El otoño del patriarca; Gabriel García Marquez

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La historia de este libro trata acerca de la solitaria vida de un dictador, cuyo nombre no se menciona en el
libro, de una isla en el caribe.
Sin ningún tipo de cronología, el libro comienza por el final, cuando encuentran muerto al general acostado
bocabajo, con el uniforme de lienzo sin insignias y con un brazo como almohada. Esta era la forma que
ocupaba para dormir, y como se relata después en el libro, una anciana adivina le había dicho que iba a morir
en el sueño, sin ningún tipo de dolor ni sufrimiento. El libro relata como algunos ciudadanos ingresan al
palacio, y con inmenso asombro ven muerto al inmortal, algo que nunca siquiera podrían haber sospechado.
Sin embargo gran parte del pueblo dudaba incluso de su existencia.
Era enigmática la figura del general, que no poseía edad definida (entre los 107 y los 232 años se especifica).
Causaba confusión en el pueblo debido a su extraña apariencia y poderes. Poseía un pie gigante,
absolutamente desproporcionado, y un testículo herniado. Poseía, según el pueblo, incluso más poder que el
mismo Dios, cosa que demuestra cuando los afecta un huracán y un aluvión de inmensas proporciones, y
después de estar todo inundado, él ordenó que bajaran las aguas y que revivieran las gallinas, ordenó que
saliera el sol y todo volvió a la normalidad. Tenia tanto poder que una vez él pregunto: ¿qué hora es?, y le
respondieron: la que usted desee, mi general. Por su palacio se paseaban vacas, leprosos y paralíticos, hecho
del cual nunca se explica con claridad el porqué.
Entre alguno de los hechos que se narran están la invasión a la isla de corsarios holandeses, que luego de una
peste tuvieron que irse, y la venta a gringos del mar. Al igual que esta ultima, el libro esta lleno de
excentricidades y extrañezas. Por ejemplo, se dice varias veces, en las partes donde relata la conciencia del
pueblo, que se le encontró muerto 2 veces. Esto es porque él conoció a un doble exacto de él, Patricio
Aragonés y lo contrató para que hiciera de gobernante cuando fuese necesario, por una razón de seguridad.
Luego de que se hicieran muy amigos, incluso, Patricio Aragonés le ganó una partida de dominó, cosa
inaceptable por el dictador, Aragonés muere envenenado, pero el general se encargo de ponerle el traje de
lienzo sin insignias y que muriera como si fuese el mismo. Al darse cuenta el pueblo de que había muerto, se
celebraron fiestas e incluso se le lanzaron escupitajos al ataúd de Aragonés, escena que vio el verdadero
gobernante. También vio como se unieron liberales y conservadores para repartirse el botín que había dejado
su muerte. Vio como al final, de haber tenido todo el poder y admiración, paso a ni siquiera tener donde ser
enterrado. Esto le enfureció, ver la vida si él existiendo, y tomo cartas en el asunto, se apareció en una reunión
donde se encontraban los liberales, conservadores, obispos y ministro viendo la repartija del poder y demostró
que aún estaba vivo, y más vivo que nunca. Luego de eso hay una balacera en contra del palacio, que le es
avisada por su compadre, el general Rodrigo de Aguilar, y luego de que termina, el general dice que usará
todo su poder para vengarse y tomar las riendas, cosa que no es necesaria debido a que los guerrilleros son
aniquilados por guardias, los ministros traidores se auto−exiliaron y al rato el pueblo estaba gritando a favor
del general, celebrado su vida y no su muerte como hasta hace algunas horas, y todo esto sin intervención de
él, como lo hacia antes. Extraña contradicción la de un pueblo que celebra a un hombre en vida y lo combate
en la muerte.
