noteolvides nº 21 diciembre 2014 Aguante Beethoven Música, diseño industrial, integración y sordera son los ingredientes para uno de los cócteles musicales más innovadores de Uruguay. Un Centro de Adultos Sordos es el marco en el que, casi sin quererlo, explotó la música entre quienes no pueden oír pero hacen ruido, mucho ruido. Expertos de la región y directores de orquesta ya se han mostrado interesados en este proyecto nacido como una Fábrica de Cultura. G regori tiene 17 años, es el último en llegar al taller de percusión pero uno de los más enérgicos. Entra literalmente de un salto. Mientras surge el ritmo fresco de siete pares de manos y otros tantos cajones peruanos, son sus compañeros de grupo que, como cada martes, se juntan para vibrar con la música. Y vibran, literalmente, porque escuchar no escuchan nada, o muy poco. Son los integrantes de Aguante Beethoven un grupo de percusión formado por personas sordas e hipoacúsicas que desde hace un par de años investigan en torno a la madera y sus posibilidades para producir música. Todo comenzó como una premi- sa más del curso de carpintería iniciado hace ahora más de dos años. Los participantes aprendían un oficio, la carpintería, y necesitaban mejorar los objetos que producían. Para poder avanzar tenían que crear nuevos productos y funcionalidades para los mismos. En consecuencia, se integró un diseñador industrial al equipo de carpinteros. Guillermo Aemilius, que nunca antes se había imaginado en un trabajo así, fue quien asumió el reto. Después de varios ejercicios frustrados en los que no conseguía captar la atención de los muchachos, se le ocurrió, sin saber lo que supondría después, proponerles la construcción de cajones peruanos. “Fue sentarse arriba de uno, que la vibración les inundase el cuerpo y todo explotó”, relata Aemilius. Desde ese momento el torbellino fue imparable. Por eso se sumaron el “Pollo” Píriz y Berta Pereira, quienes completan el triángulo docente de esta figura poliédrica que constituye Aguante Beethoven. Son cinco hombres y tres mujeres. Tienen entre 17 y 61 años y cuando tocan juntos nadie, ni el más “duro de oído” duda a la hora de diferenciar una samba de un candombe. Ríen estrepitosamente y retumban a media cuadra de distancia. Respetan los silencios, pero sólo cuando están escritos en el pentagrama. Percuten con el cuerpo, percuten con sus manos en los cajones y percuten con su alma. Jacinta R. Trobo 23 noteolvides nº 21 diciembre 2014 Gregori Escobar, Luis Alfredo de los Santos, Stephanie Colman, Marcos Correa, Raúl Carneiro, Julio Flores, Marianela Fuentes y Lilián Pereira componen Aguante Beethoven un grupo que, más allá de la percusión, acerca también una propuesta escénica integral con interpretación y danza. Transformadas por la música Lilián es la veterana del equipo. Tiene 61 años y cuatro hijos. Desde que comenzó con las clases de Los pies se mueven solos, no hay chance Por mi anterior trabajo había escuchado hablar de la “Fábrica de sordos”, sabía que trabajaban con música y que intentaban construir sus propios instrumentos, poco más. Nunca había compartido tiempo con personas sordas. Me los imaginaba silenciosos, tímidos e introvertidos. El día que visitamos la Escuela y participamos activamente del taller de música y construcción de instrumentos, la perspectiva cambió. Mientras nos guiaban hasta el salón donde se dan las clases de música, el único con piso de madera de la escuela, escuchábamos fuertes carcajadas. Justo ahí estaban ellos, dispuestos a iniciar su ensayo. Los saludos eran enérgicos y preguntaban curiosos quienes éramos y para que estábamos allí. Tras un calentamiento corporal, agarran los cajones, las cajas chinas, las claves y algún que otro instrumento con el que están experimentado pero que todavía no tiene nombre y empiezan a interpretar lo escrito en el pizarrón. Pero ceñirse solo a lo pautado no es su estilo, por lo que pronto empiezan a sugerir arreglos y modificaciones. Prueban diferentes combinaciones hasta quedarse con la frase rítmica que más les gusta, la que mejor trasmite lo que desean expresar. Suenan con brío, fuerza y contundencia. Improvisan. Cuando algún golpe se escapa a contratiempo o en algún silencio, vuelven las risas y se acarician pícaramente la pera como diciendo, “¡No seas malo! ¡No hagas trampa!”. Ellos son un ejemplo de dignidad y superación. Son músicos y diseñadores con criterio y capacidad creativa. Si los escuchás tocar, los pies se mueven solos, no hay chance. n 24 percusión no puede parar de tocar. Dice que en su casa toca sobre la mesada mientras cocina, en el sofá mientras mira tele y en el piso mientras barre. Afirma que su marido, que es ciego, le pide que pare. “Yo no veo, acá la que no escucha eres tú, pero el resto tenemos que oírte todo el día”. Ella explica tentada como, entre bromas, le dio un ultimátum, “ahora la vida en la casa va a ser así, con percusión y tambores”. Los gestos para la música le salen del pecho, ahí la siente. Sus ojos trasmiten que la música son mimos y caricias para el alma, una experiencia táctil que moviliza el espíritu. Ha descubierto su capacidad de crear y ahora ya no para. Marianela es hipoacúsica, es decir, escucha mucho menos que una persona oyente pero no llega a ser sorda. Ya