d'État
Laus la Couronne de Castille (1268-1368), Génése de l'État moderno. Prélévement et redistribution. Paris, CNRS, 1987, págs. 35-51.
«Cortes de Castilla y León y fiscalidad regia (1369-1429)», Las Cortes de
Castilla y León en la Edad Media. Valladolid, Cortes de Castilla y
León, 1988, I, págs. 289-373.
La Hacienda Real de Castilla en el siglo xv. La Laguna de Tenerife, Universidad, 1973, 383 páginas.
El siglo XV en Castilla. Fuentes de renta y política fiscal. Barcelona, Ariel,
1982, 212 páginas. En especial los artículos titulados: «Para una
imagen de Castilla (1429-1504)», «Los judíos castellanos del siglo xv
en el arrendamiento de impuestos reales», «Rentas condales en Plasencia (1454-1488)», «Renta eclesiástica en la Castilla del siglo xv».
«Las ferias de Castilla. Siglos xii a xv». Cuadernos de Historia de España
(Buenos Aires), LXVIl-LXVIll (1982), págs. 269-347.
«La política monetaria en la Corona de Castilla, 1369-1497», En la España Medieval, 11 (1988), págs. 79-123.
«El cargo de Diego Arias Dávila en 1462», Espacio, Tiempo y Forma.
Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid), Serie III,
H." Medieval n.° 1, (1989), págs. 271-293.
133
MIGUEL-ANGEL LADERO QUESADA
«Fiscalidad regia y sector terciario en la Andalucía bajomedieval», // Coloquio de Historia Medieval Andaluza. Sevilla, Diputación Provincial,
1982, pág. 7-38.
«Las alcabalas de Sevilla y su reino en 1399», Estudios en Homenaje a
Don Claudio Sánchez-Albornoz en sus 90 años. Universidad de Buenos Aires, IV, 1986, págs. 195-214.
«Los propios de Sevilla (1486-1502)», en Los mudejares de Castilla y
otros estudios de historia medieval andaluza. Granada, Universidad,
1989, págs. 313-346.
«La gestión de la Hacienda regia en la Corona de Castilla (1252-1369)»,
Hacienda Pública Española (Madrid), 108-109 (1987), págs. 15-34.
Además, son de gran importancia los trabajos de algunos otros investigadores, entre los que he manejado éstos:
MACKAY, Angus, Money, pnces and politics in Fifteenth-Century Castile.
Londres, Royal Historical Society, 1981, 184 páginas.
— «Las Cortes y la historia monetaria, c. 1350-c. 1474», Las Cortes de
Castilla y León en la Edad Media. Valladolid, Cortes de Castilla y
León, 1988, I, págs. 375-426.
— «Hacienda y sociedad en la Castilla bajomedieval». Estado, Hacienda
y Sociedad en la Historia de España. Universidad de Valladolid,
1989, págs. 45-78.
MENJOT, Denis, Fiscalidad y sociedad. Los murcianos y el impuesto en la
Baja Edad Media, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1986, 388
páginas, en especial los artículos, «La incidencia social de la fiscalidad directa de los Trastámaras de Castilla en el siglo xiv», y, «Finanzas y fiscalidad concejiles ordinarias en Murcia en la Baja Edad Media (finales del siglo xiv-mitad del siglo xv)».
VEAS ARTESEROS, M.'' Carmen, La Hacienda concejil murciana en el
siglo xv (1423-1482). Murcia, Universidad, 1988 (tesis doctoral en microficha).
PIQUERAS GARCÍA, M." Belén, Fiscalidad real y concejil en el reinado de
Enrique IV: el ejemplo de Murcia (1462-1474). Cádiz, Universidad,
1988, 236 páginas.
OLIVERA SERRANO, César, Las Cortes de Castilla y León y la crisis del
reino (1445-1474). Burgos, 1986, 402 páginas.
CARRETERO ZAMORA, Juan Manuel, Cortes, monarquía, ciudades. Las
Cortes de Castilla a comienzos de la época moderna (1476-1515).
Madrid, Siglo XXI, 1988, 473 páginas.
QuiNTANiLLA RASO, M." Concopción, «Haciendas señoriales nobiliarias en
el reino de Castilla a fines de la Edad Media», Historia de la Hacien134
Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla (1252-1504)
da Española. Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1982, págs. 767798.
PEINADO SANTAELLA, Rafael, «Fiscalidad señorial y tráfico comercial en
Andalucía a finales de la Edad Media: notas para su estudio», //
Coloquio de Historia Medieval Andaluza. Sevilla, Diputación Provincial, 1982, págs. 133-158.
ToDESCA, James, «The Monetary History of Castile-Leon (ca. 1100-1300)
in light of the Bourgey Hoard», American Numismatic Society Museum Notes, 33 (1988), págs. 129-203.
135
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