También poseía lo que se estimaba la cantidad de 5000 hijos, todos sietemesinos, que había tenido luego de
forzadas relaciones con las concubinas. Ninguno de ellos fue reconocido, ni llevaron el apellido de él, salvo
uno, Emanuel, su único hijo reconocido que tuvo con Leticia Nazareno, de quien hablaremos más adelante,
En un momento se produce un intento subversivo, el general Rodrigo de Aguilar le dice que tiene a la iglesia
en contra, la oposición esta firmemente dando la cara, los generales de mando están de acuerdo con
restablecer un nuevo gobierno y el pueblo en general está en contra del mandatario. El general lo ignora y
comienza a actuar como si todo estuviese en forma normal. Fue, como de costumbre, a vigilar el ordeño de las
vacas al establo presidencial, y como todos los días salió el carretero de siempre con 6 toneles de leche. Los
subversivos, que se encontraban afuera, inocentemente acceden a ver si era verdaderamente leche, lo que no
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pudieron determinar porque en verdad eran 6 toneles de dinamita, lo que causo la muerte de 1500 rebeldes. El
general, demostrando su poder, mando a fusilar a los generales que estaban conspirando, llenó las cárceles de
presos políticos, y así volvió la fiesta al pueblo.
Después de este acontecimiento, el general descuido su seguridad personal, y volviendo del establo, uno de
los tantos leprosos que estaban en su palacio, no era tal y desenfundó una pistola. El general, con coraje, lo
desafió diciéndole que no se atrevía a dispararle, y cuando vio que iba a disparar el general le pego hasta
aturdirlo y luego el que intentó asesinarlo se autoinfirió 5 disparos para que no lo interrogaran. Para demostrar
el poderío, el general mando a descuartizarlo y mostrarlo en todo el país.
Estos dos actos, encienden las dudas en el mandatario, y luego de pensarlo, reflexiona que Rodrigo de Aguilar
lo estaba traicionando. Él andaba diciendo que el general estaba loco y senil, que ordeñaba a las vacas, se
enamoraba de mujeres inexistentes, etc. Ante esto, y nuevamente demostrando su poderío, el general reúne a
toda su guardia. Extrañamente no acude De Aguilar y cuando dan las doce, entran mozos con bandejas de
plata donde estaba el general, también ministro de defensa, listo para ser comido. La brutalidad del general se
ve reflejada en este tipo de hechos, pero también tenia un lado sensible con su madre, Bendición Alvarado, y
con sus dos amores Manuela Sánchez y Leticia Nazareno.
Ya en esta época, el estaba medio sordo y escribía papelitos que ocultaba en toda su casa, para no olvidarse de
quien era él mismo.
Su madre, que parecía casi tan inmortal como él, comenzó a morir. Antes de esto, su madre le confidenció
ciertos secretos, por ejemplo, que no sabia cual de todos los fugitivos de vereda era su padre. Le dijo también
que lo había malparido en un monasterio, y una adivina, al ver que no tenía líneas en las manos, dijo que iba a
ser rey. Él prefirió creer que eran delirios producto de la enfermedad.
Al morir, Bendición Alvarado dejo marcada la sabana con su figura, y el hizo que recorriera todo el país para
que fuese admirada. En ese recorrido, el cuerpo no se pudre, y varios ciegos se curan. Él cree que su madre
era santa y manda una solicitud de beatificación a la santa cede, y el primer nuncio se la niega de plano, por o
que es asesinado por una multitud comprada. Luego, la santa sede manda al Monseñor Demetrio Aldous para
que estudie minuciosamente el caso de su madre. Luego de que sufriera un atentado, llega a la conclusión de
que era todo una farsa producida por los Pagos de sus subalternos para que mintieran. El cuerpo no se había
podrido debido a que estaba disecado. Él general le pide que esto quede entre ellos, y al ver el pueblo que
Bendición Alvarado no era beatificada, se reveló en contra de la iglesia. Los generales eran incapaces de
controlar a la multitud, por lo que el general extrañamente decreta la santidad civil de su madre, un día de
veneración a ella y la expulsión de todo personaje involucrado con la iglesia, al mismo tiempo, le declara la
guerra a la santa sede. En esta expulsión conoce a Leticia Nazareno, que era monja, pero igual fue expulsada.
Sus asesores al oir que el general nombra a una tal Leticia Nazareno, la secuestran en jamaica y la repatrían.
El general durmió al lado de ella sin hacerle nada por dos años y luego ella fue la única que logro que el
general se sacara toda la ropa en el acto sexual.