tenía algún conocimiento de música antes de comenzar este taller puesto que su padre, cuando aún era una niña, le regaló una guitarra. En su adolescencia la guitarra la acompañó pero después, durante la vida adulta, la abandonó. Nunca pensó que iba a poder retomar eso que tanto le gustaba, la música. Ahora está con la percusión pero tiene ganas de volver a agarrar su instrumento de seis cuerdas. “Este lugar es una terapia para nosotros, cuando estás deprimida esto te levanta el ánimo. Te das cuenta de que podés hacer cosas preciosas y te sentís libre”, explica. “Cuando eres sorda alguna gente piensa que eres diferente, que no tenés las mismas capacidades y nosotros lo único que tenemos es un problema auditivo. A veces nos cuesta relacionarnos por esto mismo pero no por ello somos menos listos o menos creativos”, afirma rotunda. “Cuando actuamos ante el público es impresionante ver cómo la gente se emociona. La otra vez en San José, le pregunté a mi marido como había sonado, porque no es lo mismo estar arriba del escenario que lo que percibe el público. Me dijo que sonamos precioso y que marcamos muy bien los tiempos”, puntualiza con gran nivel de exigencia. “Los docentes nos tienen mucha paciencia y por eso también noteolvides nº 21 diciembre 2014 logramos piezas que son realmente preciosas”. Para los docentes este proyecto supone también un gran reto y una satisfacción constante. Cuando se embarcaron en esta “quijotada” de enseñar música a sordos, muchas personas, incluso referentes en la temática, los miraban descreídos. “No se van a entender. No les va a gustar”, escuchaban constantemente. Sin embargo la realidad les ha devuelto otra cosa completamente diferente. “Cuando alguno de los muchachos prueba y empieza a tocar, es difícil que se detenga, no para más”, asegura el Pollo. La alegría y la musicalidad inundan el grupo. “La gente viene contenta y radiante. Nosotros hasta los vemos más lindos”, bromea el Pollo. “Incluso quienes al principio tenían una musicalidad caótica han llegado a un buen entendimiento y coordinación y pueden ahora integrarse e improvisar en grupo”. Pero no fue sencillo llegar hasta acá. El universo de un sordo es muy particular, se mueve en otros esquemas y paradigmas que a veces son difíciles de entender para las personas que escuchan bien. Sin embargo, “a través del humor hemos logrado comunicarnos y transmitir, incluso sin palabras”, explica Berta la otra docente de música. Ritmo y melodía El reto ahora viene dado por la incorporación de la melodía. Para ello han empezado a desarrollar nuevos instrumentos que incorporen cuerdas. El arco de Tacuabé, un instrumento tradicional charrúa que se sostiene con la boca, fue lo que inspiró a este grupo para comenzar a desarrollar los prototipos de arpas de boca. Las sostienen entre los dientes y con las manos tocan las cuerdas. Éstas vibran y les hacen sentir la música por dentro, recorriendo el cuerpo. Aemilius es quien lidera este proceso de investigación en diseño con madera. “No dejo de sorprenderme con cada idea nueva que traen, cada mejora que sugieren a los instrumentos”. El experimento pasa por llegar a un arpa de boca que les permita diferenciar frecuencias e intervalos de notas musicales. El grupo se complementa a la perfección, algunos son meticulosos con los cortes y las medidas, otros prefieren ir probando y sugiriendo qué mejoras aplicar a los diseños. Mientras fueron probando prototipos de arpa de boca, surgieron también otro tipo de arpas que se apoyan bajo la mandíbula, en el cuello o en un lateral de las costillas. También están investigando con instrumentos tipo uke- lele o charango, en los cuales la vibración se transmite al apoyar el instrumento en el abdomen. Quieren patentar estos instrumentos y compartirlos con otras personas que todavía no hayan podido arrimarse al maravilloso mundo de las cosquillas en la panza, el cuello y la boca que para los integrantes de Aguante Beethoven es la música. n Fábricas de Cultura, desarrollando el talento creativo Aguante Beethoven surgió como producto de la Fábrica de Cultura de Música e Instrumentos de Madera que funciona en la Escuela de Sordos Nº 4. Es un proyecto de la Dirección de Cultura del mec que busca fortalecer el capital humano y productivo de nuestro país mediante la creación de espacios de formación y desarrollo de emprendimientos culturales. La coordinadora de fábricas de cultura, Julia Silva, explica que la principal herramienta del proyecto es “el poder que ejerce la cultura en beneficio del desarrollo individual, social y económico. Por eso potenciamos habilidades que permiten el desarrollo del talento creativo generando mayor inclusión y ciudadanía”. Actualmente funcionan unas 27 fábricas de cultura en todo el país y hay otras tres que iniciarán su actividad próximamente. Algunos ejemplos de las que ya están fabricando cultura de forma innovadora son, por ejemplo, la de producción de dulces saludables en Bella Unión (Artigas), la de marroquinería con cuero de pescado en Nueva Palmira (Colonia) o la de ladrillos vidriados para la creación de murales decorativos en Rivera. Tres ejemplos que ilustran la diversidad de saberes tradicionales conjugados con propuestas innovadoras que fábricas de cultura abarcan. n 25