Leticia le enseño a leer y a escribir. Luego convenció al general de que revocara las expulsiones y
expropiaciones sufridas por la iglesia. El general después de negarse, accede a todo lo que ella le pide, siendo
estos los pocos instantes de debilidad del general. Ella quedo embarazada, y en el mismo momento en que se
iban a casar, nació Emanuel, su único hijo reconocido.
Ella comenzó a pasearse por el pueblo, llevándose lo que quería de cualquier tienda, diciendo pasen la cuenta
al gobierno. En la calle le gritaban perra, y era muy odiada. Ella echó a los leprosos del palacio y luego de un
tiempo se produce un atentado en contra de ella y su hijo. Al final, en otro atentado, unos perros se comieron a
ambos. Él ordena demoler el lugar del atentado y poner ahí una plaza en memoria de ambos, sin embargo, el
general ya los habría olvidado antes del termino de la construcción.
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Él sospecha de sus generales en el atentado, pero ellos le traen a los culpables y el dictador ordena el
fusilamiento de ambos. Esta orden la dio a sapiencias de que ellos no eran los verdaderos culpables.
EL general se queda solo en su casa, solo con los leprosos, y su única función era la de dar ordenes de vital
importancia, lejos de su poder total de otra época.
Un día, buscando frascos de miel, encontró los papelitos que había escrito hacia algún tiempo, sin embargo, el
se negaba a aceptar que era el quien los había escrito, a pesar de que poseían su letra. Esto demuestra que con
el tiempo, el general se iba quedando sin pasado, que era tal vez lo único que lo acompañaba. También al leer
el diario veía imágenes de archivo de un doble que había tenido pero que ya no recordaba.
Luego conoce a José Ignacio Saenz de la Barra, a quien le encarga la captura de los asesinos de su esposa e
hijo. Saenz comienza a enviar periódicamente las cabezas de sus adversarios. Poco a poco, Nacho (como le
llamaba el general) comienza a ganarse el respeto del dictador, y por lo mismo empieza a ganar poder y a
controlarlo. Ya aquí, Sanz le recuerda que ese día 12 de agosto se cumplían 100 años de la toma del poder,
pero el general lejos de alegrarse, se entristece y no quiere celebrar.
Después sabría que Sanz de la Barra era un torturador que trataba de tomarse el poder, usando incluso la
imagen del general para una cuenta mensual inexistente. Luego hay una sublevación de generales y Sanz de la
Barra es muerto y colgado en la plaza de armas, lo que causa alegría en el pueblo.
Empieza el general a ver la triste realidad, que lo único que valía en su país era su fortuna personal, no existía
ni el diario, ni los edificios públicos, ni siquiera sus amores con adolescentes, que no eran más que prostitutas
contratadas para la ocasión.
Cerca del final, el general entrega el mar de su patria en parte de pago de la deuda externa. Se dice en el libro
que se lo llevaron en bloques. Y no le quedó más consuelo que una maquina de vientos que le regaló el
embajador Ebenhart.
Le comienzan a crecer crustáceos en el cuerpo, es el mar que vuelve decía. Por la entrega del mar, hay un
intento subversivo por parte de uno de sus generales, pero no prospera. Era como si no hubiese posibilidad de
desperpetuar su poder.
Pero había una forma, debido a que el general estaba en su otoño. Se da cuenta que en toda su vida más que
honor le faltó amor, se sintió solo con las vacas del palacio, y como todos los días, hizo su rutina de contar
vacas y gallinas, cerrar los cerrojos e ir a dormir con un brazo como almohada. En mitad del sueño se
despierta con un llamado. Era la muerte y le decía Emanuel, igual nombre al del hijo (eso si, se especifica que
este no era su nombre). Un medico de confianza de él, le dijo que tenia venas de vidrio y corazon apretujado,
pero que ya estaba en su hora. Y era su hora. Murió en la soledad del poder, con escasos recuerdos, todos de
su madre, Bendición Alvarado, y acompañado solo de las vacas, de las gallinas y el dolor de una hernia.
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